viernes, 27 de octubre de 2017

¿QUIÉNES SON LOS "DREAMERS"?

“Sigan soñando”, invitó Francisco a un grupo de jóvenes inmigrantes que viven en Estados Unidos y corren el riesgo de ver truncadas sus ilusiones, si son deportados. ¿Por qué Trump desea
deportar a estos “soñadores”? ¿Qué peligro representan?



1. ¿Quiénes son los “dreamers”? En 2006 hubo una iniciativa legal sobre el estatus de los jóvenes inmigrantes que llegaron ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños, titulada “Ley de fomento para el progreso, alivio y educación para menores extranjeros” (“DREAM Act”, por sigla en inglés).

Como esa propuesta no fue aprobada por la cámara alta, el presidente Obama, mediante una orden ejecutiva dictada en 2012, estableció el programa “Acción Diferida para los Llegados en laInfancia” (DACA, por su sigla en inglés), para ayudar a estos jóvenes migrantes a cumplir el “sueño americano”; de ahí el mote de “dreamers” o “soñadores”.

Bajo este esquema, el gobierno acuerda “diferir” cualquier acción sobre el estatus migratorio por un periodo de dos años, con posibilidad de renovación, a personas que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños. 

Además, los beneficiarios reciben permisos de trabajo temporales, licencias de conducir y un número de seguridad social.

2. Trump busca eliminar el DACA. Una de las promesas de campaña electoral de Donald Trump fue eliminar la migración ilegal hacia los Estados Unidos. 

Este compromiso tiene como icono el muro que el presidente pretende construir en la frontera con México.

Según el New York Times, el mes pasado el fiscal general Jeff Sessions y Stephen Miller, principal asesor de política nacional de Trump, le pidieron a Trump que ponga fin a DACA, pues ambos ven la eliminación del programa como cumplimiento de una promesa de campaña (NYT, 4 sep. 2017).

Las reacciones en defensa de los “soñadores” han sido muy amplias: desde políticos y activistas hasta la Conferencia de los Obispos de ese país. También el Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos, Zeid Al Hussein, protestó por esa decisión de Donald Trump y llamó al Congreso norteamericano a actuar y ofrecer a los afectados un estatus legal (Mural, 11 sep. 2017).

3. Por qué Francisco defiende a los “dreamers”. En una reciente video-conferencia, durante una reciente visita a la sede romana de las Scholas Occurrentes, el Papa le manifestó a un grupo de jóvenes de Texas: “Estoy cerca de ustedes porque los obispos estadounidenses me han contado sus sufrimientos” (Vatican Insider, 26 oct. 2017).

El Pontífice les narró su propio caso: “Yo soy hijo de migrantes y, si no hubiera habido personas que hubieran acogido a mis padres, yo no estaría aquí con ustedes”. Y les explicó que “acoger una cultura que llega de otros países” es enriquecedor para la nación que recibe a los migrantes.

Según el Papa argentino, los migrantes son un beneficio para el país que los acoge, e hizo esta exhortación: “Le pido a todos los pueblos que ayuden a los migrantes, porque son la promesa de la vida para el futuro”.

El Pontífice mencionó que en la Biblia Dios defiende a los refugiados, porque los israelitas fueron migrantes y recibieron el mandato de acoger a los extranjeros, y porque Jesús mismo fuemigrante en Egipto.

A los europeos, Francisco les pidió que “no se olviden que también ustedes son mestizos, debido a las grandes migraciones de los tiempos de los bárbaros, de los vikingos”, y les advirtió que “este no es el momento para jugar al laboratorio aséptico”, sino “el momento de acoger a los que llegan y de respetar las leyes del pueblo que recibe”. 

Epílogo. Si el muro de Trump usa como pretexto que impedirá la llegada de criminales a Estados Unidos, estos “soñadores” son la prueba viviente que la mayoría de los migrantes son personas buenas que aspiran a una buena educación y a trabajar mucho.

Para Francisco, los migrantes tienen una dignidad que debe ser respetada, y deben ser acogidos como personas de bien y no como potenciales criminales. Por eso, su apoyo a los “dreamers” tiene un gran significado.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

500 AÑOS DE LA REFORMA

El 31 de octubre se cumplirán 500 años de un hito histórico que marcó el inicio de la Reforma Protestante y la fragmentación religiosa de Europa Occidental (el oriente europeo ya se había separado cinco siglos antes de la Iglesia Católica). 




Martín Lutero, religioso agustino, colocó sobre la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, Alemania, las 95 tesis, donde denunciaba diversos abusos de la Iglesia de Roma, particularmente la venta de indulgencias. 

Gracias a la imprenta esa denuncia se difundió como pan caliente por toda Europa, haciendo eco al clamor del pueblo cristiano que reclamaba un cambio en las costumbres de la jerarquía y una vuelta a la espiritualidad y a la pobreza. 

Lamentablemente esos reclamos no tuvieron una respuesta pronta y
adecuada, y rápidamente se consumó la fragmentación espiritual de la Iglesia.

Ríos de tinta han corrido y corren al respecto. El hecho y su interpretación se han analizado en mil formas diversas a lo largo de la historia. Lo cierto es que supuso la mayor ruptura en la unidad de la fe cristiana, y por ello, algo que va expresamente contra la voluntad del fundador del cristianismo, es decir, Jesucristo. 

No se trata de buscar culpables. En realidad, puede afirmarse que los hubo de ambas partes. El clamor de Lutero era justificado, la Iglesia necesitaba urgentemente una reforma espiritual, las voces más autorizadas dentro de ella venían pidiendo por esta intención durante décadas. 

De 1512 a 1517 estuvo abierto el Quinto Concilio de Letrán, pero en lugar de producir la tan ansiada reforma, se contentó con dirimir cuestiones periféricas.

