viernes, 28 de febrero de 2020

CUARESMA, ¿POR QUÉ 40 DÍAS?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Comenzó la Cuaresma que, como su palabra indica, son cuarenta días de preparación para celebrar el misterio Pascual, la obra de salvación llevada por Jesucristo. Como suele suceder todos los años, el Papa Francisco escribió un mensaje para reflexionar estos días. En él nos recuerda que la Pascua de Jesús no es solo un acontecimiento del pasado, sino que siempre es actual, pues por el poder del Espíritu Santo nos podemos ver beneficiados hoy en día.


Por eso podemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón, y ser enriquecidos de sus frutos al experimentar la misericordia de Dios.

Pero, ¿cómo lograr experimentar la misericordia de Dios? El Papa Francisco responde diciendo que lo principal es ponernos en relación con Dios a través de un diálogo de corazón a corazón, con ese Dios que me amó y se entregó por mí. Gracias a la oración, el Señor llega a tocar la dureza de nuestro corazón para convertirlo cada vez más a Él.

2) Para pensar

Cabría preguntarse, ¿por qué la Cuaresma es precisamente de cuarenta días? Hay que remontarse al Antiguo Testamento, donde encontramos que el número cuarenta es simbólico y representa los periodos más destacados en que se vivieron experiencias de fe.

En la Sagrada Escritura encontramos, por ejemplo, que fueron cuarenta días y cuarenta noches el tiempo en que estuvo lloviendo en el Diluvio Universal. Noé espera cuarenta días, antes de llegar a tierra firme. También Moisés permanecerá en ayuno en el monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, para acoger la ley. 

Y al sacarlos de Egipto, son cuarenta los años del viaje del pueblo judío hasta instalarse en la Tierra Prometida, periodo en que experimentaron la fidelidad de Dios.

A su vez, el profeta Elías emplea cuarenta días para llegar al Horeb, para encontrarse con Dios. Durante cuarenta días los ciudadanos de Nínive hacen penitencia para obtener el perdón de Dios.

Jesús quiso también prepararse antes de comenzar su vida pública, y se retiró al desierto y ayunó durante cuarenta días (cf. Mt 4,2). Significa, pues, un tiempo de espera, de purificación, de vuelta al Señor, de conversión.

3) Para vivir

Aunque la muerte de Cristo es dolorosa, en su visión conjunta, donde se incluye su Resurrección, es causa de alegría, pues por Él fuimos salvados y reconciliados con Dios. Cristo, aunque murió, vive y reina por todos los siglos. La Iglesia no deja de anunciar esa Buena Noticia, que es el llamado “kerygma”. En él, dice el Papa Francisco, se resume el Misterio de un amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo».

El Papa Francisco nos invita a contemplar: «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez».

No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia y como nos dice San Pablo, y fue el lema de la carta del Papa: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5, 20).

miércoles, 26 de febrero de 2020

POLÍTICA CON ROSTRO HUMANO

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana,
rubeliz@up.edu.mx

Hay muchas maneras de hacer política pero en todas las formas debe generarse un clima de credibilidad y de confianza. Los partidos políticos han recibido una crítica muy severa en los últimos años precisamente por la carencia de esas dos condiciones de posibilidad.


Se han convertido en entornos rígidos y burocráticos que no toman en cuenta a la persona, y si la toman en cuenta no es precisamente por ser persona, sino por el beneficio económico que pueden lucrar.

Si se alcanzaran alianzas competitivas y cooperativas se podrían estrenar espacios para alcanzar la plenitud prudencial, característica principal de este quehacer humano y tapar la boca a los críticos mas feroces.

La cima de la política consiste en ayudar y ser ayudado, radica en velar por el bien de todos, por el bien común de los ciudadanos. Es una interacción de corte positivo porque se aprende del otro pero demanda que el otro pueda organizarse a sí mismo, confiar y trabajar uno con otro con base en valores morales compartidos.

La política con rostro humano necesita de sus similares para alcanzar el pleno desarrollo. No puede existir éste partido sin aquél. Coexiste con los demás, porque ese coexistir es su mismo existir ya que es actividad y empeño naturalmente social.

El trabajo político es una manifestación, en sus efectos, de la inteligencia práctica del hombre. Por eso es más arte que ciencia experimental. Sin embargo, supone el desarrollo y el ejercicio de la inteligencia especulativa humana la cual conoce los primeros principios de la realidad o puntos de apoyo que son necesarios para transformar la sociedad, pero no para falsearla. 

La cooperación y la competencia son ejemplos derivados de los principios necesarios que informan la actividad política.

La prudencia penetra intelectualmente en la naturaleza de las decisiones humanas y genera cierta ordenación efectiva de las leyes que se deben obedecer.

Las decisiones políticas ordenadas así repercuten en bien del partido y del ciudadano.

Me parece incuestionable que se necesita un marco de referencia para pensar detalladamente en las posibles consecuencias de los acuerdos y determinaciones de quien tiene a cargo el cuidado de la comunidad. 

El coraje, el arrojo y la audacia constituyen elementos inclusivos para lograr el rostro humano que tantos ciudadanos demandamos de las instancias y autoridades que dirigen el país.

O nos ayudamos todos o perecemos juntos. ¿Será tan difícil?

martes, 25 de febrero de 2020

LAS CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONALIDAD MADURA

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Detrás de muchas adicciones como el alcoholismo, la drogadicción, el consumismo compulsivo, los cambios bruscos de carácter, los estados de profunda tristeza, y bajo de esas aparentes máscaras, muchas veces nos revelan a personas que no están satisfechas consigo mismas. 


