lunes, 29 de enero de 2018

LA IMPORTANCIA DE LA HONESTIDAD Y LA ÉTICA

1) Para saber

Después de su visita a Chile y Perú, de regreso a Roma, el Santo Padre respondió a varias preguntas durante el vuelo. Una periodista de Perú quiso saber la opinión del Papa sobre los actos de corrupción de la clase política de su país que ha defraudado al pueblo.




El Papa Francisco respondió que la corrupción es como esos pantanos o arenas movedizas, en que uno pisa y se va adentro y mientras más se mueve uno, más se hunde. Es la destrucción de la persona humana.

El Pontífice agregó que la corrupción va viciando el alma y el cuerpo; y un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás. La corrupción se puede dar no solo en la política, sino también en las empresas, cuando se paga la mitad a sus obreros, o en el hogar cuando se explota a quienes ayudan, incluso en la misma Iglesia. Por ello hay que estar alerta.

2) Para pensar

La corrupción política no es exclusiva de un país. Ya en la antigua Grecia y Roma se legisló contra ella, aunque sin mucho éxito. El autor Aulo Gelio, en el libro XI de “Noches Áticas”, ofrece un famoso ejemplo de corrupción que se le adjudica al gran Demóstenes, el duro nacionalista ateniense que se opuso al avance de Filipo con sus famosos y duros discursos que precisamente se llaman “Filípicas”.

Demóstenes, que fue siempre coherente en la defensa de Atenas frente al macedonio, cedió a veces en su labor como abogado al mejor pagador.

Relata que llegaron a Atenas unos embajadores de Mileto por un asunto de estado, se diría que para pedir ayuda. Una vez que los abogados milesios hablaron a favor de la ayuda, Demóstenes respondió con dureza a las peticiones de los milesios, planteando que no eran dignos de ayuda. El asunto se pospuso para el día siguiente.

Los embajadores acudieron esa noche a la casa de Demóstenes y le rogaron con gran insistencia que no hablase en contra. Entonces Demóstenes les pidió dinero por su silencio y recibió cuanto había pedido. Al día siguiente, cuando el asunto comenzó a tratarse de nuevo, Demóstenes se presentó ante el pueblo con el cuello y la garganta tapados con una gran bufanda alrededor y dijo que padecía de “anginas” y que por eso no podía hablar contra los milesios. Entonces uno del pueblo gritó que lo que Demóstenes padecía no era de “anginas”, sino de “argentina” (“argentina” en griego es palabra derivada de “plata”, o sea, dinero). Fue como decirle que no es que no pudiera hablar debido a las anginas, sino debido a tener tapada la boca con la plata del soborno.

3) Para vivir

Muchos corruptos quizás comenzaron con una pequeña cosa, el comerciante comenzó por dar 900 gramos en vez del kilo o menos de un litro de gasolina, el niño que hace trampa… se piensa que es poca cosa y, poco a poco, se cae en el pecado, se cae en la corrupción, advirtió el Papa.

Concluyó el Papa denunciando que la corrupción hace mucho mal a nuestros pueblos, es un «virus» social, un fenómeno que lo infecta todo: “Lo que se haga para luchar contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayuda… y esta lucha nos compete a todos. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos”.

Pbro. Dr. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

viernes, 26 de enero de 2018

LA CORRUPCIÓN, ¿UNA BATALLA PERDIDA?

Condenar la corrupción ha sido una antigua batalla del Papa Francisco, que ha retomado en sus recientes viajes. Pero, ¿la valentía para denunciar este mal social basta para que la corrupción
desaparezca?



1. La raíz de la corrupción. En el vuelo de regreso a Roma, después del viaje apostólico a Chile y Perú, durante la tradicional conferencia de prensa, Francisco habló de la corrupción. “Sí, en Latinoamérica hay muchos focos de corrupción. Ahora está de moda hablar de Odebretch”, dijo en referencia al gran escandalo de corrupción en Brasil. “Pero eso es un botón de muestra”, señaló.

Explicó el Pontífice que origen de la corrupción se encuentra en el desorden interior de cada persona, conocido como “pecado original”, y mencionó que hay una gran diferencia entre un pecador y un corrupto.

El pecador comete faltas, pero las reconoce y pide perdón. En cambio, el corrupto no acepta sus pecador y por eso no puede cambiar. “Yo al pecado no le tengo miedo, le tengo miedo a la corrupción, porque la corrupción te va viciando el alma y el cuerpo, y un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás”, explicó.

2. La corrupción afecta no sólo a los políticos. Este triste fenómeno está presente no sólo en el ámbito gubernamental, sino también en la esfera privada, en la que nos movemos la mayoría de los ciudadanos.

El Papa puso dos ejemplos: el de un empresario y el de un ama de casa. “El empresario que le paga la mitad a sus obreros es un corrupto. Y un ama de casa que está acostumbrada y cree que es lo más normal explotar a las mucamas, sea con el sueldo o sea con el modo de tratar, es una corrupta, porque ya lo toma como normal”, ilustró el Pontífice.

3. En la Iglesia también. Con la gran valentía que lo caracteriza, el Papa reconoció la corrupción que existe en el interior de la Iglesia católica. “¿Y en la Iglesia hay corrupción? ¡Sí!

Hay casos de corrupción en la Iglesia, en la historia de la Iglesia siempre los hubo. Siempre los hubo porque hombres y mujeres de Iglesia entraron en el juego de la corrupción”. Esta denuncia es importante porque tampoco los creyentes se pueden confiar de sí mismos, como si estuvieran inmunizados contra este mal moral.

Epílogo. La corrupción siempre acompañará al hombre, porque procede de su propio interior, que está herido por el mal. 

Sin embargo, la redención predicada por la Iglesia es capaz de evitar que los pecadores nos convirtamos en corruptos.

Por eso, aunque siempre habrá gente inmoral, la práctica sincera de la religión es una herramienta para que las personas y la sociedad podamos salir de la actual cultura de la corrupción, porque nos ayuda a reconocer las faltas cometidas y a pedir perdón.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

¿CÓMO CULTIVAR EL ARTE DE VIVIR SIEMPRE FELICES?

Como descanso y distracción, algunos fines de semana me gusta visitar museos y parques públicos. Por ejemplo, el Centro Histórico, la Primera o la Segunda Sección de Chapultepec, La Alameda Central, la Plaza de Coyoacán…




En esa Primera Sección de Chapultepec, detrás del Museo de Arte
Contemporáneo, por las mañanas observo cómo oleadas de personas salen del Metro y se dirigen llenas de alborozo al zoológico, a remar al Lago o a subir al Castillo.

