domingo, 30 de junio de 2019

LA VIDA COTIDIANA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

El historiador Adalbert Hamman (1910–2000) fue un prestigioso historiador sacerdote franciscano. Fue experto en estudiar los primeros años del cristianismo y la Patrística, profesor en Québec y Montreal. 



Uno de sus libros se titula “La vida cotidiana de los primeros cristianos”. Ahí relata cómo aquellos primeros hermanos en a fe, no contaban con programas y técnicas especiales para transmitir el Evangelio. Lo que hicieron fue imitar como habían vivido los Apóstoles. Se sentían con el deber de transmitir el tesoro que había sido confiado a sus manos. 

Así, cada fiel se convertía en apóstol y la predicación se extendió por todas partes gracias a gentes desconocidas. El cristianismo se extendió como una mancha de aceite, pues se iba comunicando de oreja a oreja, por medio del ejemplo y de palabra en la familia, el trabajo, las relaciones sociales…

Los escritores romanos Tácito y Plinio emplean la palabra «contagio», para caracterizar cómo se propagaba la nueva religión de esposa a marido, de esclavo a amo y de amo a esclavo, de zapatero remendón a cliente…

El Papa Francisco también se refirió a las primeras comunidades de cristianos para señalarnos cuáles han de ser “las cuatro huellas de un buen cristiano”: Primero, escuchar la enseñanza apostólica, ser fiel a la doctrina; luego, vivir la caridad en todas las relaciones, compartiendo los bienes espirituales y materiales; luego, rememorar al Señor a través de la Eucaristía; y por último, dialogar con Dios en la oración.

2) Para pensar

En una entrevista a la Madre Teresa de Calcuta le preguntaban si en las casas que había abierto para el cuidado de los enfermos de Sida les hablaban de Dios. Ella contestó: “Naturalmente. Rezamos con ellos y les enseñamos a rezar. Los llevamos a confesarse y a reconciliarse con Dios”. 

El entrevistador continuó: “-Mucha gente piensa que evangelizar no significa siempre hablar de Jesucristo”. 

lo que la santa Madre respondió: “-¿Y de quién piensan entonces que hay que hablar? ¿De qué?” 

El periodista dijo: “-Dicen que basta acompañar a los hombres”. 

La Madre le refutó: “Pero, entonces, no son misioneros. No están proclamando a Cristo. Están actuando por algo y nosotros lo hacemos por Alguien”.

En la propagación del Evangelio no se da a conocer una doctrina, sino a Alguien, y ese Alguien es Jesús.

3) Para vivir

En los Hechos de los Apóstoles, se muestra a la Iglesia de Jerusalén como el modelo de toda comunidad cristiana. Ahí los cristianos asistían a la santa Misa y dialogaban con Dios en la oración. La liturgia es el lugar donde se tiene el encuentro con Jesús Resucitado y se experimenta su amor.

Los creyentes vivían todos unidos, conscientes de la unión de todos en Cristo. Se sentían llamados a compartir con todos los bienes espirituales y materiales, según la necesidad de cada uno. 

Así, la Iglesia se convierte en fermento de un mundo nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión. Ello se convierte en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás. Hoy en día también hemos de saber compartir con el prójimo para seguir haciendo la Iglesia. 

UN MÉXICO QUE NUNCA HABÍAMOS VISTO ANTES

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Estamos imbuidos en una situación de inseguridad y violencia, así como de crisis económica de grandes dimensiones en México, como no se veía desde tiempos de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera (y no creo exagerar).


Diariamente nos enteramos -a través de los medios de comunicación- de numerosos actos delictivos, secuestros, asesinatos, asaltos; despidos de miles de trabajadores; muchas empresas se han ido a la quiebra o se encuentran en una difícil situación financiera; hay pocas ventas en la mayoría de los comercios y empresas y falta de liquidez; son muchos los profesionales jóvenes que buscan trabajo pero no logran ser contratados por la contracción del mercado y se ven en la forzosa necesidad de irse a radicar a otros países.

A los inmigrantes de les trata peor que a los animales. Me impresionó sobremanera la primera página de “El Universal” de hoy (28-06-19) en la que aparece la fotografía de una muchedumbre de personas (niños, jóvenes, mujeres, hombres) que fueron descubiertos en la cabina de un tráiler, deshidratados, hambrientos, semidesnudos… En mi opinión, esto debería provocar una fuerte reacción ciudadana para no tratar a personas de Centroamérica y otras naciones de esa manera tan injusta e inhumana.

Si vienen a México es con la intención de cumplir con “el sueño americano”, atravesar el territorio nacional y llegar a los Estados Unidos, donde puedan llevar una vida digna con un trabajo bien remunerado y poder brindarles una adecuada formación a sus hijos.

La embajadora de un país centroamericano me comentó: “Mire usted, mis pobres paisanos, se ven en la necesidad de dejarlo todo (casa, tierras, huertas, familiares…) no por otra razón sino porque materialmente se están “muriendo de hambre”...

Y continuaba: “Me duele la indiferencia de tantos países industrializados que no se interesan en ayudar a la economía regional, naturalmente existen sus excepciones. Pero el grado de deshumanización es sencillamente asombroso.

“Cuando son rechazados una y otra vez en la frontera norteamericana, ¿qué hacen mis paisanos? –comentaba con dolor. Buscar humildes empleos en las ciudades grandes de México, como limpiabrisas, boleros, "payasitos" o malabaristas en los semáforos, vendedores de periódicos, de dulces…Así está mi pobre país”-concluía.