¿Por qué? Porque no suelen tener un proyecto definido de vida, les afectan demasiado sus pequeños fracasos, o bien, presentan una baja autoestima. 

El filósofo alemán, Romano Guardini, escribía que la madurez se manifestaba, en primer lugar, en aceptarse así mismo; aceptar a los demás con sus cualidades y defectos y, en tercer lugar, aceptar las circunstancias que nos rodean. 

El aceptarse a sí mismo conlleva el ser realistas, pero no pesimistas. El tener suficiente autoestima en las virtudes y valores que cada uno posee. 

Muchas veces observamos a personas que no se sabe bien qué pretenden hacer con sus vidas y van dando bandazos porque les falta definir sus ideales y elaborar un proyecto personal. 

Otras veces, esos ideales son poco asequibles o inalcanzables y pronto aparece la frustración. Como el que se propone, en pocos años, ser el Director General de un importante corporativo donde trabaja o acumular una considerable cantidad de dinero y bienes materiales. 

Para ello se requiere que las metas ambiciosas lleven muchos años de esfuerzo mantenido, con la colaboración de muchas otras personas, y partiendo del cuidado cotidiano de los detalles pequeños. 

Me vienen a la memoria dos aspectos edificantes del Presidente Norteamericano Franklin Delano Roosevelt (1882-1945). Desde joven se inició en la carrera política pero, en 1921, se vio interrumpida por su padecimiento de poliomelitis. Pienso que cualquier otro político se hubiera desanimado porque su futuro era permanecer en una silla de ruedas. 

Sin embargo, en 1928, una vez recuperado, pero sin poder caminar por su propio pie y gracias a su perseverancia en lograr sus objetivos, fue elegido gobernador de New York y, en 1932, llegó a ser Presidente reeligiéndose por cuatro períodos consecutivos. 

Por otra parte, en 1929, sobrevino la gran depresión económica, originada por la crisis de la bolsa que tuvo repercusión, no sólo en la Unión Americana, sino en todo el mundo. Fueron años de desempleo, de hambruna; en que muchos bancos y comercios se fueron a la quiebra. 

El Presidente Roosevelt mantuvo siempre la calma y transmitió serenidad y optimismo a los ciudadanos a través de sus discursos y frecuentes programas de radio. 

Aplicó un acertado programa político y económico conocido como “New Deal” (“Nuevo Acuerdo”) que sacó adelante al país y devolvió a esperanza y la ilusión de progresar. Parecía una meta imposible, pero con la cooperación de muchas personas, la economía se volvió a reactivar. 

Otro aspecto destacado constituye la reeducación de cada individuo para ir eliminando defectos y crecer en virtudes, valores y cualidades. No es tarea fácil y en la mayoría de los casos es tarea para toda la vida, pero a base de constancia y perseverancia se pueden lograr importantes mejorías. 

Recuerdo que la atleta polaca, Eva Swoboda hace años no figuraba demasiado en las carreras de 100, 200 y 60 metros planos en Europa. Una de las estrellas destacadas era la holandesa Dafne Schippers. Pero el afán de superación de la polaca Swoboda logró su anhelado sueño de ganar, el año pasado, los 60 metros en pista cubierta. Y es un hecho que observamos en muchos atletas que luchan por mejorar sus propios récords. 

Sorprende, a veces, encontrar con personas de más de 40 años que no acaban de “cortar con el cordón umbilical” con sus padres. Desde luego es un deber filiar el estar pendiente de los progenitores. Pero me refiero más bien a esas personas inseguras, que no saben tener una sana independencia. 

La paciencia, la seguridad y la autonomía son virtudes fundamentales en una personalidad bien centrada, porque ayudan a forjar el carácter y enfrentar sus propios retos y desafíos. 

Una persona madura tiene capacidad de servicio y de apertura hacia los demás; se sabe comunicar bien; es solidaria y posee un talante democrático. 

Son célebres los discursos de Winston Churchill, en forma particular durante la Segunda Guerra Mundial, porque los preparaba cuidadosamente y estaba convencido de que su misión era dirigir los destinos de la Gran Bretaña en esos difíciles años. A través de la radio BBC, también se dirigía a todos los países europeos que se encontraban bajo la dominación nazi. Sus palabras de ánimo, esperanza y aliento fueron decisivas –tanto en Inglaterra como en el resto de Europa- para la victoria de los aliados sobre las tropas de Adolfo Hitler. 

Concluimos con la consideración de que la madurez conduce a la felicidad, la alegría y el buen humor. Porque son elementos que van unidos, las personas se aceptan tal y como son. Dan a las cosas la importancia que tienen, con realismo y sin dramatizarlas.

sábado, 22 de febrero de 2020

EL ARTE DE LA BUENA CONVIVENCIA

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

¿Por qué se dice que la convivencia es un arte? Porque la buena convivencia engloba muchos factores y no se improvisa. Algunos piensan que se basa en la sola espontaneidad –en “soltar las netas” como suelen decir algunos jóvenes- y precisamente ésa es la causa por la que se generan innumerables conflictos, roces y malos entendidos, es decir, por un falso sentido de la “naturalidad”.


Para que el trato mutuo sea amable y cordial se requiere el tener presentes las normas de urbanidad y buena educación. Toda persona posee su dignidad, desea ser respetada y que se le muestre aprecio y estima. Por ello, es necesario tomar en cuenta siempre la libertad de cada individuo y su autonomía en las manifestaciones propias de su personalidad: su carácter, temperamento, gustos, aficiones y maneras de ser.