Hay algo que disfruto y me llama particularmente la atención: su alegría y buen humor. Nuestro pueblo es festivo, por naturaleza. Es evidente que no tienen demasiados medios económicos para realizar grandes gastos durante su paseo dominical, pero aceptan con gusto lo que modestamente tienen para ser felices.

A que muchas veces me pregunto: ¿Cómo es posible que haya profesionales o empresarios considerablemente ricos y, sin embargo, son infelices? ¿Dónde radica, entonces, la verdadera felicidad?

Abraham Lincoln decía: "La mayoría de la gente es feliz en la medida que decide serlo". Ante las privaciones y limitaciones económicas que nunca faltan; cuando sobrevienen algunos achaques o enfermedades; frente a las carencias grandes o pequeñas, la felicidad depende del enfoque que se otorgue a esas cambiantes facetas de la existencia humana.

El filósofo Séneca decía: "Es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que sean".

Con esto, no pretendo decir que haya que ser conformistas. Desde luego se requiere luchar por superarse cada día en el ámbito personal, laboral y familiar. Realizar el trabajo con la mayor perfección humana posible. También, es verdad que en nuestro país hace falta mucho mejorar el nivel de vida de la población.

Pero desde luego, una actitud que ayuda mucho en la escala de valores es el ser optimistas, entusiastas; el tener habitualmente ilusiones; el considerar lo que de positivo y amable tiene la vida ordinaria.

Hay una frase que me gusta particularmente del filósofo danés Sören Kierkegaard, quien afirmaba que: "La puerta de la felicidad se abre siempre hacia fuera". Es decir, para ser feliz, hay que salir de la natural tendencia el egoísmo.

Cuando existe un verdadero interés por servir a los demás; cuando se procura hacer el bien al prójimo, comenzando por los propios familiares (que es el prójimo más próximo); cuando las personas viven contentas con lo que la vida les da, sin frecuentes quejas ni lamentaciones estériles; cuando se trabaja con esfuerzo, constancia y responsabilidad; cuando se mira al pasado con agradecimiento, al presente con buen ánimo y al futuro con esperanza...

Cuando se mantienen estas actitudes, inevitablemente vendrá –como consecuencia lógica- una honda felicidad interior. Pienso que el admirable ejemplo que nos ofrece nuestro pueblo mexicano, tiene una profunda sabiduría: aprender a cultivar el arte de ser felices con las cosas sencillas que la vida nos brinda cada día.

Raúl Espinoza Aguilera,
raul.espinozaaguilera@yahoo.com

jueves, 25 de enero de 2018

¿TENGO LA COSTUMBRE DE QUEJARME POR CASI TODO?

1) Para saber

Seguramente nos habremos encontrado con alguien que suele ser muy negativo. O incluso nosotros mismos a veces también tenemos una actitud quejumbrosa. Lo peor es que además de perder la alegría, también se la podemos quitar a los demás. La causa puede ser que guardamos algunos rencores. El Papa Francisco recientemente dio unos consejos para remediar esa actitud de ser “maestros de lo negativo”.



En primer lugar, recordó el Papa, no hay que olvidar que Dios promete su consuelo. El problema viene cuando no queremos ser consolados: “Tantas veces el consuelo del Señor nos parece una maravilla. Pero no es fácil dejarse consolar; es más fácil consolar a los otros que dejarse consolar. Porque, muchas veces, nosotros estamos pegados a lo negativo, apegados a la herida del pecado dentro de nosotros, y, muchas veces tenemos la preferencia de permanecer ahí, solos. Pero Jesús nos dice lo que ordenó al paralitico que estaba en su camilla sin poderse levantar: ‘¡Levántate!’, es la palabra de Jesús. Siempre: ‘¡Levántate!’”.

El Papa recordó que Santa Teresa de Jesús temía de quienes se quejan por todo y decía: “Ay de la hermana que dice: ‘me han hecho una injusticia’; ‘me han hecho algo que no es razonable’ ”. También mencionó al profeta Jonás como “premio Nobel del quejarse”.

2) Para pensar

El Papa contó que conoció a una persona que se quejaba por todo, “tenía el don de encontrar la mosca en la leche”. Y aunque era una buena persona, e incluso daba muy buenos consejos, se lamentaba siempre. Sus conocidos se imaginaban cómo sería cuando se muriera y llegara al Cielo. Decían: “Lo primero que hará en el Cielo, en vez de gozarse de estar ahí y de saludar a san Pedro, le preguntará: ‘¿Y dónde está el infierno?’, pues siempre busca lo negativo. Y cuando San Pedro le haga ver el infierno, seguramente tampoco estaría de acuerdo con los castigos que ahí habrá. Una vez visto volvería a preguntar: ‘¿Y cuántos condenados hay en él?’. Le respondería san Pedro: ‘Solo uno’. Y volvería a verlo mal: ‘Ah, que desastre de redención’, diría él.

No podemos ser así. Por ello, ante la amargura, el rencor y los lamentos, la palabra de la Iglesia de hoy es: “¡Ánimo!, ¡ánimo!, recuerda que Dios viene a salvarte, déjate consolar por el Señor. Y no es fácil porque para dejarse consolar por el Señor uno necesita desnudarse de sus propios egoísmos, de esas cosas que son nuestro tesoro: la amargura, el lamentarse, u otras muchas cosas”, aseguró el Papa.

3) Para vivir

Así, es necesario dejarse ayudar y cortar la “raíz amarga” que lleva a quejarse y a preferir el rencor. En el lamentarse hay algo de contradictorio, pues quejándose de algún mal, lejos de remediarlo, se aumenta con la queja.

Concluyó el Santo Padre con una invitación: “Nos hará bien a cada uno de nosotros, hacer un examen de conciencia: ¿Cómo es mi corazón? ¿Tengo alguna amargura? ¿Tengo alguna tristeza? ¿Cómo es mi lenguaje? ¿Es de alabar a Dios, de belleza o de lamentarme siempre? Pidamos al Señor la gracia del coraje, porque en el coraje viene Él a consolarnos, y pidamos: ‘Señor, ven a consolarnos’”.

Pbro. Dr. José Martínez Colín, 

viernes, 19 de enero de 2018

EL PAPA EN CHILE: UNA VISITA LARGAMENTE ESPERADA

Durante su visita a Chile, Francisco pronunció una auténtica joya de homilética, arte en el que es un consumado experto. La proporción entre forma y contenido de su discurso es exquisita.



