sábado, 30 de enero de 2021

¿TÚ CÓMO ENFOCAS LA PANDEMIA?

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Como Comunicador, me llama poderosamente la atención los diversos enfoques que se presentan en los medios de comunicación sobre el COVID-19. En líneas generales podemos afirmar que son antagónicos y contradictorios. La corriente pesimista suele comentar: - “Esto es sólo el principio; lo peor está por venir”; - “Sin duda que vendrán en el mundo muchas otras pandemias, una tras otra, y cada vez más serias y graves para la humanidad” - “Con el paso de los años, sobrevendrán catástrofes mucho peores; ¡ya lo verán!” - “Estamos viviendo una especie de gran Guerra Mundial la cuál irá en aumento”. - ¡Este cataclismo mundial no hay quien lo pare porque es irreversible!” - Algunos gobernantes y empresarios sostienen: “Hay que alertar a la población sobre una nueva situación que pondría en jaque al planeta”. - “La actual información sobre las supuestas soluciones al COVID no son sino manipulaciones políticas”, y un largo etcétera. Las posturas excesivamente positivas nos hablan de que: - “La batalla contra el COVID prácticamente se ha vencido gracias a los importantes descubrimientos de diversos científicos y que se están implementando en varios laboratorios de prestigio”; - Para marzo o abril, comenzaremos a ver importantes resultados y mejorías a nivel internacional”; - “Todo volverá a la normalidad en poco tiempo y en la medida que se vayan aplicando las medidas oportunas”; - “Nada ni nadie podrá detener el progreso irreversible de la ciencia y la tecnología. Es cuestión de esperar un poco de tiempo, ¡y listo!”. En conclusión, abundan las visiones catastrofistas o de un optimismo francamente ingenuo o simplista. Porque el COVID no se solucionará “como por arte de magia”. Requiere de sus procesos y complejas etapas. Por otra parte, en miles y miles de personas de todo el orbe el actual confinamiento en sus casas –aunque sea “home-office” – les está produciendo ansiedad, angustia, irritabilidad, impaciencia, explosiones de carácter e importantes trastornos emocionales tanto en los mayores como en los chicos. Hay personas que ven, leen o escuchan noticias sobre el COVID mañana, tarde y noche. Incluso, en bastantes casos les produce frecuentes insomnios. Me he enterado de personas que se obsesionan tanto con esta pandemia que dejan de comer, pierden ilusión por la vida, o bien, tienen la equivocada impresión que ellas, sus hijos o sus familiares cercanos se contagiarán ante el más mínimo detalle o descuido. Es decir, sufren de una cierta paranoia y se salen de la realidad, con lo que su sistema nervioso se ve seriamente afectado. En muchos casos, tienen que acudir a Psiquiatras o a Psicólogos. He leído con interés en la institución española “Hacer Familia” la cantidad de alternativas que ofrecen desde su página web con la finalidad de alentar a tener una serie de actividades sanas en el hogar entre los cónyuges y los hijos. Incluso, últimamente presentan conferencias en las plataformas digitales con sesiones para preguntas y respuestas a cargo de orientadores familiares, y psicólogos. Realmente es un esfuerzo encomiable para ayudar a millones de familias. Muchos otros expertos dan conferencias virtuales sobre las virtudes para vivir conjuntamente en el seno del hogar ante esta crítica situación, como: paciencia, serenidad, aprovechamiento del tiempo, espíritu de trabajo o laboriosidad; practicar con los hijos diversos juegos o entretenimientos; hay personas que se han propuesto aprender un idioma “on line”, o bien tomar cursos de actualización en sus respectivas especialidades profesionales, etc. Me parece que una actitud sana es pensar en el “hoy y ahora” qué actividad voy a realizar y aprender a gozar del momento presente, aún de las cosas más sencillas de la vida. Y así planear toda la semana de manera que la vida esté llena de constructivas ilusiones. Hoy en la mañana me encontré con un amigo que me preguntaba: “¿Cuándo acabará esta maldita pandemia?” Le hacía ver que nada se gana con mantener una actitud negativa, de desesperación, de ansiedad y menos transmitirla de esa forma a sus seres queridos. Otras virtudes que son clave para mantener “la mente sana en cuerpo sano” –sin dejar de tener los pies bien puestos en la tierra- son: conservar la alegría, la visión positiva de la situación circundante; ser realistas pero sin dramatizar y el buen humor. En suma, como decía aquella popular sección fija de la revista “Selecciones del Reader’s Digest” “La risa es un remedio infalible”, porque esa actitud ayuda a redimensionar los problemas.