En esta época de los grandes avances electrónicos, muchas personas se quejan de sufrir soledad y no se sienten comprendidas. Muchas veces la solución se encuentra en saber escuchar con paciencia a los demás, sin manifestar la impresión de prisa. 

Por ejemplo, si padecen una enfermedad, o tienen un agobio económico, o les preocupa un familiar cercano al que los médicos le dan pocos meses de vida. ¡Cuánto agradecen esas personas que han perdido la paz y la tranquilidad, el que haya familiares y amistades que les escuchen con aprecio y cariño!

Sin duda, un aspecto destacado en la convivencia es ponerse en el lugar del otro. Como se dice coloquialmente “ponerse en los zapatos de los demás”. Por ejemplo, existen matrimonios que son ejemplares en muchos aspectos y, sin embargo, a pesar de la buena formación que por muchos años les brindaron a sus hijos, algunos de ellos han resultado rebeldes, alcohólicos, drogadictos; no quieren estudiar una carrera y viven a expensas de lo que sus padres les proporcionen. 

En esos casos el acompañamiento de los familiares y amigos son una ayuda invaluable, lo mismo que ofrecerles algunas posibles soluciones para esos hijos con problemas, como el que acudan a un buen psiquiatra, a los alcohólicos anónimos, a determinados psicopedagogos y orientadores familiares.

Un capítulo aparte de la buena convivencia consiste en tener una visión positiva de las circunstancias. Desgraciadamente nuestro México ha caído en una espiral de violencia, caos, secuestros, asaltos e inseguridad. Los medios de comunicación cumplen con su función de informar. 

Pero no cabe duda que algunos de esos medios, con tal de vender más o de subir el “rating” de audiencia, agigantan la magnitud de los hechos y los repiten una y otra vez. Tengo varios conocidos que,
ante ese alud de malas noticias, han optado por no ver los noticieros nocturnos porque les producen insomnio y pierden la tranquilidad.

Y es que ese clima de sucesos negativos, dramáticos, catastróficos producen estrés en la población. Desde luego, no se trata de cerrar los ojos a la realidad de nuestro entorno, como es el caso de los tremendos feminicidios que han crecido en forma exponencial, pero es importante que no empañe la convivencia familiar o laboral.

Diariamente tengo la costumbre de buscar, en primer lugar, qué noticias positivas, constructivas y edificantes se dieron a conocer en los medios de comunicación. De manera que, ante una reunión social o familiar, me adelanto a comentar si ya se enteraron que determinada empresa automotriz invertirá una considerable cantidad de millones de dólares en armadoras o partes de coches; que si leyeron que un grupo de empresarios de otras naciones han decidido invertir en nuestro país tantos millones de euros; que el turismo en los hoteles de las playas de México rompió récord de visitantes; que han surgido varias fundaciones de asistencia social y asistencial, impulsadas por un numeroso grupo de ciudadanos filantrópicos, para la atención de personas con algún tipo de enfermedad concreta o menesterosas y en desamparo. 

De tal manera, que las conversaciones toman ese curso positivo y alentador.

En toda convivencia surgen pequeños desacuerdos o polémicas, pero es fundamental no darles importancia, puesto que es lo normal en el trato humano.

Aquí no cabe ni la susceptibilidad ni los rencores ni el resentimiento. Quizá sea una especie de cáncer que habría que combatir cuanto antes, si es que llegara a aparecer. Porque de lo contrario, el corazón se llena de una amargura que sólo hace daño a la persona que se deja llevar por el sentimentalismo.

Una última sugerencia consiste en enriquecer las conversaciones con base a las buenas lecturas. Sin duda, las biografías de personajes ilustres, los apasionantes episodios históricos, las singulares costumbres de otros países, diversos aspectos de la cultura general, del arte y de grandes obras literarias, constituyen un rico bagaje para una fructífera conversación y amable convivencia.

viernes, 21 de febrero de 2020

LOS FEMINICIDIOS

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Es difícil no caer en shock cuando uno se entera de feminicidios. Más, si cabe, cuando se trata de niñas o adolescentes. Uno termina asqueado de escuchar las noticias, quisiera meter la cabeza en un agujero, cual avestruz y fingir que todo sigue igual. Pero no es así. Un piensa, imagina el sufrimiento, la crueldad. 


Duele, duele el sufrimiento de las pequeñas como Fátima, duele la ceguera homicida, la abyección y crueldad de los hombres, la depravación de la condición humana.

Al peligro que tienen las niñas de salir a la calle, a la impotencia de que sea una imprudencia el que lo hagan solas, se une el peligro, más sutil pero igualmente real, de que nos acostumbremos como sociedad. 

El desprecio por la vida forma ya, tristemente, parte del paisaje. Es un dato para la estadística. Todos los días lo escuchamos y extrañamente acomodamos nuestra vida como si no se tratara de nosotros, como si por algún sortilegio nunca nos fuera a tocar, como si siempre, necesariamente, los desafortunados fueran “otros”. 

La epidermis callosa de nuestra conciencia social, el analgésico cívico que tomamos es ya una droga, para poder vivir de la mano a lo monstruoso.

Las manifestaciones feministas, sus protestas, sus gestos simbólicos nos han ayudado a ponerle rostro a una cantidad creciente de víctimas. Nos ayudan a arrancarlas de la lista, a quitarlas de la estadística, poniéndoles nombre y apellidos, rostros y sueños; sus gemidos nos ayudan a despertar la conciencia y descubrir la corresponsabilidad que tenemos como miembros de una sociedad depravada e insensible. 

