sábado, 31 de diciembre de 2022

DISCERNIR LOS DOS AMORES

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

“Dos son los amores que en esta vida luchan entre sí en toda

tentación: el amor al mundo y el amor a Dios. Y el que venciere de

estos dos, arrastra hacia sí al amante como una gran mole”, afirma san

Agustín (Sermón 344). A su vez, Hermas, autor del siglo II, habla de

dos consejeros que nos acompañan toda la vida: el ángel de justicia y el

de maldad. Importa discernirlos. El ángel de justicia es delicado, manso

y tranquilo. Nos habla de pureza, de santidad, de no codiciar, de toda

obra virtuosa. En cambio el consejero maligno es impaciente y

amargado. Se le reconoce en la impaciencia y amargura, o el ansia de

muchos manjares y embriagueces, de soberbia, de placeres

inconvenientes.

En la reciente Audiencia General, el Papa Francisco nos invita a

discernir teniendo presente la Palabra de Dios, a Jesucristo. La Navidad

nos recuerda que Cristo vino al mundo para facilitar y hacer posible que

el hombre conozca la Verdad y pueda poner su corazón en Dios. Un

famoso director de cine tuvo que discernir su futuro. Veamos.

2) Para pensar

Si no se sabe qué película ver estos días navideños, se puede elegir

el clásico “Qué bello es vivir” (It’s a Wonderful Life”, 1946). Muestra la

importancia de los valores y cómo al vivirlos se tienen muchas

consecuencias buenas, muchas inimaginables, en las personas y en la

misma sociedad.

Su director Frank Capra (1897-1991), de fe católica, describió en un

manuscrito hallado recientemente, que en una noche sintió muy clara la

tentación diabólica de hacer películas sin valores. De joven Capra no era

muy allegado a la fe, pero un amigo le dijo algo que le cambió la vida:

“Los talentos que tiene, Señor Capra, no son suyos. Dios le dio esos

talentos para usarlos en su propósito”. Entonces, reevaluó su fe y la

tomó en serio. En su película “Vive como quieras”, mostró el amor al

prójimo que Cristo enseñó, que es la fuerza más poderosa en la vida:

“Mis películas deben permitir que todos los hombres, mujeres y niños

sepan que Dios los ama, que yo los amo y que la paz y la salvación se

convertirán en una realidad solo cuando todos aprendan a amarse unos

a otros”.


Capra escribió que la humanidad necesita dramatizaciones que

muestren que “el hombre es esencialmente bueno, un átomo viviente de

divinidad; que la compasión por los demás, amigos o enemigos, es la

más noble de todas las virtudes. Hay que hacer películas para decir

estas cosas, para contrarrestar la violencia y la mezquindad”. Concluía

el escritor Matt Archbold: “Cuando veo a las personas que no le gustan

las películas de Capra, creo que estoy en el lado correcto. Así que este

año, estaré viendo ‘Qué bello es vivir’, feliz de saber que al diablo no le

gusta”.

3) Para vivir

La Navidad muestra el deseo de Dios de dialogar con nosotros. La

Biblia, señala el Papa Francisco, nos advierte que la voz de Dios resuena

en la calma, en el silencio. Como con el profeta Elías, a quien el Señor le

habla no en el viento fuerte, ni en el terremoto, sino en una brisa suave.

La voz de Dios no se impone, es discreta, respetuosa. No es fácil entrar

en esa paz del corazón, porque estamos ocupados en muchas cosas.

Esta Navidad es un tiempo propicio para entrar en uno mismo y

encontrarnos con Dios. (articulosdog@gmail.com)

jueves, 22 de diciembre de 2022

¿POR QUÉ NOS ARRODILLAMOS EN LA SANTA MISA Y ANTE LA EUCARISTÍA?

Pbro. José Martínez Colín, articulosdog@gmail.com

1) Para saber

“La persona nunca es tan grande como cuando se arrodilla”, decía

san Juan XXIII. Arrodillarse es una postura humilde de quien se sabe

poca cosa ante quien lo es todo, ante Dios.

Habiéndose encarnado Dios, tomando la naturaleza humana, dice san

Pablo que ante el “nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que

están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua

confiese que Jesucristo es el Señor” (Fil 2, 10).

El gesto de arrodillarse, dice el Papa Francisco en su carta sobre

Liturgia, debe hacerse con plena conciencia de su significado simbólico y

de la necesidad que tenemos de expresar, mediante este gesto, nuestro

modo de estar en presencia del Señor (cfr. n.53).

Un mismo gesto puede tener varios significados. Por ejemplo,

podemos arrodillarnos para adorar a Dios, para pedirle perdón por

nuestros pecados, para humillar nuestro orgullo, para entregar a Dios

nuestro dolor por ofenderle; para suplicarle su intervención; para

agradecerle un don recibido. Aunque se trate de la misma postura

puede significar algo distinto cada vez, es un acto nuevo. Por eso

importa darse cuenta del por qué se hacen dichos gestos.