LA BIBLIA: EL BEST-SELLER No. 1 DE TODOS LOS TIEMPOS

Pbro. José Martínez Colín 1) Para saber No hay muchos libros que, a lo largo de la historia, hayan rebasado los 100 millones de ejemplares. Uno de los más destacados con más de 500 millones es “Don Quijote de la Mancha”. Otro es “Historia de dos ciudades” de Charles Dickens, con más de 200 millones de ejemplares. La serie de Harry Potter, traducida a 80 idiomas, está entre ellos. No obstante, siendo libros muy difundidos, hay un libro que supera con mucho a todos ellos: la Sagrada Biblia. Varios estudios lo confirman. Por ejemplo, la compañía Guinness World Records lo tiene como el más vendido de todos los tiempos con más de… ¡cinco mil millones de copias vendidas y distribuidas! Traducida a más de 400 lenguas. La Biblia es un libro especial. Se afirma que es Palabra de Dios porque fue inspirado por el Espíritu Santo. El Papa Francisco señala que las palabras de la Sagrada Escritura no fueron escritas para quedarse atrapadas en el papel, sino para ser acogidas por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón. La palabra de Dios va al corazón. No ha de ser leída como una novela, sino como palabra viva que nos habla, nos interpela, estableciéndose un diálogo entre Dios y nosotros. La Biblia nos invita a orar. Aunque escrito hace siglos, fue escrito para cada uno de nosotros. 2) Para pensar Cuando el famoso inventor Benjamín Franklin fue enviado como embajador a Francia, había muchos ateos. Al llegar fue invitado a una sociedad atea de literatos que querían exterminar la Biblia. Acudió y, en la reunión, le llegó su turno para leer una producción literaria ante la sociedad de ateos. El señor Franklin leyó en unas hojas una traducción suya al francés de la historia de amor de Rut y Booz. Cuando terminó de leer, todos se levantaron a aplaudir. El presidente le dijo: —Doctor Franklin, esa es la más grande historia de amor jamás escrita en cualquier idioma. De nuevo los miembros aplaudieron. El presidente le pidió el derecho para publicar su historia de amor, y darle la mayor circulación posible. El señor Franklin le respondió que no podía porque ya había sido publicada. Le preguntaron que dónde fue publicada. Franklin se levantó, sacó de su bolsa un libro, lo puso en la mesa y les dijo: —En esta Santa Biblia que ustedes quieren destruir. Esa declaración fue un golpe maestro que rompió la columna vertebral de la sociedad de ateos. 3) Para vivir Cuando se lee la Biblia con buenas disposiciones, es común que un pasaje, aunque ya hubiera sido escuchado, de repente ilumina una situación que se está viviendo. Pero es necesario, aclara el Papa Francisco, que hayamos acudido a esa cita diaria con la Palabra. Dios pasa y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida y depende de nuestra disposición si germina, si se convierte en Palabra viviente. La Palabra de Dios, cuando es acogida con un corazón abierto, no deja las cosas como antes, cambia algo. Es un tesoro inagotable. Especialmente en los Salmos encontramos respuestas a nuestras diferentes necesidades: inspira buenos propósitos; nos sostiene en la acción; nos da fuerza, serenidad; cuando estamos en crisis nos protege de los ataques del maligno y nos devuelve la paz; nos trasforma llenándonos de gran alegría. (articulosdog@gmail.com)

jueves, 28 de enero de 2021

LA DECISIÓN LIBRE Y PERSONAL DE DECLARARSE CATÓLICO

En México acaban de aparecer los resultados del Censo 2020. No son nada halagadores para el catolicismo. Es verdad que las estadísticas se pueden camuflajear convenientemente: “hay cinco millones más de católicos que en 2010”; “hay poco más de diez católicos por cada ateo en México”. Pero en la participación porcentual hay una caída neta de 5 puntos; pasamos de ser el 82.7% a ser el 77.7% de la población. ¿Cómo explicar tal descenso?, ¿qué significa?, pero, sobre todo, ¿qué se puede hacer ahora?, pues de poco sirve lamentarse. Antes que nada, el contexto. México, como no podía ser de otra manera, está inmerso en el ambiente globalizado del mundo, y en ese ambiente la tendencia del secularismo es al alza. Crece el número de ateos en el mundo, crecen más todavía los agnósticos y aparece un nuevo grupo –que no era considerado, por ejemplo, en el censo del 2010- de personas que creen en Dios, pero no se identifican con ninguna denominación religiosa. Esas tendencias mundiales se reflejan en México y le han quitado adeptos al catolicismo. Por otra parte, los escándalos de pederastia clerical siguen pasando factura. En el siglo XXI ha habido una auténtica debacle moral para la religión católica por ese motivo. Las estadísticas simplemente reflejan en los números la dolorosa sangría de fieles que ha provocado el escándalo. De todas formas, esa caída es baja, comparada con otros países, como Chile o Irlanda, donde ha habido escándalos similares. La Iglesia tiene enfrente la descomunal tarea de recuperar su credibilidad moral, ¿podrá conseguirlo?, ¿en cuánto tiempo? En ese sentido debe realizar un doble esfuerzo: por un lado, tener transparencia en su gestión, de forma que sea ella misma la que informe del proceso de sanación interna, y no sean los periodistas los que la expongan en berlina. Por otro lado, debe difundir lo que hace, para aparecer como lo que es, una multinacional de la caridad, y no como multinacional del crimen, como algunos la consideran. Los datos crudos del censo constituyen una llamada apremiante para la jerarquía eclesiástica. No llevan sólo a preguntarse, ¿qué estamos haciendo mal?, sino también, ¿qué podríamos hacer mejor? El mundo está cambiando velozmente, y no puede ser que la Iglesia ofrezca las mismas estrategias de siempre, pues puede quedar desfasada y, Dios no lo quiera, obsoleta en su propuesta pastoral. Una cosa es que el mensaje de Cristo sea siempre actual, y que en lo profundo del corazón humano anide siempre la sed de Dios, y otra cosa es que nuestro modo de transmitir ese mensaje y de conectarlo con esa sed sea el correcto. El Papa Francisco, desde el inicio del pontificado, ha insistido en la necesidad de ser una “iglesia en salida”, de abandonar el modelo “clientelar”, donde espero que la gente llegue a tocar mi puerta. De ser una “iglesia facilitadora” y no una “aduana de Dios” burocrática, que pone barreras y ahuyenta a los fieles. Parece ser que todavía no terminamos de acusar recibo de las indicaciones papales y estamos cosechando los frutos. Pero no solo la jerarquía y los párrocos tienen algo que aprender de estos resultados. También los fieles corrientes cargan con una parte importante de la responsabilidad. A pesar del secularismo y de los escándalos, los cristianos evangélicos han pasado de ser el 7.5% de la población en el 2010 a ser el 11.2% en el 2020. ¿Cuál es su secreto? ¡Comunican su fe!, no se la quedan para ellos solos, por el contrario, la comparten. Los católicos, acostumbrados a ser mayoría, no tenemos tan arraigada esa preocupación y por ello languidecemos. La iglesia debe ser apostólica, o no será. Ahora bien, los resultados sirven para sincerar la realidad y para dejar nota del cambio socio-cultural que estamos viviendo. Ya no podemos seguir funcionando con la “política del carro completo”, con el supuesto –ahora claramente equivocado- de que en México todos somos católicos, o que somos un país católico. Somos un país con mayoría católica decreciente, esa es nuestra realidad. Pero ese crudo dato se puede ver en forma positiva: el censo ha brindado la oportunidad de que 97,864,218 personas se reconozcan católicas; les ha permitido profesar libremente su fe y su pertenencia a esta gran familia. No es la inercia, no es la costumbre, no es la tradición, es una decisión libre y personal, y ello es muy valioso para la fe y un firme apoyo a la esperanza. P. Mario Arroyo Doctor en Filosofía p.marioa@gmail.com

