jueves, 30 de noviembre de 2023

¿ATEÍSMO MADURO?

 ¿Puede un ateo celebrar a un santo? ¿Puede un protestante venerar a un santo? A

primera vista, la respuesta es no. Sin embargo, en realidad, depende. ¿De qué depende? Del lugar

donde se celebre. Si en ese lugar han sido superados viejos prejuicios anticatólicos y los clichés

que ello lleva consigo, es posible que un católico, un protestante y un ateo vayan de la mano para

recordar la figura de un santo, por la impronta que ha dejado en la cultura y en la civilización de

ese lugar. Tal es el caso de Alemania, donde ateos, protestantes y católicos celebran a san Martín

de Tours (11 de noviembre) o a san Nicolás de Bari (6 de diciembre).

Me lo hacía considerar, recientemente, una amiga que vive en Alemania. Comentando

cómo los niños hacen una procesión de velas, al atardecer, durante toda una semana, para

celebrar a san Martín de Tours. Son seguidos, mezclándose entre ellos, por católicos, protestantes

y ateos. Todos se unen a la fiesta, por considerarla parte del patrimonio cultural alemán. Digamos

que la identidad germana incluye la celebración de san Martín, de forma que su fiesta va más allá

de las estrictas fronteras del catolicismo, para ser un santo de todos los alemanes (lo que no deja

de ser curioso, pues su tumba está en Francia y su origen es húngaro). Algo análogo sucede con

san Nicolás de Bari que, como se sabe, es el antecedente histórico de la figura de Santa Claus (del

alemán Sankt Niklaus) y Papa Noël. Originalmente los regalos se entregaban a los niños el 6 de

diciembre, día de su fiesta. Se cambió a Navidad la fecha de entrega de los presentes gracias a la

reforma protestante, que dio mayor importancia al Christkind, al nacimiento de Jesús, siendo el

Niño Jesús quien traía los regalos. Curiosamente también, lo de la chimenea como lugar por donde

entra Santa Claus para repartir los regalos, tiene su origen en una tradición, según la cual san

Nicolás dejó caer sobre la chimenea de una casa pobre, una bolsa con monedas de oro, ya que el

padre de esa familia había decidido dedicar a sus tres hijas a la prostitución, porque no tenía

dinero para darles dote.

Ahora bien, lo que vemos en Alemania, supone la existencia de un ateísmo y un

protestantismo maduros que, sin renunciar a su propia identidad y a sus propias ideas, reconocen

la presencia de elementos católicos en la configuración de la cultura en la cual viven. Tienen la

madurez para reconocer un hecho histórico y cultural: cómo los elementos católicos han

contribuido a conformar la identidad alemana. Digamos que su culto no es religioso, sino nacional.

Son, respectivamente, ateísmos y protestantismos maduros, que han superado el estadio de

beligerancia contra el catolicismo, y tienen la capacidad de reconocer las cosas buenas que éste ha

proporcionado a su patria a lo largo de la historia.

Dicha madurez me hacía pensar que en América Latina estamos muy lejos de conseguirla.

Por acá, con mucha frecuencia, los grupos evangélicos conciben su identidad en clave antagónica

con el catolicismo. Es decir, lo que los aúna, muchas veces, es tener un enemigo común: la Iglesia

Católica. Por lo tanto, construyen su propia identidad en confrontación con el catolicismo, de

manera que son incapaces de reconocer nada bueno en él, pues dejarían entonces de tener una

razón para existir. Se trataría, en consecuencia, de protestantismos inmaduros, que necesitan de

la confrontación con el catolicismo para definir su identidad. En ese sentido, es difícil que un

evangélico practicante reconozca el valor que tiene la Virgen de Guadalupe en la conformación de

la identidad mexicana, o el Señor de los Milagros en la cultura peruana.


