viernes, 24 de febrero de 2023

PETER SEEWALD: UN ENTREVISTADOR ALEMÁN “ENTREVISTADO” POR EL CARDENAL RATIZINGER

Raúl Espinoza Aguilera

Este título parecería una paradoja, pero así ocurrió. En efecto, este reconocido

periodista alemán, Peter Seewald (nacido en Baviera en 1954), le propuso al

Cardenal Joseph Ratzinger hacerle una larga entrevista con la finalidad de

publicar uno o dos libros. De antemano, pensó que no tendría respuesta afirmativa

o que le respondería con un genérico “Después te llamo”. Y todo quedaría en el

aire, pero para su sorpresa el Cardenal mismo -que entonces era Prefecto de la

Doctrina de la Fe, durante el Pontificado de Juan Pablo II-, tomó la bocina del

teléfono y de inmediato aceptó. Era la mitad de la década de los años noventa.

Este comunicador había nacido en el seno de una familia católica, pero en su

juventud recibió la influencia marxista del movimiento revolucionario estudiantil de

1968. Con lo cual su fe cristiana naufragó y dejó de creer y practicar la Religión.

Por otra parte, durante años ejerció su actividad periodística adquiriendo un

notable prestigio en varias revistas y periódicos.

Posteriormente se casó, tuvo un par de hijos y, “al sentar cabeza”, comenzó a

sentir que su vida estaba vacía y sin sentido. Cierto día, su familia fue invitada a

una boda religiosa en una Iglesia Católica. Llegaron antes y, en ese lapso de

espera mientras miraba la bóveda, las estatuas de santos y las pinturas, Seewald

se planteó volver al calor de la fe, pero tenía demasiadas dudas para dar ese

paso. Todo se quedó en un largo compás de espera.

Cuando le marcó al Cardenal Ratzinger le preparó numerosas preguntas para la

larga entrevista que, en realidad, eran sus dudas personales. El tono general de

sus preguntas parecían, más bien, como una especie de “bombazos” de la

guerrilla urbana. El Prelado le propuso reunirse en un sitio tranquilo para no tener

interrupciones ni elementos distractores, en uno de tantos viejos castillos en los

alrededores de Roma. Así lo hicieron en Montecassino.

De ese serial de preguntas fueron publicados los libros: “La Sal de la Tierra” y

“Dios y Mundo”. Fueron preguntas inéditas y respuestas valientes y sorprendentes

por parte del Cardenal, que tuvieron un inmediato eco en la opinión pública.

En sus consideraciones y reflexiones que un tiempo después escribió, Seewald

comenta que le llamó poderosamente la atención que ante algunas preguntas que

elaboró -no exentas de cierta malicia- él estaba casi seguro que el Cardenal se

desconcertaría o se turbaría, pero no fue así, sino que fue respondiendo con total

serenidad, seguridad, tranquilidad y de modo amable y cordial uno a uno de los

cuestionamientos, propios de quien posee la verdad y más bien como un maestro

que se dirige a su alumno.

Fue entonces cuando el alto Prelado -con su aguda inteligencia y gran capacidad

intuitiva- se percató que estaba frente a una persona que tenía serias confusiones

doctrinales en su fe y necesitaba orientación y paciencia para responderle con

calma ante cualquier pregunta que le hiciera. A eso hace referencia el título de

este artículo en que comento que fue un “entrevistador entrevistado”.

Recuerdo una pregunta en concreto en que le exponía el periodista:

- ¿Y cómo es posible que no conozcamos plenamente la esencia de Dios?

El Cardenal Ratzinger le respondió:

-Porque sólo Dios puede conocerse a sí mismo. Y si tú y yo llegáramos a conocer

en su totalidad a Dios, seríamos como dioses, lo cual no deja de ser un absurdo y

una contradicción.

Y así fue el tenor de estas preguntas y respuestas. Esto lo relata con amplitud,

Peter Seewald, en su libro autobiográfico: “Mi vuelta a Dios. Cuando comencé a

pensar de nuevo en Dios” (Editorial Palabra, Madrid).

A medida que pasaban los días y las largas sesiones de este serial de preguntas,

paulatinamente se fueron haciendo amigos y el trato entre los dos se hizo todavía

más franco. Mucho ayudaba que ambos fueran alemanes y de la misma región de

Baviera.