En ella, con maestría y solvencia aborda los más graves desafíos de la Iglesia chilena, paralelos en gran medida a los de la mexicana. La crisis de la pedofilia, el desprestigio de la Iglesia y la tentación del desaliento se dan cita en sus palabras, rezumando todo ello, a un tiempo y paradójicamente, realismo y esperanza.

Las consideraciones de Francisco denotan una profunda espiritualidad y un agudo realismo. “Coge al toro por los cuernos”, habla de la llaga más dolorosa que hiere a la Iglesia: La pedofilia de algunos -pocos en proporción- de sus ministros. Ya había pedido perdón con profunda vergüenza delante de las autoridades políticas chilenas. 

Ahora que “juega en casa”, lo vuelve a hacer, pues es el desafío que afronta la Iglesia y no puede obviarse. En efecto, en gran medida por este motivo, la popularidad y la aceptación de la Iglesia en Chile ha caído a la mitad respecto de la que tenía durante el viaje de Juan Pablo II hace 30 años. 

El porcentaje de ateos y agnósticos se ha disparado, a la escasez de vocaciones se han unido multitud de deserciones. No está ahora la Iglesia para discursos triunfalistas o de ocasión.

“¿Cómo es la Iglesia que tú amas?” pregunta Francisco a los consagrados de Chile, y en ellos podemos incluirnos todos aquellos que la amamos, seamos o no consagrados. “¿Amas a esta Iglesia herida que encuentra vida en las llagas de Jesús?” 

La Iglesia real, la que se encarna en nosotros, con nuestras miserias. El Papa ama  a la Iglesia real, con rostro. No ama las abstracciones, las ideas, los ideales, el “deber ser”. 

Y ahora la Iglesia está herida, por la llaga más dura, la del pecado de sus hijos. No podemos tampoco erigirnos en verdugos de los criminales pederastas porque también nosotros somos pecadores.

Ahora bien, en la meditación de Francisco, esta realidad es una oportunidad. “Los invito a que pidamos a Dios nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar”. 

No necesitamos eufemismos, no queremos mirar, nerviosos, a otra parte. Por el contrario, debemos hacernos cargo de la realidad y, si es dura, saber que precisamente por eso tenemos la compañía del Señor, para ser capaces de afrontarla y remediarla, para aprovechar la crisis creciendo y madurando, para depurar lo superfluo y deponer nuestro orgullo y suficiencia, para preguntarnos una y otra vez, ¿qué quiere decirnos Jesús con esto?

La crisis nos ubica en nuestro lugar. Se lo dice a sacerdotes y religiosos, pero puede aplicarse a la Iglesia en su totalidad: “No estamos aquí porque seamos mejores que otros.

No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los «mortales». Más bien somos enviados con la conciencia de ser hombres y mujeres perdonados. Y esa es la fuente de nuestra alegría”. 

Afrontar la realidad no está peleado con la paz, la alegría y la esperanza precisamente porque nos sabemos perdonados.

Todo ello rezuma un misterioso sentido, que nos ayuda a entendernos y a colocarnos en nuestro sitio, sabiendo que no somos el centro; el centro es Jesús. 

La experiencia de tener miserias y haber sido perdonados, el sabernos amados incondicionalmente nos ayuda a proyectar una luz de esperanza en quienes aún no lo han descubierto.

 “Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo”. 

El Papa sabe que estamos en un mundo herido, y entiende que una Iglesia herida puede comprender y compadecer mejor a ese mundo, pues en definitiva ambos necesitamos al mismo Salvador, mostrándonos la Iglesia el camino para encontrarlo.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

¿EN QUÉ CONSISTE EL OCTAVARIO POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS?

Tradicionalmente, la semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. En ella, de forma solemne y conjunta, nos reunimos en el nombre de Jesucristo para pedir que las divisiones sean superadas y la unidad se convierta en una realidad plena y visible. Es decir, durante esta semana, los cristianos católicos, ortodoxos y protestantes de todas las denominaciones están invitados a rezar juntos por su unidad.



Son unos días de súplica a la Santísima Trinidad pidiendo el pleno cumplimiento de las palabras del Señor en la Última Cena: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11). La oración de Cristo alcanza también a quienes nunca se han contado entre sus seguidores. Dice Jesús: Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño con un solo pastor (Juan 10, 16).

El texto bíblico que se sugiere meditar en 2018 es el de Éxodo 15, 1-21, que es el canto de alabanza al Señor por el paso del pueblo de Israel a través del mar Rojo o mar de las Cañas.

En un largo escrito Benedicto XVI concluye que la unidad es obra del Espíritu Santo.

¿Con qué Papa se inició el Octavario? La práctica de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos fue introducida en 1908 por el padre Paul Wattson, fundador de una comunidad religiosa anglicana que luego entró en la Iglesia católica. La iniciativa recibió la bendición del papa san Pío X y fue luego promovida por el papa Benedicto XV. Este Papa dijo: “La Iglesia no es latina, ni griega, ni eslava, sino católica: no hay diferencia entre sus hijos”.

Benedicto XVI ha pedido a cada cristiano que se responsabilice por la unidad de los cristianos. Esa unidad empieza por la unidad en mi casa y con mis hermanos. Por nosotros mismos no somos capaces sino de sembrar la discordia y la desunión. Dios nos sostiene para que sepamos ser instrumentos de unidad, personas que saben disculpar y reaccionar sobrenaturalmente.

Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad –pero también sobre la fidelidad- de unos hombres, los Apóstoles, a los que promete la asistencia constante del Espíritu Santo.

En 2008 el Papa Benedicto XVI dijo que la misión de la Iglesia en estos momentos pasa por el avance en el camino ecuménico. El pontífice exhortó: «¡No tenemos que cansarnos nunca de rezar por la unidad de los cristianos!»... «Cuando Jesús, durante la Última Cena, rezó para que todos "sean uno", tenía un fin preciso: "para que el mundo crea"», explicó recordando el pasaje evangélico de Juan 17, 21.

«La misión evangelizadora de la Iglesia pasa por tanto por el camino ecuménico, el camino de la unidad de fe, del testimonio evangélico y de la auténtica fraternidad», aseguró el obispo de Roma».

Benedicto XVI, en la audiencia del 18 de enero de 2012 dijo: El mismo Señor Jesús oró durante la Última Cena, antes de su pasión: “Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros, de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado”. En otro momento Benedicto XVI dijo que la unión de los cristianos era obra del Espíritu del Santo, y no se sabe cuándo nos dará ese don.