Lutero forzó la reforma, pero en lugar de transformar la Iglesia desde adentro, como han hecho los santos, verdaderos protagonistas de la Iglesia a lo largo de la historia, salió de ella. 

diferencia de los santos, que tuvieron una vida ejemplar, la de Lutero estuvo plagada de desórdenes y, paradójicamente, volvió a caer en lo que denunciaba: una servil sumisión, solo que en el lugar del Papa estaban los nobles alemanes de los que dependía, y quienes aprovecharon la controversia religiosa para engrosar sus arcas. 

Sobra decir que no hubo ni una vuelta a la primitiva pobreza, ni un retorno de la espiritualidad; por el contrario, la reforma protestante tomó fuerza precisamente como un movimiento político de emancipación de la autoridad Papal e Imperial a un tiempo.

Tampoco condujo a una mejora de vida en los pobres y campesinos alemanes, ni siquiera en una reducción de las tasas impositivas, simplemente cambiaron de destinatario.

No se puede negar, sin embargo, que Lutero contribuyó a fomentar la cultura, pues impulsar la traducción y la difusión masiva de la Escritura ayudó a que el pueblo ignorante aprendiera a leer. 

La lectura de la Biblia y la recitación de los himnos religiosos protestantes marcaron hondamente la mentalidad y la cultura germanas. 

Muchos han querido sacar además abundantes consecuencias del individualismo protestante, viéndolo incluso como un antecedente
del capitalismo y su espíritu emprendedor (si bien en su versión calvinista). Lo cierto es que ha marcado hondamente la cultura occidental.

La auténtica reforma de la Iglesia llegó, pero lamentablemente muy tarde. Solo pocos meses antes de que Lutero muriera y cuando la ruptura religiosa y política de Europa fuera un hecho consumado, comenzó el Concilio de Trento, que no concluiría sino hasta 1563, y que impulsaría la tan ansiada reforma de las costumbres y la vida de la Iglesia, con una impronta fuertemente espiritual. 

La reforma, además, no la hicieron solo los decretos, sino también los santos. Hay una auténtica floración de santidad en la Iglesia, como movimiento suscitado por el Espíritu Santo, para recuperar el rumbo en la nave de Cristo: santa Teresa de Jesús, san Juan de laCruz, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Felipe Neri, san Carlos Borromeo, san Pio V, y un largo etcétera la implantaron. 

La ruptura, sin embargo era un doloroso hecho consumado. A 500 años de distancia muchas enseñanzas podemos obtener, por ejemplo: que el pecado, siempre pasa factura, y las faltas dentro de la Iglesia, especialmente si estamos involucrados los ministros o la jerarquía, con mayor razón. 

Que Dios, de los males saca bienes, e indudablemente mucho se ha podido beneficiar toda la humanidad de la difusión masiva y popular de la Biblia, así como del modelo de religiosidad íntima y personal difundido por el protestantismo.

Ahora bien, es un hecho que esta fractura, fruto del pecado del cual no estuvieron exentas ninguna de las dos partes, es contraria a la voluntad de Jesucristo y al testimonio de fe que la Iglesia debería ofrecer al mundo. 

No parece por ello que sea una ocasión para celebrar, sino para reflexionar y hacer examen de conciencia, pidiendo humildemente al Espíritu Santo que podamos recuperar la unidad espiritual “para que el mundo crea”.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

GRATITUD: LA HISTORIA DE "EL CABALLERO DEL BOXEO"

1) Para saber

Cuando se tiene una necesidad, es común acudir a quien nos la pueda solucionar. Habría que recordar cuantas veces hemos acudido a Dios para pedirle su ayuda ante un problema. Sin embargo, suele pasar que vamos olvidando todos esos favores. E incluso si alguna vez no vemos la ayuda, aparece la ingratitud, y solemos olvidar todo lo anterior pensando que nunca hemos recibido alguna ayuda.

El Papa Francisco nos invita a ser agradecidos y para ello nos lo facilita hacer memoria y recordar la “gratuidad” de la salvación.

Cuando los escribas y fariseos como se presentan “los justos” ante Jesús, el Señor les recuerda que la justicia, la santidad, siempre viene de Dios, porque a veces “se olvida la gratuidad de la salvación, la cercanía de Dios y se olvida la misericordia de Dios”.

2) Para pensar





Años antes de que falleciera, entrevistaron a un gran boxeador, peso completo, que fue campeón en la década de 1950. Era una persona que el boxeo no la había dañado, y llevaba una vida sencilla y honrada. Se trataba de Floyd Patterson, a quien se le conocía como “El Caballero del Boxeo”. Le preguntaron qué le había ayudado a conservarse así. Él contestó que fue su religión. Le pidieron que si podía explicar un poco más. Entonces relató un sucedido en sus primeros años de matrimonio.

Cuando su hija Jennifer cumplió seis años le regaló un gatito. La niña vivía día y noche para el gatito: lo alimentaba, lo limpiaba, lo peinaba, le ponía adornos, etc. Y sucedió un día, que mientras la niña estaba en la escuela, su gato fue atropellado por un carro y murió. Los padres se preocuparon mucho y decidieron enterrarlo en el patio, pero no sabían qué hacer por la reacción que tendría su hija. Desesperado, Floyd se dirigió a la iglesia y ahí le pidió a Dios que lo ayudara. Regresó más calmado a su casa. Su esposa no quería recibir a la niña, no sabía qué decirle. Floyd esperó a su hija. Cuando llegó Jennifer, a pesar de que siempre iba con su gatito, esa vez subió a su habitación sin preguntar nada. Y no se preocupó ni volvió a referirse al gatito, sino hasta doce años después qué le dijo a su papá: “Oye papá, cuando yo era niña tenía un gatito, ¿verdad?”, y en ese momento Floyd recordó cómo Dios le había ayudado y él nunca se lo había agradecido. Entonces fue tal su remordimiento, que se convirtió y decidió nunca más olvidarse de Dios.