Al concluir estas sesiones, el periodista le dijo al Cardenal que le enviaría el texto

de la entrevista. Pocos días después, le mandó dicho texto y el Cardenal -casi de

inmediato- se lo regresó, haciéndole a lápiz mínimos añadidos. Fue otra sorpresa

para Peter por el hecho de que confiara plenamente en su trabajo como

comunicador. Y Peter reflexionaba: “Este hombre de Dios posee la Verdad con

mayúscula que yo tanto busco”. Posteriormente, Seewald lo buscó para exponerle

claramente al Cardenal que anhelaba regresar a la fe cristiana. Y le pidió sus

consejos espirituales, porque ya no tenía duda alguna. El Cardenal le ayudó a

hacer una buena Confesión y, luego, a recibir a Jesús en la Eucaristía.

Fue un renacer espiritual el que tuvo Peter y aprovechó esa amistad para

presentarle a su esposa y a sus hijos. El viejo militante comunista, después de 25

años alejado de la fe, retornaba con la ilusión del “Hijo Pródigo” de la Parábola

Evangélica y manifestó estar desencantado de los regímenes totalitarios. Escribía

esta crítica sobre los sistemas comunistas: “Degradan al hombre como si fuera

una masa, una especie de individuo manipulable llevado de la mano de una casta

soberbia y autosuficiente. La dignidad de la persona no tiene espacio allí. Por el

contrario, en el cristianismo, la dignidad es intocable, porque procede de Dios”.

De este hecho, Seewald pasó a convertirse en el biógrafo de quien sería el Papa

Benedicto XVI. El libro “Luz del Mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de los

Tiempos” (Editorial Herder, 2010), contiene una interesante entrevista de Peter

Seewald con Benedicto XVI. De aquel “periodista francotirador” había tenido una

metamorfosis hasta convertirse en un profundo admirador del Romano Pontífice.

viernes, 17 de febrero de 2023

MALCOM MUGGERIDGE: UN ILUSTRE COMUNICADOR QUE PROMOVIÓ “LA CULTURA DE LA VIDA”

                                                                                      Raúl Espinoza Aguilera

En unos días más se cumplen 120 años del natalicio de este célebre periodista inglés que nació en 1903 en Londres, por lo que me ha parecido oportuno recordar su figura. Estudió en la Universidad de Cambridge y contrajo matrimonio con Katherine Dobbs. A través de otro amigo comunicador, Arthur Ransome, fue recomendado para colaborar en el “Manchester Guardian”. Al inicio de la década de los años treinta, este notable periódico lo contrató como corresponsal en Rusia porque tanto el Director de “The Guardian” como Muggeridge simpatizaban con el gobierno de José Stalin, pensando que era un régimen socialista moderado.

Pero al concluir la Segunda Guerra Mundial, en mayo de 1945, Stalin mostró su verdadero rostro como un dictador que sólo ambicionaba tener más poder político y extender el territorio de Rusia por toda Europa del Este. Entonces, Malcom dejó de simpatizar con Stalin y confesó ser agnóstico, porque consideraba inaccesible para la razón llegar al conocimiento de un Ser Supremo. También fue partidario del “amor libre”, así que su juventud se desenvolvió con serios desórdenes sexuales y confusiones ideológicas hasta que un día esa conducta le produjo hartazgo y decidió cortar radicalmente con esa visión desacertada.

Personalmente, me enteré de su existencia hacia los años setenta, ya que publicaba numerosos artículos, ensayos y libros. Comencé a interesarme por sus escritos porque redactaba de una manera valiente, contundente y amena. Muy pronto, Malcom se convirtió en un apasionado defensor de la dignidad de la persona humana.

Después, fue contratado por la BBC de Londres para realizar reportajes por algunos países del mundo. Fueron famosas sus entrevistas con la Madre Teresa en Calcuta. Malcom quería develar las causas últimas por las que esta santa mujer estaba dedicando su vida a los más pobres y necesitados y cuál era la fuerza interior que la movía a dedicarse -junto con las demás monjas “Misioneras de la Caridad”- a vivir en aquellos paupérrimos tugurios.