También, en América Latina, nos encontramos con frecuencia, con grupos ateos

beligerantes. Más que ateos, en realidad son antiteístas, pues definen su identidad en

confrontación con los valores católicos, mientras copian los modus operandi de las religiones, por

ejemplo, su talante proselitista y agresivamente polémico. Quizá la manifestación más evidente de

ello sean algunas de las actividades que organizan, por ejemplo “la parrillada hereje”, una carne

asada que se realiza el Viernes Santo. Buscan hacer coincidir su evento social con la

conmemoración litúrgica del Viernes Santo, como una especie de bautizo de fuego, en el cual se

pone en evidencia cómo han roto definitivamente con sus creencias católicas, aunque,

irónicamente, todavía dependen de ellas.

¿Cómo sería un ateísmo maduro en América Latina? A mi entender debería cumplir con

dos condiciones: la primera, ser pacífico, operar bajo el lema: “vive y deja vivir”. No entender que

“el enemigo” es el creyente, sino dejar a cada quien seguir su camino: si ateo, ateo; si creyente,

creyendo. La segunda característica -y la más difícil- es reconocer el valor objetivo de lo que la

cultura católica ha proporcionado a las tradiciones del país, contribuyendo decisivamente a forjar

su identidad. Bajo ese prisma, nada de extraño tendría que un ateo participara en la procesión del

Señor de los Milagros, o celebrara el 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmal.com

martes, 28 de noviembre de 2023

¿”FELICES FIESTAS” O FELIZ NAVIDAD?

                                            Raúl Espinoza Aguilera

Me comentaba un amigo que suele ir al mercado popular de “La Merced” en la Ciudad de México, que estando a fines de noviembre ya han desaparecido todas “las calaveritas” y ahora está lleno de “supuestos” temas navideños.

¿A qué se refería? A una verdadera invasión de arbolitos, foquitos, muñequitos de nieve inflables (hechos de plástico), todo tipo de esferas multicolores y para “Las Posadas” piñatas en forma de los héroes de las series de televisión, como: Flash, Merlina, Aquaman, Batman, Spiderman, Capitán América, o bien, en forma de gigantescas esferas, etc.

Pero a este amigo le extrañó que prácticamente no hubiera “Nacimientos” con Jesús, María y José. Llegamos a la conclusión que hay toda una campaña para arrancar de raíz el sentido cristiano de la Navidad.

De igual forma, las figuras del famoso Santa Claus, con su ridículo traje rojo, obeso, viajando en su trineo y bajando por las chimeneas de las casas para dejar regalos.

Este curioso personaje fue lanzado por la “Coca-Cola” en 1931, de la mano del dibujante Haddon Sundblom. Este “Papá Noel” entrañable, cálido y amigable penetró mucho más en el público y se logró el objetivo: que aumentaran considerablemente las ventas de este refresco de “Cola”.

Pero nada tiene que ver con la auténtica historia de San Nicolas de Bari. Este Obispo vivió en el siglo IV. Nació en el año 270 d.C. en Patara, Turquía y falleció el 6 de diciembre de 343 d. C. en Mira, Turquía. Su veneración se extendió en muchas regiones de Oriente. Pero corren muchas leyendas en torno a su figura.

Lo que es verdad fue que asistió al Primer Concilio de Nicea en el año 325. Y como tantos Pastores de la Iglesia Católica destacó por su generosidad. Al morir sus padres heredó una gran fortuna y la puso al servicio de los más necesitados, según atestigua San Metodio, Arzobispo de Constantinopla. Siempre se esforzó por proteger a los más débiles de las injusticias de los poderosos.

La expresión “Felices fiestas” se puede entender para personas de otras religiones, ateos o agnósticos. Pero para un católico debe prevalecer la expresión “Feliz Navidad”.

¿Por qué? Porque la ofensa cometida por Adán y Eva llamada Pecado Original había dejado herida a la Humanidad. Por ejemplo, muchos del Pueblo Elegido adoraron a otros dioses, la cantidad de endemoniados que aparecen en los Evangelios es sorprendente, etc.

Dios, Infinitamente Misericordioso, decidió enviar a sus mensajeros, como los Profetas, entre ellos sobresale Moisés, quién fue el liberador del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y encargado por el Señor de entregar las Tablas de la Ley o los Diez Mandamientos, para que los del Pueblo Elegido grabaran a fuego en sus corazones la Ley de Dios y procurar que ya no hubiese descarríos mayores.