2) Para pensar

En Belén, en el lugar donde nació Jesús, se halla actualmente una

iglesia, cuya entrada es una pequeña abertura de un metro y medio de

altura. Para entrar hay que inclinarse. Antes era muy grande, de más de

cinco metros de altura, pero la tapiaron para proteger el lugar de los

asaltos y evitar que la profanaran entrando con todo y caballo a la casa

de Dios.

El adviento nos invita a humillarnos. Como decía el Papa Benedicto

XVI: “si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos

de apearnos del caballo de nuestra razón ‘ilustrada’. Debemos deponer

nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide

percibir la proximidad de Dios”.


Pensemos si fomentamos una actitud humilde en estos días alrededor

de la Navidad para facilitar el encuentro con Jesús.

3) Para vivir

Se cuenta que un día se presentó a san Vicente Ferrer un famoso

asaltador de caminos y le suplicó de rodillas que lo confesara. El santo,

encontrándolo verdaderamente arrepentido, le dio la absolución, y le

impuso una penitencia de siete años. El asesino le dijo que consideraba

que era poca la penitencia por todos sus pecados, que eran muchos.

Entonces le dijo: “Bueno, haz sólo tres días de ayuno”. El bandido se

sorprendió. “¿Cómo? ¿Me la disminuye?”, y rompió en amargo llanto.

Viendo el santo qué grande era su contrición, le añadió: “Reza sólo un

Padrenuestro y un Avemaría, sin más”. Entonces fue tal el

arrepentimiento de aquel asesino, que, apenas hubo rezado el

padrenuestro, cayó muerto a los pies del confesor.

A los pocos días el alma de aquel afortunado penitente se apareció

al santo y le dijo que ya estaba en el Cielo porque había tenido un dolor

perfecto y sumo, y que se le aparecía para que lo contase y les sirviera

de aliento a muchos.

Arrodillarse, decía Benedicto XVI, es la representación corporal más

conmovedora de la piedad cristiana, en la que, por una parte, miramos

alzando la vista hacia Él, y por otra, permanecemos inclinados.

sábado, 17 de diciembre de 2022

EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EN BELÉN

Raúl Espinoza Aguilera

Siempre me ha sorprendido la manera como nació Jesús por su gran sencillez,

humildad y naturalidad.

Comienza el Evangelista San Lucas narrando que el Emperador César Augusto

promulgó un edicto para que se empadronase todo el mundo. José, como era de

la casa y la familia de David, debía de empadronarse en Belén. Así que se fue a

esta población para empadronarse, junto con María, su esposa quien ya estaba

encinta.

Y continúa el texto evangélico relatando que cuando se encontraban allí, a María

le llegó la hora del parto.

Siempre me he imaginado que para San José supuso un gran desconcierto, ante

tan inesperado suceso. Seguramente, como buen carpintero, en su taller de

Nazaret ya le había elaborado su cuna de madera y la Santísima Virgen María le

habría bordado un ropón y otros ropajes para recibir al Niño Dios con el primor y

delicadeza que sólo una buena madre sabe realizar. ¡Con qué ilusión aguardarían

ese momento tan esperado!

Y, sin embargo, los planes cambiaron. Ninguno de los dos supondía tal desenlace.

Me imagino a Santa María consolando a San José y haciéndole ver que todo eso

era la Voluntad del Señor.

Por si fuera poco, no hubo lugar en ninguna posada. Así que San José se las

ingenió para preparar las cosas para recibir al Rey del Universo, ¡en un establo!

Así Jesús, desde su nacimiento, nos daba una cátedra de humildad, profunda

sencillez y pobreza. Es como si Dios-Padre dijera:

-Quiero que mi Hijo, muy Amado, nazca en extrema pobreza, sufriendo las

inclemencias del tiempo, en un oscuro y olvidado rincón de Belén para que quede

patente mi deseo de que el Hijo de Dios muestre, desde el principio al mundo

entero, cuáles son los tesoros de todo ser humano: dolor, pobreza, frío, soledad,

abandono, hambre, sed, etc. Es una lección de Dios-Padre profunda e inolvidable.

A continuación, un Ángel se les apareció a unos pastores que pasaban la noche al

raso y velaban sus rebaños y les comunicó la Buena Nueva: “Miren que les

anuncio con gran alegría que hoy ha nacido el Salvador, Cristo Jesús. Esto les

servirá de señal, encontrarán un Niño envuelto en pañales y reclinado en un

pesebre”.


La pregunta que habitualmente me he hecho es, ¿por qué se dirige a las personas

más humildes de su entorno? Y después de meditarlo, me he encontrado con la

respuesta: porque el Señor ama profundamente a la gente pobre y sencilla de

corazón.

Es normal que pastores con más recursos económicos tengan sus resguardos o

refugios donde pasar las noches crudas de invierno y, de alguna manera, protejan

también a sus animales. Pero estos pastores eran bastante pobres y Dios se

dirigió precisamente a ellos.

La reacción de los pastores me encanta: se fueron corriendo hasta dar con el sitio

exacto y encontrándolo se postraron y lo adoraron. La tradición narra que a la

Sagrada Familia les ofrecieron leche, requesón y otros sencillos alimentos que

tenían.