Con gran celo por las almas -en el que incluía a este conocido comunicador- le comentó que si realmente quería conocer a fondo la espiritualidad de su congregación y qué motivo las impulsaba, lo invitó a que temprano, por las mañanas, junto con ellas hiciera la meditación frente a Jesús Sacramentado y asistiera a Misa, los días que estuviera en Calcuta. Del mismo modo, le animó a que leyera sus escritos fundacionales y a tener largas conversaciones para aclararle todas sus dudas.

Con ese antecedente, este periodista publicó en 1974 su conocido libro “Madre Teresa de Calcuta”. Estas entrevistas supusieron para el comunicador una “sacudida interior” que le cambió sus viejos esquemas anticlericales para pasar a ser un admirador de la Fundadora de las “Misioneras de la Caridad”.

Comenzó, a continuación, a realizar más reportajes en la India sobre la Madre Teresa. De igual forma, conversaron largamente sobre el aborto. Y como fruto de esas charlas publicó otro libro, titulado: “El aborto y la conciencia de la nación”, que de inmediato se convirtió en un “best-seller”.

Pero, en la medida que Muggeridge platicaba con la Madre Teresa, le fue exponiendo sus dudas personales sobre la fe cristiana. Ella le fue aclarando todos sus cuestionamientos. Y en ese trato de plena confianza, se fue generando una buena amistad. Hasta que la Madre Teresa le propuso que se hiciera católico. En 1982, a la edad de 80 años, se convirtió a la fe. Falleció en 1990 y, un año después, se publicó su libro póstumo “Conversión: un viaje espiritual” (1991).

Después, este escritor comenzó a publicar numerosos artículos y ensayos promoviendo la vida humana. En un texto suyo escribiría: “La vida es siempre y en cualquier circunstancia Sagrada, o intrínsecamente no contaría para nada”.

La publicación española “Aceprensa”, recuerdo que hacía bastante eco de sus libros, ensayos y entrevistas por televisión en defensa de la vida humana. Fue, a través de ese medio de comunicación, que comencé a interesarme y profundizar en su pensamiento.

Además, fue de los defensores de la Encíclica “Humanae Vitae” (sobre “La Vida Humana”) en la que el Papa Paulo VI expuso de modo orgánico y sistemático las ideas centrales de la vida humana y el amor conyugal. Este documento fue publicado en 1968 y causó gran revuelo en muchos ambientes ya que condenaba el aborto y la píldora anticonceptiva. Muggeridge decidió dar la batalla en los medios de comunicación, difundiendo las ideas medulares de esta trascendental Encíclica.

En varias ocasiones, se unió a la Madre Teresa para hacer verdaderas campañas en favor de la cultura de la vida y denunciando el relativismo de nuestra sociedad que tiende a despreciar la existencia humana, permitiendo que se aprueben leyes, como: el aborto, la eutanasia, el infanticidio, la experimentación con embriones humanos, la drogadicción, etc. A esta nueva ola de barbarie, Malcom no dudó en calificarla como “la cultura de la muerte”

Con esa inquietud espiritual que llevaba en su alma, realizó un serial para la BBC, titulado: “La Vida de Cristo”, filmado en Tierra Santa. Es verdad que fue lento el proceso de su conversión, pero sus pasos fueron seguros y bien fundamentados.

Siempre manifestó su inmensa gratitud hacia la Madre Teresa quién lo fue conduciendo, paso a paso y con entera libertad, hacia la fe cristiana. Escribía que, además, la Madre Teresa le había enseñado con una visión totalmente nueva sobre la gran importancia de promover “La Cultura de la Vida”.

 

 

lunes, 13 de febrero de 2023

ANDRÉ FROSSARD: DE MARXISTA ATEO A UN INTELECTUAL CON VALORES TRASCENDENTES

Raúl Espinoza Aguilera

El intelectual André Frossard (1915-1995) fue un escritor y periodista francés con

fama internacional. Era hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista de

Francia, Louis-Oscar Frossard, quién fue líder de ese Partido por 31 años.