Sí, las manifestaciones y los reclamos ayudan a que crímenes como los de Fátima, una niña asesinada de apenas siete años, no se vuelvan parte del panorama.

Siempre queda la pregunta, sin embargo, de si es adecuado el modo de hacerlo. Si la estrategia es la correcta. La sociedad está indignada, es evidente. Nadie quiere que ninguna mujer, sea bebé, niña, adolescente, joven, adulta o anciana sea víctima de la violencia. 

Todos queremos acabar con esta funesta “estadística”. ¿Qué estamos haciendo mal? Quizá la protesta es justa, pero el modo no resulta adecuado y termina por ser ineficaz, cuando no, tristemente, utilizado para respaldar otras oscuras agendas políticas. 

Es doloroso que algunos lucren políticamente con el sufrimiento de la mujer. Resulta un postrer agravio quererlas convertir en palancas políticas, para respaldar una ideología o una agenda completamente ajena a su sufrimiento.

No se trata solamente de que la destrucción de las estructuras sociales, los monumentos, los espacios públicos comunes no sirva absolutamente de nada a la causa. No se trata de un hecho evidente: una realidad mala no se arregla con otra negativa. 

Al contrario, el mal se difunde, se multiplica, el malestar social crece y “a río revuelto, ganancia de pescadores”; la violencia se legitima como forma de reclamo, cuando no de vida. La medicina no sólo no es correcta, sino que, al contrario, fomenta la actitud que está en la raíz del desprecio por la vida de la mujer: la violencia.

¿Por qué no en lugar de destruir los espacios públicos y los momentos, los pocos lugares bellos que tenemos como sociedad, no luchamos por devolver su dignidad a la mujer? ¿Por qué no en lugar de afear la ciudad embellecemos a la mujer? ¿Cómo? ¿Qué está en la raíz de los feminicidios, muchas veces acompañados de violencia sexual o fruto de crímenes pasionales? ¿Por qué somos tan miopes?

Es evidente que en la raíz del mal está el desprecio a la mujer. Desprecio que se plasma al convertirla en objeto sexual, pues conduce a verla como cosa, no como persona. Desprecio que se consuma con la pornografía, pues muchas veces recurre a ficciones violentas para satisfacer al consumidor, para excitarlo. La raíz está también en el desprecio de la vida. 

Sí, hay que decirlo, aunque arda, aunque sea “políticamente incorrecto”: las feministas del “pañuelo verde” no necesariamente fomentan actitudes que respeten la vida en general y de la mujer en particular.

Fomentan conductas según las cuales es legítimo eliminar una vida inocente cuando estorba, cuando es inoportuna, cuando se opone a mi realización. La vida, para ellas, ya no es algo sagrado; no podemos extrañarnos que tampoco lo sea para quien tiene celos o deseos vehementes. 

Hay que ir a las raíces del problema: el permisivismo sexual que despoja a la mujer de un rostro, una historia y unos sueños, para quedarse solo con sus atributos sexuales, y el desprecio por la vida, que le quita su dignidad y carácter sagrado, perdiendo el miedo a privar a nuestros semejantes de lo que les dio Dios.

LA BELLEZA DEL LLANTO

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

“Qué apocado ha de ser el que no soporta el dolor del otro”. Con esta frase el escritor búlgaro Elías Canetti, premio nobel de literatura en 1981, invitaba a tener un corazón grande que sepa condolerse.


Pues dolerse y unirse a una persona que sufre, es una forma de mostrarle el amor. A este dolor se refiere la segunda de las Bienaventuranzas en que ahora reflexionó el Papa Francisco:

“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.

En la Sagrada Escritura el llanto se presenta ocasionado por la muerte o el sufrimiento de alguien. Cuando ese alguien es Dios a quien hemos ofendido con un pecado, ese llanto es un dolor sobrenatural. Es benéfico y purificador, pues procede del amor.

Sin embargo, ante el dolor ajeno, también hay quien permanece distante, lo cual indicaría falto de amor. Se pregunta el Papa Francisco: “¿Se puede amar de forma fría?” y responde: No, ciertamente no. Por ello hay que despertar a quien esté dormido, a quien tiene un corazón de piedra que ya no llora y es insensible ante el dolor ajeno.

2) Para pensar

San Juan Crisóstomo fue un obispo que nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Al ser un gran predicador le pusieron de sobrenombre "Crisóstomo" que significa: "boca de oro”.

Era patriarca de Constantinopla y fue acusado injustamente ante el emperador Arcadio, quien consultó a sus cortesanos cómo podía hacerle el mayor mal. Uno aconsejó el destierro; otro que le quitara sus bienes o lo metiera en la cárcel; otro que lo matara. Pero el más

listo habló así: “Están equivocados, esos castigos no sirven. ¿El destierro? para él no hay lugar donde no habite el Señor. ¿La cárcel?

Ahí puede orar y sufrir por el Señor, como lo desea. ¿Confiscarle sus bienes? El regala todo a los pobres. ¿Matarlo? Le abriríamos el Cielo como mártir” Y le dijo al Emperador: “Sólo una cosa teme. Si quieres vengarte de ese hombre, haz que cometa un pecado. Es lo único que teme, pero es imposible forzarlo a pecar”.

Al final se condenó al destierro. San Juan respondió: “Ustedes creen vengarse de su enemigo y más bien son ustedes los que se atormentan”. El santo murió por los maltratos y sufrimientos.