Después vinieron los Reyes Magos. Comenta el texto Sagrado que cada uno vio,

desde el lejano lugar donde se encontraba, una estrella -particularmente brillante-

en lo alto del Cielo. Pienso que si hubieran ignorado esa estrella, hubiese

desaparecido para siempre del firmamento y de sus corazones. Como cuando

Dios nos invita a mejorar en algo y se lo negamos o nos hacemos los

desentendidos.

Pero no fue así, sino que cada uno se puso en marcha desde el sitio donde se

encontraba y, en un momento dado, se encontraron por el camino esos Reyes que

la tradición nos enseña que llevaban los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar.

No se detuvieron hasta llegar a Jerusalén. Fueron con el Rey Herodes a

preguntarle, ¿dónde estaba el nacido Rey de los judíos? Y el Evangelio dice que

toda Judea, comenzando por el Rey, se turbaron sobremanera.

Herodes consultó con quienes dominaban las Sagradas Escrituras sobre dónde

habría de nacer el Mesías y la respuesta fue unánime: “En Belén de Judá.” De

nuevo los Reyes venidos de Oriente se encaminaron hacia Belén y, al acercarse a

esa población, observaron que la estrella se había detenido sobre un modesto

establo.

De nuevo los encumbrados Reyes se acercaron al pesebre donde se encontraban

Jesús, María y José. Y se postraron de rodillas para adorar al Mesías recién

nacido y le ofrecieron oro, incienso y mirra.

¡Qué enorme sorpresa se habrán llevado aquellos tres Reyes venidos desde

Oriente al observar el paupérrimo pesebre donde había nacido el Rey de Reyes y

Señor de Señores! Era nada menos que el Mesías tan esperado durante siglos por

muchos pueblos. Pero Dios tiene sus caminos para dar a cada persona muchas

lecciones de su infinito amor y misericordia. Con el paso de los años, después de

mostrarse como el Mesías, no paró hasta entregar su vida -con un amor

insondable por cada uno de nosotros- y se entregó a la muerte dolorosa de la

Cruz, resucitó y nos abrió las puertas del Cielo para siempre.

A todos los lectores les deseo, a cada uno y a sus familias, que pasen una Feliz y

Santa Navidad con el corazón muy cerca de Jesús, María y José.

EL SILENCIO EN LA LITURGIA, ¿CUÁL ES LA RAZÓN?

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

Se cuenta que una madre tenía problemas en hacer callar a su hijo durante una ceremonia litúrgica. El predicador se había alargado más de la costumbre y el niño estaba muy inquieto. Finalmente, la mamá le susurró algo a su hijo. Desde ese momento el niño se sentó quietamente y ya no dijo nada. Una persona que había observado eso, al terminar la ceremonia le preguntó a la madre qué le había dicho a su hijo para que se comportara de tal manera. Ella le respondió: “Le dije que él estaba interrumpiendo al predicador, y que, si el predicador perdía la concentración, entonces tendría que empezar otra vez”.

La finalidad del silencio en las ceremonias es muy distinta. Hay un silencio prescrito para determinados momentos, pero no es para no hacer nada, ni distraerse en otras cosas. Comenta el Papa Francisco que entre los gestos rituales que pertenecen a toda la asamblea, el silencio ocupa un lugar de absoluta importancia. En concreto en la Santa Misa hay momentos para tenerlo: después del acto penitencial; después de la invitación a la oración; en la Liturgia de la Palabra (después de la homilía); en la plegaria eucarística; después de la comunión…

2)  Para pensar

Se podría pensar que vivir la Liturgia le corresponde solo al ministro que celebra. Sin embargo, no es así. El Papa Francisco afirma que concierne a todos los bautizados. Por ejemplo, hay gestos y palabras que pertenecen a la asamblea, como el reunirse, caminar en procesión, sentarse, estar de pie, arrodillarse, cantar, estar en silencio, aclamar, mirar, escuchar, etc…  

El silencio litúrgico es el símbolo de la presencia y la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción celebrativa, dice el Papa. Por ello, a menudo, constituye la culminación de una secuencia ritual. El Espíritu mueve al arrepentimiento y al deseo de conversión; suscita la escucha de la Palabra y la oración; dispone a la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo; sugiere a cada uno, en la intimidad de la comunión, lo que el Espíritu quiere obrar en nuestra vida para conformarnos con el Pan partido. En el silencio el Espíritu nos educa, nos forma.

Pensemos si procuramos un rato de silencio en nuestro día para facilitarnos tener un encuentro con Dios.

3)  Para vivir

Dice la Biblia que “Hay tiempo de callar y tiempo de hablar” (Qo 3,7). En la Santa Misa hay momentos para escuchar, tiempo para responder, tiempo de silencio. Qué importante es respetarlo para uno y para los demás. En un templo se puede hablar, pero siempre con Dios, a veces externamente y otras interiormente. No se trata de ponerse a platicar con las otras personas. Incluso si ya acabó la ceremonia, se ha de mantener un ambiente de recogimiento, sobre todo si sigue el Santísimo presente en el sagrario.