Sin embargo, eso no bastaba. Hacía falta que viniera el mismo Dios a borrar de fondo la gravísima ofensa cometida por nuestros Primeros Padres. Así que durante siglos se esperaba al Salvador o al Mesías.

Como escribe San Lucas (1, 78-79): “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. El Hijo de Dios Encarnado es el Mesías esperado, el Sol que vino a iluminar nuestra existencia. Es el Emmanuel, o sea, El-Dios-con-nosotros.

Asombra la generosidad y magnanimidad de Dios-Padre que mandó a su propio Hijo, nacido en este mundo de la Virgen María, y que vino a cumplir unas misiones específicas: predicar la Buena Nueva, realizar los milagros y prodigios profetizados para el Redentor, fundar su Iglesia por medio de sus Apóstoles, establecer su Cabeza Visible (el Papa) y entregar su vida hasta la última gota para redimirnos de todo pecado. Mediante su muerte en la Cruz nos entregó los 7 Sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Confesión, Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio).

De esta manera, Jesucristo está presente en todas las etapas de la vida de los cristianos. Por si fuera poco, al Sacerdote le da el carácter de “Otro Cristo; el Mismo Cristo”. Capaz de celebrar la Santa Misa y proporcionarnos la Eucaristía y los demás Sacramentos.

Además, se ha querido quedar con nosotros mediante la Sagrada Hostia que se reserva en el Altar, en esa caja llamada Sagrario.

Posteriormente a su Muerte y Resurrección, Jesús nos envió al Espíritu Santo que ilumina y gobierna a su Iglesia y es garantía para que el mensaje evangélico -con la acción fiel de sus Apóstoles- se difunda por todo el orbe.

Siempre me han impresionado las palabras tan consoladoras de Jesús: “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. Jesús está junto a nosotros, sobre todo, si estamos en estado de amistad con Él, mediante la Confesión o Sacramento de la Reconciliación y recibiendo con frecuencia a la Eucaristía, debidamente preparados espiritualmente.

Luego entonces, el 25 de Diciembre celebramos la venida del Salvador o del Mesías esperado (que es el Hijo Eterno de Dios-Padre). Por ello, decimos “Feliz Navidad”, cuyo término procede del Latín, como “Natividad” o gozoso Nacimiento de nuestro Redentor que con su entrega, Pasión, Muerte y Resurrección nos abrió las Puertas del Cielo.

ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Alguien decía: “La esperanza es como el azúcar en el café, tan solo

unos granos endulzan y ayudan a pasar los ratos amargos de la vida”. El

Papa Francisco comentaba que Santa Teresita era consciente del drama

del pecado, pero siempre procuraba estar inmersa en el misterio de

Cristo, con la gran certeza de que «donde abundó el pecado,

sobreabundó la gracia» (Rm 5,20).

Santa Teresita hacía un razonamiento: Ciertamente el pecado del

mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor

misericordioso del Redentor, este sí es infinito. Por ello, es capaz, y

quiere, perdonar todo pecado. Ella sabía que fue definitiva la victoria de

Jesús sobre todas las fuerzas del mal a través de su pasión, muerte y

resurrección.

2) Para pensar

Santa Teresita tuvo una gran esperanza desde niña. Antes de su

entrada en el Carmelo, había experimentado una singular cercanía

espiritual con una de las personas más desventuradas, el criminal Henri

Pranzini, condenado a muerte por triple asesinato y no arrepentido. Al

ofrecer la Misa por él y rezar con total confianza por su salvación, sin

dudar lo pone en contacto con la Sangre de Jesús y dice a Dios que está

segurísima de que en el último momento Él lo perdonaría y que ella lo

creería «aunque no se confesase ni diese muestra alguna de

arrepentimiento». La razón de su certeza era su confianza tan grande en

la misericordia infinita de Jesús. Ella cuenta que al día siguiente de la

ejecución, rápido buscó la noticia en el periódico. Se llenó de gran

emoción al leerla y descubrir que Pranzini, una vez que había subido al

cadalso, «de repente, tocado por una súbita inspiración, se volvió, cogió

el crucifijo que le presentaba el sacerdote ¡y besó por tres veces sus

llagas sagradas…!». Esta experiencia tan intensa de esperar contra toda

esperanza fue fundamental para ella: «A partir de esta gracia sin igual,

mi deseo de salvar almas fue creciendo de día en día».