3) Para vivir

Comentaba el Papa Francisco que no podemos olvidarnos de tantas gracias recibidas por Dios y, en particular, la salvación obtenida por Jesucristo por la cual ya tenemos acceso a Cielo.

No podemos pensar que por nosotros mismos conseguimos la salvación haciendo a un lado a Jesús, quien además nos acompaña de continuo sosteniéndonos. Dice el Papa que cuando se pierde esta relación cercana con el Señor, se cae en una mentalidad obtusa que cree en la autosuficiencia de la salvación con el cumplimiento de la ley.

Nunca le agradeceremos bastante a Jesús lo que ha hecho por nosotros, sin embargo, así como quien recibe un regalo lo agradece usándolo, así también al frecuentar los Sacramentos y el trato con el Señor, será una forma de decirle “¡Gracias!”.

Pbro. Dr. José Martínez Colín,

domingo, 22 de octubre de 2017

LA MUERTE: “UN DÍA, LA HOJA CAÍDA SERÁS TÚ”

Se acerca el día de muertos y viene bien recordar algunas verdades
fundamentales en la existencia humana, como es el día preciso en que dejaremos este mundo.





Siempre me han ayudado a reflexionar sobre este tema, las palabras de ese punto del libro “Camino” de San Josemaría Escrivá de Balaguer en que escribe: “¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer las hojas muertas? Así caen cada día las almas en la eternidad: un día, la hoja caída serás tú” (No. 736).

En fecha reciente, un amigo mío, escritor y periodista, falleció de un infarto fulminante mientras daba una clase y sin tener antecedentes de padecimientos cardiacos. También, hace pocas semanas, el hermano de otro amigo mío, médico neurocirujano, tuvo un accidente en la carretera y murió de forma instantánea, cuando se encontraba en plena madurez profesional. En ambos casos, nadie suponía que abandonarían esta vida de modo tan inesperado.

Pero ésa es la realidad a la que cada día nos enfrentamos. “Un día, la hoja caída serás tú”... Y parecería que muchas personas se aferran a esta temporal y breve residencia en la tierra como, ¡si fueran a vivir aquí por una eternidad!

Tengo la impresión de que pocas veces se reflexiona que viviremos eternamente en la Otra Vida, ante la mirada de Dios. El Señor nos ha dado la vida y nos ha concedido un puñado de años para merecer el Cielo y ser felices con Él para siempre.

Pero no hay que perder de vista que quienes viven de espaldas a la Ley de Dios, corren el peligro de condenarse; de ser juzgados por Jesucristo e ir al infierno con el demonio y sus ángeles caídos.

A muchas personas les cuesta aceptar que siendo Dios infinitamente bueno pueda destinar a las almas -que le ofendieron gravemente en esta tierra- a un lugar de tormentos y suplicios sin término, como es el infierno. 

Sin duda, el mayor dolor que puede experimentar una persona es no tener la esperanza de poder ver el Rostro del Señor y de gozar de la felicidad sin límites. Pero, por otra parte, no hay que olvidar que Dios es infinitamente Justo. Y concede a cada uno el premio o el castigo según sus obras y de su actuación como cristiano.

No faltan quienes imaginan que hablar de estos temas son una especie de cuentos fantasiosos, que ya nadie cree, y que se relatan por las noches para atemorizar a algunos niños miedosos. “Son cosas de tiempos pasados; todo eso está ya superado”-suelen decir.

Lo cierto es que como dice ese pensamiento: “El hombre tiene su tiempo, y Dios su eternidad”. No hay nada realizado por cada ser humano que escape a su mirada y entendimiento.

Pero no es cristiano temerle a Dios. Ante todo, Él es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros. Comprende las miserias y debilidades de las personas, pero pide a cambio que cada hombre o mujer luche por corregirse a lo largo de su existencia y ponga su esfuerzo en mejorar cada día un poco más con la finalidad de imitar a ese Modelo que es Jesucristo.

Porque si se vive conforme al querer de Dios, la muerte será una buena amiga que nos facilitará el camino para ese encuentro eterno. 

Me vienen a la memoria, aquellas inolvidables palabras de San Juan Pablo II, poco antes de morir, quien decía en tono de súplica en su agonía y ante tantos procedimientos médicos que le aplicaban: “Déjenme ir ya a la casa de mi Padre Celestial”.

En efecto, así mueren los hombres santos, con esa confianza de estar siempre en las manos del Señor, con esa paz y serenidad, esperando el abrazo amoroso del Padre Eterno.

Raúl Espinoza Aguilera,
raulespinozaaguilera@gmail.com

sábado, 21 de octubre de 2017

LA REVOLUCIÓN RUSA, 100 AÑOS DESPUÉS

¿Por qué ha sido tan poco festejado el centenario de la revolución que marcó la historia del siglo XX? ¿Qué lección se encierra en este silencio?




1. Las dos revoluciones de 1917. La primera ocurrió, después de la derrota del ejército del Zar en la primera Guerra Mundial, cuando Nicolás II abdicó el 12 de marzo, tras largas movilizaciones sociales de protesta.

La segunda y más conocida aconteció el 25 de octubre, cuando los bolcheviques encabezados por Trotsky, Lenin y Stalin conquistaron el poder, al derrocar al jefe del gobierno provisional, Alexander Kerensky. Entonces el sóviet de Petrogrado se quedó con el poder del Estado, y Lenin empezó la persecución a la Iglesia ortodoxa rusa (Cfr. El País, 11 abr. 2017).