Escribe el Cardenal Sarah que el “silencio es más importante que cualquier otra obra humana. Porque manifiesta a Dios. La verdadera revolución procede del silencio: nos conduce a Dios y hacia los demás para ponernos humilde y generosamente a su servicio”. Estar en silencio nos permite presentarnos al Señor, ofrecernos, adorarle, amarle, escucharle, oírle. Y concluía el Cardenal: “si quieres que Dios hable, hace falta que tú te calles. (articulosdog@gmail.com)

jueves, 8 de diciembre de 2022

TIEMPO DE BALANCE GENERAL Y DE PROPONERNOS BUENOS PROPÓSITOS

Raúl Espinoza Aguilera

Indudablemente al término de un año más, es recomendable realizar un balance

general de nuestra vida, como lo hacen en las empresas. Esta reflexión me llevó a

recordar una consideración que leí en un libro hace muchos años y me hizo

bastante bien:

“Examen. (…) Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay

negocio que valga más que el negocio de la Vida Eterna?” (“Camino”, No. 235,

Escrivá de Balaguer, San Josemaría).

En cierta ocasión, me acerqué a un conocido Notario que se había jubilado y que

ahora se dedica a trabajar intensamente en una labor social y asistencial, en la

que yo también colaboro. Le pregunté:

-Manuel, ya llevas muchos años apoyando a esta labor social y le dedicas tu mejor

tiempo y esfuerzo, cuando muchos de tus colegas que ya están jubilados y

emplean su tiempo en viajar, en practicar sus aficiones o simplemente a

descansar, ¿tú por qué lo haces?

-Mira, mi querido Raúl, porque no quiero llegar allá Arriba con los morrales vacíos;

quiero llegar con los costales bien cargados de buenas obras.

Reconozco que su respuesta me edificó sobremanera porque tenía toda la razón y

me llevó a hacer un balance general de mi vida. “Llegar ante Dios con las manos

llenas de buenas obras”, pensaba una y otra vez, es justo la reflexión que me

hacía falta y que creo que toda persona debe de hacerse.

Ahora, que en pocos días celebraremos la Solemnidad de Nuestra Señora de

Guadalupe, me acordé de un conocido español, Ingeniero de profesión, que justo

por estas fechas vino a buscarme y lo invité a tomar un café para platicar

ampliamente.

En la animada conversación tocamos muchos temas: de sus logros en su

actividad profesional, de su familia, de conocidos mutuos; de lugares de México,

que había visitado y que le habían agradado mucho. Todo transcurría de modo

cordial y ameno, pero al tocar el tema de Dios, me dijo de manera seca y con mal

humor:

-Mira, no comiences a “sermonearme”. ¡Eso no lo tolero ni de mi madre!

Le respondí:

-Pero hasta donde y yo recuerdo, estudiaste en colegios católicos; en tu familia

siempre te fomentaron la práctica de la vida cristiana, te casaste por la Iglesia…


-Sí, sí -me interrumpió con brusquedad- eso era antes cuando era niño y luego

joven, pero ahora ya no creo absolutamente en nada. Soy agnóstico. ¡Así que

prefiero no hablar de este tema y punto!

Entonces, conversamos de otros asuntos y le platiqué de mi actividad profesional.

Pasó un poco tiempo, después terminamos y nos despedimos.

Antes de concluir añadió:

-¡Y todavía la ilusa de mi madre me recomendó que no me regresara a Madrid, sin

antes ir a la Villa de Guadalupe! ¿Cómo ves? -me preguntó burlonamente.

Y le dije con seguridad:

-Mira, velo por el lado de incrementar tu cultura general. Porque la Villa de

Guadalupe es el Santuario en donde asisten el mayor número de fieles, no sólo de

nuestro país, sino que me he encontrado con personas de todo el Continente

Americano, de Europa, ¡hasta de Australia e Indonesia! Con eso te digo todo. ¡Te

sugiero que vayas!

A los pocos días, este amigo español me llamó desde el aeropuerto y me dijo:

-No me vas a creer lo que me pasó en la Villa. Finalmente fui a regañadientes. Me

puse en esa banda que hay donde se mira de cerca a la Virgen María y delante de

mí había una indita, muy pobrecita, que iba vestida con su traje típico, descalza,

con sus trenzas y no paraba de darle gracias a la Virgen. Decía:

-Madrecita, gracias porque mi marido se curó de la fuerte pulmonía que le dio;

gracias porque mi yerno dejó de beber; gracias porque a mi hijo le fue bien en su

cosecha de las tierritas de maíz que sembró; gracias porque mi sobrino se salvó

de ahogarse en el río, y así una retahíla de gracias…

Y me solté llorando, diciéndole a Dios: “Señor, yo que lo tengo todo en la vida, me

he alejado de ti y de tu Madre, y esta pobrecita -que nada tiene- no deja de dar

gracias. ¡Qué malagradecido he sido contigo, perdóname! Y a continuación subí a

buscar a un sacerdote e hice una Confesión general de mi vida y me dio la

absolución. Como al finalizar, me di cuenta que había Misa y recibí a Jesús en la

Eucaristía. Todo eso me llenó de una gran paz espiritual y estoy muy agradecido

con mi mamá y contigo. No quise hacer una cita para charlar porque se me caía la

cara de vergüenza. Pero sé que a mi madre le dará mucho gusto. Así que me

despido porque mi avión sale en un rato más. ¡Muchas gracias por todo!