En lo personal, van varias veces que me he encontrado con matrimonios que van en el tren que viaja de Guatemala hasta la frontera con Estados Unidos, y hace escala en Ápan, Hidalgo. Algunos pasajeros, hacen una parada con un único objetivo: tomar algún alimento y agua. Así me lo han comentado en la plaza central:

-Por favor, llevamos varios días sin probar bocado. Necesitamos un poco de dinero para comer algo.

Verdaderamente, se impone una urgente actitud solidaria del Gobierno, de organizaciones cívicas y ciudadanos mexicanos para ayudar a tanta gente que se encuentra en esta infrahumana situación.

jueves, 27 de junio de 2019

ANCIANOS Y MILLENNIALS

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Todos nosotros hemos tenido abuelos y es probable que convivamos con personas ancianas. ¿Qué papel despliegan en nuestras vidas?, ¿qué valor otorgamos a sus vidas?, ¿qué riqueza y oportunidad esconde su existencia? El Papa Francisco se ha tomado muy a pecho rescatar la figura del anciano, del abuelo, defendiéndola de lo que expresivamente llama “cultura del descarte”. 


Y es que, efectivamente, pareciera que en la cultura contemporánea no hay lugar para ellos, más incluso, es como si estorbaran e hiciera falta alguien con el valor y la audacia suficientes para reclamar su eliminación. 

Si bien todavía no llegamos a tanto, con frecuencia podemos excluirlos o, simplemente, darles la espalda. ¿Es lo correcto? ¿No estoy cometiendo una tremenda injusticia y dejando pasar una maravillosa oportunidad si lo hago?

La presente reflexión surge del contacto directo con los ancianos. He tenido la fortuna de vivir, puerta a puerta durante varios años, con uno de noventa años. Me ha tocado acompañar a varios en la recta final de su vida, y acabo de disfrutar de la maravillosa compañía de uno, que estos días cumple 94 primaveras. Reflexionando un poco sobre estos hechos, he caído en la cuenta de lo muchísimo que me han aportado, de lo que he aprendido, de lo que me han humanizado.

Ellos casi no se daban cuenta, al contrario, solían estar agradecidos por algún sencillo servicio material que les prestaba, sin apercibirse del inmenso servicio espiritual que me aportaban, muchas veces reviviendo, literalmente, a mi alma que parecía muerta. Las pocas cosas en las que podía serles de utilidad colmaban de contenido la trama de unos días vacíos.

Ahora bien, la aportación invaluable que daban a mi vida, muy bien puede ser una enseñanza valida y perenne para la sociedad. Lo que individualmente me beneficia, puede también ser una valiosa aportación sobre el sentido de la vida y el reconocimiento de lo auténticamente humano, en una sociedad desbocada que ha perdido su brújula moral, caminando alegremente por la vía del nihilismo. 

La sociedad competitiva a ultranza, de la eficacia, de la apariencia, del culto al vigor físico y a la belleza superficial, del individualismo salvaje, nada tiene que decirle ni aportar a un anciano. Lo rechaza como a un cuerpo extraño, lo ignora, lo esconde en la nebulosa de lo que aparentemente no existe. 

Quizá se deba a que su sola presencia desmiente los postulados básicos sobre los que se edifica, muestra lo falaz de sus fines, pone en evidencia que, en realidad, se trata de una inhumana cultura construida por humanos.

El sentido de la vida, el valor inconmensurable de la misma, el descubrimiento de lo auténticamente humano son algunas de las cosas que, como por ósmosis, transmite el contacto cercano y habitual con un anciano. 

No es solo la extraordinaria ayuda que supone su sola presencia, como memoria viva, para saber quiénes somos, de dónde venimos, para así proyectarnos, de modo realista y con los pies en el suelo, a un futuro esperanzador. 

No es sólo el valor de su experiencia, que nos ayuda a no cometer los mismos errores o aprender de las oportunidades, confrontado nuestras proyecciones ideales con la agreste realidad. Es también, su ritmo vital, su forma de vida, su sola presencia la que nos impulsa a meditar, a cuestionarnos, a valorar…

Recientemente he tenido la fortuna de convivir estrechamente con el feliz anciano que estos días cumple 94 años. Subrayo lo de feliz, pues también es cierto que alguien puede sumirse en la amargura al llegar a la vejez y volverse un “viejo cascarrabias”. 

Tampoco se puede idealizar al anciano por ser anciano, pues los hay de todos los tipos, como existen personas de todo género, no siempre edificantes. Pero nada más maravilloso que un anciano feliz, alegre, optimista, pues su sola presencia grita que la vida vale la pena y es bella. 

Tanto este anciano de 94, como el otro de 90 con el que conviví largo tiempo, tienen esta característica fundamental: su carácter positivo, animante, el disfrutar con las historias y las vidas de los demás, sin darle importancia a las limitaciones propias. Quizá hago trampa, pues pienso que ambos no solo son ancianos, sino también santos, y por ello transpiran alegría y deseos de vivir en medio de sus lógicas limitaciones.

Pero, volviendo al de 94, con su paso lento, sosegado; con sus limitaciones: casi no ve, casi no oye; con su empeño en participar de la vida y el esfuerzo de los demás por integrarlo y hacerlo partícipe, transmitía una sabiduría invaluable: Los ritmos de la vida, la paciencia, el valor de la espera, la felicidad en medio de la limitación. 

Eso nadie te lo enseña ahora, solo los ancianos buenos, si los sabes observar y acompañar; por eso es imprescindible redescubrir este tesoro y transmitirlo a millennials y generación Z, para que no equivoquen su camino en la vida, pues tenemos solo una.

miércoles, 26 de junio de 2019

GUADALUPE ORTIZ DE LANDÁZURI, PROFESIONAL, LAICA Y EJEMPLO DE SANTIDAD PARA LAS PERSONAS DEL SIGLO XXI

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

Escribió sabiamente Dostoievski: “El secreto de la vida humana no radica en el hecho de que uno vive, sino en para qué vive”. Y ese secreto lo han conocido los santos, quienes han sabido descubrir el sentido verdadero a los acontecimientos de su vida, y vivir de acuerdo a él. 


