lunes, 2 de octubre de 2023

LA FELICIDAD Y SUS FACETAS CONTRADICTORIAS

                                                                                      Raúl Espinoza Aguilera

Parecería increíble pero no hay un acuerdo unánime sobre las raíces de la felicidad. El diccionario afirma: “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.

La felicidad era el objetivo último del ser humano, y la riqueza (es decir, la propiedad libre, individual y absoluta), su principal baluarte”.

En la actual sociedad de consumo en que vivimos, se nos dice a través de la publicidad y otros medios de comunicación: “Si compras el último modelo de este coche, de esta Lap Top o del celular que están a la vanguardia, o “éste es el último grito de la moda en ropa”, y así estarás satisfecha o satisfecho, para que las demás personas te admiren o te alaben.

En este sentido, me llama mucho la atención esos pantalones de mezclilla -muy caros, por cierto- y que las jóvenes desfilan por selectas avenidas, lo mismo que en las plazas comerciales de un nivel socioeconómico alto.

No hace mucho tiempo una sobrina que tengo le pedía con insistencia a una tía que le comprara uno de esos pantalones, y la retenía de su manga, subrayándole que era la última moda. La tía le respondió, con su habitual sabiduría y sagacidad, que pronto tendría uno de ese tipo de pantalones. Que en el coche de regreso le explicaría más detalles.

Así ocurrió. Mi tía le dijo que se había dado cuenta que tiene varios pantalones de mezclilla que necesitaban desecharse. Y el más gastado se ofreció a meterlo en la lavadora con un líquido especial para desteñirlo todavía más.

Después que se secara, tomaría unas filosas tijeras para romperlos tal y como estaban de moda. A mi pequeña sobrina le dio un berrinche que le duró varios días, pero finalmente comprendió que lo que estaba pidiendo estaba fuera de lugar. Y ahí terminó el incidente.

No me refiero a todos, pero existen otro tipo de jóvenes -mujeres y hombres- que tienden “con extraña presunción” a relatar a sus compañeros (as), los siguientes días de lo sucedido el fin de semana, en la Preparatoria o en la universidad, las borracheras que se pusieron o los desórdenes sexuales en que incurrieron, como si fuesen “hazañas” o algo digno de imitarse.

En esos casos se ha ido creando un “curioso” sentido de la diversión. En otros casos acuden a las drogas. Todo ello, tarde o temprano pasa su factura. O se transforman en vicios o van a parar al hospital por sobredosis.

El conocido Psiquiatra vienés, Víktor Frankl (1905-1997), desde que concibió su método para curar a sus pacientes en un campo de concentración (confrontar su libro, “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO”), que le llamaba “LA LOGOTERAPIA”, se dedicó a dar conferencias por muchos países. En cierta ocasión daba una conferencia a universitarios en la Universidad de Harvard.

Un joven que mostró que quería participar, se quejaba de lo siguiente, más o menos con estas palabras: mantengo una posición económica bastante desahogada, mis calificaciones tienen buen promedio, tengo sexo suficiente, amistades, posesiones materiales como un coche deportivo del año, sin embargo, no soy feliz. ¿Por qué me ocurre esto?

El célebre Psiquiatra se explayó para explicarle que la felicidad no se encuentra ni en el dinero, ni en la posesión de los bienes materiales ni en los placeres que ofrece esta vida.

Que era primordial encontrar un “PARA QUÉ”, es decir, “UN SENTIDO”, en todo lo que se hacía y que era fundamental ser congruente en nuestro pensar y en nuestro actuar hasta sus últimas consecuencias.

Porque si no se vive la coherencia algunas personas terminan en una clínica psiquiátrica; otros más, terminan sus vidas pensando que han desperdiciado sus vidas. ¿Por qué? Porque tuvieron muchos amoríos, hijos dispersos, no alcanzaron a formar una familia ni un hogar estable.

Este último caso me tocó presenciarlo en una sesión de terapia colectiva. Concluía un anciano: ¡Cuánto desearía volver a tener 18 años! Para no cometer tantas tonterías como las que he hecho a lo largo de mis 78 años. ¡He desperdiciado mi entera existencia miserablemente con un largo serial de tarugadas!