Me quedé pensando que, en realidad, yo no había logrado nada con él.

Reconozco que había rezado, pero hasta ahí. Más bien, había sido la Virgen de

Guadalupe, a través de aquella indita, quien había provocado aquella

impresionante conversión de vida. Y me parece que con este par de anécdotas ya

está todo dicho.

¿POR QUÉ CUANDO OBEDECEMOS SOMOS MÁS LIBRES?

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

Se cuenta que en cierto pueblo se remodeló la plaza del Ayuntamiento. Entre los arreglos se pintó una banca que estaba deteriorada. Para evitar que alguien se sentara y se manchara, se le pidió al guardia de la plaza que la vigilara para evitarlo. Pasaron unos días y relevaron al guardia, quien le dijo a su sucesor que no permitiera por ningún motivo sentarse en esa banca, pero sin decirle la razón. El nuevo guardia vigiló que nadie se sentara. Así que, aunque ya se había secado la banca, no dejaba que se sentaran. Esa orden pasó al siguiente sucesor y así sucesivamente. Pasaron muchos años en que estuvo prohibido sentarse ahí, sin saber nadie la razón.

Es el peligro de hacer las cosas sin saber la razón de las indicaciones o las normas. Eso podría suceder en la Liturgia si no se comprende el sentido de las indicaciones y sus símbolos. Dice el Papa Francisco que el “rito es en sí mismo una norma, y la norma nunca es un fin en sí misma, sino que siempre está al servicio de la realidad superior que quiere custodiar”. Importa cuidar el “arte de celebrar” (ars celebrandi) sin quedarse en la mera observancia de las rúbricas. Pero tampoco sin caer en el otro extremo de improvisar por una fantasía sin reglas. Ni formalismo, ni un caos sin normas.

2)  Para pensar

Es más fácil actuar según nuestro pensar, que obedecer una indicación externa. Pero tratándose de la Liturgia, es preciso ir en sintonía con el Espíritu Santo, y no reducirla a nuestro modo de pensar. En su carta sobre la Liturgia, el Papa Francisco cita a Romano Guardini, sacerdote católico alemán, que escribió profundas reflexiones sobre el “arte de celebrar”: «Debemos darnos cuenta de lo profundamente arraigados que estamos todavía en el individualismo y el subjetivismo, de lo poco acostumbrados que estamos a la llamada de las cosas grandes y de lo pequeña que es la medida de nuestra vida religiosa”. Nos quiere prevenir este pensador de no guiarnos únicamente por lo que a cada uno le parezca lo que es la religión, pues al ser limitados, la estaríamos empobreciendo. Es preciso, dice el mismo pensador, trabajar seriamente obedeciendo a la Iglesia. Solo así alcanzaremos la grandeza de la oración.

Las normas o reglas tienen un sentido valioso y por ello se les debe obediencia. No se trata de la regla en sí misma, sino del bien que comporta. Podemos pensar si seguimos las normas comprendiendo su razón de ser y su valor.

3)  Para vivir

En toda celebración litúrgica han de tener presente, no solo en el celebrante, sino todos los que participan, que es una acción sagrada, pues es Cristo quien está actuando y el Espíritu Santo quien santifica a los participantes. Todos los presentes unidos a Jesucristo ejercen el culto público íntegro. Por ello se afirma que la Liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. Cristo es el que bautiza, el que perdona en la confesión, quien celebra la Eucaristía…

Nunca se debe olvidar que en cada celebración se hace presente la acción redentora de Jesucristo, su misterio pascual, para que todos los bautizados puedan experimentar en su vida la obra de la salvación. Al comprenderlo, estaremos en sintonía con el Espíritu Santo y lograremos vivirla con mayor eficacia. (articulosdog@gmail.com)

LA VERDADERA HISTORIA DE SAN NICOLÁS DE BARI

Raúl Espinoza Aguilera

Por increíble que parezca, quizá sea el santo de quien más se ha hecho una

verdadera caricatura. Nada tiene que ver con ese Santa Claus tan divulgado ni

menos con el cantante italiano, Nicola di Bari, quién obtuvo el primer lugar,-junto

con la conocida cantante Nada Malanima- en el Festival de San Remo, en 1971,

con la canción “El Corazón es un Gitano”.

Se trata de un ilustre personaje que nació en Patara, en la región de Licia (hoy es

un territorio que pertenece a Turquía) alrededor del año 270 D. C. Desde niño se

destacó por su piedad y generosidad. Sus padres eran unos fervorosos cristianos,

lo educaron en la fe. Al morir sus padres, heredó una gran fortuna y no dudó en

entregarla a los que más necesidad tenían.

Fue ordenado sacerdote y, pronto fue consagrado como Obispo de Myra. Destacó

por su celo en defender la ortodoxia de la fe Católica. Aunque suene fuerte para

nuestra época, sin embargo era lo que se acostumbraba en esos años para

terminar con el paganismo: ordenó demoler un templo dedicado a la diosa griega

Artemisa.