Como es lógico, André era comunista por la influencia atea de su madre y la

militancia marxista de su padre. Cuando Alemania invadió el país galo fue

detenido y encarcelado porque su padre era de origen judío. Tras su liberación,

fue movilizado por la Armada francesa. Anteriormente se había incorporado a la

Resistencia. Todo ello le valió para que el General Charles de Gaulle lo

condecorase con la medalla de la “Legión de Honor” al finalizar la Segunda Guerra

Mundial.

Trabajó como redactor jefe del Semanario “Temps Présent”, donde sucedió a

Hubert Beuve-Méry, fundador del conocido periódico “Le Monde”. De igual forma

fue redactor jefe de “L’Aurore”, de “Le Nouveau Candide”; cronista del Semanario

“Le Point” y editorialista de “Paris-Match”. También fue columnista del prestigioso

periódico “Le Figaro”. Además, publicó un buen número de libros.

En esa época, en París era la gran metrópoli del arte vanguardista. Pero como

consecuencia de las dos tremendas Guerras Mundiales, la Primera de 1914 a

1918, y la Segunda, de 1939 a 1945, que fueron sangrientas conflagraciones en

las que murieron millones de personas entre soldados y civiles y otros muchos

quedaron con daños corporales irreparables y, otros más, con severos trastornos

mentales. Por ello, sobrevinieron diversas corrientes existencialistas llenas de

amargura y pesimismo, como fue el caso de Martin Heidegger (1889-1976), quién

consideraba que el hombre es un “ser-para-la-muerte” y que vivía en una

particular orfandad al ser arrojado a un mundo inhóspito y agresivo. Debido a este

motivo, este filósofo no presenta un sentido trascendente de la existencia humana,

sino que por su angustia, la persona aúlla como un animal solitario en la estepa

agreste. Por lo tanto, “vivir para la muerte” -según él- constituye un sentido

“auténtico” de la vida.

Por otra parte, el filósofo francés Jean-Paul Sartre (1905-1980) considera que el

hombre es “una pasión inútil” y que “el verdadero infierno son los demás”. En

medio de su desesperación, Sartre apuesta por una cómoda salida: “la búsqueda

del placer por el placer mismo” (el Hedonismo) que ya lo sostenía el filósofo griego

Epicuro. Bajo esa perspectiva, el hombre debe tratar de gozar de la vida al

máximo y buscar los placeres sensibles que ella conlleva. De ahí que cuando no

los encuentre o sean demasiado efímeros, las personas se enfrenten con “la

náusea de la nada”.

No podía faltar el “pansexualismo” proclamado por el psiquiatra vienés, Sigmund

Freud (1856-1939), quien consideraba que la mayoría de los trastornos psíquicos


tienen su origen en la “represión sexual” y, para resolver esto, propone “la

liberación sexual” sin importar sus consecuencias ni los daños que provoque.

También aparecieron corrientes de pensamiento como “El Relativismo”, que niega

la verdad absoluta y todo lo reduce a verdades relativas. El Escepticismo, doctrina

filosófica que considera que no hay ningún saber firme, ni puede encontrarse

ninguna opinión segura, O bien, el Nihilismo que sostiene la imposibilidad del

conocimiento, y niega la existencia y el valor de todas las cosas.

De todo este remolino de ideas confusas, fue contemporáneo André Frossard. En

medio de ese mar de dudas, abundantes lecturas con contradictorias reflexiones,

no conseguía comprender muchos aspectos de la fe cristiana. La buscaba

insistentemente, pero sin encontrarla.

De pronto tuvo un súbito encuentro con Dios. Un amigo suyo le pidió que lo llevara

a la capilla de la Adoración Reparadora de París. André, puso una condición: él no

entraría a ese sitio con su amigo, sino que lo esperaría afuera en el coche.

Pero resultó que su amigo se tardó demasiado. André se impacientó y finalmente

decidió entrar a ese recinto a buscarlo. Introduciéndose en ese lugar, escuchó que

unas monjas cantaban, pero el joven André no sabía ni entendía nada de todo

eso. Era un mundo que le resultaba absolutamente desconocido.

Pero de pronto, Dios le tenía preparada una sorpresa: vino a su mente, con

particular fuerza, la frase “¡vida interior!”, a la que él -por ser materialista marxista-

se oponía rotundamente.