jueves, 21 de enero de 2021

LA VALENTÍA DE JACKIE ROBINSON, PRIMER AFROAMERICANO EN LIGAS MAYORES

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 El inolvidable atleta Jesse Owens (1913-1980) compitió en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. En ese entonces, al frente del gobierno alemán, se encontraba el Fuhrer, Adolfo Hitler. Era la época del apogeo del nacionalsocialismo. Y absolutamente todas las manifestaciones culturales, artísticas, deportivas, de los avances y progresos socioeconómicos eran encauzados para la difusión de la propaganda nazi, dirigida por Joseph Goebbels y secundada por Hitler. Era de todos conocido el odio de los nazis hacia los judíos, los hispanos y los afroamericanos. Así que cuando se presentó Jesse Owens en las pistas olímpicas fue clamorosamente abucheado, haciendo escario del color de su piel. Hitler estaba muy convencido de la superioridad de la raza aria y que sus atletas barrerían todos los logros –anteriormente conseguidos- de Owens. La sorpresa mayúscula fue que Jesse Owens ganó 4 medallas olímpicas de oro: 100 y 200 metros planos, salto de longitud y la carrera de relevos de 4x100 metros. Supuso tan gran disgusto para Hitler que no soportó esa derrota -.que él la interpretó como una humillación- y prefirió abandonar el gigantesco estadio olímpico de Berlín ante el desconcierto de miles de espectadores. En Estados Unidos, ocurría algo similar. Los deportes eran dominio de los de raza blanca y los afroamericanos eran excluidos por una absurda discriminación racial. Concretamente en el béisbol, era impensable que formaran parte de las Ligas Mayores. Pero hubo un valiente jugador Jackie Robinson (1919-1972) quien poseía destacadas facultades para este deporte. Desde los años cuarenta “tocó puertas” para que se le permitiera ingresar en un equipo, pero automáticamente le era denegada su petición. Una anécdota nos muestra su temple y su carácter. Por esos años ingresó a las fuerzas armadas en la Segunda Guerra Mundial. Cuando un afroamericano subía a un autobús obligatoriamente debía de sentarse en la parte trasera. Pero Jackie se negó. Fue llevado a una corte marcial y se le absolvió de sus cargos. Al término de la conflagración abandonó el ejército con honores. Pero hubo un manager de los Dodgers, Branch Rickey, que se decidió a contratar a Robinson al observar su valía profesional. Le advirtió a Jackie que la pasaría mal desde un principio y que le aconsejaba que controlara sus pasiones y temperamento ante un ambiente hostil, agresivo, violento y brutalmente ofensivo. Pero Jackie, a pesar de todo, tuvo un desempeño brillante bateando y jugando la primera base. El 15 de abril de 1947 participó en la Grandes Ligas, la segregación racial quedó superada y anotó la carrera ganadora de la Serie. No obstante, de ser un magnífico deportista, le gritaban frases hirientes y racistas; recibía cartas con amenazas de muerte; los mismos pitchers malintencionadamente le lanzaban las bolas a la cabeza y a las piernas; algunos catchers le escupían en sus zapatos, pero Jackie mantuvo siempre el control y “la cabeza fría”. Por soportar en silencio todas esas graves ofensas –poco a poco- se fue ganando el respeto de todos sus compañeros, de los equipos contrincantes y del público en general. ¿Cuál fue el resultado? Fue nombrado el Novato del Año. En 1949 fue elegido como “El Jugador más Valioso” con un promedio de bateo por encima de .342, 124 Home Runs e impulsando 122 carreras. Un dato asombroso fue que en 19 ocasiones se “robó” el home. Es edificante el pensamiento que Jackie Robinson tenía sobre su actitud tranquila y serena, de no responder “agresión por agresión”. A menudo comentaba: “Estoy abriendo una brecha nueva. Pienso en los miles y miles de atletas afroamericanos que vendrán –con libertad- a destacar en multitud de actividades deportivas en todo Estados Unidos. Después de su retiro del béisbol, se dedicó a luchar contra la segregación racial, a favor de los Derechos Civiles y trabó amistad con Martin Luther King, así como Dwight Eisenhower y John F. Kennedy. Se esforzó por conseguirles becas a jóvenes de escasos recursos y consiguió fondos para que tuvieran los afroamericanos una vivienda digna. Se han escrito libros y filmado películas biográficas sobre esta gran figura por ejemplo, en 2013 se estrenó la película “42”. El 15 de abril ha sido declarado en Estados Unidos como “el Jackie Robinson Day”, la gran leyenda del béisbol en las ligas mayores.