Por eso los santos, decía el papa Pío XI, “son comparables a los telescopios de los astrónomos. A través de los mismos podemos ver ciertas estrellas que nadie sería capaz de distinguir a simple vista. A través de los santos aprendemos a ver con más claridad aquellas verdades que la vida cotidiana oscurece a nuestros ojos” (8-XII-1933).

Saber encontrar y amar a Dios en nuestra vida cotidiana, es el mensaje que el Señor le pidió a san Josemaría Escrivá que viviera y difundiera por todo el mundo y para lo cual fundó el Opus Dei.

Hace 44 años, en 1975, fallecieron, con menos de un mes de diferencia, San Josemaría Escrivá, el 26 de junio, y la ahora recién beatificada Guadalupe Ortiz de Landázuri, el 16 de julio. Ambos habían luchado hasta el último aliento de su vida por corresponder al amor de Dios en su vida ordinaria en el Opus Dei, procurando acercar a los demás al amor de Dios.

Es significativo que ambos lo hayan alcanzado: Uno, cumpliendo lavoluntad de Dios fundando el Opus Dei, camino de santidad en el trabajo ordinario y Guadalupe, por su parte, luchando por andar ese camino, confiando plenamente en ese mensaje del fundador.

Guadalupe comprendió que no se trataba de ser perfecta aquí en la tierra, sino de vivir enamorada de Dios. Había escuchado de san Josemaría que el “santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta”. Esa confianza en la misericordia de Dios le llevaba a estar muy alegre, a pesar de verse con defectos. 

Así le escribía a San Josemaría: “Soy muy feliz y estoy muy contenta… Aunque veo que todo lo hago con muchos defectos (vanidad y amor propio, sobre todo) noto tanto que me ayuda el Señor que estoy segura de que si Él se empeña llegaré a agradarle de verdad… Cada día quiero mostrarle mejor lo que siento por Él y cómo le agradezco lo muchísimo que me quiere”.

Una amiga suya, Laura Busca, que sería luego su cuñada, recuerda que Guadalupe nunca se quejaba de nada. Por ejemplo, le sorprendía que utilizara indistintamente zapatos de un número o de otro, sin quejarse.

Cuando su madre, que tenía un pie más pequeño, tenía zapatos que le quedaban apretados, Guadalupe se ofrecía alegremente para ensanchárselos llevándolos puestos algunos días, pues tenía el pie más grande.

Después de la guerra civil española del siglo XX, los alimentos estaban muy racionados. Ella atendía una residencia para estudiantes. En una ocasión no había suficiente consomé. Una persona testimonia, que vio sin que se diera cuenta Guadalupe, que al ver que no alcanzaba para todos, llenó su taza con agua caliente y se la tomó muy contenta como si fuera un sabroso caldo, sacrificándose en lo ordinario por amor.

Otro testimonio lo da Guadalupe Gutiérrez, de Tacámbaro, quien la conoció en 1952, de once años. Años más tarde convivió con ella en la Ciudad de México. Cuenta cómo Guadalupe le enseñó a cuidar los detalles y a vivir bien la virtud de la pobreza combinándola con la limpieza y el buen gusto. 

Era una persona sencilla, acogedora, afable. Enseguida inspiraba confianza y cariño. Sabía siempre escuchar, comprender, ser amable y bondadosa, lo mismo si era una campesina, que una universitaria o una señora de clase social alta. Para todas tenía comprensión y afecto humano. Era una persona recia, laboriosa, puntual, alegre y optimista. Supo pasar por alto la escasez de medios viviendo desprendida de todo, dándolo todo: “Me enseñó a poner Amor de Dios en cada cosa que hacía: hacer bien una cama, dejar limpia una habitación o que no quedaran torcidos los cordones de una cortina”.

El obispo de Tacámbaro le pidió que diera unas charlas a las campesinas del lugar. Ella aceptó gustosa y estuvieron en un lugar recién construido, lo que sería el seminario diocesano, por lo que aún no estaba amueblado. En una mañana Guadalupe, mientras daba una charla sentada en el patio, colocada en suelo como todas, notó que algo le subía en la pierna y le picaba, sintiendo un fortísimo dolor. Se agarró el vestido y apretó fuerte para matar al intruso y continuó hablando tan contenta como si nada hubiera ocurrido.

Nadie de las que escuchaba la charla noto nada fuera de lo normal. Cuando terminó la charla dijo lo que le había ocurrido y el intenso dolor que tenía.

Procuraron atenderla pues le subió mucho la temperatura. Tuvieron que regresar a la Ciudad de México donde siguió teniendo fiebre durante muchos días. A pesar de estar en esas condiciones, no hacía referencia a sus malestares, sino que se interesaba por quienes iban a saludarla.

Guadalupe fue un gran apoyo para San Josemaría. Ella, con su sonrisa permanente, vivía lo que San Josemaría enseñaba: saber vivir alegremente cada día unidos a la Cruz. Ahora ambos gozan del Señor en una eterna felicidad. Un ejemplo que alimenta nuestra esperanza de santidad y nos invita a saber descubrir a Dios en nuestro quehacer ordinario para amarlo en todo momento.

PRESIDENTE TRUMP: UN TWEET BRAVUCÓN

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

El periódico The New York Times informó que el Presidente Trump decidió atacar Irán tras el derribo de un drón de la armada de Estados Unidos.