Eso le valió ser encarcelado por el emperador Licinio, siendo liberado por el

Emperador Romano Constantino I, que se había convertido al Cristianismo en el

año 312.

San Nicolás participó en el Concilio de Nicea, en el año 325, condenando las

doctrinas de Arrio, quien se negaba a admitir la Divinidad de Jesucristo.

Tenía un modo elocuente de hablar, con dulzura y de una manera exquisita, que

tanto suele gustar a los orientales. No obstante, cuando se trataba de proteger a

los más débiles, sabía actuar con energía y vigor.

San Nicolás falleció hacia el año un 6 de diciembre de 343 en Myra. Muy pronto,

Turquía fue invadida por los musulmanes y sus restos fueron trasladados a la

ciudad de Bari, Italia. Fue el primer santo -no mártir- muy venerado por los pueblos

cristianos de la Antigüedad.

Se le atribuyen numerosos milagros, entre los más conocidos: haber resucitado a

tres niños que cayeron de un árbol y de inmediato fallecieron. También se le

atribuye el milagro de tres niños sacrificados -aunque parezca increíble- para dar

de comer a las clientes en el restaurante de un hostelero, como si fueran

lechoncitos. Pero por la intercesión de este santo fueron devueltos a la vida.

También se cuenta que salvó la vida de tres generales injustamente condenados a

muerte. Más recientemente, durante la Segunda Guerra Mundial, se le conocen

milagros.


San Nicolás de Bari es el santo patrono de Grecia, Rusia, Turquía, en los países

Bajos y Lorena (Francia), así como en muchas otras ciudades. Tanto en la Iglesia

Ortodoxa Oriental como en la Católica es bastante venerado.

En 1931, el pintor Haddon Sundblom creó para la “Coca-Cola” una imagen que ha

perdurado hasta nuestros días. Lo pinta como un viejo obeso, con un ridículo traje

rojo, en un trineo que llevan algunos renos, cargado de regalos y cantando: “Jo,

Jo, Jo, yo soy Santa Claus y traigo muchos regalos para los niños en esta

Navidad”.

De ahí arrancó esa leyenda. Para variar este refresco de “Cola” perseguía fines

meramente mercantilistas. Es decir, buscaban vender más su producto entre los

consumidores, en forma particular entre los niños.

Afortunadamente en el centro de este país, se les dice a los niños que los regalos

los trae el Niño Dios y los Santos Reyes. En mi natal Sonora, por influencia

norteamericana, está muy arraigada la figura de Santa Claus.

Y los inocentes niños cuentan las fantasías de que este curioso personaje se

introduce por las casas a través de las chimeneas y deja los regalos debajo del

árbol de Navidad, y en las medias de colores -que cuelgan los chiquillos con gran

ilusión alrededor de la chimenea- les deja dulces y chocolates.

Nunca me ha parecido bien esa forma de deformar la figura de este santo tan

venerado durante siglos como lo ha sido San Nicolás de Bari, porque considero

abusiva la manera de haberlo trastocado con el pretexto de buscar sólo utilidades

económicas. ¡Ya podrían a ver inventado una original caricatura! Porque Walt

Disney, por esos años, ya había comenzado a dibujar los célebres dibujos del

ratón Miguelito y muchos más, que luego aparecieron en la genial, innovadora y

audaz película “Fantasía”.

En fin, considero que a un santo hay que respetarlo, tal y como fue su biografía,

sin mezclarlo con mezquinos intereses mercantilistas.

Muchos acuden a este santo para pedirle favores materiales en urgentes

necesidades. El hecho es que su devoción continúa muy viva hasta nuestros días.

sábado, 3 de diciembre de 2022

LA BREVEDAD DEL TIEMPO: EL CAER DE LAS HOJAS EN OTOÑO

Raúl Espinoza Aguilera

Hay un árbol, frente a mi casa, que marca con exactitud las estaciones del año. En

esta época, desde mi ventana, se ven caer las hojas en este tiempo otoñal.

Con frecuencia me hace recordar aquel pensamiento que leí cuando era

adolescente: “¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer las hojas muertas? Así

caen cada día las almas en la eternidad: un día, la hija caída serás tú. (Escrivá de

Balaguer, Josemaría, Camino, No. 736).

Esta reflexión nunca me ha parecido pesimista o melancólica sino profunda y

realista, que nos lleva a considerar la brevedad del tiempo, justo ahora que está

concluyendo un año más.

En cierta ocasión, acompañé a un profesor de la universidad a que visitara a su

amigo médico, que se encontraba enfermo por una larga enfermedad.

Conversaron ampliamente y, en un momento, dado le comentó con seriedad:

-Ayer cumplí 70 años. Y tú -dirigiéndose a su amigo catedrático- ¿qué edad

tienes?

Y le respondió:

-Igual que tú. También, 70 años.

No sé si este médico estaría algo deprimido por su enfermedad, pero le añadió, en

tono dramático:

-¡¿No te das cuenta que a ti y a mí se nos fue la vida?! -y lo hacía levantando y

gesticulando sus brazos aparatosamente, como uno de esos actores de carpa.