En el Octavario por la Unión de los Cristianos pedimos por nuestros hermanos separados; hemos de buscar lo que nos une, pero no podemos ceder en cuestiones de fe y moral. Junto a la unidad inquebrantable en lo esencial, la Iglesia promueve la legítima variedad en todo lo que Dios ha dejado a la libre iniciativa de los hombres. Por eso, fomentar la unidad supone al mismo tiempo respetar la multiplicidad, que es también demostración de la riqueza de la Iglesia.

En estos días pedimos al Señor que acelere los tiempos de la ansiada unión de todos los cristianos. ¿La unión de los cristianos?, se preguntaba San Josemaría Escrivá. Y respondía: sí. Más aún: la unión de todos los que creen en Dios. Pero sólo existe una Iglesia verdadera. No hay que reconstruirla con trozos dispersos por todo el mundo (Homilía, Lealtad a la Iglesia).

Desde hace siglos la Iglesia está extendida por los cinco continentes; pero la catolicidad de la Iglesia no depende de la extensión geográfica, aunque esto sea un signo visible. La Iglesia era Católica ya en Pentecostés; nace Católica del Corazón llagado de Jesús. Ahora, como entonces, extender la Iglesia a nuevos ambientes y a nuevas personas requiere fidelidad a la fe, y obediencia rendida al Magisterio de la Iglesia.

El Octavario concluye conmemorando la conversión de San Pablo. El martirio de San Esteban, dice San Agustín, fue la semilla que logró la conversión del Apóstol. Dice textualmente: “Si Esteban no hubiera orado a Dios la Iglesia no tendría a Pablo” (cfr. S. Agustín, Serm, 315,7).

Para uno de los días del Octavario se nos recomienda esta Oración: Dios, que proteges a la viuda, al huérfano y al extranjero en un mundo donde muchos conocen la desesperación, tú has resucitado a tu Hijo Jesús para llevar esperanza a la humanidad y renovación a tierra. Sigue consolidando y unificando tu Iglesia en sus luchas contra las fuerzas de la muerte en un mundo donde la violencia hacia la creación y hacia la humanidad obscurecen la esperanza en la nueva vida que tú ofreces. Te lo pedimos en nombre de Cristo resucitado, en la fuerza de su Espíritu. Amén.

Dra. Rebeca Reynaud,
estudiosmujer01@hotmail.com

EN EL HOGAR, ¡LOS HIJOS SON LO MÁS IMPORTANTE!

Hace más de cuatro años fui a cuidar a mi madre que tenía 94 años. Una doctora muy linda me dijo: “Pero tú no sabes cuidar enfermos”. Yo le dije: “Mi mamá no necesita que la cuiden, necesita compañía”. Yo llegaba de trabajar y mi madre me decía: “¿Cómo te fue?” o “te cociné este platillo o este detalle que te gusta”, o ella me contaba lo que había leído o algo que tenía en mente. Había calor de familia porque lo creaba ella porque se interesa por las cosas de los otros, y ayudaba a sanos y enfermos. Y eso se transmite y se agradece.




Hay quien no lo puede apreciar suficientemente por egoísmo o por motivos desconocidos, pero en general, todos quieren una familia porque allí se les acepta incondicionalmente. Se les ama, se comparten penas y alegrías, se les orienta, se les escucha, etc. Duele que haya chicos que tienen una crisis o una preocupación y no la cuenten a su padre o madre porque no están cerca, como aquella que estaba embarazada y durante unos días vivió su crisis aislada.

En Europa, algunos hijos no se han preocupado por sus padres porque antes los padres no se preocuparon por ellos. Cuando se ama, sale espontáneo cuidar de los padres o de los abuelitos, porque mucho se ha recibido de ellos. La pobreza más dura en Suecia es la que experimentan los ancianos solos. Muchos no tienen quien los cuide ni con quien conversar.

Cuando todos se interesan por hacer hogar, todos ponen algo de su parte. Por ejemplo: La que pone la mesa se esmera en doblar las servilletas de tela de modo diferente al menos cada mes, para dar un toque nuevo, cosa que no cuesta nada. Hasta en internet lo enseñan.

La familia es un proyecto divino. Y para que esta colaboración en la transmisión de la vida no quedara al vaivén de posibles caprichos, el Señor quiso protegerla mediante la institución natural del matrimonio, elevado luego a sacramento. 

Pero hoy día. la familia es agredida. Para hacer familia hay que estar en la casa, hay que estar presentes, y acoger a la gente. Si no convivimos con la gente de la casa, nos pasarán desapercibidos algunos detalles que pueden ser significativos para ayudar a la persona, y esto dará lugar al desorden y al desconcierto.

Para que un matrimonio funcione –dice Tomás Melendo-, ha de cultivarse día tras día, como el jardinero cultiva su jardín; el que se casa debe cuidar su amor, que es una realidad viva. Lo propio de lo vivo es que puede permanecer o morir. Si un matrimonio no se quiere más cada día, está en peligro. No se puede “conservar” el amor, ha de crecer. 

El enemigo más insidioso del matrimonio es la rutina; es perder el deseo de la creatividad original. No hay que perder nunca el deseo de dar algo nuevo o de sorprender al ser amado, en el sentido más positivo.

La orientación de Juan Pablo II es diáfana: «El hombre, por encima de toda actividad intelectual o social por alta que sea, encuentra su desarrollo pleno, su realización integral, su riqueza insustituible en la familia. 

Aquí, realmente, más que en cualquier otro campo de su vida, se juega el destino del hombre».

Los padres pueden fácilmente caer en la cuenta de que equivocan el rumbo cuando —aun con la mejor de las voluntades— descuidan la atención directa e inmediata a los demás miembros de su familia, para dedicarse a otros menesteres, profesionales o sociales. 

Los padres deben ver con claridad que la familia resulta imprescindible para el íntegro desarrollo de sus hijos, porque en primer término lo es también para él o ella como cónyuge y como padre o madre.

Hoy día hay muchas tentaciones, muchas solicitudes del maligno. No podemos afrontarlas con nuestras solas fuerzas ¿ por qué? Porque no las tenemos. 

Allí se requiere fe y oración para salvaguardar la integridad moral. Santo Tomás de Aquino decía: “Señor, dame un corazón jamás seducido, jamás esclavizado de lo que no sea tu amor”.

Benedicto XVI dice: La fe (…) hace bondadosa a la gente. Hemos de constatar que la sociedad, con la evaporación de la fe, se ha vuelto más dura, más violenta, más mordaz. El ambiente se ha tornado más irritable y maligno (Cfr. Dios y el mundo, p. 47). Hemos de lograr un nivel de caridad cristiana. Hemos de trabajar mucho en las bienaventuranzas, vertiente de la misericordia.