Supuestamente violó el espacio aéreo de Irán. Esto lo afirma la Guardia Revolucionaria. Pero según el Pentágono, el drón volaba en el espacio aéreo de aguas internacionales.

Trump autorizó un ataque selectivo el pasado jueves 20 de junio. La orden de acción fue suspendida por el mismo presidente antes de que el Pentágono la ejecutara. Se estima que la orden de combate fue dada únicamente contra radares militares y baterías antimisiles.

“En realidad Irán ha cometido un gran error”, informó el presidente. Aunque en el transcurso de la tarde el mandatario quitó importancia al suceso, no deja de causarnos asombro la desmesura de su reacción emocional. No se puede jugar a la imprudencia en un escenario tan delicado de imprudencias.

Entre el tweet bravucón y la orden de detención de la ofensiva, varios buques de la Marina iban navegando hacia el estrecho de Ormuz y aviones en pleno vuelo se preparaban a incursionar. La orden quedó suspendida. ¿Los motivos? Son varios.

¿Qué sucedió?,¿fue solamente un cambio de opinión?, ¿una estrategia logística?. Trump ya había frenado al menos dos ataques en 2016 y 2017 contra el régimen de Siria.

Horas mas tarde el presidente calculó costos y beneficios. No era proporcional el precio a pagar en vidas humanas por un drón derribado por parte de Teherán.

El lunes en su cuenta de Twitter el presidente de EE.UU escribió: "La demanda de EE.UU. a Irán es muy sencilla: ¡No armas nucleares ni más patrocinio del terrorismo!". La exigencia es clara y muy difícil de cumplir, al menos en una de sus partes.

El asunto no es de menor importancia ya que por este medio de comunicación digital se intercambian mensajes y contenidos en tiempo real desde cualquier región del mundo a través de la red. La cuenta de tweeter de Trump aumentó la escalada de tensión.

Por motivos económicos, geopolíticos, culturales, productivos o de otro tipo, desde hace tiempo la relaciones diplomáticas de EUU e Irán se habían intensificado notablemente. Hace varios meses comenzaron a decaer.

¿Qué precio debemos pagar por la paz en las relaciones internacionales? La recta razón en la política mundial es un valor humano que facilita el entendimiento internacional. No es negociable ni admite pluralismo. O se acepta o se rechaza.

Depende más de la gente que de los potenciales técnicos de las naciones.

¿Quién debe gobernar, el sabio o el prudente?, ¿mandará mejor el que sabe en qué consiste la prudencia?, ¿o el que sabe llevar a la práctica los principios esenciales de la prudencia? Me parece que debe gobernar el prudente. Mientras que el sabio debe enseñar, Trump debe tener muy claros y a mano los principios básicos del hombre prudente y adaptarlos a las circunstancias.

Recojo algunos principios elementales de prudencia (Albino Luciani, "Ilustrísimos Señores"):

- “Un éxito aparente, aunque clamoroso, es en realidad un fracaso si se ha conseguido pisoteando la verdad, la justicia y la caridad.”

- “El que está por encima, está al servicio de quien está por debajo: tanto valen los señores como los súbditos.”

- “Cuanto mayor es la responsabilidad, tanto mayor es la necesidad de recibir ayuda de Dios.”

-Los principios deben que aplicarse en las relaciones internacionales. Las naciones son como las copos de nieve: todos semejantes, pero ninguno del todo igual a otro. Las circunstancias, la emociones y estados de ánimo, el temperamento personal –que no es el carácter-- y la cultura, son diferentes en sus manifestaciones y semejantes en sus orígenes.

Si la realidad y las circunstancias cambian, debe cambiar el que gobierna pero sin cambiar los principios de la recta razón en el actuar internacional.

De ahí nace la importancia de que no primen los intereses personales ni las ambiciones sobre el bien de las personas y de las naciones. 

En mi opinión, la bravuconería no asegura la paz y sí perturba la convivencia entre los pueblos.

martes, 25 de junio de 2019

COMO UN FUEGO IMPETUOSO

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

“Los pájaros que vuelan más alto no son los que agitan más sus alas, sino los que se dejan llevar por el impulso del viento”. Esto sucede con las almas que quieren llegar hasta Dios. No basta su esfuerzo, pues son incapaces de llegar hasta Dios por sí mismos, es necesario el soplo del Espíritu Santo que hace subir a las alturas de Dios.


El Santo Padre, prosiguiendo la catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, quiso reflexionar sobre la llegada del Espíritu Santo, por quien comenzó a crecer y desarrollarse la Iglesia.

Cincuenta días después de la Resurrección de Jesús, los Apóstoles, junto a María, madre del Señor, esperaban la llegada del Paráclito.

María ayudaba a estar unidos en la oración. La oración es el “pulmón” que nos hace respirar, dice el Papa Francisco, pues sin oración no se puede ser ni discípulo de Jesús, ni ser cristianos. Entonces fueron sorprendidos por la irrupción del Espíritu Santo en un viento impetuoso, al que se le agrega el fuego en forma como de lenguas.

En la tradición bíblica, el fuego acompaña a la manifestación de Dios.

El fuego expresa simbólicamente su obra de calentar, iluminar, purificar y probar los corazones.

2) Para pensar

En el libro “Retrato de Juan Pablo II”, el periodista André Frossard entrevistó al Papa Juan Pablo II y le preguntó: “¿Cómo nos aconseja que recemos?” El Papa le respondió: “Voy a contarle una anécdota.