En ese instante, sintió una avalancha de luz que le fue aclarando -una por una-

sus dudas de fe. Era una iluminación silenciosa que le permitió experimentar con

una fuerza arrolladora que Dios era su Padre y además que lo amaba con

inmensa ternura.

Su corazón -hasta antes, completamente cerrado al Espíritu- experimentó una

importante transformación y simultáneamente sintió una inmensa alegría que no

olvidó jamás.

A raíz de esa íntima experiencia, escribió su conocido libro: “Dios Existe, Yo me lo

Encontré” (1969). Recuerdo que cuando vi esa publicación en una conocida

librería, me pareció tan atractivo el título y contundente su contenido, que lo

adquirí de inmediato. Y al poco tiempo, se convirtió en un “best-selller”.

Mantuvo gran amistad con el Papa Juan Pablo II y, sobre él escribió los libros: “El

camino de la Cruz, en el Coliseo con el Papa” (1986) y “Retrato de Juan Pablo II”

(1988). En 1987 fue electo miembro de la Academia Francesa y es considerado

como uno de los intelectuales católicos de mayor prestigio y un converso a la fe

verdaderamente ejemplar.

sábado, 4 de febrero de 2023

¿SOY LIBRE ANTE MI DESTINO?

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

“Podemos perdonar fácilmente a un niño que tiene miedo de la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres tienen miedo de la luz” (Platón). Si el hombre se cierra a la verdad, se queda en tinieblas. De ahí la importancia de estar abiertos para escuchar y discernir lo mejor. El Papa Francisco ha dedicado varias de sus Audiencias, para reflexionar sobre el discernimiento.

Señala el Papa que es una cuestión importante, pues tiene que ver con todos, ya que las elecciones son parte esencial de la vida: Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación… así vamos formando nuestro proyecto de vida, y concretando nuestra relación con Dios.

En el Evangelio Jesús nos habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria: un pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; un mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor… El discernimiento es un ejercicio en que se ponen en juego tres facultades: la inteligencia, para conocer las distintas opciones; la voluntad, para decidir libremente la que nos parezca mejor; y todo con habilidad para acertar.

2)  Para pensar

En la mitología griega se creía que el destino era una fuerza cósmica que regulaba todo lo que ocurría. Esa fuerza la representaban en tres viejas hilanderas de aspecto severo llamadas Moiras, que significa “parte o porción”, para señalar la parte de vida que a cada uno le correspondía. La primera, Cloto, devanaba el hilo de la vida con un huso y una rueca; Láquesis, medía cuán largo era este hilo, y Átropos, la “inevitable” y más temida, se encargaba de cortar el hilo, decidiendo el momento y la forma en que cada quien debía morir. Las tres eran veneradas y temidas: las novias atenienses les ofrendaban un mechón de pelo el día de su matrimonio. En este tipo de pensamiento la libertad ya no tendría lugar.

Será con el cristianismo que resolvió el dilema, donde el hombre con su libertad marca su destino. Es de desear que esa voluntad se conforme a la Voluntad Divina, para conseguir su perfeccionamiento. De ahí la importancia de saber discernir utilizando bien nuestra libertad.

3)  Para vivir

El discernimiento siempre es personal. Cada quien debe tomar sus propias decisiones. Aunque los adultos, de modo libre, pueden pedir consejo, la decisión final siempre será propia. Nadie puede echarle la culpa a otro por sus propias y malas decisiones. Para decidir bien, hay que saber discernir.

No es difícil equivocarse al decidir, pensando que algo era bueno y no lo fue. La Biblia muestra desde sus primeras páginas cuando el hombre no obedece a Dios, teniendo sus actos consecuencias graves para él, para los demás y para el mundo. Podía haber decidido hacer de la tierra un magnífico jardín, pero lo convirtió en un desierto de muerte.