JOE BIDEN Y SUS POLÍTICAS PROABORTISTAS

P. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía, p.marioa@gmail.com Hoy, finalmente, toma posesión Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. Después de todo el alboroto previo, la violencia, la amenaza a las instituciones, estas mismas prevalecen. La democracia Norteamericana, cuna de la democracia moderna, ha triunfado aunque, todo hay que decirlo, ha salido golpeada. Biden tendrá la difícil tarea de trabajar por la unidad en un país polarizado y le deseamos éxito. ¿Qué nos dice la figura política de Biden a los católicos practicantes? Es, sin lugar a dudas, una personalidad inquietante. Podemos suponer que representa, en algunos aspectos fundamentales, el fracaso del sueño de Jesucristo. En efecto, Él soñaba con que sus fieles fueran “la sal de la tierra… la luz del mundo” (Mateo 5, 13-14). Aspiraba a que su doctrina fuera fermento de la sociedad, una sabia que vivificara las relaciones humanas, algo más que una mera costumbre ritual ajena al mundo. No pretendo juzgar a Joe Biden, eso se lo dejamos a Dios y a su conciencia, pero es notorio cómo se pone la etiqueta de católico al tiempo que defiende políticas radicalmente opuestas a los principios católicos. Una de ellas, particularmente importante para su campaña y contraria a los valores del catolicismo, es su apoyo al aborto, su oposición al evangelio de la vida. La defensa de la vida no es el único principio defendido socialmente por el catolicismo, pero sí uno de los más importantes. Obviamente, para valorar a un político es uno -no el único- de los parámetros a tomar en cuenta. Biden se une así a una triste lista, casi epidemia, de católicos prominentes que promueven el aborto y todo lo que esa causa suele llevar consigo: banalización de la sexualidad y disolución de la familia, o por lo menos su redefinición. La defensa de la vida no es un valor social periférico. Por ello, el Concilio Vaticano II señala proféticamente que “el divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época.” Hay que entender bien el planteamiento. No es que el catolicismo busque hacerse del poder político; pero sí aspira a que sus fieles sean coherentes con sus principios a la hora de hacer política. Es decir, la fe tiene resonancias sociales. No me va a decir cómo resolver un problema, cómo alcanzar la paz, el progreso, el desarrollo económico, cómo terminar con la pobreza o conseguir la igualdad social. Pero sí me va indicar qué valores conviene promover, de la forma que cada político vea oportuna. Entre esos valores la vida ocupa un lugar preponderante porque, a la postre, no se considera un patrimonio puramente confesional, no es exclusivo de los católicos, sino un bien humano que se enraíza en la dignidad de la persona. Biden encarna así el drama de los católicos incoherentes con su fe que gozan de una grandísima influencia social. Por señalar otros dos ejemplos –sin que sean los únicos- tenemos a Justin Trudeau, Primer Ministro Canadiense y a Melinda Gates. Ambos promueven política y económicamente a la industria del aborto, convenientemente camuflajeada de ayuda social. Estos tres católicos prominentes –por su influencia pública- apoyan políticas contrarias a la vida. Por su notoriedad en la vida social son ejemplo, modelo para muchas personas. Pero en lugar de encarnar el valor positivo de la vida, enarbolan la causa de la muerte. Biden, Trudeau y Gates no son, sin embargo, motivo de desesperanza para los católicos que se esfuerzan por ser coherentes con los principios de la propia fe; tarea no fácil, sobre todo cuando el ambiente no ayuda o hay que ir contra corriente. En realidad, así vivió Jesucristo, que sin ambages reconocía “mi reino no es de este mundo”, pero también decía, “confiad, yo he vencido al mundo”. Estos tristes ejemplos, para una persona de fe, no son sino una invitación a mejorar la catequesis, mostrando que ser católico es mucho más que usar agua bendita, hacer la señal de la Cruz y asistir ocasionalmente a misa. Comporta, por el contrario, la responsabilidad de ser sal y luz; la “luz sobre el candelero” con la que soñaba Jesucristo. Es tiempo de esperanza, de trabajar en una transmisión más capilar de la fe que no eluda su dimensión social, pues por ahora, en el campo de la vida tenemos “oscuridad en el candelero.”