El Cardenal Ratzinger narra que Martin Buber describió un atributo del amor divino: el sacar. Dios nos saca de confusiones, de la apatía, de la soledad, del aislamiento. Dios llama a Abraham, lo saca de su tierra y de su familia. Toda persona tiene que hacer su éxodo. Todos tenemos que lograr la independencia; no podemos ser sobreprotectores.

Debemos ser independientes, con una independencia sana, y, al mismo tiempo, tener capacidad de relacionarnos. No cumplo mi misión de amor hasta que no hago lo que debo hacer, hasta que doy todo lo que puedo dar. Todos somos parte de la Gran Familia de Dios. 

¿Cómo lograr este enriquecimiento en la vida en familia?
Aprendiendo a hablar y a escuchar. Es necesario que los padres encuentren tiempo para estar con sus hijos y hablar con ellos. Los hijos son lo más importante. 

Hay que encontrar tiempo para escucharles y establecer una relación amigable con ellos. Para que exista comunicación hay que saber escuchar, es la primera condición y tal vez la más difícil porque estamos muy llenos de nosotros mismos.

Dra. Rebeca Reynaud,
estudiosmujer01@hotmail.com

EL LENGUAJE DEL AMOR EN LA FAMILIA

1) Para saber

Hace pocos días, como es tradición el día de la fiesta litúrgica del Bautismo del Señor, el Papa bautizó a varios bebés. En concreto, fueron en esta ocasión 34 recién nacidos.



En su homilía el Papa Francisco se dirigió a los papás de los niños: “vosotros traéis a vuestros niños al Bautismo, es elprimer paso del deber que tenéis, el deber de la transmisión de la fe”.

Pero es preciso dar los siguientes pasos. Para ello les hizo una observación: “Quisiera deciros solo una cosa, la transmisión de la fe solo se puede hacer “en dialecto”, en el dialecto de la familia, en el dialecto del papá y de la mamá, del abuelo y de la abuela… después los catequistas explicarán la fe, pero no os olvidéis: se hace “en dialecto”, y si en casa no se habla este lenguaje del amor entre los padres, la transmisión no es fácil, no podrá hacerse. Vuestro deber es transmitir la fe pero hacerlo por el dialecto del amor en vuestro hogar”.

2) Para pensar

El P. Patricio Hileman es encargado de formar capillas de Adoración Perpetua en Latinoamérica y compartió el conmovedor testimonio de Diego, un niño mexicano de 8 años cuya fe en Jesús Sacramentado transformó la realidad de su familia marcada por problemas de maltrato, alcoholismo y pobreza.

La historia ocurrió en Mérida, México, donde el niño Diego escuchó “que si se apuntan en la madrugada, Jesús los va a bendecir cien veces más”. Entonces el niño decidió apuntarse a las 3:00 a.m. y le dijo a su madre, que lo haría porque “quiero que papá deje de tomar, deje de pegarte y dejemos de ser pobres”.

Durante la primera semana la mamá lo acompañó, y en la segunda invitó a su papá. “Al mes de ir, el papá dejó de tomar, dejó de pelearse con la mamá y dejaron de ser pobres. Por la fe de un pequeñito de 8 años toda la familia se sanó”, afirmó el p. Patricio.

Recordó también que “San Juan Pablo II hacía 6 horas de adoración por día, sus documentos los escribía con el Santísimo expuesto y una vez por semana pasaba toda la noche en adoración. Ese es el secreto de los santos, ese es el secreto de la Iglesia: estar centrados y unidos a Cristo”.

3) Para vivir

Ese “dialecto” familiar del que habla el Papa es importante, porque para transmitir la fe, no bastan las palabras, las ideas, sino se precisa que vayan acompañadas de la misma fe. Si una persona habla de Dios con fe, lo hará también con amor. Así como hay gran diferencia entre hablar de un personaje de la historia, o hablar del propio padre o madre. Además, ese “dialecto” a veces no será con palabras, sino con el ejemplo, al ver cómo viven su fe.

Decía el Papa que los niños también tienen su “dialecto”: “¡Ahora están todos en silencio, pero es suficiente que uno de ellos dé tono y toda la orquesta seguirá! ¡El dialecto de los niños! Y Jesús nos aconseja que seamos como ellos, que hablemos como ellos… Y en vuestras oraciones, sed sencillos como ellos, decid a Jesús lo que os viene al corazón como lo hacen ellos”. Podemos proponernos en nuestro trato con el Señor ser más sencillos y sinceros.

Pbro. Dr. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

jueves, 18 de enero de 2018

LA “CUESTA DE ENERO” Y LA FORTALEZA

Comienza la llamada “Cuesta de Enero” y no faltan personas que se quejan que les resulta difícil y costoso recomenzar las labores cotidianas después de unas vacaciones con tantas fiestas, viajes y festejos.




Pero el quehacer humano es lo habitual, lo ordinario. Es el trabajo fecundo y creador fuente de sustento de la propia familia y de la ilusión profesional. 

El entusiasmo por realizar las actividades diarias comienza por ser como una poderosa fuerza motivadora y termina convirtiéndose en ese dinamismo operativo avasallador, caracterizado por una firme determinación de acometer las metas fijadas para el nuevo año que comienza.

Pero para ello se requiere ejercitar la fuerza de voluntad. Determinarse es querer con hechos y de verdad. 

La persona debe vencer la pereza, la desgana, la dispersión, las inclemencias del tiempo, las enfermedades, los achaques y todos los obstáculos que se puedan presentar en el devenir de la existencia humana.

La firme voluntad, entonces, es el centro de la personalidad. “Un hombre que quiera tener una cabeza de hielo y los brazos de hierro –escribe Rafael Llano Cifuentes- debe primeramente tener una voluntad de acero”.

Y es que la forja de la personalidad gira en torno a la fortaleza que ayuda eficazmente a crecer en virtudes y vencer los propios fallos o defectos. No caben las actitudes inseguras, tímidas o susceptibles.

Quien no tiene cimientos firmes cae en lo que se denomina la conducta “camaleónica”. Es decir, ese tipo de personas fácilmente vulnerables, que se rinden a la primera adversidad y que se acomodan a la situación del ambiente laboral o social. 

Con esta actitud, justifican su falta de resultados o su apatía en el trabajo con la cómoda excusa de que “todo el mundo hace lo mismo”. El mimetismo es el arma que los protege de su fragilidad.

¿Cuál es el motor que mueve los grandes ideales de la existencia humana? El amor. Es preciso levantar el corazón, elevándolo por encima de ese mundo puramente emocional. 