San Juan Crisóstomo había entendido que el pecado es el único verdadero mal. El Papa Francisco afirmó que es una gracia entender el pecado, es un regalo de Dios. Cuando se entiende, viene el llanto del arrepentimiento. Por ello decía ese santo: “Avergüénzate cuando peques, no cuando te arrepientas”.

3) Para vivir

Una falta cometida nos puede causar dolor. Pero si sólo es por habernos equivocado, sería orgullo. En cambio si el dolor viene por ser una traición a un Dios que nos ama tanto, ese dolor es bendecido y ¡Bendito Dios si vienen las lágrimas!, dijo el Papa.

Por ello se puede hablar de un bello dolor, del que llora sus pecados. Es la belleza del arrepentimiento que recibirá el consuelo del Espíritu Santo y la ternura de Dios que perdona siempre y todo.

El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón, nos encerramos en nosotros mismos y no pedimos perdón.

Que el Señor nos conceda amar en abundancia, de amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto.

miércoles, 19 de febrero de 2020

EL JUEGO DE LA POLÍTICA

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

La política es una guerra sin cuartel. Los sucesos diarios ciertamente así la hacen parecer: ser más listo que los adversarios, ganar más poder, arrasar a la oposición, luchar sin cuartel, no ceder ni un palmo de terreno, derrotar al que no piensa igual, aprisionar al traidor.


Cuando la política se dirige como una guerra sucede lo que siempre acontece en los conflictos armados: se sabe cómo inician pero no se conoce el desenlace final, que suele ser imprevisto y desastroso. Al final casi siempre los vencedores son pocos y la mayoría pierde.

La política efectivamente es un juego, pero no necesariamente de ganador-perdedor, porque el éxito de un grupo no reclama irremediablemente que los demás fracasen. Así como no es fácil remar con ideas, tampoco es factible acertar siempre en las decisiones correctas para llegar a buen puerto. Puede suceder que desde la perspectiva del poder se encumbre un grupo de ganadores y aumenten los bloques perdedores.

En mi opinión, para hacer buena política debe haber cooperación y competencia. Las ideas son muy poderosas y, por lo mismo, exigen una estrategia de especificación para saber en dónde y cómo aplicarlas.

No hay un solo partido ni un solo político que no necesite de la cooperación de los demás. Desde una ley que regule, por ejemplo, los parquímetros hasta una estrategia para competir en las grandes ligas de corporaciones internacionales.

La política es importante porque las personas son importantes. Para ser políticos conservadores e innovadores a la vez, hay que conocer lo que cambia y lo que no cambia. Se conserva lo que nunca cambia para innovar en lo que sí cambia.

Es necesario reflexionar sobre el impacto de las decisiones políticas en los grupos de personas e instituciones que unifican y hacen viable a la sociedad.

Resulta indispensable madurar los elementos de cooperación y competencia para que la política valga la pena, porque siempre se puede innovar mejor y de distinta manera.

El ejercicio político es siempre un saber más prudencial que técnico. Por eso hay muchos modos de hacer política para encontrar las tácticas y medidas adecuadas a la complejidad de los problemas, que normalmente esconden elementos clave que ayudan a comprender lo que está sucediendo y qué se debe hacer al respecto.

La política no es una ocupación trivial. Precisamente porque es actividad fundamental debe generar confianza, misma que se gana paso a paso y se pierde de contado.

viernes, 14 de febrero de 2020

JOAQUÍN PHOENIX Y EL PAPA FRANCISCO

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

¿Qué une a Joaquin Phoenix y al Papa Francisco? Su preocupación por la naturaleza, los ecosistemas, los animales, la denuncia de un estilo de vivir consumista, el deseo de “usar su voz para dársela a aquellos que no la tienen”, su denuncia de la desigualdad, los derechos de los indígenas o la prepotencia del hombre en general. Como se ve, no es poco. ¿Qué los distingue? Si de fondo las coincidencias son amplias, las diferencias de matiz son profundas. Hay una común visión de responsabilidad, respeto y cuidado de la naturaleza; hay una divergencia respecto al valor del ser humano y su lugar en el mundo.


Francisco ha hecho del clamor por la naturaleza uno de sus caballos de batalla. Ha alzado la voz recientemente, con ocasión de los incendios en el Amazonas o en Australia, pidiendo oraciones para contenerlos. Ha escrito una Encíclica, Laudato sii, y una Exhortación Apostólica, Querida Amazonía, haciendo de la defensa y cuidado de la naturaleza parte del Magisterio eclesial; convirtiendo su cuidado en un asunto religioso, algo importante para la auténtica y plena vivencia de la fe. Pero si Francisco revalora el cuidado “de la casa común”, integra este bien dentro de un conjunto más amplio de bienes; es decir, no lo absolutiza, convirtiéndolo, más o menos consciente o inconfesadamente, en algo cuasi-divino. No diviniza ni absolutiza la naturaleza, no supedita el bien del hombre al del ecosistema, sino que busca la integración de ambos.

Al mismo tiempo, es perspicaz en su denuncia del uso ideológico de la naturaleza, o de la incongruencia que supone una defensa de la misma a ultranza, a despecho del mismo hombre, que también es parte de ella. Lo ha dicho expresamente, por ejemplo, al señalar la inconsistencia de defender los huevos de águila o de tortuga mientras se promueve la legitimidad de acabar con la vida de embriones humanos. 

Nada más comenzar Querida Amazonía, su más reciente documento al respecto, señala: “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. No nos sirve un conservacionismo que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos”.