Entonces, ¿Dónde radica la felicidad? El Filósofo Platón afirma que “consiste en asemejarse a Dios. Es la Sabiduría Perfecta y, por tanto, la Felicidad Completa. La fe de que el hombre puede disfrutar en esta vida presente, es una participación imperfecta de aquella Celeste. A ella se arriba por dos medios íntimamente ligados entre sí: la dialéctica o proceso por el cual el alma se desmaterializa y consiguientemente accede a la orden de las ideas puras”.

Aristóteles hereda la concepción platónica centrando la fe en el ideal de Sabiduría y de Virtud. Sólo que Aristóteles “exige más cosas que la contemplación del Motor Absoluto del mundo y, por otro lado, disloca la concepción unívoca del Bien en Platón”.

 

 

 

 

 

 

 



 

 

UNA VIDA PLENA: DEL ODIO AL AMOR

 Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

Se dice que esperar en Dios no es fácil, pero es lo más seguro. A partir de aquella parábola en que el dueño de la viña sale a contratar trabajadores a todas horas del día, y al final de éste les paga lo mismo a todos, el Papa Francisco comenta que ese dueño representa a Dios mismo que no se cansa de salir a buscarnos. Dios no espera nuestros esfuerzos para venir a nosotros y no se rinde si tardamos en responderle; al contrario, Él toma la iniciativa. Así fue la Redención: Jesús vino a nosotros para mostrarnos su amor. Nos busca a todas las horas del día que, como afirma San Gregorio Magno, representan las diversas estaciones de nuestra vida hasta la vejez. Que nunca olvidemos que para su corazón nunca es demasiado tarde, Él nos busca y nos espera siempre, ¡siempre!

 

2)  Para pensar

“Regreso a Ítaca” es un reportaje que recoge seis historias de personas que han vuelto a la fe católica después de varias décadas sin práctica religiosa. María Villarino, coordinadora del proyecto, explicó que el nombre de Ítaca es el de la isla que menciona Homero al regreso de Ulises a su casa y es “símbolo del viaje del que vuelve a casa”.

Una de esas historias es la de José Antonio Rodríguez, pintor profesional. Perdió a su madre por cáncer cuando él tenía 15 años. Fue un duro golpe que se transformó en odio a la Iglesia y a Dios. “Yo odiaba a Dios porque me había quitado a mi madre” afirma. Ya casado, tuvo una crisis laboral y familiar. Su hija de ocho años, al verlo tan mal, le dio una oración a San Josemaría para que encontrara trabajo: “Rézale que te ayudará”. Empezó a rezarla sin fe. A partir de entonces todo comenzó a resolverse. A los 7 días le llamó un sacerdote para aceptar un proyecto educativo a través del arte. Pero sobre todo, dice, cambió su vida interior y le suscitó un interés religioso. Lo que antes no le importaba nada, como la confesión, la Misa, ahora lo deseaba. Comenzó a valorar el trabajo, las personas, la familia. Dice que se siente como vuelto a nacer, como haber resucitado y a vivir una “VIDA PLENA Y FELIZ, ¡con mayúscula!”.

El documental —se puede ver en opusdei.org—, recuerda las palabras del Papa Francisco: “Dios es un Padre que me ama y espera mi regreso”. La Iglesia es madre y hogar, no una institución fría y burocrática.

3)  Para vivir

El significado de que el dueño de la viña pague a todos el mismo salario a pesar de que unos trabajaron más que otros, se puede interpretar, dice el Papa Francisco, porque Dios tiene el corazón tan amplio, que a todos les da su mismo amor incalculable. La justicia de Dios es superior a la humana, no mide su amor por nuestros rendimientos o fallos: Dios nos ama y basta, nos ama incondicionalmente porque somos hijos.

El Papa nos previene para no tener una relación “mercantil” con Dios, centrándonos más en nuestros logros que en su generosidad y su gracia. Ni podemos juzgar a los demás, sin pensar que Dios los ama como a nosotros nos ama.

Nos invita a preguntarnos si somos generosos dando “más” de comprensión, de perdón, como Jesús hace con nosotros. Imitémoslo, sin limitarnos a dar según recibimos. Terminó el Papa pidiéndole a la Virgen que nos ayude a ofrecer gratuitamente nuestro amor. (articulosdog@gmail.com)


domingo, 24 de septiembre de 2023

ÁRBOL MALO, DA FRUTOS BUENOS

Mateo 7, 17-18: “Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos

malos. No puede el árbol bueno dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos.” Puede

parecer pretencioso enmendarle la plana al mismísimo evangelio, pero el misterio de la naturaleza

humana no deja de sorprendernos. La cansada historia bimilenaria de la Iglesia parecía haberlo

visto todo en su decurso, pero al inicio del tercer milenio ha descubierto, con horror,

profundidades nuevas del mal que puede anidar en el corazón humano. Así, lo que hemos vivido

en este turbulento inicio de milenio “puede sorprender a los demonios” -parafraseando a

Nefarious- y, ¿por qué no?, al mismo Jesús.