Es necesario dar al corazón un amor grande, que supere los egoísmos, hasta llegar a ese amor que se resume en realizar las cosas por amor a Dios, a la familia, a los demás, a la institución o empresa en que se labora, a la comunidad en que se vive, a la Patria…

Fortaleza, constancia, determinación, paciencia para superar las dificultades y coraje para vencer las adversidades son conceptos inseparables para enreciar el carácter y tener una personalidad firme, congruente y definida. Sólo así se consiguen los nobles ideales de la vida.

Raúl Espinoza Aguilera,
raul.espinozaaguilera@yahoo.com

lunes, 15 de enero de 2018

¿CUÁLES SON LOS CAMINOS CONSEGUIR LA PAZ INTERNACIONAL?

La Declaración Universal de los Derechos del Hombre cumplirá 70 años, pero sus aspiraciones a favor de la dignidad humana y de la paz internacional aún no se han cumplido.

¿Cuáles son los obstáculos actuales para conseguir esas grandes metas? 



1. El papel de la Santa Sede en la política internacional. Como cada mes de enero, el Obispo de Roma se reunió con el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano para dar el esperado discurso de Año nuevo, que es una especie de mensaje sobre la “situación del mundo”.

El Papa sabe que él no es el gobernante de las naciones y que no le corresponde interferir en las decisiones de los Estados, pero sí es consciente de que su papel consiste en recordarles el llamado “principio de humanidad y de fraternidad”, que son “fundamento de toda sociedad cohesionada y armónica” (Discurso, 8 ene. 2018).

2. Hitos en la historia de los Derechos humanos. En este 2018 se cumplen 100 años de la terminación de la Primera Guerra Mundial, cuyo pacto final no pudo garantizar la paz, pues tan sólo 21 años después se inició otra conflagración bélica más destructiva aún.

Para evitar otra gran guerra, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal del Hombre, que propone el respeto a la dignidad de la persona como fundamento de la libertad, la justicia y la paz (cfr. Preámbulo).

Sin embargo, estos derechos, que facilitan el desarrollo integral de todos los seres humanos por igual, sufrieron un cambio de interpretación a raíz de las agitaciones sociales del “sesenta y ocho”, según la visión del Papa Francisco.

De manera, que los derechos humanos se han ido interpretando hasta la contraposición entre ellos y con la cultura de muchos países. 

En consecuencia, “en nombre de los mismos derechos humanos”, advino el riesgo de instaurar “formas modernas de colonización ideológica” de los más fuertes y los más ricos en detrimento de los más pobres y los más débiles, afirmó el Pontífice.

3. Volver al fundamento de los Derechos Humanos. En los últimos años, los Derechos Humanos se han vaciado de contenido objetivo, porque se ha abandonado la argumentación basada en la dignidad de la persona, y ha sido sustituida en parte por intereses económicos o de poder.

Por eso, Francisco recordó en su discurso que hablar de derechos humanos quiere decir proponer “la centralidad de la dignidad de la persona”, y explicó que hay una “significativa relación” entre el mensaje evangélico sobre la persona y los derechos humanos según el “espíritu de los redactores” de la Declaración de 1948.

4. Los derechos humanos, aún son poco respetados. Con la valentía que le caracteriza para denunciar los grandes problemas de la humanidad, el Pontífice declaró también que, después de setenta años de la Declaración Universal, “duele constatar cómo muchos derechos fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados”.

Francisco constató que hoy los derechos importantes son los más violados, como el derecho a la vida, junto con los derechos a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona. Y esto se debe, no sólo a la guerra o la violencia, sino también a “formas más sutiles”, como sucede en el caso de “los niños inocentes, descartados antes de nacer; no deseados, a veces sólo porque están enfermos o con malformaciones o por el egoísmo de los adultos”.

Epílogo. El desconocimiento y menosprecio de los derechos de las personas son la causa de las barbaries contra la humanidad, según la Declaración de los Derechos del Hombre, la cual propone como solución el respeto de los derechos humanos. 

Para conseguir esta gran meta, se requiere tanto de medidas civiles como de la formación de la conciencia de cada individuo. 

Por eso, las religiones que proponen a sus fieles una visión de respeto por el hombre juegan un papel fundamental para lograr la paz.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

miércoles, 10 de enero de 2018

¿QUÉ TANTO ME CONOZCO A MÍ MISMO?

1) Para saber

Al comenzar este nuevo año, el Papa Francisco quiso referirse al acto penitencial que se hace en los comienzos de la Santa Misa. Este rito viene después del saludo inicial. Parece lógico que sea al inicio, si consideramos que nos prepara para estar en mejor condición ante los sucesos tan sagrados que vienen a continuación.
Pero para ser perdonado, dice el Papa, uno tiene que humillarse y reconocer verdaderamente sus errores. Es un paso difícil pero necesario. Pues el que es “presuntuoso” es incapaz de recibir perdón. En cambio, quien es consciente de las propias miserias y abaja los ojos con humildad, el Señor posará sobre él su mirada misericordiosa.

2) Para pensar


El escritor y periodista francés del siglo XX Raoul Follereau fundó una asociación contra la lepra y la pobreza. Cuenta que una noche tuvo un sueño que nunca pudo olvidar. Sucedía que un hombre se presentaba ante Dios para ser juzgado y le decía: “Señor, he cumplido siempre tu ley. Nunca he cometido un pecado. Mira, Señor, mis manos: las tengo perfectamente limpias”.

El Señor le respondió: “Es cierto, las tienes muy limpias… pero totalmente vacías…”

El Papa Francisco dijo que a veces nos sentimos buenos porque no hemos hecho mal a ninguno… no robo, no mato… pero en realidad, no basta con no hacer mal al prójimo, sino hay que elegir hacer el bien aprovechando las oportunidades para dar buen testimonio de que somos discípulos de Jesús.

Limitarse a no hacer daño, resulta paralizante. Y es una pobre y raquítica aspiración. En cambio, el afán de hacer el bien estimula. De Jesús se escribe en la Biblia que “pasó haciendo el bien” (Hechos 10, 38). Pensemos que se podría decir de nosotros.

3) Para vivir

“Sabemos por experiencia que solo quien sabe reconocer los errores y pedir excusa recibe la comprensión y el perdón de los otros”, señala el Papa. Por eso, es bueno escuchar en silencio la voz de la conciencia, pues permite reconocer que muchas veces nuestros pensamientos no son según los pensamientos divinos, que nuestras palabras y nuestras acciones son a menudo mundanas y están guiadas por decisiones contrarias al Evangelio.