Hacia los 10 o 12 años era yo monaguillo, pero debo reconocer que no era muy asiduo. Mi madre ya no estaba con nosotros… Pero mi padre, habiéndose dado cuenta de mi indisciplina, me dijo un día:

«No eres un buen monaguillo. No le rezas lo suficiente al Espíritu Santo. Debes rezarle más». Y me enseñó una oración”. 

El periodista preguntó: “¿Y no la ha olvidado?” 

El Papa concluyó: “No, no la he olvidado. Fue una lección espiritual mayor, más duradera y más fuerte que todas las que hay podido sacar en consecuencia de mis lecturas o de las enseñanzas que he recibido. El resultado de aquella lección de mi infancia, es mi encíclica sobre el Espíritu Santo”. Cabe señalar que es una Encíclica muy profunda y extensa.

3) Para vivir

En la fiesta de Pentecostés, es Pedro quien habla, la roca sobre la cual Cristo ha elegido edificar su Iglesia. Su palabra, humana y débil, es atravesada por el fuego del Espíritu y se vuelve fuerte, capaz de atravesar los corazones y moverlos hacia la conversión.

La Iglesia nace y crece unida gracias al fuego del amor del Espíritu Santo, el cual provoca un “incendio” que se propaga, a pesar de los pecados y de cualquier escándalo. La palabra de los Apóstoles, por el Espíritu Santo, es entendida por todos: habiendo personas de muchas diferentes lenguas, cada uno los escuchó hablar en su propia lengua (Hechos 2: 6). 

Es el lenguaje de la verdad y del amor, por el cual también nosotros nos haremos comprender, pues aunque no habláramos, con una caricia, que sea verdadera y amable, nos entenderán, dice el Papa Francisco.

Una nueva Pentecostés, pidió para concluir el Papa Francisco, para que ensanche nuestros corazones y armonice nuestros sentimientos con los de Cristo, de modo que lo anunciemos sin vergüenza y seamos testigos del poder de su amor. 

sábado, 22 de junio de 2019

SAN JOSEMARÍA: PADRE, MAESTRO Y GUÍA DE SANTOS

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

La Iglesia Católica celebra el próximo miércoles 26 de junio a san Josemaría, santo del siglo XX que ha dejado una honda huella en la Iglesia y el mundo contemporáneos. Este año, sin embargo, su fiesta reviste de un sabor especial, pues poco más de un mes antes, fue elevada a los altares Guadalupe Ortiz de Landázuri, una de sus hijas espirituales, alguien que luchó por encarnar el espíritu de este gran santo y, haciéndolo con la gracia de Dios, alcanzó la santidad.


La “llamada universal a la santidad” es la característica distintiva del mensaje que san Josemaría predicó desde 1928, por especial inspiración divina. Por ello fue precursor del Concilio Vaticano II, el cual proclamó solemnemente esta enseñanza como doctrina oficial de la Iglesia, y se anticipó a la Exhortación Apostólica Gaudete et Exultate del Papa Francisco, fechada el 19 de marzo de 2018, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual. 

Cabe resaltar que este llamado no es un aspecto marginal de las enseñanzas del último concilio, pues, para San Pablo VI, que fue quien lo llevó a término, dicha doctrina constituye el “objetivo peculiarísimo del magisterio del Concilio y como su finalidad última".

En el santoral se dedica el día 26 de junio a recordar al santo que desde 1928 transmitió el siguiente mensaje: “Todos estamos llamados a la santidad, la gente corriente puede y debe aspirar a la plenitud de la vida cristiana”. Pero este mensaje y este santo adquieren el presente año -2019- un sabor particular. ¿Por qué? Porque, si bien, san Josemaría alcanzó esta meta con la gracia de Dios, él era sacerdote. Su sucesor, el beato Álvaro del Portillo, también ha subido a los altares, pero era obispo. Guadalupe, sin embargo, es la primera seglar, hija espiritual de San Josemaría, en encarnarlo, haciendo ver así que no es una bella teoría, sino una consoladora y tangible realidad.

El legado de san Josemaría es doble: un mensaje y una institución. El mensaje es que todos estamos llamados a la santidad, y forma ya parte de la doctrina solemne de la Iglesia. La institución es el Opus Dei, que ha sido erigido por la Santa Sede para recordarlo en el seno de la Iglesia y en medio del mundo; este es su encargo, esa su misión. 

La institución también ayuda a quienes, como Guadalupe, se incorporan a ella o se acercan a sus medios de formación, para que alcancen tan ambiciosa y atractiva meta. 

Por eso, la fiesta de san Josemaría el presente año inyecta, si cabe, una mayor dosis de esperanza, mostrando cómo, en medio de un árido mundo secularizado, el amor a Jesucristo se abre camino.

Si bien la vida de San Josemaría transcurrió en el siglo XX, su mensaje goza de la perennidad propia de los clásicos. Resulta patente, por ejemplo, cómo la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri encarna muy bien lo que Francisco gusta definir como: “Clase media de la santidad” o “los santos de la puerta de al lado”. 

Se trata, en efecto, de una mujer normal, cuya santidad no se manifiesta en acciones aparatosas, sino ordinarias. Más que de hechos extraordinarios, está entretejida de un cúmulo de realidades normales, las cuales se viven extraordinariamente por el amor a Cristo que se pone en ellas. Se trata, en fin, de una persona normal, con sus errores y limitaciones, pero con corazón grande y el deseo de agradar a Dios.

Francisco recuerda y exhorta a todos los católicos a no conformarse con menos, a buscar la plenitud del amor a Dios, en medio de la vida cotidiana, sin que sean óbice los defectos y limitaciones que todos –también los santos- tenemos. san Josemaría remarca y antecede esta doctrina, y funda una institución que la recuerda y la hace factible, transitable.