Al inicio del nuevo siglo contemplamos con estupor cómo puede Dios hacer surgir un árbol

frondoso de raíces podridas. Desde una perspectiva positiva, nos asombra la omnipotencia divina,

que de los grandes males puede obtener bienes aún mayores, no permitiendo así que el mal tenga

la última palabra en la historia del hombre. Desde una óptica negativa, en cambio, somos testigos

clarividentes de la vileza a la que puede llegar el corazón humano, de cómo “la corrupción de lo

mejor es lo peor” (san Jerónimo).

Tres personajes, relevantes en la historia reciente de la Iglesia, nos conducen a esta

desconcertante conclusión: Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y del Regnum

Christi; Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana y Marko Rupnik, célebre

artista, teólogo y director del Centro Aletti. Los tres gozaron de la confianza de san Juan Pablo II,

los tres tuvieron “carreras eclesiásticas” deslumbrantes y los tres cayeron en desgracia al salir a la

luz su doble vida. En el caso de Maciel y Figari, además, se trata de fundadores de órdenes

religiosas y movimientos eclesiales, acusados del que sea quizá el más grave de los delitos, la

pederastia. Nunca se había visto eso en la historia de la Iglesia. Por eso causó estupor y por eso

tardó tanto en ser reconocido el crimen, pues se suponía en el seno de la Iglesia, de buena fe, que

no se trataban sino de calumnias hacia personas de éxito eclesial y humano. Tristemente, además,

estos horribles hallazgos abrieron los ojos de la Iglesia y, por desgracia, no son los únicos, pero sí

los más notables.

Ahora bien, si pasarán a la historia por su escándalo y el daño irreparable que han causado

a la imagen pública de la Iglesia, curiosamente pasarán también por los abundantes frutos de lo

que ellos iniciaron. La huella de su vida entonces es ambivalente, como ambivalente es el corazón

humano, el misterio del hombre, que nunca acabamos de comprender y ahondar. Los Legionarios

de Cristo y el Regnum Christi, fundados por Maciel, siguen siendo una realidad viva y fecunda en el

seno de la Iglesia. Lo mismo sucede con el Sodalicio de Vida Cristiana fundado por Figari. Ambos

legados siguen sembrando bien espiritual y material en la Iglesia y en la sociedad. Por su parte, la

obra teológica y sobre todo artística de Rupnik, sigue adornando algunos de los principales

espacios sagrados del catolicismo universal: la capilla Redemptoris Mater, del Vaticano, donde se

celebran los retiros espirituales de la curia romana, a los que asiste el Papa, los santuarios de

Lourdes, Fátima y san Pío de Pietrelcina, o el Santuario Nacional de san Juan Pablo II, en

Washington D.C.

Esperemos que la Iglesia no ceda a la “tentación talibán.” Es decir, que así como los

talibanes cañonearon en el 2001, por fidelidad al Corán, a los Budas de Bamiyan, colosales

estatuas que habían durado más de 1500 años, de modo análogo ahora no retire la obra de Rupnik

porque, independientemente de la vida del autor, es bella y eleva el alma hacia Dios, conduce a la

oración. La sabiduría de la Iglesia sabrá preservar la belleza creada por Rupnik, juzgarlo es asunto

de Dios. Análogamente, sabrá conservar los legados de Maciel y Figari: Legionarios de Cristo,

Regnum Christi y Sodalicio de Vida Cristiana, por el bien que han hecho y hacen tanto a la Iglesia

como a la sociedad.

Si bien, en estos tristes casos, no se cumple a la letra la sentencia evangélica, sí en cambio

lo que afirma el libro de Job: “Al árbol caído le queda esperanza de volver a retoñar. Tal vez el

tronco y las raíces se pudran en la tierra, pero en cuanto sientan el agua volverán a florecer, y

echarán ramas, como árbol recién plantado” (Job 14, 7-9). El balance final es de purificación y

esperanza. Nos recuerda a todos que tarde o temprano la verdad se abre camino. Nos invita a

asomarnos a las profundidades del corazón humano, capaz a un tiempo de grandeza y de miseria.