Se dice que algunos ven un final sin esperanza, mientras que otros

ven una esperanza sin fin. Santa Teresita es de estos últimos: su

esperanza en la misericordia de Dios no conocía límites. Pensemos si le

ponemos límites a nuestra esperanza.


3) Para vivir

La esperanza ilimitada en Dios de Santa Teresita, fue acompañada

del deseo de hacer todo lo que estuviera en sus manos para que Dios

otorgara su gracia sobre los necesitados. Se dio a la tarea de

encomendar, desde el encerramiento de su claustro, todas las tierras de

misión, a quienes no conocían a Jesús. Por ello, ya fallecida, se le otorgó

el título de Patrona de las Misiones.

Movida por esta confianza en el amor de Dios, se atrevía a

plantearle: «Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se

condene ni una sola [...]. Jesús, perdóname si digo cosas que no

debiera decir, sólo quiero alegrarte y consolarte».

Su actitud es una invitación a todos para ensanchar el corazón. Decía

san Josemaría Escrivá: De cien almas, nos interesan las cien; le

importaban todas las personas, independientemente de su raza, país o

religión. Que el ejemplo de Santa Teresita sea un motivo para sentir

nuestras las necesidades ajenas y nos lleve a encomendarlos.

(articulosdog@gmail.com)

jueves, 23 de noviembre de 2023

FE ES LA CONFIANZA TOTAL EN DIOS

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

"Fe es dar el primer paso, incluso cuando no ves toda la escalera" (Martin Luther King Jr.). Precisamente la fe se hace presente cuando no se ve claro o incluso nada. A veces se piensa que los santos han sido personas que han tenido siempre mucha claridad en su camino sin costarles creer. Pero no siempre es así. El Papa Francisco recuerda que Santa Teresita tuvo momentos de mucha oscuridad. Sobre todo, en el último período de su vida. Al respecto, escribe la santa que se veía “invadida por las más densas tinieblas». Esa oscuridad está relacionada con la del ateísmo de finales del siglo XIX cuando tuvo auge como sistema ideológico. Así como Jesús recibió en sí toda la oscuridad del pecado del mundo cuando aceptó beber el cáliz de la Pasión, también Santa Teresita sufrió la oscuridad del ateísmo, una noche tenebrosa de desesperación y el vacío de la nada. A pesar de todo, vivía su fe más fuerte y segura.

2)  Para pensar

De la oscuridad y de las tinieblas resplandece la fe. Una fe que proviene del amor y la confianza que se tiene en Dios. Y así, de la oscuridad de la noche, reluce la belleza del amor y de la fe. De modo semejante, algunos artistas han logrado hacer relucir la belleza de la luz a partir de la oscuridad. Uno, Van Gogh, tiene sensacionales cuadros con cielos estrellados. El primero fue pintado en 1888: "Terraza de café por la noche". Hoy el Café se llama "Café Van Gogh" y es una verdadera atracción turística.

Cuando lo estaba pintando le escribió a su hermana el reto que le suponía pintar la noche sin utilizar el negro: “…trabajo en una nueva pintura que representa el exterior de un café por la noche. En la terraza hay pequeñas figuras de gente bebiendo. Una linterna de color amarillo inmenso ilumina la terraza, la fachada, la acera e incluso arroja luz sobre los adoquines de la calle que tienen un tono violeta rosado. Las fachadas de las casas, como un camino desapareciendo debajo de un cielo azul tachonado de estrellas, son de color azul oscuro o violeta con un árbol verde. Aquí tienes un cuadro nocturno sin negro, sin nada más que hermoso azul y violeta y verde, y en este entorno la zona iluminada con colores amarillos pálidos azufres y verde limón. Me divierte enormemente pintar la noche justo en el lugar”.