Por eso, al inicio de la Misa, hacemos de forma comunitaria el acto penitencial mediante una fórmula de confesión general, pronunciada en la primera persona del singular. Cada uno confiesa a Dios y a los hermanos: 'he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión'. Palabras que son acompañadas del gesto de dar unos golpes en el pecho, reconociendo que he pecado por mi culpa, y no por la de los otros.

Precisó el Papa que ese acto penitencial no tiene el mismo valor que la del sacramento de la penitencia, pues hay pecados graves, que llamamos mortales, que sólo pueden ser perdonados con la confesión sacramental.

El Santo Padre concluyó explicando que después de esta confesión, suplicamos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos que intercedan ante el Señor por nosotros. Acudamos a su intercesión para que nos ayuden a ser humildes y reconociendo nuestros pecados recibamos el perdón que Dios siempre está dispuesto a conceder.

Pbro. Dr. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

domingo, 7 de enero de 2018

LOS REYES MAGOS Y LA ESTRELLA DE BELÉN

¿Qué sabemos acerca de los Reyes Magos y de la estrella de Belén? Pueden dividirse en dos nuestros conocimientos sobre ambas realidades. En un primer lugar, el significado de fe que tienen estos eventos en la historia de la salvación, celebrados en la fiesta litúrgica de la “Epifanía” o manifestación del Señor. 




Desde la antigüedad se relaciona dicha fiesta con otros dos hitos de la vida de Jesucristo: el Bautismo de Jesús y las Bodas de Caná, momentos en los cuales Jesús se manifestó públicamente como Cristo, es decir, como el Mesías esperado de Israel, como el Redentor del mundo.

En segundo lugar, podemos buscar las trazas históricas que están en la base de estos hechos, los cuales interpretamos desde la óptica de la fe. De los Reyes Magos existe una rica tradición que ha ido enriqueciéndose y perfilándose a lo largo de la historia. En la Biblia no se menciona que fueran reyes sino magos. Es Tertuliano, en torno al año 200 d. C., quien comenta “que eran considerados como reyes”. Estos datos concuerdan con lo que nos transmite Herodoto
(s. V. a.C.): los magos eran estudiosos de los libros sagrados dedicados a la observación de los cielos que vivían en Media, la investigación más reciente los coloca en Babilonia o Persia.

Muy probablemente practicarían el zoroastrismo (la religión común en la tierra de donde se supone venían). La Biblia no nos ofrece el número exacto. En las representaciones de las catacumbas romanas aparecen de dos a catorce magos. Es a partir de San Beda el Venerable (s. VII-VIII) que se numeran tres con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, explicando además que el último era negro. 

La tradición sobre sus restos también es interesante. Se encontraron en Persia, fueron llevados a Constantinopla por la emperatriz santa Elena según algunos, por el emperador Zenón según otros. De ahí a Milán en el siglo V y en el siglo XII finalmente a Colonia, Alemania, donde actualmente reposan en una de las más maravillosas catedrales del mundo.

Respecto a la estrella, Orígenes en el siglo III sugiere que se trata del nacimiento de una nueva estrella. Otros, como san Juan Crisóstomo, prefieren no buscar un fenómeno físico como base de la estrella sino un auténtico y particular milagro.

Posibles fenómenos de naturaleza astronómica que expliquen la estrella de Belén son los siguientes: nova, súper nova, cometa, estrella variable y conjunción de planetas. Gracias a los anales chinos se tienen noticias de súper novas entorno a los años 4 y 5 a. C., que podrían ser buenas candidatas a la estrella de Belén. El cometa Halley pasó muy pronto, alrededor del 12 a. C., por lo que debe ser descartado. Una estrella de luminosidad variable podría ser Mira de la constelación de la Ballena. La hipótesis más sólida parece ser la conjunción planetaria. Kepler calculó, y sus cálculos coinciden con los calendarios astronómicos babilonios, que alrededor del año 7 a.C. (fecha más probable del nacimiento de Jesús), hubo una conjunción en la constelación de Piscis entre Júpiter, Saturno y Marte, en la que además los planetas se acercaron y alejaron recíprocamente en tres ocasiones: la primera en mayo, la segunda en septiembre y la tercera hacia el horizonte, en diciembre.

Explicando así los tres momentos de la historia de los Magos: puesta en marcha, ocultamiento y pregunta a Herodes, encuentro de Jesús en Belén.

Independientemente del hecho fáctico que esté en el origen de la tradición y del modo en el cual la Providencia haya dispuesto los fenómenos naturales, lo decisivo es el mensaje teológico de los mismos. 

En los magos, sabios de oriente, vemos cómo la sabiduría humana dirige hacia Jesús, y cómo en Jesús se cumplen las promesas de salvación hechas a Israel, pero de carácter universal. 

Muy pronto se empezó a considerar que cada uno de ellos venía de un continente diverso: África, Asia y Europa, que eran los conocidos en aquel momento, mostrándose así la universalidad de la salvación. 

Dirá Benedicto XVI “a través del lenguaje de la creación encontraron al Dios de la historia”. “Creación y Escritura, razón y fe han de ir juntas para conducirnos al Dios vivo”. Cristo es la verdadera estrella, la luz que ilumina a todo hombre y lo conduce a su plenitud, el camino que lleva a la fraternidad entre los hombres, a la paz profunda, la Verdad Encarnada que sólo los auténticamente sabios, es decir los humildes, son capaces de aceptar.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

2018, AÑO CRUCIAL PARA LOS MIGRANTES

En este nuevo año, los países miembros de la ONU firmarán un Pacto Mundial para buscar una migración segura, ordenada y regular. Pero, ¿bastará ese acuerdo para que surja una visión positiva hacia los migrantes por parte de las personas y los gobiernos?



1. Antecedentes. En la Cumbre de la Naciones Unidas celebrada el 19 de septiembre de 2016, los estados miembros acogieron la Declaración de Nueva York (13 sept. 2016), que expresa el deseo tanto de “salvar vidas y proteger derechos” de los migrantes, como de “compartir la responsabilidad a escala mundial”.

Después, el 4 de diciembre de 2017, se celebró en Puerto Vallarta (México) la reunión preparatoria de la Conferencia Intergubernamental, para preparar el documento definitivo que se 
firmará a finales de este 2018.

2. Necesidad de un pacto mundial. En Puerto Vallarta, la Representante del Secretariado para la Migración Internacional, Louise Arbour, afirmó que ningún país puede enfrentar el fenómeno migratorio por sí mismo.

Arbour explicó que la única manera de abordar el reto del siglo XXI sobre la migración masiva es mediante una respuesta coherente por la comunidad internacional, porque “el movimiento de las personas a través de fronteras es, por definición, una realidad internacional”. 