No deja de ser significativo el hecho de que los ejercicios espirituales de la curia romana

tengan lugar en la capilla Redemptoris Mater, obra de Rupnik. No sólo para “escarmentar en

cabeza ajena”, viendo cómo las más graves faltas no perdonan ni a los altos dignatarios de la curia,

o para ver cómo santos, como Juan Pablo II, pudieron ser engañados por Rupnik, Maciel y Figari;

sino para contemplar, asombrados, cómo en la Iglesia y en el corazón humano, la belleza y la

miseria pueden ir de la mano.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com 

¿HASTA CÚANDO PERDONAR? ES COMO EL OXÍGENO QUE PURIFICA

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

«Para ser cristianos, debemos perdonar lo inexcusable, porque así

procede Dios con nosotros» (C. S. Lewis). El Papa Francisco se refirió al

pasaje del Evangelio en que Pedro le pregunta a Jesús: «Señor,

¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi

hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18, 21). Hay que recordar que el

número siete en la Biblia, indica plenitud. Pedro creía que ya había ido

lejos. Pero Jesús va más allá y le responde: «No te digo hasta siete

veces, sino hasta setenta veces siete» (v. 22). Es decir, hay que

perdonar todo y siempre. Precisamente como hace Dios con nosotros.

Jesús muestra en una parábola cómo Dios perdona una cantidad

exageradamente grande, pero espera que perdonemos lo pequeño. El

corazón de Dios perdona siempre y todo. Nunca olvidemos cómo es

Dios: cercano, compasivo y tierno.

2) Para pensar

Contaba una joven llamada Gladys una triste experiencia que nunca

olvidará. Su hermano Oscar tenía una muy buena amiga llamada Gaby.

Se llevaban muy bien. Sin embargo, tuvieron un desacuerdo y se

enojaron. Se dejaron de hablar. Gladys le insistía a su hermano Oscar

que le pidiera perdón, pero no estaba dispuesto pues era muy orgulloso.

Pasó un mes, y Gladys fue a hablar con Gaby. Ella tampoco quería

disculparse, pero su amiga le hizo comprender que una amistad vale

muchísimo, y no podía terminarla por una tontería. Gaby prometió que

al día siguiente iría a su casa para pedirle perdón. Gladys la esperó muy

contenta, pero al otro día Gaby no apareció por la casa, y ella se sintió

decepcionada.

Al día siguiente, cuando el papá de Oscar leía las noticias, le

preguntó a Oscar: "¿Tú no eras amigo de una Gabriela Rocha?” Oscar le

contestó: “Sí, de Gaby, pero ¿por qué dices que era?” El padre le enseñó

el periódico donde decía que Gaby había sido violada y asesinada a

media cuadra de la casa. La atacaron cuando venía a pedir perdón.

Oscar no tuvo palabras que decir. Se encerró a llorar en su cuarto, sin

comer, sin hablar, sin dormir... Tardó mucho en recuperarse y siempre

se lamentó no haber dado el primer paso para pedirle perdón. Una

experiencia que marcaría para siempre su vida.

Pedir perdón no es símbolo de debilidad, es una característica de

quien acepta al prójimo tal y como es. Hay que saber pedir perdón, y

más aún, saber perdonar.

3) Para vivir

Perdonar es una condición fundamental para el cristiano, afirma el

Papa Francisco. No es opcional, pues por cada uno Dios ha dado su vida

para perdonarnos. Correspondiendo a su gratuidad, estamos

comprometidos para perdonar. Además, el perdón es el oxígeno que

purifica el aire contaminado por el odio y cura los venenos del rencor. El

perdón sana las enfermedades del corazón que contaminan la sociedad.

El Papa nos invita a preguntarnos si realmente creemos que hemos

recibido de Dios el don de un perdón inmenso: “¿Me alegra saber que Él

siempre está preparado para perdonarme cuando caigo, incluso cuando

ni siquiera yo logro perdonarme a mí mismo?” Propuso el Papa, y lo

podemos intentar ahora, pensar en una persona que nos ha herido, y

pedirle al Señor la fuerza para perdonarla. Perdonarla por amor del Señor. 

