Raúl Espinoza Aguilera
Pocas veces vemos en el mundo del periodismo, a dos comunicadores que
dejaron de lado “el qué dirán” para ir tras la Verdad.
Ellos son el periodista alemán, Peter Seewald (nacido en 1954 en Bochum) y el
comunicador italiano Vittorio Messori (nacido en Sassuolo en 1941).
El primero se afilió a diversos grupos marxistas-leninistas alemanes de los años
sesenta. Y Messori procedía de centros de formación masónicos teniendo como
bandera las ideas de la Ilustración de la Revolución Francesa en la que se
consagra a la “diosa razón” y, posteriormente, se convirtió en un ferviente seguidor
del Positivismo, corriente de pensamiento fundada por Auguste Comte, en que
proponía que la Religión estaba superada y que el hombre se encontraba en un
estadio superior.
Seewald funda un semanario de extrema izquierda y abandona todo contacto con
la Iglesia Católica. Posteriormente, en los años ochenta, fue nombrado director de
“Der Spiegel”, luego fue reportero de “Stern”. En 1990, se trasladó a la revista del
diario “Suddeutsche Zeitung”.
Cuando sus colegas en los medios de comunicación donde había trabajado, se
enteraron que Seewald estaba en plena búsqueda de Dios, de inmediato vinieron
las críticas, como: “se trata de un trastorno mental”, “perdió la sensatez”,
“terminará en una clínica psiquiátrica”, etc., pero Seewald -consciente de su
decisión- no les hacía el menor caso ya que realmente buscaba la Verdad.
Cierto día, cuando el Cardenal Joseph Ratzinger, era Prefecto de la Doctrina de la
Fe en la Santa Sede, durante el Pontificado de Juan Pablo II, este periodista tuvo
el acto de audacia de telefonearle al Cardenal para solicitarle una larga entrevista.”
Su sorpresa fue mayúscula cuando Monseñor Ratzinger se puso al teléfono y de
la manera más cordial aceptó la cita y, no sólo eso, sugirió tenerla en un castillo de
una orden de religiosos para no tener interrupciones.
Luego tuvieron otra larga entrevista y de ella surgieron los libros “La sal de la
tierra” y “Dios y mundo”. Cuando leí este par de publicaciones, me impresionó el
tono que le dio Seewald a la larga entrevista. Sus preguntas parecían ”bombas” o
granadas las que le lanzaba al Prelado, y se notaba que su actitud de francotirador
eran cuestionamientos que se había hecho contra el cristianismo desde que era
un joven comunista.
No esperaba las respuestas del Cardenal llenas de serenidad, ecuanimidad, y con
un sentido lógico impresionante, propias de un maestro universitario que le había
tocado lidiar con jovencitos comunistas exaltados, como así había sido, en varias
universidades alemanas.
Recuerdo que le soltó la típica pregunta capciosa:
-Monseñor, si usted se dice cristiano, ¿cómo es posible que no conozca a fondo a
la Santísima Trinidad?
Con una sonrisa y de modo muy amable, le contestó:
-Pero Peter, sólo Dios puede conocerse a sí mismo. Si tú o yo conociéramos a
fondo a Dios, seríamos otros “dioses”, lo cual es un contrasentido.
En ese período de tiempo, el entrevistador (Peter Seewald) fue estrechando lazos
de amistad con el Cardenal. Y al concluir, le pidió que fuera su director espiritual
para que le preparara un buen retorno a la fe.
Después de estas entrevistas, el periodista alemán, se convirtió en un biógrafo del
Papa Benedicto XVI y presentador de un importante libro del Papa: “La Luz del
Mundo”.
VITTORIO MESSORI:LA METAMORFOSIS DE UN INTELECTUAL DE
IZQUIERDA
En sus memorias reconoce que vivía como si Dios no existiera, como si la fe fuera
algo indiferente o ajena a él.
Procedía de la anticlerical región italiana Emilia-Romagna y tanto la formación
recibida por su familia como su educación académica se oponían abiertamente
contra la existencia de Dios. Y concluyó que toda la formación catequética recibida
en su infancia eran leyendas o meros cuentos de niños.
Pero cierto día, en la universidad de Turín, un Catedrático les encargó a todos los
que llevaban la misma materia, un ensayo sobre “Pensamientos” del filósofo y
científico Blas Pascal.
En su texto, Pascal cita numerosos pasajes de los Santos Evangelios. Messori se
resistía -por sus prejuicios- a consultar ese libro sagrado que tenía desde hacía
años en su pequeña biblioteca. Hasta tomó la firme determinación que debería
ignorar “el qué dirán” de sus conocidos (profesores, colegas, familiares), ser
honrado en su trabajo de investigación porque se percató que, ante todo, tenía
que encontrar la Verdad en ese libro fundamental.
Así que comenzó a realizar una lectura meditada, con calma, y se percató que una
fuerza interior le estaba pidiendo que hiciera un examen sobre su vida y pusiera
en claro sus errores y aciertos. Lloró por sus faltas a Dios. “Todos mis prejuicios,
mis argumentos contra la fe estallaron en mil pedazos. Fue una experiencia
tremenda y dulce a la vez.”-confiesa Vittorio. Desde entonces, Messori no tuvo
ninguna duda de fe. Había ocurrido dentro de él una metamorfosis interior. En
adelante, se dedicó a difundir el cristianismo, como: “Las Leyendas Negras de la
Iglesia”, “Cruzando en el umbral de la esperanza”, una interesante entrevista al
Papa Juan Pablo II, etc.
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