La historia posterior es larga y compleja: una guerra civil entre los bolcheviques y los contrarrevolucionarios (1918-1921), la Segunda Guerra Mundial (1939) y la dictadura de Stalin, la Guerra Fría (desde 1945 hasta 1989, con la caída del muro de Berlín). Una amarga historia de atropellos a la libertad y de millones de muertos.

2. Un centenario poco celebrado. Un artículo del New York Times explicaba que este aniversario se redujo a una conmemoración académica, sin mayores celebraciones populares, porque, según algunos funcionarios del Kremlin, historiadores y analistas, el presidente Vladimir Putin detesta la idea de revolución.

“Conocemos bien las consecuencias que pueden tener estas convulsiones históricas”, afirmó Putin en diciembre pasado, durante su discurso del Estado de la federación.

“Desafortunadamente, en el siglo XX nuestro país sufrió muchas de estas convulsiones y sus consecuencias”, sostuvo (N. Macfarquhar, NTY, 13 mar. 2017).

3. El lado obscuro del Comunismo. La Revolución rusa buscaba implantar las ideas de Karl Marx: la imponer la Dictadura del Proletariado, donde los hombres pudieran vivir iguales, sin propiedad privada, en un mundo sin pobres ni ricos.

Sin embargo, la Revolución se transformó en una auténtica dictadura, en la que no había un dictador, sino una ideología totalitaria, con una visión histórica materialista y atea. Fue la dictadura de todo un sistema político y económico, que persiguió cruelmente a las religiones, especialmente a la cristiana. (Cfr. S. Aragonés, Aleteia, 16 oct. 2017).

La obra titulada “El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión” (1997), escrita por un grupo de profesores universitarios e investigadores europeos, estima que el número de muertos bajo los diversos regímenes comunistas (China, Rusia, Corea del Norte, etc.) “se acerca a la cifra de cien millones” (Cfr. Aleteia.org, 21 abr. 2017).

4. La historia atrás de la historia. El biógrafo de Juan Pablo II, George Wiegel, formula una pregunta muy importante sobre el modo pacífico de la caída del muro de Berlín, que marcó el final del comunismo mundial.

Pregunta Weigel: “¿Qué fue lo que hizo que no implicara derramamiento de sangre y violencia masivos, los dos métodos habituales del siglo XX para efectuar un gran cambio social?” (Aleteia, 30 ene. 2014).

Y responde que esa revolución pacífica fue posible gracias a Juan Pablo II, el Papa polaco que durante sus años como obispo de Cracovia tuvo que lidiar con el régimen comunista, pues este Pontífice fue el que encarnó la “revolución de la conciencia moral” que llama al mal por su nombre, y que por eso fue capaz de aglutinar a pensadores y políticos que dieron lugar al cambio: Vaclav Havel, Ronald Reagan, etc.

Epílogo. No se puede celebrar una ideología que destruye al hombre. Aunque la inquietud por defender a los trabajadores y a los pobres sigue siendo válida, el Comunismo no fue capaz de darle una respuesta, porque el afán de poder que lo sustentaba conllevaba cancelar todas las libertades y matar a sus millones de opositores.

La gran lección de este centenario es que cuando el ser humano abandona los principios morales, destruyendo la libertad individual y la libertad religiosa, el hombre se convierte en el depredador del hombre. 

Entonces, la gran revolución de hoy consiste en tomar experiencia de esas épocas lúgubres y conservar la conciencia moral como guía para solucionar los grandes problemas sociales de nuestro tiempo.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

miércoles, 18 de octubre de 2017

PROTEGER LA VIDA HUMANA DESDE LA CONCEPCIÓN

La verdad es la verdad, independientemente de quien la diga. No importa que todo el mundo afirme que el error es verdad; si no es verdad, no lo es, aunque todos estén de acuerdo en lo contrario. “¿Tu verdad? No, ¡la verdad!, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela” dijo bien el poeta de Castilla, Antonio Machado. 




En efecto, si cerramos los ojos a la realidad los únicos perjudicados seremos nosotros,  pues el error no salva, destruye, y la mentira tiene “patas cortas”, tarde o temprano revela su auténtico rostro, muchas veces cuando el daño ya es demasiado grave.

Los experimentos humanos en donde queda patente cómo, a pesar de realizar ímprobos esfuerzos, todos ellos se muestran estériles cuando nos empeñamos en construir el mundo de espaldas a la verdad o a establecerla por decreto, ya van siendo bastantes. 

Dicen, sin embargo, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. El nazismo, el comunismo, el liberalismo salvaje han prometido ser la panacea, la verdad, el cenit de la civilización, y no han conducido sino a la barbarie. 

Si los genocidios de los primeros 70 años del siglo XX fueron de carácter político; a partir de los años 70 hasta la actualidad, el genocida se viste de bata blanca, lo realiza de manera aséptica y cobra pingües ingresos por asesinar, haciéndolo siempre, claro está, dentro de una supuesta “legalidad”. Me refiero, obviamente, a la barbarie del aborto.

Así como ahora nosotros contemplamos, en una mezcla de horror y perplejidad, a los genocidas del siglo XX, presumiblemente en un futuro no muy lejano, nuestros congéneres del mañana nos mirarán peor que nosotros a los caníbales, observando cómo teniendo plenas evidencias empíricas de que la vida humana comienza en la concepción, hemos seguido practicando inmisericordemente el aborto.

Una luz de esperanza para la vida, sin embargo, se ha encendido recientemente.

Comenzaba estas letras diciendo que la verdad es verdad independientemente de quien lo afirme o reconozca, pero para que esa verdad sea acogida, escuchada y, principalmente, implementada
con todas sus consecuencias, por arduas que puedan ser, sí importa mucho quien lo afirme.

Muchos, millones, muy probablemente la mayoría de las personas considerábamos, pese a la feroz campaña para normalizar lo abominable, que era así. Los datos que aporta la genética, avalados por algunos de sus más altos cultivadores, como Jérôme Lejeune, así lo sentenciaban. 