Y repetía:

-¡Date cuenta, José, que todo esto se nos fue para siempre!

Lo hacía en tono tan apasionado, emotivo y teatral que internamente me comenzó

a dar risa porque me resultaba cómico el modo tan exagerado cómo lo enfatizaba.

Y el profesor José le añadía, de modo sereno:

-Mira, Rafael, el tiempo de esta vida es breve y todos -tarde o temprano- vamos a

morir. Es ley de vida.

Y en ese momento su amigo doctor se alteró todavía más y le decía:

-¡Es que no puede ser, no me la creo!

Y el profesor le añadía con calma:


-Mira, es probable que ahora todo lo veas “negro” por tu enfermedad. Pero tienes

que aprender a contemplar este hecho, como lo que es: una realidad inexorable.

No se puede evitar la fugacidad del tiempo. Pero recuerda que hemos nacido

para la Eternidad. Es verdad que esta existencia se marcha muy de prisa pero, al

final, nos espera amorosamente el Autor de la Vida y, como es nuestro Padre, nos

dará un abrazo muy cariñoso. ¿Comprendes? Por lo tanto, no hay nada que

debamos de temer. ¡Todo lo contrario! Nos aguarda con Amor -con mayúscula- y

no olvides que el Cielo es para siempre. Así que, desde ahora, siéntete siempre

en los brazos de tu Padre Dios. Así, que te recomiendo que te serenes y

aproveches tu convalecencia para meditarlo con este enfoque.

Si es así -le respondió su amigo médico en tono más reflexivo y ecuánime- el final

no será tan duro, sino francamente esperanzador -y esbozó, por vez primera, una

leve sonrisa. Te agradezco mucho tus consoladoras palabras.

-¡Ánimo, mi estimado Rafa! No tomes todo esto en plan tan patético porque nos

espera una Luz muy Bella, al final de este aparente túnel. Ahora déjame contarte

unos buenos chistes o cuentos que había preparado para ti.

Y con su gracia fuera de serie, este profesor norteño, le comenzó a relatar sus

divertidos cuentos y, por un largo rato, nos hizo reír mucho.

Cuando ya nos despedimos del enfermo, le comentó:

-¡No sabes cómo me has levantado el ánimo con tus reflexiones y cuentos. Por

favor, ven a mi casa más seguido porque ya sabes que soy viudo. Sólo vive

conmigo un joven sobrino con él que no me puedo desahogar como contigo. y,

estando casi solo, me pongo trágico y pienso en tonterías. ¡Muchísimas gracias

por tu visita! Y recuerda que me tienes que venir a visitar en una próxima ocasión.

-¡Cuenta con ello, te llamaré pronto y te traeré más cuentos de mi repertorio! -le

dijo sonriente el simpático profesor.

Así que le dijimos adiós al convaleciente médico. En el coche, ya de regreso, le

comenté al profesor que me había parecido muy atinado todo lo que le dijo.

Al llegar a mi casa, me quedé meditando sobre el inmenso valor que tiene un buen

amigo que nos ayuda a salir de un momento crítico por el que todos podemos

pasar. Como se lee en el Libro de Job: “Al amigo que sufre se le consuela, aunque

se haya olvidado del Todopoderoso” (Job 6, 14). Y en los Proverbios también se

lee: “El bálsamo y el perfume alegran el corazón; los consejos del amigo alegran el

alma” (Proverbios 27, 9).

¿ME DEJO EDUCAR?

Pbro. José Martínez Colín


1) Para saber

“No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a

un padre virtuoso”, esta frase de Mahatma Gandhi nos señala el lugar

primordial que ocupa la familia para la transmisión de los valores.

Una cuestión decisiva, señala el Papa Francisco, es la educación para

adquirir la actitud interior, que nos permita comprender los símbolos

litúrgicos. Por ejemplo, la que imparten los padres y abuelos, o los

párrocos y catequistas: “Muchos de nosotros aprendimos de ellos el

poder de los gestos litúrgicos, como la señal de la cruz, el arrodillarse o

las fórmulas de nuestra fe… podemos imaginar el gesto de una mano

más grande que toma la pequeña mano de un niño y acompañándola

lentamente mientras traza, por primera vez, la señal de nuestra

salvación. El movimiento va acompañado de las palabras, también

lentas: «En el nombre del Padre... y del Hijo... y del Espíritu Santo...

Amén». Para después soltar la mano del niño y, dispuesto a acudir en su

ayuda, ver cómo repite él solo ese gesto” (Carta 29 Junio 2022, n.47). A

partir de ese momento, ese gesto nos pertenece o, mejor dicho,

pertenecemos a ese gesto, somos formados por él.

No es necesario entender todo sobre esos gestos, dice el Papa, pues

el Espíritu Santo obra en nosotros, solo se requiere ser dóciles como un

niño ante su maestro.

2) Para pensar

Hay una carta a su hija pequeña del escritor Francis Scott Fitzgerald,

quien es autor de obras como "El gran Gatsby". En ella procura darle

unos consejos para la vida. Su hija guardó siempre esa carta, que

publicó años después.