Dios es Padre y no nos deja solos, siempre dispuesto a aconsejar y animarnos. Nunca impone su voluntad, porque quiere ser amado libremente por sus hijos y no por esclavos. El amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir: el Espíritu Santo puede aconsejarnos cuando tengamos que tomar decisiones. (articulosdog@gmail.com)

 

miércoles, 1 de febrero de 2023

DR. ALEXIS CARREL: LA TRANSFORMACIÓN DE UN PREMIO NOBEL

                                                                                        Raúl Espinoza Aguilera

El próximo 11 de febrero se conmemorará la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes (Francia). Las Apariciones de la Virgen María sucedieron en 1858. El 11 de febrero de ese año la Madre de Dios se le apareció a la adolescente, de 14 años, Bernardette de Soubirous en un poblado pequeño al sur del país galo, cerca de los Montes Pirineos. Los hechos ocurrieron en la Gruta Rocosa de Massabielle, en Lourdes. De donde expresamente la Virgen María le pidió a Bernardette que excavara un poco dentro de la gruta y, al instante, brotó un agua que curaba de enfermedades y dolencias. Este hecho es conocido como el primer milagro. Con la aclaración de que esa agua no es una especie de tónico curativo con efectos inmediatos, sino que queda en manos de Dios y de la Virgen para considerar la solicitud de cada creyente. En total fueron 18 Apariciones de la Santísima Virgen..

En la Francia laicista y atea del siglo XIX, gobernaba Napoleón III, Presidente de la Segunda República, que era bien conocido por estas ideologías y su anticlericalismo, heredado de la Revolución Francesa. Así que, por todos los medios, tanto él como sus subalternos, pretendieron negar estos sucesos que resultaron ser tan evidentes.

Al punto que a la joven Bernardette se le prohibió asistir a este sitio e incluso se colocaron alambres de púas y vigilancia permanente de la policía para desanimar a que los feligreses acudiesen a rezar en este lugar. Desde París había indicaciones bien precisas: acallar estos hechos, calificándolos como una mera sugestión colectiva.

Pero incluso en el pueblo de Lourdes, Bernardette sufría incomprensiones de sus padres y familiares; de numerosos vecinos y conocidos. Incluso el Párroco tenía serias dudas sobre dichas Apariciones. En general, se consideraba que la joven sufría de alucinaciones o algo similar.

La Santísima Virgen se le aparecía a la joven, vestida de blanco con una cinta azul en la cintura, con las manos juntas y con un Rosario colgándole del brazo. Además, llevaba un velo blanco que cubría su cabello.

Un día el Párroco le pidió a Bernardette que le preguntara a esa joven señora que se le aparecía, cómo se llamaba. Ni tarda ni perezosa esta joven subió a la Gruta y, en el momento apropiado, le explicó a la Madre de Dios, le petición de su Párroco, a lo que la Virgen María le respondió:

  -Yo soy la Inmaculada Concepción” -y esbozó una amplia y serena sonrisa.

Enseguida, Bernardette bajó presurosa y se fue directo a la parroquia, buscó al Párroco y le dijo:

“ -¡Ya la Señora me dijo su nombre! Ella afirmó: ‘Yo soy la Inmaculada Concepción.’

“ ¿Sabes qué significa eso?”-le cuestionó el sacerdote.

“ - No, nunca había escuchado esa expresión. -contestó Bernardette.

El Párroco quedó asombrado y se percató de la ingenuidad, transparencia y sinceridad de sus palabras, porque se dio cuenta que estaba ante un hecho de carácter sobrenatural.

Desde ese año de 1858, la Virgen de Lourdes no ha cesado de hacer milagros y favores espirituales. Recuerdo que personalmente fui a dicha Gruta un 11 de febrero de 1993. Me impresionó sobremanera la enorme cantidad de muletas, bastones, sillas de ruedas colgadas de la pared de la Gruta y, en algunos casos, con un breve relato del favor espiritual recibido.

En esa ocasión, me acuerdo que miles de personas rezaban el Rosario, y otros más, entraban al Santuario para asistir a la Santa Misa. Otros fieles, se acercaban a beber agua del manantial.

En este contexto surge la figura del Dr. Alexis Carrel, quien en 1912 recibió el Premio Nobel de Medicina. Pero años antes, en 1903, realizó un viaje por tren a Lourdes con el objetivo de relatar y desemascarar que todo aquello era un trastorno colectivo porque el Dr. Carrel era escéptico y muy crítico contra todo concepto de Religión ya que le había influido mucho el pensamiento Positivista de Augusto Comte.