miércoles, 20 de enero de 2021

UNA RESPUESTA ANTE LA SITUACIÓN ACTUAL

Pbro. José Martínez Colín, articulosdog@gmail.com 1) Para saber Parecería lógico que en momentos de crisis nos dirigiéramos a Dios con una oración de súplica, sin embargo, el Papa Francisco, en su última Audiencia, nos hace notar cuál fue la actitud de Jesús ante una situación de crisis. Nos narra el Evangelio que había mucha hostilidad en los pueblos donde Jesús había realizado muchos signos prodigiosos (cf. Mt 11,20-24). San Mateo nos relata que Jesús no eleva al Padre un lamento, sino un himno de júbilo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11,25). Es decir, en plena crisis, en plena oscuridad en muchas almas, Jesús alaba al Padre, se regocija en su espíritu porque sabe y siente que su Padre es el Dios del universo, “Padre mío”. De esta experiencia de sentirse “el hijo del Altísimo” brota su alabanza. Jesús se siente hijo del Altísimo, y nosotros, por Él, también lo somos. 2) Para pensar En la biografía de San Francisco de Asís, se relata que ya al final de su vida, compuso el “Cántico del hermano sol” o “de las criaturas”. No lo compuso en momentos de alegría, sino al contrario, en medio de dificultades. San Francisco estaba ya casi ciego, y sentía en su alma el peso de la soledad: el mundo no había cambiado desde el inicio de su predicación, todavía había quien se dejaba destrozar por las riñas, y además sentía que se acercaba su muerte. Comenta el Papa Francisco que “podría ser el momento de la decepción y de la percepción del propio fracaso. Pero en ese instante de tristeza y oscuridad, reza, ¿y cómo reza?: ‘Laudato si’, mi Señor…”. Reza alabando a Dios por todo, por todos los dones de la creación, y también por la muerte, que con valentía llama “hermana muerte”. La oración de Jesús, y de los santos, nos muestran que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel. Este es el fundamento de la alabanza: Dios es el Amigo fiel, y su amor nunca falla, siempre está junto a nosotros. 3) Para vivir Una gran alegría le provoca al Papa Francisco ver a la gente sencilla y humilde en peregrinación, que va a rezar y cantar, que alaba, gente a la cual quizá le faltan muchas cosas pero la humildad les lleva a alabar a Dios. Además, al alabar juzgamos de forma diferente los acontecimientos: nuestras derrotas, cuando no vemos clara la presencia de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo. Quien sale beneficiado de la alabanza, es quien la realiza, pues al alabar somos salvados, purificados. Por ello debe ser practicada no solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difíciles y oscuros. Ahí hemos de tener la valentía de decir: “Bendito eres tú, oh Señor”. Esto nos hará mucho bien, nos recuerda el Papa. Porque alabar es como respirar oxígeno puro: nos purifica el alma, y no nos asfixia la nube oscura de las dificultades. El Papa Francisco terminó su Audiencia pidiendo al Señor que nos conceda la gracia de ser humildes y de alabarlo en cualquier situación de nuestra vida, también en este tiempo de pandemia, porque sabemos que Él es el amigo fiel que nunca nos abandona y que nos ama sin medida.