Siendo muy joven, san Josemaría pidió a su director espiritual que le autorizara un generoso plan de oración y sacrificio, pues Dios lo llamaba a ser “padre, maestro y guía de santos”.

Guadalupe es la primera seglar del Opus Dei en ser elevada a los altares. Actualmente hay 18 miembros de la Obra en proceso de canonización, es decir, en camino de ser declarados santos si es que efectivamente lo fueron. 

El último de ellos es el ahora Siervo de Dios Arturo Álvarez, laico, ingeniero y mexicano. Guadalupe tuvo una particular relación con México, pues si su vida fue normal, ordinaria, su parte más anecdótica la vivió en México, a donde vino por encargo de san Josemaría para sembrar la semilla del Opus Dei. Un fruto de esa semilla es el Siervo de Dios Arturo Álvarez, ingeniero, célibe, profesor de la Universidad de Guadalajara, un buen ejemplo de esa “clase media de la santidad”, de “los santos de la puerta de al lado”. 

Por ello, si cabe, la fiesta de san Josemaría tendrá este año en México un color particular y un especial relieve.

LA CAPITAL MISIÓN DEL PADRE EN LA FORMACIÓN DE SUS HIJOS

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Me da gusto observar que cada vez más, los papás varones se involucran en la formación y educación de sus hijos. A menudos observo a familias enteras paseando en bicicleta, yendo de paseo a lugares turísticos, a correr en parques, etc.


En fecha reciente me comentaba una especialista: “En mi larga experiencia como Psicóloga y Orientadora Familiar no tienes idea la importancia fundamental del rol del papá en cada familia, ¡es clave! Porque muchos trastornos emocionales proceden de la falta o ausencia del cariño del padre. Y lo contrario, un chico o una chica centrada, suele ser segura de sí misma, con suficiente autoestima por haber tenido una cuidada y acertada formación”.

Hace tiempo, se pensaba que todo lo relativo a la educación de los hijos en valores y virtudes, en ayudarles a sacar adelante sus tareas escolares, o asistir a las juntas de padres de familia, en realidad, era el deber de las madres. 

En cambio, el papá se excusaba sosteniendo que él era el que traía el dinero al hogar. Y con eso era más que suficiente. Eso sí, cuando un hijo hacía algo malo, le tocaba al padre la tarea de castigar, en ocasiones duramente, por ejemplo, dar de “cintarazos”, o golpearlos con una vara, imponer otras severas medidas como supuestos remedios para mejorar la conducta de los hijos…

¿Resultado? El papá se convertía en el “ogro regañón”, en el eterno malhumorado, en la figura dura, incomprensiva y distante a la que ninguno de los hijos se le podría acercar a conversar con él o hacerle una confidencia. Entonces, la mamá era “el paño de lágrimas”, la cariñosa y comprensiva. Claro, me estoy refiriendo a lo que me han contado mis abuelos, mis tíos, personas mayores y, en algunos casos, se continuaron con esos hábitos antipedagógicos y dañinos.

Hace unos días veía un simpático video, a propósito del día del padre, en que los descendientes respondían a la pregunta: “¿qué es lo que más recuerdas o agradeces de tu papá?” Un joven decía “en que compartía su tiempo con nosotros y nos divertíamos mucho”; otra chica afirmaba: “Era fuerte, valiente, constante y nos forjó el carácter. Y cuando éramos más niños, jugaba con nosotros”. Una señora de mediana edad, externaba: “Fue admirable que mi papá se fuera de migrante a Estados Unidos y gracias a ese gran esfuerzo, ahora todos los hijos tenemos una profesión”; otra jovencita comentaba: “Lo que más recuerdo es que me llevaba a una dulcería y me compraba unos chocolates que me encantaban”; Otro señor afirmaba: “Vivíamos en un rancho y me enseñó a montar a caballo y andar en bicicleta; Una señora entrada en años decía muy contenta que su papá les ayudó a elegir su carrera y durante ese período los estuvo apoyando tanto a ella como a sus hermanos y ahora es el medio de sustento económico de cada uno de la familia…”.

Si consideramos detenidamente estos testimonios, no se nos habla que los padres les hacían grandes y costosos regalos, o bien, que les daba mucho dinero para gastar cada fin de semana…

Más bien consisten en pequeños pero muy importantes de detalles: “mi papá me dedicó tiempo, jugaba conmigo, era cariñoso y comprensivo, me enseñó a nadar, me invitaba a tomar helados, etc.

Y son los recuerdos que quedan grabados en las mentes de los hijos para siempre. Con lo que se demuestra que lo pequeño, se puede convertir en algo muy grande si se hace con verdadero amor y cariño por los hijos.

viernes, 21 de junio de 2019

TRISTEZA Y CORRUPCIÓN ANTE EXPECTATIVAS NO CUMPLIDAS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

El espíritu malvado de tristeza no es fácil de evitar. Es una emoción que todo ser humano experimenta durante la vida, cuando entiende que padece el sufrimiento de un mal que afecta a su persona y se une a él mismo.


Por ejemplo, sufrimos tristeza cuando nos enteramos que la corrupción se ha transformado en defecto institucionalizado en gran número de ocupaciones y quehaceres económicos, jurídicos o académicos. Es un mal que afecta directa y principalmente a la persona corrupta y también al cuerpo social de forma colateral.

El tráfico de influencias no es nada trivial. Provoca tristeza cuando al desempeñar bien el propio trabajo profesional no se recibe el premio o reconocimiento debidos. Es lamentable porque la recomendación restringe la eficacia del buen trabajo objetivo, en favor de otro que bien puede ser un haragán pero es amigo del líder.