Esto nos hará bien y nos devolverá la paz en el amor. (articulosdog@gmail.com)


miércoles, 20 de septiembre de 2023

EL VALOR DE LA GENEROSIDAD A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

Raúl Espinoza Aguilera

Desde la Resurrección de Jesucristo, el cristianismo se extendió rápidamente por

todo el mundo conocido. Se asegura que para el Siglo Segundo estaba difundido

por toda la cuenca del Mar Mediterráneo. Es decir, Turquía, Palestina, Líbano,

Grecia, Macedonia, Italia, Francia, España, Portugal y las regiones del norte de

África, etc.

¿Cómo explicar esta gesta? Por el enorme amor a Dios-Padre que Jesús había

dejado en sus Apóstoles y la acción portentosa e imparable y del Espíritu Santo.

Desde esa época se adhirieron miles de mujeres y hombres con su entrega

completa al Señor: unos como sacerdotes, otros como religiosos o misioneros. El

hecho que esos miles consagraron sus vidas a Dios mediante la virginidad, el

celibato apostólico, la pobreza y la obediencia. Se fundaron cientos de hospitales

de beneficencia, orfanatorios, asilos de ancianos, escuelas gratuitas, etc.

Recuerdo que un grupo de universitarios y yo visitamos un asilo de ancianos. El

plan era llevarles algunos sencillos regalos, revistas que les gustaban y, sobre

todo, un rato de conversación agradable y cordial con quienes vivían en aquel

paupérrimo asilo. De pronto, un ancianito -con cerca de 90 años, que se movía en

silla de ruedas- vomitó con estrépito y abundantemente. Los jóvenes que fuimos a

visitarlos nos quedamos como paralizados sin saber qué hacer. Al instante una

religiosa, de hábito blanco, se puso a limpiarlo. Y al observar nuestras caras de

asombro, comentó:

“-Es el Amor de Dios lo que nos mueve a realizar estos desagradables trabajos”.

Del mismo modo, matrimonios de cristianos realizaron lo que se llamó

“migraciones apostólicas”. Es decir, los maridos y sus esposas -ya cristianos-

decidían trasladarse a vivir a otras regiones donde había que instaurar la semilla

del cristianismo y fortalecer su presencia. Ese buen ejemplo “entraba por los ojos”

de que no había que ser religioso o sacerdote para seguir las huellas de

Jesucristo. De ahí surgieron las primeras familias cristianas que educaron a sus

hijos en la fe.

Toda esa “Revolución Cristiana” dejó un profundo sedimento de lo que vendría a

suceder con el devenir de los siglos: la difusión de la doctrina de Cristo por los

cinco continentes.

Muchas virtudes y valores que observamos hasta nuestros días, han nacido de la

doctrina de Jesucristo. Por ello, se dice que vivimos dentro de la civilización

cristiana.

Pero esto se expandieron sólidamente las bases de esta civilización. Aunque

nunca han faltado ataques, infundios y calumnias contra el cristianismo, la fe se ha


mantenido sólidamente lo que demuestra que es Cristo quien guía a su Iglesia con

el Papa a la cabeza, como Cabeza Visible.

Un botón de muestra es la República Mexicana nos encontramos multitud de

Instituciones para la Asistencia Privada, por ejemplo:

1. Hospital de Jesús, I.A.P.

2. Nacjonal Monte de Piedad, I.A.P.

3. Fundación Luz Saviñón, I. A. P.

4. Fundación Dondé, I.A.P.

5. Asociación para Evitar la Ceguera, I.A.P.

6. Hospital de Nuestra Señora de la Luz, I.A.P.

7. Fundación Conde Valenciana, I.A.P.

8. Fundación Gonzalo Río Arronte, I.A.P.

9. Cruz Roja Mexicana, I. A. P.

10. Sociedad de Beneficencia Española, I.A.P.

11. Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, I.A.P.

12. Fundación Bringas Haghenbeck, I.A.P.

13. Fundación Cultural Antonio Haghenbeck de la Lama, I.A.P.

14. Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, I.A.P.

15. Fundación Hogares Providencia, I.A.P.

16. Fundación Mier y Pesado, I. A. P.

17. Colegio de Jesús de Urquiaga, I.A.P.

18. Hospital Escandón, I.A.P.

19. Fundación Michou y Mau, I.A.P.

20. Escuela para el Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos, I.A.P.

Todas estas instituciones son sin fines de lucro dedicadas a causas de interés

social. ¿Y cómo se sostienen económicamente? Gracias a la generosidad de

miles de ciudadanos en todo México. Con la importante aclaración de que existen

muchísimas más I.A.P. por todo el país.

