Raúl Espinoza Aguilera
Por increíble que parezca, quizá sea el santo de quien más se ha hecho una
verdadera caricatura. Nada tiene que ver con ese Santa Claus tan divulgado ni
menos con el cantante italiano, Nicola di Bari, quién obtuvo el primer lugar,-junto
con la conocida cantante Nada Malanima- en el Festival de San Remo, en 1971,
con la canción “El Corazón es un Gitano”.
Se trata de un ilustre personaje que nació en Patara, en la región de Licia (hoy es
un territorio que pertenece a Turquía) alrededor del año 270 D. C. Desde niño se
destacó por su piedad y generosidad. Sus padres eran unos fervorosos cristianos,
lo educaron en la fe. Al morir sus padres, heredó una gran fortuna y no dudó en
entregarla a los que más necesidad tenían.
Fue ordenado sacerdote y, pronto fue consagrado como Obispo de Myra. Destacó
por su celo en defender la ortodoxia de la fe Católica. Aunque suene fuerte para
nuestra época, sin embargo era lo que se acostumbraba en esos años para
terminar con el paganismo: ordenó demoler un templo dedicado a la diosa griega
Artemisa.
Eso le valió ser encarcelado por el emperador Licinio, siendo liberado por el
Emperador Romano Constantino I, que se había convertido al Cristianismo en el
año 312.
San Nicolás participó en el Concilio de Nicea, en el año 325, condenando las
doctrinas de Arrio, quien se negaba a admitir la Divinidad de Jesucristo.
Tenía un modo elocuente de hablar, con dulzura y de una manera exquisita, que
tanto suele gustar a los orientales. No obstante, cuando se trataba de proteger a
los más débiles, sabía actuar con energía y vigor.
San Nicolás falleció hacia el año un 6 de diciembre de 343 en Myra. Muy pronto,
Turquía fue invadida por los musulmanes y sus restos fueron trasladados a la
ciudad de Bari, Italia. Fue el primer santo -no mártir- muy venerado por los pueblos
cristianos de la Antigüedad.
Se le atribuyen numerosos milagros, entre los más conocidos: haber resucitado a
tres niños que cayeron de un árbol y de inmediato fallecieron. También se le
atribuye el milagro de tres niños sacrificados -aunque parezca increíble- para dar
de comer a las clientes en el restaurante de un hostelero, como si fueran
lechoncitos. Pero por la intercesión de este santo fueron devueltos a la vida.
También se cuenta que salvó la vida de tres generales injustamente condenados a
muerte. Más recientemente, durante la Segunda Guerra Mundial, se le conocen
milagros.
San Nicolás de Bari es el santo patrono de Grecia, Rusia, Turquía, en los países
Bajos y Lorena (Francia), así como en muchas otras ciudades. Tanto en la Iglesia
Ortodoxa Oriental como en la Católica es bastante venerado.
En 1931, el pintor Haddon Sundblom creó para la “Coca-Cola” una imagen que ha
perdurado hasta nuestros días. Lo pinta como un viejo obeso, con un ridículo traje
rojo, en un trineo que llevan algunos renos, cargado de regalos y cantando: “Jo,
Jo, Jo, yo soy Santa Claus y traigo muchos regalos para los niños en esta
Navidad”.
De ahí arrancó esa leyenda. Para variar este refresco de “Cola” perseguía fines
meramente mercantilistas. Es decir, buscaban vender más su producto entre los
consumidores, en forma particular entre los niños.
Afortunadamente en el centro de este país, se les dice a los niños que los regalos
los trae el Niño Dios y los Santos Reyes. En mi natal Sonora, por influencia
norteamericana, está muy arraigada la figura de Santa Claus.
Y los inocentes niños cuentan las fantasías de que este curioso personaje se
introduce por las casas a través de las chimeneas y deja los regalos debajo del
árbol de Navidad, y en las medias de colores -que cuelgan los chiquillos con gran
ilusión alrededor de la chimenea- les deja dulces y chocolates.
Nunca me ha parecido bien esa forma de deformar la figura de este santo tan
venerado durante siglos como lo ha sido San Nicolás de Bari, porque considero
abusiva la manera de haberlo trastocado con el pretexto de buscar sólo utilidades
económicas. ¡Ya podrían a ver inventado una original caricatura! Porque Walt
Disney, por esos años, ya había comenzado a dibujar los célebres dibujos del
ratón Miguelito y muchos más, que luego aparecieron en la genial, innovadora y
audaz película “Fantasía”.
En fin, considero que a un santo hay que respetarlo, tal y como fue su biografía,
sin mezclarlo con mezquinos intereses mercantilistas.
Muchos acuden a este santo para pedirle favores materiales en urgentes
necesidades. El hecho es que su devoción continúa muy viva hasta nuestros días.
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