Perder la batalla por el poder y terminar la vida en prisión perpetua no parece ser un final feliz. Es el caso de Bo Xilai, quien ocupó la cartera de Comercio de la República Popular China. Bo fue condenado a cadena perpetua por actos de corrupción. Es hijo de Bo Yibo, uno de los señalados como integrante del grupo los Ocho Inmortales del Partido Comunista de China.

Recientemente Sun Zhengcai, secretario del Partido Comunista (PCCh) en la región de Chongqing, fue juzgado culpable de aceptar sobornos por 27 millones de dólares. Antes había sido encargado del ministerio de Agricultura.

Cuando las desilusiones se presentan en primera persona, la tristeza cubre con su manto la vida diaria.

El poder económico deslumbrante que muestra China al mundo, esconde innumerables casos de tristeza en los habitantes de ese país. Si bien hay parte de verdadera felicidad, normalmente no se dice el costo, es decir, los controles, castigos a buenos líderes o violaciones a derechos humanos con el fin de brindar “lo mejor para el pueblo”. El sistema político chino es autocrático y se considera como el camino mas sencillo para implementar subsistemas de meritocracia.

China y los chinos padecen la corrupción. A partir de que se ha permitido en la sociedad la economía capitalista, y a los individuos la libertad económica de emprender, se ha generado corrupción en el gobierno y tráfico de influencias.

Hace un año o dos condenaron con pena de muerte a un gobernador de una provincia china, que también fue candidato a primer ministro; no recuerdo el nombre, pero el caso fue muy comentado; es muy posible que fueran corruptos también aquellos que obtuvieron el control político y luego le condenaron.

¿Vale la pena vivir así?, ¿con angustia y tristeza? No es nada tranquilizador percatarse de que por encima de la cabeza se encuentra la espada de Damocles, dispuesta a descender en cualquier momento.

domingo, 16 de junio de 2019

LA TRISTEZA (VI): DE LOS OCHO ESPÍRITUS MALVADOS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Los bienes atraen, invitan, persuaden y mueven hacia el objeto que causa la atracción. Este movimiento se llama amor porque el bien mueve de forma irresistible; es una tendencia o inclinación natural de la afectividad humana, “es aptitud o adecuación al fin, y es complacencia del bien” (STh I-II, q.25 a.2).


Naturalmente deseamos poseer lo que amamos, estar con quien se ama. El amor es la inclinación más natural y poderosa de la afectividad humana. 

El amor no es el enamoramiento, aunque éste forme parte de la inclinación expresada con el término amor. La inclinación que “más se hace sentir” (ibidem, Sol.1) en el conjunto de la afectividad humana es el amor. Y esto por dos motivos: uno, porque el bien es lo primero que intentamos conseguir. 

El segundo se desprende del anterior: si el bien es lo primordial que se intenta obtener luego el movimiento esencial de la vida es hacia el bien.

Las premisas: “lo primero que se intenta conseguir” y “el movimiento esencial de la vida hacia el bien”, son los dos marcos de referencia iniciales que delimitan de manera suficiente la perspectiva filosófica. Resulta esencial entender el concepto de bien para abordar la indagación del significado del espíritu malvado de tristeza.

Son algunos hechos de experiencia: La inclinación natural de la afectividad humana hacia el bien: perseguimos un bien porque nos parece conveniente, y lo valoramos como satisfactorio; la multitud de bienes que se presentan a la consideración propia: tantos bienes como nos muestra la realidad; la decisión personal entre la consecución de un bien con preferencia a otro; la valoración personal de un bien con respecto a otro, y la valoración equivocada de un mal como si fuera un bien.

Es un hecho de experiencia que, si la inclinación natural hacia el bien se extralimita del bien conveniente sea por exceso o por defecto, el movimiento de la afectividad humana “será contrario a la vida humana, en cuanto a la medida de ésta cantidad.” (STh I-II, q.29, a.1) En este sentido, señala Goleman: “Cualquiera puede ponerse furioso. Pero... con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, de la forma correcta... esto no es fácil (La Inteligencia Emocional, cita de la Etica a Nicómaco de Aristóteles).

El estudio de la afectividad humana y de la tristeza es en realidad el examen del movimiento esencial de la vida humana hacia el bien, “porque es propio de la naturaleza que el apetito ―o inclinación― descanse en el bien” (STh, q.29).

La tristeza es justamente la unión con el mal ya presente y considerado como propio. Es la emoción humana que más daño hace, porque se vuelve contra la inclinación esencial y natural de todo hombre hacia el bien.

¿CÓMO CRECER EN LA ALEGRÍA Y EL OPTIMISMO?

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Sin duda, la alegría, el buen humor y el optimismo son virtudes que hacen más amable la vida en familia y resultan muy formativos por la sencilla razón de que todas las personas hemos nacido para ser felices.

En primer lugar, la alegría se aprende por contagio, es decir, por el ejemplo que los hijos vean en sus padres. Si en el ambiente hogareño se escuchan habitualmente, como se dice coloquialmente, “gritos y sombrerazos”, lo lógico es que haya hijos temerosos, taciturnos, siempre a la espera de alguna reprimenda.

En cambio, si los hijos observan que sus padres se quieren y perdonan y crean un grato entorno de buen humor, entusiasmo, optimismo, comprensión; si saben gozar la chispa de la vida y tantas cosas divertidas que tiene nuestra existencia, eso lo transmiten –casi inconscientemente- en los hijos. Naturalmente, todo ello combinado con la necesaria exigencia y educación en sus virtudes.

De la proclividad a la alegría surgen, otros valores como: el optimismo realista; la esperanza; la seguridad y autoestima; la satisfacción por las obras bien hechas y realizadas; el buen humor; el espíritu deportivo; la paz….