3)  Para vivir

Comenta el Papa Francisco que uno de los descubrimientos más importantes de Santa Teresita, es el modo con que penetró en las profundidades de la infinita misericordia divina y de allí sacó la luz de su esperanza ilimitada. Vivía, aun en la oscuridad, la confianza total del niño que se abandona sin miedo en los brazos de su padre y de su madre. Ella escribía: «la confianza puede conducirnos al Amor».

Era tanta su dicha que la quería compartir con todos, en especial con los que estaban en la oscuridad de la incredulidad y del ateísmo. Como decía Martin Luther King Jr.: "Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.". Ella se sentía hermana de los ateos e intercedía por ellos: «…estoy dispuesta a derramar hasta la última gota de mi sangre por confesar que existe un cielo;… me alegro de no gozar de ese hermoso cielo aquí en la tierra para que Él lo abra a los pobres incrédulos por toda la eternidad». (articulosdog@gmail.com)

miércoles, 22 de noviembre de 2023

¿QUÉ ES LA DECONSTRUCCIÓN?

Vulgarmente se afirma que la historia la escriben los vencedores. Sin embargo, ya no es así. La

cultura woke nos ha enseñado a reescribir la historia, a resignificar la cultura, los hechos, la

realidad toda, viéndola desde un nuevo prisma, lo que otorga una nueva vigencia a las palabras de

Campoamor: “Nada es verdad, nada es mentira, todo es del color del cristal con que se mira”.

En el caso del catolicismo reciente, estamos viendo cómo se ha reescrito su historia y

resignificado su papel en la cultura, la sociedad y el mundo. Hay tres ejemplos paradigmáticos de

este proceso de "deconstrucción", es decir, deshacer una realidad en sus elementos más simples,

para reconstruirla de forma diferente. El resultado es que, con elementos verdaderos,

deconstruyes una realidad, para construir otra nueva, diferente, que ya no es verdadera.

Sustituyes así una narrativa original y veraz, por otra divergente y falaz, que pasa a ocupar el lugar

de la primera. Se trataría de la deconstrucción del papel que tuvieron en la Iglesia y el mundo el

Venerable Pío XII, santa Teresa de Calcuta y san Juan Pablo II, por orden cronológico.

Primero, Pío XII. Al terminar la guerra, recibió repetidas veces el reconocimiento del pueblo

judío, por su callada labor que salvó directamente a miles de judíos en Roma, y sus esfuerzos

diplomáticos por alcanzar la paz y salvar judíos del holocausto nazi. Así, nada más terminar la

guerra, el 21 de septiembre de 1945, Leo Kubowitzki, Secretario General del Congreso Judío

Mundial, expresó su “más sentido agradecimiento por la acción realizada por la Iglesia Católica a

favor del pueblo judío en toda Europa durante la guerra”. Así se percibía la labor de Papa -avalada

con hechos concretos- al finalizar la guerra. Pocos años más tarde, cuando falleció Pío XII en 1958

y habiendo surgido ya el Estado de Israel, con más perspectiva histórica, Golda Meir, entonces

Ministra de Asuntos Exteriores y más tarde Primera Ministra Israelí, consideró a Pío XII como “un

gran amigo de Israel”. No contenta con eso subrayó: “Compartimos el dolor de la humanidad…

cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó en favor de las

víctimas”. Esa era la percepción de las autoridades judías, cuando todavía estaban frescos en la

memoria, los espantosos sucesos del holocausto. Aunque el testimonio más elocuente de la labor

del Papa a favor de los judíos, es el del Gran Rabino de Roma, Israel Anton Zoller, que había

desempeñado esa función entre 1939 y 1945 -los años de la guerra-, y al final de la guerra se

convirtió al catolicismo, tomando por nombre de pila Eugenio, en honor a Eugenio Pacelli (Pío XII),

por los esfuerzos que había realizado para salvar judíos en Roma.