Es de justicia hacer mención de la “Fundación Somos Hermanos, I.A.P.”, cuyo

trabajo y esfuerzo por décadas se enfoca en dar a conocer a todas estas

instituciones a través de diversos medios de comunicación.

Semanalmente se publica “El Noticiero por la Paz”, con un eficiente equipo de

reporteros, redactores y editorialistas, lo dirige la Comunicadora profesional

Adriana Alatorre, con un espléndido trabajo conjunto.

UNA BLOGUERA ATEA Y LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Hoy en día es preciso, sobre todo al viajar, portar una

identificación, sea la licencia de manejo o un carnet que avale

quiénes somos. El Papa Francisco señaló que los discípulos de Cristo

tenemos nuestro carnet de identidad y son las Bienaventuranzas.

Nuestro Señor quiso mostrarnos la manera de comportarnos en el

mundo: ser pobres de espíritu, desprendidos de los bienes de la

tierra; ser puros de corazón para no ensuciar nuestro corazón; tener

sed y hambre de justicia; saber afrontar el sufrimiento con espíritu

cristiano colaborando a la redención del mundo.

Además, afirmó el Papa, el Evangelio y las Bienaventuranzas son

el fermento de la verdadera felicidad, impregnada de misericordia,

justicia y paz, sirviendo como antídoto contra la tentación del

bienestar egoísta y discriminatorio.

2) Para pensar

El Evangelio y las Bienaventuranzas nos dan una visión más

amplia de los sucesos del mundo, explicando lo que el mundo

material no alcanza hacerlo. Eso lo experimentó una conocida

bloguera atea llamada Leah.

Leah Libresco Sargeant, es una mujer que nació en Long Island,

Estados Unidos, en una familia y ambiente no religioso. No creía en

Dios y pensaba que la religión era falsa. Fue en la Universidad que se

enteró que había cristianos inteligentes, que se sentían cómodos

hablando de su fe. Pensaba que hay realidades, como las morales,

que no se pueden explicar con las matemáticas, pues son algo

trascendente. Comprobó que ella no tenía un sólido fundamento

ético, y debía existir algo que diese fundamento a la verdad.

Leah desafiaba en su blog a los lectores a dar una respuesta

intelectualmente rigurosa a sus preguntas sobre la vida. Buscaba con

afán la verdad y cómo acceder a ella. No le satisfacían las respuestas

recibidas y pensaba que no era posible que Dios no existiese y a la

vez, la moral fuera algo más allá del hombre.


Leyó a Chesterton, C.S. Lewis y sobre todo Las Confesiones de

San Agustín y vio que el cristianismo era “razonable”. Con san

Agustín se identificó, pues él también buscaba la verdad. Y así, se

convirtió al catolicismo y escogió como patrono a San Agustín, pues

pensó que compartía sus mismas debilidades.

Ya conversa confiesa que el rezo del Santo Rosario le ayuda

mucho, pues la Virgen María la lleva a orar de un modo grato a Dios.

Ahora Sargeant continúa escribiendo en su blog y edita una revista.

3) Para vivir

El Papa Francisco agradece a Dios por concederle ir como

peregrino a anunciar que la esperanza del mundo es Cristo, y su

Evangelio es la levadura más poderosa de fraternidad, libertad,

justicia y paz. Fue a esparcir semillas de fe, esperanza y

reconciliación.

Cada cristiano también está en misión para sembrar, con sus

palabras y su ejemplo, la semilla de la fe, dando a conocer el amor

tan grande que Dios nos tiene. (articulosdog@gmail.com)

domingo, 17 de septiembre de 2023

REDESCUBRIR EL MATRIMONIO

- “Profe, para mí, el matrimonio como lo entiende la Iglesia es una suerte de cadena

perpetua.”

- “Si equivocarse forma parte de la condición humana y rectificar es una muestra de

sabiduría, ¿por qué no aplica esto para el matrimonio según la Iglesia?”

- “Sólo de pensar que voy a tener que estar toooda la vida con una persona me da agobio,

me asfixia.”

Nuevamente el tema del matrimonio generaba conflicto, especialmente en mis alumnas.