En la carta le manifiesta su interés por sus tareas, y le expresa su

convicción en vivir las virtudes. Le señala en qué cosas debe

preocuparse y de cuáles no: Cosas de las cuales preocuparse: por el

coraje, por la limpieza, por la eficiencia... Cosas de las que no hay que

preocuparse: por la opinión general, por las muñecas. No te preocupes

por el pasado, ni por el futuro. No te preocupes por el crecimiento, ni si

alguien te saca ventaja. No te preocupes por la victoria, ni por la

derrota. No te preocupes por los mosquitos, ni por las moscas. No te


preocupes por los insectos en general. No te preocupes por tus padres.

No te preocupes por los varones, ni por las decepciones. No te

preocupes por los placeres, ni por las satisfacciones.

En cambio, le dice las cosas en las cuales ha de pensar: ¿Qué es lo

que realmente estoy buscando? ¿De verdad entiendo a la gente y soy

capaz de llevarme bien con ella?

Pensemos si procuramos educar los verdaderos valores con nuestro

ejemplo y palabras.

3) Para vivir

En la educación ocupa una parte esencial la actitud del que aprende.

El Espíritu Santo siempre está dispuesto a dar sus lecciones, pero es

preciso estar dispuesto a seguirlas. Para ello se requiere ser como

niños: abiertos a lo que se les enseña. Un peligro es la soberbia de

quien no está dispuesto a que le digan lo que debe hacer.

El Papa Francisco señala la importancia de ser introducidos desde

niños al lenguaje simbólico, lo cual es una riqueza al permitirnos

trascender lo inmediato y llevarnos a un plano espiritual. Un tesoro del

que no podemos permitir que nos lo roben. Es de desear que vivamos

con esa actitud humilde para aprender. (articulosdog@gmail.com)

EVITAR SER ANALFABETA

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber


Con la proliferación de la comunicación a través de mensajes, se han

popularizado muchos símbolos que representan emociones o

expresiones. Por ejemplo, se envía el símbolo XD, para expresar risa a

carcajadas, pues si lo giramos 90° a la derecha se asemeja a la

representación de una cara con la boca muy abierta y los ojos apretados

fuertemente como síntoma de una fuerte carcajada.

En la Liturgia, señala el Papa Francisco, se utilizan muchos símbolos

que representan realidades profundas y que es necesario aprenderlos y

comprenderlos. Decía el pensador alemán Romano Guardini: «Se

delinea la primera tarea del trabajo de la formación litúrgica: el hombre

ha de volver a ser capaz de símbolos».

2) Para pensar

Existe el peligro de no aprender a leer lo que los símbolos me

representan, y quedarme analfabeta, como dice el Papa. Y no solo se

refiere al ámbito litúrgico, sino también con realidades cotidianas. Por

ejemplo, con algo tan cercano como es el cuerpo humano, el cual es un

símbolo, porque no sólo es algo material, sino que está unido a un alma

espiritual, que es superior al cuerpo. El alma humana se deja “ver” a

través del cuerpo y hemos de saberla descubrir.

Si nos quedáramos solo con lo que vemos del cuerpo, estaríamos

empobreciendo a la persona no considerando lo valiosa que es con su

alma. Eso sucede con la pornografía, que invita a limitarse a ver lo

corporal olvidándose de lo espiritual, es decir, no deja ver a la persona

completa, es una invitación a ser analfabeta al no descubrir la belleza

espiritual de la persona. Además la pornografía reduce a la persona a un

objeto de placer, rebajando la dignidad de la persona que es digna de

amor, no de ser usada.

El ser humano tiene la capacidad de conocer, a partir de las cosas

sensibles, realidades que van más allá de ellas mismas, que las

trascienden. Si dejáramos de ver más allá de lo sensible nos llevaría a

un desconocimiento no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos.


Eso sucede cuando se exagera la importancia del cuerpo y se le dedica

demasiado tiempo a su cuidado, dándole casi un culto.

Pensemos si, nosotros mismos, no nos estaremos preocupando

demasiado de nuestro cuerpo y, sin embargo, no le demos la debida

importancia al estado de nuestra alma.

3) Para vivir

Si se logra comprender el valor simbólico de las criaturas, también se

comprenderá el lenguaje simbólico de la Liturgia. No es extraño que los

santos han sabido contemplar las criaturas y descubrir en ellas la mano

de Dios. El Papa Francisco nos invita a tener la mirada de San Francisco

de Asís, quien llamaba hermanos al sol, la luna, los pájaros… Los veía

asombrado como criaturas de Dios, llenos de belleza y esplendor, que le

hacía levantar su voz en alabanza a Dios.

No se puede renunciar al lenguaje simbólico porque es el que la

Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne del

Verbo. Se trata más bien de recuperar la capacidad de comprender los

símbolos. Dice san Josemaría: “Todo, hasta el más pequeño de los

acontecimientos honestos, encierra un sentido humano y divino”

(Amigos de Dios, n 125). Y a cada uno nos corresponderá, con la ayuda

del Espíritu Santo, saber descubrirlo. (articulosdog@gmail.com)