domingo, 17 de enero de 2021

AHORA QUE COMIENZA UN NUEVO AÑO TAN ESPECIAL

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Ciertamente en este 2021, todos los ciudadanos de la tierra tenemos la esperanza de que con las nuevas vacunas contra el COVID ceda esta terrible pandemia. Es el anhelo común de millones y millones de seres humanos en los cinco continentes. Pero me pregunto si con obtener la salud del planeta es suficiente. Porque desde el punto de vista en la conducta humana no han ocurrido cambios substanciales. Una de las canciones más emblemáticas de los años sesenta compuesta por el músico y poeta Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura en 2016, se titula “La Respuesta está en el Viento”. En ella filosofa sobre la situación del mundo actual. Aunque fue compuesta en 1962, a casi 60 años después, siguen siendo válidos los conceptos vertidos en sus reflexiones. Porque también ahora vivimos tiempos de guerras, de crisis, de discriminación racial, de persecución religiosa, de enfrentamientos sociales, de violencia llevaba al extremo, de indiferencia entre las personas y el desamor. El poeta de nuestro tiempo trae a consideración la urgencia de replantearnos soluciones de paz, de diálogo entre las naciones, entre los hombres; de pensar en los modos pacíficos para evitar las guerras; de cómo podemos tener más entrañas de misericordia hacia nuestros semejantes; de que toda persona goce plenamente su libertad sin coacciones que lo esclavicen ni lo etiqueten negativamente. Para ello resulta fundamental preguntarse “¿qué es el hombre? ¿cuál es su destino y su trascendencia? ¿cuáles son los valores permanentes que han cimentado nuestra civilización actual?” “¿Por qué es tan importante promover la paz y la concordia entre los pueblos? ¿Y que del mismo modo exista una apertura franca, leal y noble que conduzca hacia un fructífero diálogo para llegar a acuerdos y enriquecedoras conclusiones? Para ello hemos de recorrer muchos caminos en busca de soluciones como esas gaviotas que vuelan por el azul del cielo tras recorrer largas distancias entre los mares hasta encontrar un lugar seguro en la arena dónde reposar. Y el Nobel de Literatura se pregunta: “¿Cuántas veces las balas de cañón deberán aún volar / antes de que sean prohibidas para siempre?” Y se responde: “La Respuesta mi amigo está flotando en el viento” (es decir, está al alcance de todos, basta con que queramos poner por obra la solución). “¿Cuántos años cierta clase de personas tendrán que existir / antes de que se les permita ser libres?” Porque es evidente que la discriminación racial, socioeconómica y de la libertad religiosa continúan, lo mismo el mal trato a las mujeres, a los discapacitados y esa moderna esclavitud que es una verdadera plaga de nuestra época como es “la trata de personas”. Y el poeta continúa meditando: “¿Cuántas veces puede un hombre voltear su cabeza hacia otro lado, fingiendo que simplemente no ha vio nada?” Porque la hambruna se ha agudizado y los que carecen hasta de lo fundamental se han multiplicado en medio de esta pandemia; existe mayor desempleo y se ha quebrantado la economía; están los miles de enfermos que solicitan sus medicinas; los tristes que requieren ser consolados porque han perdido a seres queridos y necesitan palabras de aliento y consuelo. Hay quienes no tienen una vivienda digna, que pasan frío en invierno, ancianos y huérfanos que viven en desamparo y están esperando nuestra mano amiga y fraterna. La Respuesta depende de nosotros, de nuestra generosidad. El Premio Nobel insiste que el gran problema de la humanidad radica en la indiferencia, en el cerrar los ojos a la realidad dolorosa, pero que conjuntamente hemos de buscar soluciones de fondo, permanentes y mover a muchas otras personas a ser generosas también. Y el poeta Dylan se plantea el sentido trascendente de la existencia humana, cuando escribe: “¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia el firmamento / antes de que pueda ver el Cielo?” “¿Cuántos oídos debe tener un hombre / hasta que escuche a la gente llorar?” Porque es una realidad con ese dolor humano con el que nos topamos día con día y hemos de cultivar la suficiente sensibilidad para adelantarnos a servir a los demás y socorrerlos en sus necesidades materiales y espirituales. Un cuestionamiento de Bob Dylan que me impresionó desde la primera vez que escuché esta melodía fue cuando escribió: “¿Cuántos fallecimientos tendrás que presenciar / hasta persuadirte que todas las personas habremos de morir?” En medio de la sociedad materialista y hedonista como la de los Estados Unidos estaba mal visto o era considerada una falta de educación hablar de la muerte, pero el poeta afronta directamente y sin rodeos esta vital cuestión. Y concluye con “La Respuesta, mi amigo, está al alcance de tu mano; flota en el viento”. En otras palabras, tú puedes ser el detonador de esa transformación tan esperada. Me parece que con estas consideraciones del Premio Nobel de Literatura nos da material para meditar y reflexionar acerca de este año 2021 que comienza.

CENSURA Y TRUMP

No es una simple anécdota, adecuada para atizar el cotilleo político del momento. Por el contrario, más allá de los términos del problema, se trata de un evento para pensar, uno de esos sucesos que, tal vez, con el paso del tiempo y vistos en retrospectiva, se configuren como un auténtico aviso. Me refiero, por supuesto, a la censura que diversas redes sociales han establecido a Donald Trump, todavía presidente de los Estados Unidos al redactar estas líneas. De forma preliminar debo advertir que el presente texto no busca ser propaganda o apología de Trump. No pretendo pronunciarme sobre si propicio directa o indirectamente el asalto del Capitolio, si está justificado el impeachment en su contra, o si hubo fraude en las elecciones estadounidenses. Únicamente se trata de reflexionar sobre un hecho concreto y su relevancia: que las redes sociales censuren a una persona por sus ideas. En este caso concreto podría traducirse así: que algunos empresarios con ideas distintas (los dueños de las redes sociales) censuren al presidente republicano en funciones. O, traducido a términos más coloquiales, “si un grupo pequeño de empresarios pueden censurar al que en teoría es el hombre más poderoso del mundo, ¿qué cosa los podrá detener?, ¿quién detenta el auténtico poder de facto?” Por eso la censura de Trump nos interesa a todos, independientemente de nuestra filiación partidista. La cuestión linda en una zona fronteriza, se trata de una temática compleja, pues es resultado de cómo nuestros avances tecnológicos han crecido mucho más rápidamente que nuestras instituciones políticas y jurídicas. Con el vértigo de la tecnología es fácil quedar en “terreno de nadie”, en zonas inexploradas dentro de la legalidad y la ciudadanía. En el caso concreto de las redes sociales, parecieran borrarse los límites de lo público y lo privado, al tiempo que desaparecen las fronteras nacionales y con ellas las jurisdicciones. De primera impresión, pareciera que las redes sociales son un asunto público, porque todos accedemos a ellas y se han configurado como el principal vehículo para participar, intervenir y opinar dentro de la sociedad. La “Primavera Árabe” no tan lejana, muestra un poco su eficacia, que a lo largo del tiempo no ha dejado de crecer. Pero la censura de Trump, o el reciente cambio de política informativa en Whats app nos recuerdan que en realidad son privadas y son negocio. Digamos que nos gustaría que fueran públicas, de forma que pudiéramos reclamar o exigir un trato en pie de igualdad, como el resto de los ciudadanos. Pero eventos como la censura de Trump nos recuerdan que no son así. Son compañías que tienen sus propios criterios, sus protocolos, sus algoritmos, y nadie nos obliga a contratar sus servicios. Nuestra libertad de no servirnos de ellas está intacta, pero sabemos que hacerlo es como bajarse del mundo, abandonar la palestra pública. Es decir, una institución privada se convierte en el medio necesario, casi imprescindible, para participar en la vida pública. Muchas campañas políticas recientes se han jugado en las redes sociales, es decir, en un campo privado que tiene apariencia de público. Pero finalmente son compañías, las cuales, pese a las apariencias, no son imparciales. Tienen sus propios criterios, defienden sus intereses, y pueden sacar del debate público ¡incluso al presidente de los Estados Unidos! Si pueden hacerle eso “al hombre más poderosos del mundo”, ¿qué no podrán hacer contigo, estimado lector, y conmigo, simples mortales de a pie? Alguien podría pensar, “esto solo le pasa a Trump y, a decir verdad, se lo ganó a pulso.” Me gustaría que fuera así, pero en realidad no lo es. Conozco, de primera mano, páginas de Facebook pro-vida y pro-familia que han sido retiradas de circulación sin motivo. A mí mismo me han censurado, y he tenido que cerrar un blog porque ya no podía colgar artículos en Facebook. Me han censurado desde fotografías de un paseo hasta artículos. ¿Quién establece los criterios del algoritmo? Si uno no piensa según el canon de lo “políticamente correcto” corre el riesgo de desaparecer del mapa. Vale la pena reflexionarlo, porque no tenemos muchas alternativas. Por lo menos es bueno ser conscientes de que somos invitados a un juego en el que casi estamos obligados a jugar, y que no necesariamente nos tienen que gustar sus reglas. ¿Quién puede pelearse con un algoritmo o con el dueño de la empresa, que decide los términos del algoritmo? P. Mario Arroyo, Doctor en Filosofía. p.marioa@gmail.com