En este sentido Francisco está en la línea tradicional del magisterio eclesial: buscar un delicado equilibrio que integre los diferentes bienes, no optar por el “aut-aut” (esto o esto), sino por el “et-et” (esto y esto). Mientras defiende, en este caso, a la naturaleza y promueve un estilo de vida sobrio en la sociedad, que frene de alguna forma la vorágine consumista que no puede sino terminar por consumir al planeta, exhausto ante tanta explotación, cuida también del hombre, como parte de esa naturaleza, pero que la trasciende y tiene la misión de protegerla. 

No relega, ni desprecia al hombre, no cae en la tentación de infravalorar lo humano y denigrarlo, para exaltar por contrapartida al animal. No cede al menosprecio de la especie, ni a patológicos sentimientos de culpa, que terminan por buscar la reducción drástica de la humanidad, cuando no su desaparición, para proteger al ecosistema. No es broma, Chris Korda, por ejemplo, fundador (¿fundadora?) de la “Iglesia de la Eutanasia” tiene como eslogan: “salva al planeta, suicídate”.

Joaquin Phoenix no llega a tanto, pero se convierte en vértice del pensamiento políticamente correcto, que suele usar la plataforma de Hollywood, y más concretamente el púlpito de los Oscars como amplificador y difusor ideológico. En este caso, Phoenix quiere ir más allá, y si en versiones pasadas de los premios se ha puesto el énfasis en defender a las personas de color, el colectivo LGTBQI y a las mujeres, ahora busca dar un paso más allá y defender a los 
animales. Ningún inconveniente en tal loable objetivo, pero la forma de hacerlo quizá no resulta precisa, pues termina por personificarlos, otorgándoles derechos como si fueran personas.

Podría hablarse así de un “genocidio animal” para alimentar al hombre. Tampoco es broma, recientemente una importante política mexicana denunció el asesinato de “40 millones de animales para la cena de Navidad”. 

Olvidan ambos que solo el hombre es persona consciente y tiene derecho a hacer un uso moderado y responsable de la naturaleza. La causa defendida es buena, el modo de hacerlo es inexacto. No precisamos infravalorar al hombre para defender a los animales, ni debemos personificar a estos últimos para protegerlos o utilizarlos de forma responsable.

miércoles, 12 de febrero de 2020

¿CÓMO CULTIVAR EL AMOR Y LA AMISTAD?


Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

El 14 de febrero se celebra “El Día del amor y la amistad”. Me parece una fecha propicia para reflexionar sobre las características del amor y de la verdadera amistad. 


El filósofo Aristóteles escribió: “Un amigo nos parece el más precioso de los bienes de la vida”. También el célebre literato del Sigo de Oro Español, Lope de Vega, afirmaba “Yo dije siempre, y lo diré y lo digo, que es la amistad el mayor bien humano”. 

Sin duda, la amistad aumenta la alegría y mitiga las penas. Dos ejemplos: No es lo mismo celebrar un cumpleaños completamente solo, que en compañía de la esposa, la familia y las amistades. Aunque el festejo sea sobrio y sin lujos, lo importante es estar con los seres queridos. Igualmente, cuando fallece un familiar, o se encuentra gravemente enfermo o se ha sufrido un descalabro económico, ¡Cuánto se agradece la presencia y el acompañamiento de la familia y las amistades! Numerosos autores coinciden en señalar que quién encuentra a un amigo, haya un tesoro incalculable; uno de los bienes más altos, quizá el mayor de todos. 

De igual forma, cuando se tiene una preocupación que produce angustia, se agradecen en mucho el que los familiares y las amistades hagan más llevadero ese trago amargo. Por ello, Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina, sugiere invertir aquel viejo refrán: “Quien bien te quiere, te hará reír”, en vez de “te hará llorar”. Y tiene mucha razón porque cuando el cónyuge o un amigo comunican una visión positiva, optimista de los hechos y anima al otro a redimensionar sus problemas con ilusión y esperanza, entonces desaparece esa visión trágica y reaparecen la serenidad y la alegría. 

“El auténtico amigo da prioridad al amigo sobre su propia persona, está dispuesto a dejar a un lado sus gustos e intereses, si así lo requieren las necesidades del amigo. Esto se manifiesta especialmente en las situaciones difíciles que le exigen renunciar así mismo, correr riesgos, o cuanto haga falta, para apoyar al otro”, considera el filósofo Francisco Ugarte Corcuera. 

Otra faceta es que la amistad es desinteresada, sabe escuchar y pone atención en las necesidades de la otra persona. Sería una contradicción el considerar a los amigos “como meros escalones para conseguir algo” (dinero, contactos, relaciones, un mejor sueldo). Sería instrumentalizarlos por otros fines. A veces se llaman “amigos“ a los compañeros de estudios, de trabajo, de un club deportivo, etc., pero se trata de relaciones temporales, superficiales, que fácilmente desaparecen. 

La amistad es algo más profundo porque se busca a la persona tal y como es, con sus defectos y virtudes, se pasan por alto pequeños detalles no agradables, los súbitos cambios de ánimo, de crispación y mal humor. Se aprende a comprender, perdonar y disculpar y se acompaña a esas amistades hasta la muerte. 

Lo mismo ocurre en el matrimonio. Con frecuencia se considera como válida aquella conocida frase final de los cuentos y películas: “Se casaron, tuvieron hijos y fueron muy felices”. 

Cuando comienza la unión matrimonial es el inicio de una larga travesía en la que se pasan por tiempos de bonanza y tempestades; se aprende a ceder y a servir, buscando el bienestar del otro cónyuge y la familia. 