Durante el viaje le tocó conocer a Marie Ferrand, quien padecía de una aguda peritonitis tuberculosa y varios miembros de su familia habían fallecido por esta misma enfermedad. El Dr. Carrel llegó a pensar que quizá no llegaría con vida hasta Lourdes. Y solía tomarle sus signos vitales y estar muy pendiente de ella.

Pero Marie llegó con vida a Lourdes y se dirigió de inmediato a la Gruta de Massabielle. El Dr. Carrel llevado por su curiosidad científica siguió de cerca sus pasos y notó que en cuanto entró a la Gruta experimentó una notable mejoría y cambió su semblante. Entonces, el Dr. Carrel le preguntó a Marie:

“ - Cómo se encuentra? “

“ –Muy bien y siento que ya estoy curada, aunque no con muchas fuerzas -contestó Marie con sinceridad.”

A continuación, el Dr. Carrel la acompañó al hospital para que le hicieran análisis médicos y el sorprendente resultado fue que Marie no tenía ningún padecimiento.

De esta manera, el Dr. Alexis Carrel resultó curado de su escepticismo. Cayó de rodillas, frente a la Virgen de Lourdes, y se puso a rezar lleno de emoción y agradecimiento. Con este impactante suceso su visión de Dios y de la Religión habían cambiado radicalmente en su vida. Dio su testimonio con valentía -por escrito y en diversos foros- y es considerado como uno de los conversos a la fe más famosos de Lourdes.

 

 

UN AÑO BIEN ORGANIZADO

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

"Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien" (Pitágoras). Cuando se tienen varias actividades es muy eficaz tener una agenda en la que se ordenen. La Liturgia también ayuda a poner orden, no sólo en el tiempo, sino en su prioridad. En los últimos puntos de su carta sobre la liturgia (“Desiderio desideravi”), el Papa Francisco ha querido resaltar dos aspectos de la liturgia que ordenan nuestro tiempo: el año litúrgico y el día del Señor, el domingo.

El año litúrgico distribuye los distintos misterios del Señor que nos ayudan a crecer en su conocimiento. Cada año está centrado en la Pascua de Resurrección del Señor, fiesta principal, que nos hace tener a Cristo como centro del año, invitándonos a seguirlo e imitarlo. Al tener ordenado el año, no caemos en un pasar los acontecimientos al azar y de modo caótico. Además, cada domingo del año se celebra esa Pascua que trajo nuestra salvación. El domingo es un regalo que Dios nos hace a su pueblo, y por eso, la Iglesia lo protege con un mandamiento. De domingo a domingo, la Palabra del Resucitado ilumina nuestra existencia, y nos une al sacrificio de Cristo. Cada domingo, la fuerza del Pan partido nos sostiene para seguir anunciando el Evangelio. Los más beneficiados al asistir a la Santa Misa son los mismos participantes.

2)  Para pensar

Desea el Papa Francisco que las consideraciones sobre la liturgia nos ayuden a reavivar el asombro por la belleza de la verdad de la celebración cristiana. Es una riqueza que no está lejos de nosotros: está en nuestras iglesias, en nuestras fiestas cristianas, en la centralidad del domingo, en la fuerza de los sacramentos que celebramos. La vida cristiana es un continuo camino de crecimiento. Sólo falta descubrirla y valorarla.

Al final de la Carta el Papa nos pone bajo la mirada de la Virgen, para que así como cuidó los primeros pasos de la Iglesia, ahora también conserve los gestos de la liturgia que hacen presente a su Hijo y nos convierta en instrumentos para que arda en la tierra el fuego del amor de Dios.

3)  Para vivir

Al final de su Carta, el Papa Francisco quiso poner como colofón un bello texto de San Francisco de Asís (Carta a toda la Orden II, 26-29), que a continuación se reproduce:

“¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo y exulte el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, se encuentra sobre el altar en manos del sacerdote!

¡Oh celsitud admirable y condescendencia asombrosa! ¡Oh sublime humildad, oh humilde sublimidad: que el Señor del mundo universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!

Mirad, hermanos, la humildad de Dios y derramad ante Él vuestros corazones; humillaos también vosotros, para ser enaltecidos por Él. En conclusión: nada de vosotros retengáis para vosotros mismos a fin de enteros os reciba el que todo entero se os entrega”. (articulosdog@gmail.com)