El ADN, como carné de identidad del ser humano, distinto del de ambos padres, que será el mismo desde la concepción hasta la muerte, y contiene toda la información biológica del individuo en cuestión así lo mostraba. 

Pero esta sorda evidencia no es tomada en cuenta; la civilización prefiere mirar hacia otra parte, es más cómodo. Los poderosos preferían ignorarlo, como antaño hicieron con la esclavitud: era patente su injusticia, pero también su utilidad, era mejor dejar así las cosas, hasta que la evidencia se impuso y el holocausto concluyó.

Algo semejante está sucediendo con el aborto. El HHS (U.S. Department of Health and Human Services) en su plan estratégico 2018-2002 hizo un pequeño cambió en la redacción, pero pocas letras dicen mucho: Antes decía: “HHS cumple su misión a través de programas e iniciativas que cubren un amplio espectro de actividades, sirviendo a los estadounidenses en todas las etapas de la vida”. 

Ahora, en cambio: “HHS cumple su misión a través de programas e iniciativas que cubren un amplio espectro de actividades, sirviendo y protegiendo a los estadounidenses en todas las etapas de la vida, desde la concepción”. ¡Desde la concepción!, ¡los servicios de salud estadounidenses planean reconocer cabalmente que la vida humana comienza desde la concepción!

Era obvio que era vida (no era material inerte, tampoco un tumor) y evidente que era humana (no era un mandril ni un cocodrilo), pero no se atrevían a decirlo. Ya lo han hecho, y con ello, la evidencia científica, a pesar de las manipulaciones ideológicas, comenzará a abrirse paso.

En un lapso de tiempo, Dios quiera que sea breve, a las concepciones filosóficas (la noción de persona), las legislaciones políticas y a las convicciones morales socialmente aceptadas no les
quedará otro camino que doblegarse a la evidencia contundente.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

lunes, 16 de octubre de 2017

LA DESESPERANZA: ALIADA DEL DEMONIO

El cristiano ha de tener una actitud de “espera vigilante”, afirmó recientemente el Papa Francisco. Pero, ¿qué significa eso de “espera vigilante”? Significa, por una parte, vivir de esperanza, pero por otra parte, no dejar de estar atentos a nuestro mundo, a nuestros deberes.





“Este mundo exige nuestra responsabilidad, y nosotros la asumimos toda con amor. Jesús quiere que nuestra existencia sea laboriosa, que no bajemos nunca la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que nos dona Dios”. Por ello no cabe descuidar las cosas de la tierra, sino que será a través de ellas por las que alcanzaremos al final nuestro destino eterno. Una característica que ha de acompañar a los cristianos es la de “no rendirse nunca”, sean tiempos serenos o de angustia.

2) Para pensar

Se cuenta que Satanás exhibió a la vista de los diablos sus diversas herramientas con las que suele hacer caer a los hombres y desviarlos de Dios: el orgullo, el odio, los celos, el sexo, la vanidad, la droga, el alcohol, el poder político, el dinero, la ira, la ambición, etc. Una exposición en verdad impresionante.

Cerca de esos medios principales, había una herramienta pequeña y casi inadvertida, incluso ya muy gastada, pero de gran precio. Uno de los diablos preguntó: “¿Qué es esto, y para qué sirve?”

“Es un medio sumamente valioso -explicó Satanás- sirve perfectamente cuando los demás medios fallan y la uso mucho: se llama el desaliento”.

Gracias a tal medio Satanás logra que mucha gente buena se pase la vida sin hacer nada. Esa gente se pregunta: ¿Por qué debo arriesgarme yo, cuando nadie se arriesga? ¿Para qué luchar si siempre caigo? Y dejando de luchar, son presa del mal.

3) Para vivir

Cada mañana es un recomenzar lleno de esperanza, una aventura donde no cabe el tedio, “es una página blanca que el cristiano comienza a escribir con las obras de bien… El cristiano no está hecho para el aburrimiento, sino para la paciencia… Sabe que también en la monotonía de ciertos días siempre iguales está escondido un misterio de gracia… Hay personas que con la perseverancia de su amor se convierten en pozos que riegan los desiertos”, señaló el Papa Francisco.

El pensamiento de que al final de nuestra historia está Jesús misericordioso es suficiente para confiar y no maldecir la vida; “sufriremos, habrá momentos que suscitan rabia e indignación, pero la dulce y potente memoria de Cristo eliminará la tentación de pensar que esta vida es un error” dice el Papa. Y así, aunque el mundo entero predicara contra la esperanza y dijese que el futuro traerá solo nubes negras, el cristiano sabe que en ese mismo futuro está el regreso de Cristo.

El Santo Padre invitó a mirar “siempre hacia delante, a un futuro que no solo es obra de nuestras manos, sino ante todo una preocupación constante de la providencia de Dios”, por ello no se puede caer en el pesimismo como si “la historia fuese un tren que ha perdido el control… La resignación no es una virtud cristiana”, subrayó.

San Josemaría Escrivá solía motivar para no conformarnos con la resignación, sino llegar a más. De ahí su punto de Camino: “¿Resignación?... ¿Conformidad?... Querer la Voluntad de Dios!” (n. 757).

Pbro. Dr. José Martínez Colín,

LA NUEVA PROPUESTA DEL PAPA SOBRE LA PENA DE MUERTE

En el itinerario hacia la abolición global de la pena de muerte, el Papa Francisco ha dado un paso muy grande: ha sugerido que se modifiquen las ambigüedades del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena capital.