Antaño lo que era difícil de comprender era la opción del celibato por el reino de los cielos,

máxime cuando ese celibato no iba unido a la ordenación sacerdotal. Para muchos el celibato

laical representaba una especie de “circulo cuadrado”, es decir, un oxímoron, un absurdo. Otros

muchos cuestionaban el celibato sacerdotal, señalando que era causa de desviaciones sexuales

graves, como la pedofilia. Pero ahora, el frente de batalla -por decirlo de alguna manera- se ha

replegado al matrimonio. Ya no se ve la opción matrimonial y el proyecto de crear una familia

como una forma válida de realización personal o, por lo menos, no todos lo ven con claridad,

sospecho que la mayoría de los jóvenes no lo ven así, y tienen sus propios planes alternativos.

Al escuchar los alegatos de algunas de mis alumnas, resonaban en mi mente las palabras de

Mateo 19,10: “Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no viene a cuento casarse.”

Sin embargo, tal versículo se habría modificado, conforme al espíritu de los tiempos; ahora diría:

“Si tal es la condición de la mujer respecto al varón, no viene a cuento casarse.” La grave crisis que

ha sufrido el matrimonio y con él la familia, en tiempos recientes, inevitablemente ha pasado

factura. El matrimonio y la familia se han desconfigurado como ideales de vida para un número

consistente de personas. Se trata, si se mira agudamente, de un fracaso antropológico: no se

concibe que la persona humana pueda adquirir compromisos para toda la vida; su voluntad no

llega a tanto, su libertad no alcanza tal extremo. En el fondo, se trata de un empobrecimiento del

amor, pues ya no sería de recibo la afirmación bíblica según la cual “fuerte como la muerte es el

amor” (Cantar de los cantares 8, 6). Por el contrario, el amor, y con él la libertad, no resisten la

erosión del tiempo.

Más incluso, ahora se consideraría nocivo para la salud mental intentar mantener el

compromiso, la palabra dada, a cualquier precio. Tal actitud encerraría vestigios de irracionalidad,

fanatismo, cerrilidad. El frío realismo de la condición humana muestra, por el contrario, que

cuando algo deja de funcionar, lo lógico, lo natural, es abandonarlo. Así, sin ambages ni

maquillajes, lo reconocía una alumna: “Yo pienso estar con una persona mientras las cosas

funcionen. Cuando, eventualmente, dejen de funcionar, dejaré de estar con ella, pues no soy

capaz de violentar la realidad. Tengo que aceptar las cosas como son, no como me gustaría que

fueran.” Una especie de “realismo” se difunde como epidemia, de forma que los ideales se

consideran eso: ensoñaciones, fantasías, buenos deseos vacuos. La cruel experiencia de la

condición humana nos muestra que el hombre, en líneas generales, no está a la altura de sus

ideales y, por ello, es mejor dejarlos de lado.

Las múltiples experiencias de matrimonios altamente conflictivos, ha pasado su factura a las

nuevas generaciones. Con frecuencia escucho cómo son los hijos los que aconsejan separarse a sus


padres, para evitar el triste espectáculo de las continuas disputas. Digamos que los hijos, ante el

fracaso matrimonial de sus padres, se “han curado en salud.”

Por eso el cristianismo, una vez más y en un frente nuevo, debe ir contracorriente. La

tentación de ceder a pesimismos realistas es grande y las estadísticas no ayudan, pues confirman

el debilitamiento de la institución matrimonial. Ahora, para lanzarse a formar una familia abierta a

la vida se necesita ser revolucionario, inconformista, idealista. No se parte de una ingenua

confianza en los alcances de nuestra libertad, sino que se cimenta la vida desde la confianza en

Dios. Aquí la fe juega un papel insustituible. A final de cuentas, ¿por qué pensamos los católicos

que el matrimonio cristiano compromete toda nuestra vida? Porque Jesús mismo lo dijo

expresamente (Cfr. Mateo 19, 3-6). Confiados en esa Palabra y no en nuestras precarias fuerzas,

nos lanzamos a esa aventura, que da fruto, de forma que saca lo mejor de nosotros mismos, y se

convierte, hoy más que nunca, en una silenciosa pero elocuente catequesis para la sociedad.

Redescubrimos así, admirados, cómo la libertad y el amor son más fuertes que el tiempo, y

también cómo el ideal cristiano eleva al ser humano.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com