¿Cuáles son las actitudes necesarias para aprender a ser feliz?

1. Saber disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas. Todos conocemos a personas que tienen como la tendencia a mirar “con lentes alegres” lo que de positivo tiene la vida. Y suelen comentar por ejemplo:

-¿Se fijaron qué día tan espléndido luce hoy? El clima está como para ir a hacer deporte o tomar un café con los amigos.

O el marido le dice a su esposa:

-¡Qué sabrosos te quedaron los “chilaquiles”! ¡Qué se repita con frecuencia tu nueva receta!

O el hijo que regresa de la escuela y cuenta entusiasmado:

-¡Hoy ganamos los de mi grupo en el concurso de robótica y pasamos a la ronda interestatal

2. Mostrar un sentido positivo ante las personas y los acontecimientos. Tener la capacidad de descubrir lo positivo en mayor medida que lo negativo. Dice una de las hijas:

-Hoy no me fue bien con las preguntas de Biología, pero me va a servir para ponerme a repasar más a fondo la materia… O aquél otro que comenta: “Por llegar tarde al examen, me bajaron un punto. Voy a cuidar más la puntualidad”. De esta manera, un hecho que podría resultar desalentador o enojoso, se puede convertir en un reto o un suceso positivo.

3.Valorar el trabajo de los demás: reconocer el esfuerzo y los logros obtenidos; estimular alabando el trabajo o el estudio bien hecho y de lo que puede hacerse mejor; animar para que construyan una imagen real y positiva de sí mismos y refuercen los sentimientos de eficacia y seguridad.

4.Sonreír es educar en positivo. Cuando se corrige o se estimula a un hijo de buen modo, con una sonrisa, ¡cuánto ayuda a que los demás busquen superarse alegremente y con espíritu deportivo!

En conclusión, la alegría no está vinculada al tiempo ni a las circunstancias. Se trata de vivir siempre alegres y eso significa flexibilidad, apertura de mente, ilusión, capacidad de asumir riesgos y compromisos. 

La alegría se abre y expande en una persona que se entrega generosamente a los demás. Y, además, tiene la característica de convertir ese gozo de su existencia, en una actitud permanente, estable y segura y -como consecuencia lógica- se acaba siendo muy feliz y haciendo felices a los demás miembros de la familia.

¿EN QUÉ CONSISTE LA MAGNANIMIDAD?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Cuando se dispara un cañón, no se apunta al blanco, porque la fuerza de gravedad hace que la bala pegue más abajo. Se calcula y se apunta hacia más arriba. Lo mismo pasa en la vida espiritual: si nuestras aspiraciones no son elevadas, el lastre de nuestras miserias hará que ni siquiera esa pequeña altura alcancemos y caigamos.

Como decía alguien: “Apunta a la luna, si fallas, llegarás a una estrella”.


Si no luchamos por ascender, poco a poco nos vamos deslizando hacia abajo y caemos en la tibieza. Algo así le sucedió al Apóstol Judas Iscariote. En el primer capítulo de Los Hechos de los Apóstoles, se relata la elección de un nuevo Apóstol, pues Judas se había quitado la vida aplastado por el remordimiento después de haber traicionado a Jesús. Pero esa traición no fue una acción inesperada.

Comenta el Papa Francisco que Judas ya había comenzado antes a separarse del Señor y de los demás, se había aislado y aferrado al dinero, perdió el sentido de su entrega hasta permitir que el virus del orgullo le infectase su mente y su corazón, transformándolo de “amigo” en enemigo de tal forma que incluso guía a los que arrestaron a Jesús (cfr. Hechos 1:17).

2) Para pensar

Siguiendo con su reflexión sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, el Papa Francisco nos señala cómo no faltaron dificultades y traiciones en el inicio de la Iglesia. Judas había recibido la gran gracia de formar parte del grupo de amigos íntimos de Jesús, pero se alejó de Él en su corazón poniéndolo en las cosas pasajeras.

Hace años decía el Cardenal Ratzinger que la humanidad se encuentra algo así como pendiente de prevenir una hecatombe exterior sea nuclear, fuego, calor, hambre, etc., y pendiente de todo eso ignora que está enfermo por dentro de un cáncer. 

Por tanto, no morirá de esos peligros externos, sino de la descomposición de su propio interior. Con ello se quiere indicar que el peligro del hombre es la de ser destruido desde dentro por la propia decadencia moral. Está como hipnotizado por evitar catástrofes y banaliza las costumbres morales que matan su corazón.

Pensemos si no estamos descuidando nuestro corazón, por atender lo menos importante.

3) Para vivir

Ser magnánimo es tener grandes ideales. Así, por mucho que fallemos en su realización, llegaremos, sin embargo, a una altura razonable. Apuntar siempre alto, si no, tendemos a bajar.

Ante la deserción de Judas, los Once no se desanimaron y se hicieron responsables de que la Iglesia fluyese en la historia. Y como necesitaba ser reconstituido el grupo de los Doce, escogen con la ayuda divina a Matías como Apóstol para dar testimonio de Jesús resucitado.

También nosotros, dice el Papa, debemos redescubrir la belleza de dar testimonio del Resucitado, saliendo de actitudes autorreferenciales, renunciar a retener los dones de Dios y sin ceder a la mediocridad, no apegarnos a cosas y dones. Convertirnos en mártires, es decir, testigos luminosos del Dios vivo. Igual que los discípulos que permanecieron unidos en torno a la Madre de Jesús, preparándose para recibir al Espíritu Santo, también contamos con la ayuda del Espíritu Santo y de la Virgen María para seguir construyendo la Iglesia.