jueves, 7 de enero de 2021

LOS REYES MAGOS

P. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía. p.marioa@gmail.com ¿Qué sabemos de los Reyes Magos? A decir verdad, bastante poco. La Biblia dice escuetamente que eran “unos magos que venían de oriente” (Mateo 2, 1). No menciona la palabra “reyes” que se introdujo poco tiempo después. Tertuliano (160-220 d.C.) escribe que los magos en oriente eran considerados reyes. No hay que confundirlos con nuestros magos actuales. Heródoto, en el siglo V a.C., señala que los magos eran una casta particular de los medos –de Media, actual Irán- dedicados a la observación del cielo –probablemente astrólogos- y al estudio de los textos sagrados propios del zoroastrismo, la religión que se practicaba allí. La Biblia tampoco menciona su número, variando en sus representaciones pictóricas más antiguas, en las catacumbas, de dos a catorce personas. Con el tiempo se determinó su número en tres, proporcionando sus nombres San Beda, el Venerable (672-735 d.C.): Melchor, Gaspar y Baltasar, siendo este último de raza negra. La importancia de estas referencias estriba en la tradición, pues al tratarse de escritores antiguos, relativamente cercanos a la vida de Jesucristo, podrían conocer de fuentes más cercanas, datos ciertos que complementen lo escrito en la Biblia. La tradición dice que sus restos fueron encontrados en Persia, de ahí llevados a Constantinopla por la emperatriz Santa Helena o por el emperador Zenón. En el siglo V transferidos a Milán y posteriormente a Colonia en el siglo XII, donde actualmente se veneran. ¿Qué sabemos de la estrella? Hay diversas hipótesis. Ya desde el siglo III Orígenes (184-253 d.C.) supone que se trató de un fenómeno natural, quizá el nacimiento de una nueva estrella. San León Magno (390-461), por su parte, piensa que se trató de una estrella particularmente brillante. Otros autores más recientes consideran que pudo haberse tratado de una nova o una supernova. En efecto, gracias a los anales chinos tenemos datos de que en marzo del año 5 a.C se vio, aproximadamente durante 70 días, una supernova. Lo mismo ocurrió durante abril del año 4 a.C. No debemos olvidar que, según la cronología más aceptada en la actualidad, Jesús nació en realidad en torno al año 7 a.C., o por lo menos antes del año 4 a.C., fecha más aceptada para situar la muerte de Herodes. Otras opciones serían una estrella de luminosidad variable, como Mira, en la constelación de la Ballena o un cometa. Pero el Halley pasó demasiado pronto, alrededor del año 12 a.C., por lo que debe ser descartado. La hipótesis más aceptada es, sin embargo, la de una conjunción planetaria, como la tenida recientemente en torno al solsticio de invierno. Fue Johannes Kepler quien en 1604 observó un rarísimo acercamiento entre tres planetas: Júpiter, Saturno y Marte. Calculó que ocurriría alrededor de cada 805 años, situándose uno de esos eventos en torno al año 7 a.C. La característica más curiosa y que empalma bastante bien con el dato bíblico, es que durante ese año se verificaría un triple acercamiento entre mayo y diciembre. En el último, para más inri, se vería la conjunción hacia el sur a la hora del atardecer, estando Belén al sur de Jerusalén, donde los Reyes pidieron “asesoría” a Herodes. No es la única de las conjunciones probables para situar el hecho, también es candidata la conjunción entre Júpiter y Régulo (o rey pequeño), la estrella más luminosa de la constelación de Leo. Se verificó el 11 de septiembre del año 3 a.C., y tiene resonancias bíblicas por la profecía de Génesis 49, 9: “Cachorro de León es Judá…” Hablando de profecías, la que señala a la estrella como indicación del nacimiento del rey mesías es la de Números 24, 17: “De Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel”. Otra propuesta es identificar la estrella con Júpiter, pues el evangelio señala que “la estrella se detuvo encima del lugar donde estaba el niño” (Mateo 2, 9). Júpiter, el 25 de diciembre del año 2 a.C., se encontraba al centro de la constelación Virgo (en el vientre de la Virgen). Sea cual fuere la realidad histórica de lo señalado en el evangelio sobre los Reyes y la estrella, lo fundamental es su mensaje teológico: la manifestación de Jesús a todos los pueblos, a toda la humanidad, sirviéndose incluso de los elementos de la naturaleza. Se cumple así la profecía de que en Israel serían bendecidas todas las naciones.