¿Cuál es el secreto para que el amor entre los esposos no muera o se convierta en una convivencia monótona e insípida? Stephen R. Covey en su conocido libro “Los 7 hábitos de la gente eficaz” le recomendaba a un casado sobre su mujer: “El amor -como sentimiento- es fruto de amar. De modo que ámela. Sírvala. Sacrifíquese por ella. Escúchela. Comparta sus sentimientos. Apréciela. Apóyela”. Y concluía que es el mejor modo de reconstruir una relación que se ha enfriado. 

Muchas esposas se quejan de que sus maridos rara vez les dicen que las aman. En realidad, lo único que ellas piden es que se manifieste ese mismo sentimiento de amor, como cuando eran novios. Y es que el amor entre los esposos se alimenta de pequeños detalles de cariño, de transmitir afectos, de manifestar que el amor sigue vivo y se cultiva diariamente, a base de cosas pequeñas, que nunca serán nimiedades. 

Los esposos y los amigos que se aprecian de verdad, se interesan entre sí y cada uno desea el bien para el otro. Se ayudan a superarse, a crecer como personas. Su respuesta es incondicional ante cualquier necesidad. Se comprometen a hacer todo lo que esté de su parte para conseguir que los otros sean felices. Como recomienda un célebre autor de nuestro tiempo: “Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces”.

PENSAR EN COMPLEMENTOS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

El negocio del atún es muy interesante, pero no solo por las jugosas
ganancias que proporciona, sino también por la estrategia marítima y las operaciones de pesca propias en alta mar. En repetidas ocasiones había oído contar acerca de las peripecias del difícil arte de la captura de cardúmenes de esta especie.


Los relatos aumentaban mis deseos de conocer “en vivo” las maniobras de un barco atunero.

Realicé entonces un viaje a una ciudad portuaria del noroeste del país para visitar la empresa de un conocido que ocupaba sus horas, desde hacía varios años, en dar vueltas por el mundo pescando, comprando y vendiendo atún. 

Durante mi breve estancia en aquel puerto tuve oportunidad de dar un paseo y presenciar las faenas propias de una flota tunera que en esos momentos se prestaba a levar anclas.

En verdad estaba sorprendido por la conducción impecable de cada barco en su salida hacia alta mar. Sin embargo, más que por su tamaño, la flota captó mi atención por el hallazgo inimaginable de lo que vi en ese momento: cada barco atunero contaba con un helicóptero a bordo, situado en una plataforma especial. 

Me explicaron que era parte del equipamiento normal para localizar los cardúmenes de atún y enviar la posición mediante GPS al barco para aproximarse con mayor rapidez a la captura.

Aparte de tan singulares “aventuras”, el dueño de la empresa me señalaba lo difícil y arriesgado del negocio a nivel mundial, así como la absoluta necesidad de cooperación entre las grandes empresas del ramo. Insistió en que todo empresario inmerso en un sistema económico capitalista, como era el caso, está orientado a la globalización, eficiencia y existencia de un mercado que presupone la inclusión de gente que pueda organizarse a sí misma, confiar y trabajar una con otra con base en valores morales compartidos.

Desde esa perspectiva resulta muy interesante pensar en complementos que beneficien simultáneamente a varias empresas, es decir, además de competencia es necesaria la cooperación.

La idea de fondo consiste en pensar de un nuevo modo: Coo-petencia, competir y cooperar al mismo tiempo. Escuchar a los clientes, trabajar con los proveedores, organizar equipos y establecer asociaciones estratégicas. Es lo más alejado de una guerra comercial.

En mi opinión, el modelo de Coo-petencia incluye el capital social, “la capacidad de la gente para trabajar una con otra, cooperar en grupos, asociaciones y organizaciones” (Fukuyama, F.).

¿Por qué no pensar en la acción política de Coo-petencia? Pensar en complementos nos incluye a todos y no discrimina a los diversos actores de la vida pública.

viernes, 7 de febrero de 2020

SOLZHENITSYN EN LA CÁRCEL DE SIBERIA

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

El escritor Quinto Curcio cuenta que cuando Alejandro Magno conquistó la ciudad de Sidón, le aconsejaron que nombrara como rey a un hombre virtuoso: Abdolomino, quien no obstante descender de estirpe real, vivía en la miseria, trabajando con sus manos un jardín para comer. Cuando se lo presentaron, Alejandro le preguntó cómo había sabido vivir en tanta pobreza. Abdolomino respondió “No deseando nada de cuanto me ha faltado. De nada he necesitado mientras nada he poseído”. Admiró tanto al Emperador su respuesta que le otorgó muchos de los bienes conquistados a los persas.


Siguiendo con su catequesis sobre las Bienaventuranzas de Jesús, el Papa Francisco abordó la primera: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5,3). Pero, ¿qué significa ser pobre de espíritu? Si solo dijera “pobres” significaría simplemente el aspecto económico. Pero al añadirle “de espíritu”, se refiere a nuestra dimensión más íntima, la espiritual, al núcleo profundo de nuestro ser. 

Entonces los “pobres de espíritu” son aquellos que son y se sienten pobres en lo más profundo de su ser, hoy en día, dice el Papa, hay quienes no quieren reconocer esa fragilidad del hombre, pero es saludable aceptar nuestros límites.

2) Para pensar

Un arzobispo africano pasó años en la cárcel injustamente. Sin embargo, contaba que gracias a ese tiempo comprendió bien lo que el autor ruso Solzjenintsyn, también preso injustamente, llamaba una “bienaventurada prisión”. La cárcel le ayudó a desprenderse, purificarse y esperarlo todo de Dios: “Lo único que cuenta es el amor de Dios; y en las circunstancias ordinarias lo olvidamos con tanta frecuencia. 