1. Una pesada herencia doctrinal. Aunque los últimos Pontífices han pedido constantemente a las naciones que sea abolida la pena de muerte, es un hecho histórico que durante siglos algunos papas han justificado la ejecución capital.
Esta doctrina pontificia se basaba en un principio moral: que el derecho a la “legítima defensa” permitiría eliminar a un “injusto agresor”. Y con el paso de los siglos está postura se incorporó como parte de la Doctrina oficial de la Iglesia, e incluso fue incluida en la primera edición del Catecismo de la Iglesia Católica (1992).

2. La lucha abolicionista de Juan Pablo II. El Papa polaco publicó la encíclica “Evangelium Vitae” en 1995, y dio un giro en este tema, al afirmar que los casos en los que se necesitara suprimir al agresor “son ya muy raros, si no es que prácticamente inexistentes” (n. 56).

Esto llevó una nueva formulación en la segunda versión del Catecismo, en 1998. Y, en la Exhortación “Ecclesia in América” (1999), Juan Pablo II escribió que una sociedad que emplea la pena de muerte “lleva la impronta de la cultura de la muerte y se opone al mensaje evangélico” (n. 63) (Cfr. La Croix, 4 ene. 2007).

3. Los argumentos de Francisco. El Papa argentino ha manifestado el rechazo total a la pena de muerte por ser una “ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa”.

En 2015, ante un grupo de juristas, el Pontífice refutó que las doctrinas del “injusto agresor” y la “legítima defensa” se pudieran aplicar a los presos. Afirmó que los presupuestos de la legítima defensa personal no son aplicables al medio social, sin riesgo de tergiversación, porque “cuando se aplica la pena de muerte, se mata a personas no por agresiones actuales, sino por daños cometidos en el pasado”.

Y añadió que tales casos, la pena capital “se aplica, además, a personas cuya capacidad de dañar no es actual, sino que ya ha sido neutralizada, y que se encuentran privadas de su libertad”.

Por eso, dijo, “hoy en día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado” (Discurso, 20 mar. 2015).

4. Una posible modificación al Catecismo. En un reciente encuentro sobre los 25 años del Catecismo, Francisco explicó algunas de sus claves de comprensión, como la necesidad de dar luces a cada época y leerlo siempre desde el amor que nos ha revelado Jesucristo.

El Papa mismo aplicó estos principios a la doctrina sobre la pena de muerte, y señaló que esa enseñanza no debe reducirse al “mero recuerdo de un principio histórico”, sino que tiene que tomar en cuenta “el progreso de la doctrina llevado a cabo por los últimos Pontífices” y la conciencia del pueblo cristiano que rechaza la ejecución capital.

Francisco reconoció que “en el Estado Pontificio se acudió a este medio extremo e inhumano, descuidando el primado de la misericordia sobre la justicia”. Y añadió: “asumimos la responsabilidad por el pasado, y reconocemos que estos medios fueron impuestos por una mentalidad más legalista que cristiana”.

El mensaje del Papa fue claro: dejar atrás aquella pasada visión favorable a la pena de muerte, porque hoy día “a nadie se le puede quitar la vida ni la posibilidad de una redención moral y existencial que redunde en favor de la comunidad” (Discurso, 11 octubre 2017).

Epílogo. Francisco nos da una gran lección, la de admitir con humildad que, en ocasiones, los condicionamientos sociales de una época de la historia han prevalecido sobre la auténtica doctrina del Evangelio, como el caso de la pena de muerte. Francisco nos impulsa así a recuperar en profundidad el auténtico mensaje evangélico de amar y defender la vida desde su concepción hasta su fin natural.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon; lfvaldes@gmail.com

domingo, 15 de octubre de 2017

10 CONCEPTOS PARA SER MÁS EFICACES ANTE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

1. Cuidar que los contenidos sean siempre son positivos, constructivos. Es preferible evitar que contengan amargas condenas. Esmerarse en el lenguaje para que resulte cordial y conciliador. Como dice el dicho: “Más puede lograr una gota de miel, que un barril de hiel”.



2. Para que rinda los frutos deseados, el lenguaje que hay que emplear hacia los medios de comunicación debe ser amable, respetuoso y de apertura al diálogo. No excluir ni etiquetar a nadie. No es correcto el dejarse llevar por la indignación momentánea y redactar un mensaje negativo, cargado de violencia verbal porque resulta contraproducente. Lo contrario, crea puentes de comunicación con el periodista; se genera amistad.

3. Es importante que el escrito que se envíe al comunicador o al medio resulte muy claro. Para ello hay que utilizar un lenguaje sencillo y asequible. Evitar largos y enredados discursos. La brevedad se agradece. Una anécdota o un ejemplo acertado pueden ilustrar mejor el mensaje.

4. Cuando se reacciona y se actúa con seriedad y responsabilidad, lo lógico es que el escrito tenga mayor credibilidad. Éste es un aspecto fundamental para saberse comunicar con sentido profesional.

5. Conviene recordar que, al firmar un texto, no se deben emplear
seudónimos, y menos, omitir el nombre del lector que participa en los medios. Es necesario, además, añadir los otros datos que se suelen pedir para darle verosimilitud al documento.

6. Y con respecto al periodista, se ha de incluir su nombre completo, con el cargo en ese medio concreto (si lo tiene). Es un detalle que ellos lo agradecen. Si nos dirigimos a él de forma apropiada, lo lógico será que se genere una corriente de simpatía.

7. Es necesario tener presentes la cortesía, la serenidad y el saber ponderar con ecuanimidad. Nunca dar la impresión de que se es radical o fundamentalista por los contenidos exaltados o excesivamente apasionados. Al analizar un texto en los medios, en primer lugar, hay que reconocer lo que de positivo tienen esa nota informativa o aquel reportaje. Y después, si hace falta, pasar a aclarar algún punto en concreto. Algunas veces, será oportuno adjuntar un artículo orientador elaborado por algún experto para ilustrar al comunicador y que pueda recibir otro punto de vista.