miércoles, 6 de enero de 2021

LA ALEGRÍA, LOS REYES MAGOS Y EL COVID

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Sin duda, el verdadero fundamento de la alegría tiene hondas raíces cristianas y consiste en que: “¡Somos hijos de Dios!”, como escribía San Pablo. En estos tiempos de pandemia y ahora que comienza el Nuevo Año 2021, se percibe entre algunos familiares, amistades y conocidos un ambiente de cierto pesimismo, desánimo, desilusión e incertidumbre. Considero que es la hora de comunicar a muchas personas que “Dios no pierde batallas”, que esta difícil situación pasará y que tenemos que llenarnos de confianza en el Señor, de optimismo y buen humor porque “Todo lo puedo en Aquél que me conforta”, como se lee en las Sagradas Escrituras. A numerosas amistades les han servido estos meses de forzoso aislamiento para reflexionar sobre el sentido de la vida y se hacen los clásicos cuestionamientos: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?”. Y secundando los consejos de los seres queridos y seleccionando bien los medios electrónicos presencian, por ejemplo, la Santa Misa y hacen una comunión espiritual. Otros más, han comenzado a leer la Biblia meditándola con pausa. Hay quienes buscan audiolibros sobre temas espirituales. Las continuas invitaciones a rezar el Santo Rosario en las redes sociales han sido fuente para crecer en el amor a María Santísima. Ayer conversaba con mi primo Javier y me decía que estaba muy impactado porque su amigo de alrededor de 75 años –se conocían desde que estudiaban en el primer semestre de la Facultad de Ingeniería-, había sido contagiado por el COVID. En fecha reciente y como era su costumbre, le telefoneó para preguntarle cómo iba evolucionando su enfermedad y el amigo le dijo que cada día se sentía mucho mejor y que tenía la impresión que dejaría pronto el hospital. Pero al día siguiente, ante la sorpresa de todos, falleció. Y Javier, mi primo, me comentaba que hasta los antiguos colegas de Facultad y que, a la vez, eran los menos practicantes de la religión católica habían tenido una importante conversión interior ante este suceso. Porque muchos acudieron a sacerdotes y conocidos para solicitar oraciones por ese buen amigo y también manifestaron la necesidad de recibir consejos espirituales personales de presbíteros a través de plataformas cibernéticas. He escuchado con frecuencia expresiones como: “Era “el ateo” entre mis amistades, pero con el COVID, no tienes idea de lo mucho que ha cambiado mi vida; ahora rezo con frecuencia y procuro ayudar a los demás”. También frases como: “Antes era como “el ogro en mi familia” porque el cansancio provocado por el exceso de trabajo me solía poner de mal humor. Ahora trato con más cariño y paciencia a mi esposa y a mis hijos. Por fin me he dado cuenta que yo también tengo muchos defectos y que los que me rodean han tenido que soportarme por tanto tiempo. Además, he puesto especial empeño en que no falte la chispa de la alegría y la visión positiva en todos los acontecimientos cotidianos”. Algún otro me comentaba: “Nunca me había detenido a pensar que nuestro destino es Eterno. Mi vida transitaba, como por un túnel oscuro y a toda prisa, y no era consciente –porque me resultaba más cómodo- que la vida es breve; tan sólo un puñado de años y que luego vendrá la Vida que permanecerá para siempre”. Considero que esta pandemia a todos nos ha servido para tomarnos a Dios en serio, para buscarle con mayor constancia y serle muy fiel a sus Mandamientos. Ahora percibo rostros de serena alegría, de madurez más sólida y cimentada, sin dejar de lado el dolor por la desaparición de seres queridos; el sufrimiento por las enfermedades, o las adversidades laborales. Hemos adquirido más visión sobrenatural y ponemos nuestro mejor empeño por mirar la realidad con ojos de Eternidad, con la visión y paz que sólo Dios puede dar y así poder compartir esa riqueza interior con los que se encuentran tristes, desanimados o desesperanzados. En la Solemnidad de la Epifanía, durante el rezo del Ángelus, el Papa Francisco comentó que la estrella que siguieron los Reyes Magos -Melchor, Gaspar y Baltazar- había sido una llamada precisa de Dios. ¿Pero quién estaba detrás de esa estrella? Y el Santo Padre responde: “La estrella es Cristo, pero también nosotros podemos y debemos ser la estrella, para nuestros hermanos y hermanas, como testigos de los tesoros de infinita bondad y misericordia infinita que el Redentor ofrece gratuitamente a todos”. En definitiva, se trata de imitar a Jesucristo, que en un principio se manifestó como estrella, y luego se transformó en Sol de Justicia y de Paz, que ilumina con luces claras llenas de amable calor y de esperanza a la humanidad entera.