Pero cuando no tenemos nada, nada, nos queda Dios; y entonces uno es verdaderamente rico. La prisión me brindó la gracia de alejar de mí todo lo que era superfluo”.

El dinero y las riquezas de este mundo se van, pero los viejos, dice el Papa, “nos enseñaban que el sudario no tenía bolsillos. Yo nunca he visto detrás de una procesión fúnebre un camión de mudanza: nadie se lleva nada”.

3) Para vivir

En ocasiones la sociedad empuja a pensar que estamos obligados a ser personas famosas e importantes, en una competencia que produce una preocupación obsesiva por sobresalir. Entonces nace un miedo a la pobreza y se la considera como al mayor enemigo que impide ser importantes. Pero vivir tratando de ocultar los propios defectos es agotador, angustiante y lleva a la soledad e infelicidad.

El ser humano es vulnerable y hay que saber pedir ayuda o perdón, sobre todo a Dios. Sólo las personas orgullosas no piden ayuda ni perdón, porque quieren mostrarse autosuficientes. No son pobres de espíritu.

Así como hay una pobreza que hay que aceptar, la de nuestros límites, hay otra que debemos buscar, la de las cosas de este mundo, para ser libres y poder amar. Siempre debemos buscar la libertad de corazón, dice el Papa, pues la libertad está enraizada en la pobreza de nosotros mismos. En esto reside la verdadera libertad. Quien tiene este poder de la humildad, del servicio, de la hermandad, ¡es libre! Al servicio de esta libertad está la pobreza alabada por las Bienaventuranzas.

jueves, 6 de febrero de 2020

"NO TENGAN MIEDO A SUFRIR POR LA IGLESIA": CARDENAL SARAH

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Ciudad del Vaticano, Plaza Pio XII, oficinas de la Congregación para el Culto Divino, medio día. Un grupo pequeño de sacerdotes mexicanos tenemos la oportunidad de charlar con el Cardenal Robert Sarah, indiscutible punto de referencia en la Iglesia Católica; más aún, uno de los pocos testigos creíbles que quedan de la espiritualidad humana, en medio de un mundo anegado en el materialismo y los escándalos.


Me considero afortunado por participar en el encuentro. Entra el Cardenal en una pequeña sala, le rodeamos doce sacerdotes. Delgado, casi enjuto, silencioso, serio. Nos habla pausadamente de Dios, de la importancia de la oración, del valor de la liturgia, de cuidar la integridad de la fe. Me golpean mucho sus palabras finales: "no tengan miedo de sufrir por la Iglesia". 

Se ve a todas luces que es un hombre que ama apasionadamente a Jesucristo y a la Iglesia; un hombre que cree profundamente lo que dice, está convencido; sus obras y sus palabras reflejan fielmente lo que cree. 

Por eso atrae, por eso, no obstante su sencillez, sobrecoge su presencia. Termina la breve charla, nos bendice, nos regala unos rosarios y una sencilla estampa de la Virgen, recordatorio de sus recientes Bodas de Oro Sacerdotales, 20 de julio de 2019. No retiramos con gran paz en el corazón, pero pensando, pensando...

Vamos comentando la impresión que nos ha dejado, uno no duda en calificarlo como hombre santo; no es para menos, estaba apunto de abandonar el sacerdocio, desalentado, y el Cardenal lo ayudó a salir adelante. 

Las personas que están metidas en Dios dejan una fuerte impresión, "el buen olor de Cristo" lo denominará San Pablo. Son regalos de Dios para un mundo sediento de testigos, donde sobran los predicadores y faltan los ejemplos. 

El Cardenal es ambas cosas, ha sido probado en el crisol del sufrimiento, la pobreza, la persecución política, la calumnia y la soledad. No es un hombre de palabras largas y obras cortas, sino justo a la inversa: nos hubiera gustado que hablara de más cosas.

Nuestra inquieta curiosidad habría querido escuchar de viva voz su versión sobre el conflicto del libro sobre el celibato escrito con Benedicto XVI. En vez de eso nos habló de la importancia de la adoración. Es un hombre para quien Dios está en el centro, es lo importante, todo lo demás resulta muy secundario. Y todo lo espera de Dios, no de los hombres, por eso transmite confianza al tiempo que nos eleva la mirada por encima de los avatares superficiales de los medios, para centrarnos en lo esencial: Dios.

Su testimonio es esencial en la época del auge del secularismo, del laicismo salvaje, del materialismo a ultranza. Uno quisiera pensar que su mensaje de poner a Dios en el centro es urgente para un mundo seducido por la idolatría del instante. Frente a esa fugacidad embriagadora ofrece como perspectiva la eternidad. Frente a esa miopía, corta de horizontes que rinde tributo al placer de un momento, donde apenas se goza, ya se acaba, coloca al hombre frente a la auténtica dimensión de su libertad: la trascendencia. 

Pero, tristemente, si es urgente su enseñanza para el mundo, con mucho más radicalidad interpela a una Iglesia que, poco a poco, de manera casi imperceptible, ha ido perdiendo sensibilidad por lo espiritual y trascendente, siendo muchas veces incapaz de mirar más allá del horizonte puramente humano y temporal.

En este sentido, Sarah representa a lo más genuino de la espiritualidad eclesial, la cual todavía tiene mucho que decir al hombre de hoy. No sé si Sarah es santo, pero estoy seguro de que es "profeta", no en el sentido de adivinar el futuro, sino en el literal de "hablar en nombre de Dios", defender los derechos de Dios.