8. Hace mucha falta felicitar a los comunicadores cuando realizan honradez su trabajo. Como en cualquier otra actividad humana, ellos agradecen que se valore su quehacer profesional.

9. Tomar en cuenta que los argumentos deben de ser de razón y sentido común. Todavía es mejor si van fundamentados con citas, datos y estadísticas para sustentar con solidez lo que se afirma. Lo contrario sería caer en vagas impresiones o sentimientos efímeros.

10. No hay que olvidar que las tendencias ideológicas sociales tienen una vida compleja: nacen, crecen, se desarrollan, cambian y, con frecuencia, mueren. Por ello, se debe tener paciencia para insistir, con diversos enfoques y la necesaria creatividad, en aquellos puntos de vista que se quieren transmitir.

Raúl Espinoza Aguilera,
raulespinozaaguilera@gmail.com

viernes, 13 de octubre de 2017

REZAR EL ROSARIO: EL MILAGRO DE HIROSHIMA

1)  Para saber

Octubre es el mes dedicado por la Iglesia al rezo del rosario. Por ello el Papa Francisco recordó la petición de la Virgen María en Fátima: “Querría que en cada país se rezara con el rosario”. Este año se cumplen los 100 años de las apariciones de Fátima, y en cada una, la Virgen pedía que se rezara el rosario.






2) Para pensar

La poderosa intercesión de la Santísima Virgen María a través del rosario quedó de manifestó en uno de los episodios más dramáticos de la historia: la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima. Fue el 6 de agosto de 1945. Murieron más de 75,000 personas y otras tantas quedaron heridas y luego murieron por la radiación. Las casas en un radio de 2.5 Km del epicentro fueron destruidas. Quienes estaban dentro quedaron enterrados en las ruinas y los que estaban fuera fueron quemados.

Muy cerca de donde cayó la bomba, se encontraban cuatro sacerdotes que sobrevivieron a la catástrofe. Eran misioneros alemanes jesuitas sirviendo al pueblo japonés. Su residencia quedó en pie. No tuvieron efectos posteriores por la radiación, ni pérdida del oído, ni ningún otro efecto. Esta historia está documentada por historiadores y médicos y se conoce como el Milagro de Hiroshima.

Los jesuitas eran: Hugo Lassalle, superior en Japón, Hubert Schiffer, Wilhelm Kleinsorge y Hubert Cieslik.

Los médicos que les atendieron tiempo después les advirtieron que la radiación les produciría lesiones graves, así como enfermedades e incluso una muerte prematura, pero el pronóstico nunca se cumplió. No desarrollaron ningún trastorno y en 1976, 31 años después del lanzamiento de la bomba, el P. Schiffer acudió al Congreso Eucarístico de Filadelfia, confirmando que los cuatro jesuitas estaban aún vivos y sin ninguna dolencia. Fueron examinados por decenas de doctores unas 200 veces a lo largo de los años posteriores, sin que se hallase en sus cuerpos rastro alguno de la radiación.

Los cuatro religiosos nunca dudaron de que habían gozado de la protección divina, y en particular de la Virgen: “Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días”, explicaron.

El Padre Schiffer fue examinado e interrogado por más de 200 científicos que fueron incapaces de explicar como él y sus compañeros habían sobrevivido. Él lo atribuyó a la protección de la Virgen María y dijo: "Yo estaba en medio de la explosión atómica... y estoy aquí todavía, vivo y a salvo”. Explicó que en esa casa hubo una sola cosa diferente: "Rezábamos el rosario diariamente en esa casa".

En la otra ciudad devastada por la bomba atómica, Nagasaki, San Maximiliano Kolbe había establecido un convento franciscano que también quedó intacto, los hermanos protegidos gracias a la protección de la Virgen. Allí ellos también rezaban diariamente el santo rosario.

3) Para vivir

El Papa nos invita: “Recemos juntos por la Iglesia, por la Sede de Pedro y por las intenciones de todo el mundo. Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los escépticos, por todos los que niegan a Dios y por las almas del purgatorio. ¡A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón!”.

Pbro. Dr. José Martínez Colín.

CUANDO AYUDAR A LOS DEMÁS NO ES NOTICIA

Muchas veces lo bueno no encuentra eco, pero es real, está allí. Vale la pena poner un poco más de atención en esas realidades, pues así se despejan las brumas del pesimismo
desencantado, en el que pareciera estar sumergida la humanidad. 




Uno de los ejemplos, poco conocidos, pues no se trata de una novedad, sino de una realidad a la que nos hemos acostumbrado, es la preocupación que en el seno de la Iglesia se tiene por los pobres.

No solo la Iglesia se preocupa de los pobres, pero no es exagerado afirmar que es quien más hace por ellos, a través de multitud de iniciativas, a lo largo de la historia y a lo ancho del planeta. 

Una de ellas, que cumple este año 400 años de existencia, es el carisma vicentino, es decir, el conjunto de familias religiosas que se remontan a la vida y a la obra de san Vicente de Paul. 

Entorno a la espiritualidad de este santo, para quienes los pobres son “nuestros amos y señores” trabajan actualmente alrededor de dos millones de personas en ciento cincuenta y seis países. 

Se dice pronto, pero es mucho, máxime cuando muchos de ellos, como las Hijas de la Caridad o la Congregación de la Misión, no dedican a esta labor su tiempo libre sino la vida entera.

Es verdad que no se ocupan solo de su bienestar físico, sino también del espiritual, y al alimento del cuerpo unen el del alma. 

En efecto, el bien integral de la persona es mayor que el particular, por más que en la sociedad actual sea bien visto soslayar la dimensión espiritual del hombre y, en consecuencia, de las obras de misericordia. Invirtiendo un refrán popular, muchas veces “dan liebre por gato”, y quien solo buscaba alimento, cobijo o educación, puede terminar
descubriendo a Dios en su corazón, como un reflejo de ese Dios que se manifiesta en las obras de aquellos que se dedican a los pobres, a los niños, a los ancianos, a los enfermos.