3. Hacia una nueva visión sobre los migrantes. La Representante destacó que el Pacto Mundial para la Migración es una oportunidad para “reorientar la narrativa – a menudo tóxica- contra las personas migrantes” hacia una “narrativa más precisa” que reconozca el apoyo que representan las personas que llegan a otros países.

De modo convergente, el Papa Francisco, en su mensaje para la 51ª Jornada Mundial de la Paz 2018, también pidió una nueva manera de considerar a las migraciones globales, para que ya no se consideren como una amenaza, sino que sean contempladas “con una mirada llena de confianza, como una oportunidad para construir un futuro de paz”. 

4. Descubrir la grandeza de los migrantes. Esta nueva mirada hacia los migrantes y refugiados, según el Pontífice, “sabe descubrir que no llegan con las manos vacías” porque ellos traen consigo “la riqueza de su valentía, su capacidad, sus energías y sus aspiraciones, y por supuesto los tesoros de su propia cultura, enriqueciendo así la vida de las naciones que los acogen”.

Ese nuevo paradigma hacia los migrantes sabe también descubrir “la creatividad, la tenacidad y el espíritu de sacrificio” de incontables personas, familias y comunidades que reciben a los migrantes y refugiados, “incluso cuando los recursos no son abundantes”, añadió el Papa.

Epílogo. Los fenómenos migratorios están muy lejos de detenerse, porque las diferencias económicas y la falta de paz que los producen seguirán presentes. Para resolver con eficacia los problemas que conlleva la migración, hace falta tanto la acción internacional como la ayuda de los particulares; pero ante todo lo primero es que cambiemos nuestra propia percepción sobre los migrantes y refugiados.

El presupuesto para que el Pacto Mundial sobre Migración pueda dar resultado es que encuentre apoyo en los ciudadanos, que –con una nueva mirada– aceptemos la llegada de los migrantes y los acojamos como una riqueza humana y cultural, sin reducirlos a la imagen de mera mano de obra.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

martes, 2 de enero de 2018

¿POR QUÉ MIGUEL ÁNGEL FUE EL ARTISTA DE LA PERFECCIÓN?

Miguel Ángel Buonarroti es ejemplo de trabajo bien hecho: su pintura –la Capilla Sixtina, entre otras-, su escultura –la Piedad, el Moisés y el David, entre otras-, su arquitectura –la cúpula de San Pedro, que no la dejó terminada, pero dejó indicaciones detallando hasta el último pormenor- y su poesía. 



No le gustaba que vieran los progresos de sus obras, y estableció como quintaesencia de su manera de trabajar: “Lo que se crea con las más grandes fatigas, ha de aparentar haber sido hecho rápidamente, casi sin trabajo, a pesar de no ser así… 

Su gran regla era emplear todas las fueras y hacer cosas que parezcan hechas sin esfuerzo alguno” (Emil Ludwig, Miguel Ángel, p. 131). Su arte llega a ser único. 

El mismo Miguel Ángel enseña que nuestra vida puede ser una obra de arte: “Si apreciamos cabalmente lo que hacemos en esta vida, vemos que cada uno, sin saberlo, pinta el mundo creando nuevas formas, por su manera de vestirse, por medio de edificios y casas, labrando los campos y prados en líneas y figuras, navegando con auxilio de las velas, instruyendo ejércitos, hasta muriendo y siendo enterrados…, en suma, mediante cada una de nuestras acciones”.

Boris Pasternak escribía: “El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro”.

Sobre este punto, es interesante considerar lo siguiente: Jesús pasó la mayor parte de su vida terrena en la oscuridad de un pueblo, Nazaret, apenas conocido dentro de su misma patria. Esos años están llenos de luz y de lecciones para nosotros; el valor de sus obras fue siempre infinito, y llevaba a cabo la Redención cuando pulía la madera, como cuando ayudaba a su madre en casa o cuando en su vida pública le seguían las multitudes. Dice el Evangelio que “todo lo hizo bien”. Además, en su predicación se nota que conoce bien el mundo del trabajo; habla de pastores y pescadores, de sembradores, panaderas y artesanos, de constructores y viñadores.

En su ensayo “La obra bien hecha y las buenas obras”, C.S. Lewis explica que, buenas obras son, por ejemplo, dar limosna o ayudar a alguien. Todas ellas se distinguen claramente del propio “trabajo”. Las buenas obras no tienen por qué ser obras bien hechas. Desentenderse del propio trabajo o quehacer no es ejemplar. 

Y continúa Lewis: “Cuando nuestro Señor suministró un vaso extra de buen vino en la fiesta de una boda pobre, estaba haciendo buenas obras, pero también una obra bien hecha, pues se trataba de un vino realmente exquisito”.

Consecuentemente, hay que tener una buena preparación profesional, ya que hemos de hacer bien el trabajo para ofrecerlo a Dios. Joan Maragall dice estas palabras: "Esfuérzate en tu quehacer como si de cada detalle que pienses, de cada palabra que dices, de cada golpe de martillo que des... dependiera la salvación de la humanidad, porque depende. Créetelo".

Hay personas que se aburren porque encuentran monótono su trabajo, ni siquiera saben por qué trabajan, quizás su único fin sea la obtención de medios económicos. En otras ocasiones, algunos se entregan al trabajo como a una droga, y descuidan sus obligaciones familiares u otros compromisos. Acaban convirtiendo en fin lo que era un medio. 

Escribe San Josemaría: “El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y transitorio (…). Por eso el hombre no debe limitarse a hacer cosas” (Es Cristo que pasa, n. 48). 

El móvil de nuestro trabajo ha de ser la gloria de Dios. Miramos el trabajo de Jesús y le decimos: "Señor, ábrenos la puerta del taller de Nazaret, con el fin de que aprendamos a contemplarte” (Amigos de Dios, n. 72).

La condición necesaria para santificarnos a través del trabajo requiere una premisa: No se puede santificar lo que no se ama, lo que no se acepta, lo que se rechaza con queja y de mal humor. 

Un criterio inefable para discernir cuanto se ama o no la realidad que nos rodea, nos lo proporciona la alegría. La alegría ──dice un profesor chileno, Jorge Peña──, entraña una afirmación de lo creado, es consecuencia del amor y fruto de las virtudes (Cfr. Actas Centenario. Jorge Peña Vial, “Mística ojalatera y realismo en la santidad de la vida ordinaria”, Roma 2002).

Dra. Rebeca Reynaud,
estudiosmujer01@hotmail.com