Es oportuno traerlo a colación, porque en conmemoración de los 400 años del carisma vicentino, se reunirán en Roma del 12 al 15 de octubre, representantes de muchas de las familias espirituales que se inspiran en San Vicente en un Simposio, en el que participará el Papa Francisco, quien los recibirá el sábado 14 de octubre. 

Vale la pena rezar por la renovación de este carisma, pues la pobreza, tanto material como espiritual, es una realidad cotidiana y tangible en este mundo, y el empeño por remediarla un eficaz antídoto frente al narcisismo imperante.

Pero cuando sobre la Iglesia solo son noticia los escándalos financieros, lamentables, hay que decirlo todo, representa una bocanada de aire fresco descubrir que se trata de una realidad marginal, pero que la inmensa mayoría de la Iglesia, fiel a las enseñanzas de Jesucristo, sigue dando su vida por servir a los más necesitados. 

La inmensa familia fundada por san Vicente de Paul es un ejemplo vivo y elocuente de dicha realidad.

Ahora bien, no hace falta ser religioso para dedicarse a los pobres. El Papa Francisco por delante nos ofrece ejemplos tangibles de como todos algo podemos hacer por quienes están necesitados y son cercanos a nosotros, víctimas de “la cultura del descarte”. 

Personas ancianas, solas, enfermos, presos o, simplemente quienes sufren por la pérdida del trabajo, de un ser querido o por algún tipo de fracaso. 

Muchas veces Dios nos da la posibilidad de estar ahí para
ayudarles y solo por ello tendríamos que darles gracias, pues nos permiten colmar nuestra vida de sentido y fecundidad. 

El espíritu cristiano en general, y el carisma vicentino en particular, se muestran tremendamente actuales y urgentes, pues permiten paliar la formidable crisis espiritual del hombre contemporáneo.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

sábado, 7 de octubre de 2017

¿CÓMO EDUCAR EN LA SOLIDARIDAD?

Después de las grandes muestras de apoyo humanitario por los recientes cataclismos, la solidaridad tenderá a disminuir. ¿Qué necesitamos para que la solidaridad sea, de modo constante, parte de nuestra vida diaria?



1. Una necesidad actual. Las sismos y huracanes de México y el Caribe nos han mostrado el rostro de la solidaridad, pues observamos a millares de personas dando su tiempo y compartiendo sus bienes, para rescatar y ayudar a las víctimas. Sin embargo, esos momentos especiales no hacen que desaparezca la realidad de la crisis social contemporánea, llena de dificultades económicas, financieras y laborales.

Además, la política, la democracia y la participación ciudadana no viven su mejor momento, y tampoco han sido capaces de solucionar la migración forzada, el tráfico de personas, las hambrunas y las guerras. Por eso, la solidaridad realmente está lejos de ser un elemento central de nuestra civilización.

2. Un aniversario importante. En este año se cumplieron 50 años de la Encíclica “Populorum Progressio” (1967) de Pablo VI, quien se adelantaba a su tiempo pues proponía un modelo de ética social para un mundo que estaba a punto de convertirse –en palabras de Marshall McLuhan– en una “aldea global”. 

Ese documento proponía una renovada formulación del principio de interdependencia planetaria y del destino común de todos los pueblos de la Tierra.

Para continuar el impulso de esta Encíclica profética, la Congregación para la Educación Católica acaba de publicar un documento titulado “Educar en el humanismo solidario” (22 sept.
2017), que ofrece un programa “al servicio de un nuevo humanismo, donde la persona social se encuentra dispuesta a dialogar y a trabajar para la realización del bien común” (n. 7).

3. ¿Por qué hay que educar hoy en la solidaridad? Como señala el documento, resulta paradójico que el hombre contemporáneo “haya alcanzado metas importantes” en el conocimiento de la naturaleza, la ciencia y la técnica, pero, a la vez, carezca de una “programación para una convivencia pública adecuada, que haga posible una existencia aceptable y digna para cada uno y para todos” (cfr. n. 6).

Y, si añadimos el amplio panorama de injusticias sociales, vemos que es necesario un modelo educativo que no sólo desarrolle habilidades intelectuales y físicas, sino que permita que el “humanismo solidario” se arraigue en el modo de ver la vida y de actuar de toda una sociedad, que hoy está marcada por el individualismo. 

4. ¿En qué consiste el humanismo solidario? En la presentación del documento, Mons. Angelo Vincenzo Zani, secretario de esa Congregación vaticana expuso los resultados que buscan obtener. El primero es la “inclusión”, que permita a cada ciudadano –y no sólo a algunos– se sienta partícipe activo en la construcción de la nueva cultura solidaria.

El segundo es conseguir una “ética inter-generacional”, es decir que la generación actual comprenda que “construir el bien común, que no sólo involucra a los contemporáneos”, sino también a los ciudadanos de las futuras generaciones. 

Y el tercero consiste en proponer a las universidades que añadan a su función de enseñanza e investigación, la dimensión de la apertura a la sociedad y a sus problemáticas.

Epílogo. Es maravilloso que prácticamente todos seamos solidarios en los momentos de catástrofes naturales, pero también deberíamos serlo ante las imperceptibles crisis sociales, económicas y morales.

Necesitamos pasar de la “solidaridad de emergencia” a la “cultura de la solidaridad”. Pero este cambio sólo vendrá si hay un cambio de modelo educativo basado en el “humanismo solidario”, que forje una nueva mentalidad, ya que -como afirma el Papa Francisco- “las formas de pensar influyen en las formas de actuar” Papa Francisco.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com