El proceso de “deconstrucción” de la figura del Venerable Pío XII comenzó en 1963, con

ocasión de la obra de teatro “El Vicario”, de Rolf Hochhut, en la que presenta la figura del Papa

como temerosa y apegada a su estatus y privilegios, de modo que, por miedo, decide callar todo lo

que sabía sobre el holocausto judío. En el año 2007 se hizo público que “El Vicario” fue mandado a

hacer por la KGB soviética, por indicaciones de Nikita Kruschev, pues buscaba minar la autoridad

moral de la Santa Sede. Sin embargo, a 16 años de haberse hecho pública esta noticia, no se ha

podido rehabilitar la figura de Pío XII, hasta el punto de que no se ha beatificado, para evitar

fricciones con el pueblo judío. Ha prevalecido la imagen pública del Papa basada en una mentira.

Segundo acto: santa Teresa de Calcuta. Cuando murió santa Teresa de Calcuta, en 1997,

representaba la imagen encarnada de la caridad. La carta de presentación del catolicismo,

mostrando cómo su congregación – las Misioneras de la Caridad- hacía por caridad, por los más

pobres de los pobres, lo que nadie más hacía en el mundo. Recibió el premio Nobel de la Paz en

1979 y en 1980 el premio Bharat Ratna de la India, considerado el mayor galardón civil de ese

país. Sin embargo, ya había comenzado el proceso de “deconstrucción” de su imagen. Era

demasiado atractiva, buena, dejaba muy bien parada a la Iglesia, había que reescribir su historia.

En 1994 el periodista ateo beligerante Chistopher Hitchens realiza el documental: “Ángel del

Infierno” sobre la Madre Teresa. Es una obra maestra de cómo se puede mirar desde otra

perspectiva a la realidad, sirviéndose de la “hermenéutica de la sospecha”, para cambiar la

percepción pública de la santa.

Primero Hitchens, y más tarde otros periodistas ateos e instituciones nacionalistas hindús,

reescribieron la historia de la santa. Así, aparecía como alguien amante de los micrófonos y las

cámaras, que instrumentalizaba a los pobres para codearse con los poderosos. Amiga de

dictadores, como Fidel Castro, Jean-Claude Duvalier, o Augusto Pinochet, con quienes se

entrevistó para abrir casas de las Misioneras de la Caridad en sus respectivos países. Se le acusaba

de poca claridad en los manejos económicos, de manejar enormes sumas de dinero para sus obras

de beneficencia, sin haber sido auditada nunca; de aprovechar la situación de desamparo de los

moribundos que atendía, para presionarlos a convertirse al catolicismo, y de que, ni sus monjas

tenían preparación suficiente para cuidar enfermos, ni sus hospitales contaban con equipamientos

básicos. A la santa le encantaría aparecer fotografiada junto a Lady Diana y, finalmente, las monjas

de la caridad no la atenderían a ella en sus hospitales -mal equipados- al final de su vida, sino en

instituciones hospitalarias privadas. Especialmente insidiosa fue su crítica a la “teología del dolor”

de la santa, para quien el sufrimiento representaba un modo de unirse a Cristo, y el sufrimiento de

los enfermos resultaría grato a Dios. Fruto de esa campaña denigratoria, a los ojos de muchos

intelectuales y bastantes jóvenes, santa Teresa de Calcuta no representa más el modelo acabado

de caridad e interés por los pobres.

Por último, san Juan Pablo II. Al morir este Sumo Pontífice, en 2005, se verificó una insólita y

apoteósica peregrinación, de todas partes del mundo, para velar sus restos mortales,

protagonizada especialmente por jóvenes, que hacían colas de hasta 10 o 12 horas, por pasar tan

solo unos instantes al lado del cuerpo del Papa difunto. Tanto es así, que Benedicto XVI, al iniciar

su pontificado, no pudo sino exclamar, ante tal espectáculo que “la Iglesia está viva y es joven”.

Nadie ha reunido en la historia, mayor número de jefes de estado como él en su funeral. Juan

Pablo II fue, además, el hombre que consiguió la mayor concentración de seres humanos en la

historia, al reunir a más de 5 millones de personas en Manila, Filipinas, en 1995. Fue la persona

que ha sido vista directamente por más personas en la historia universal. Pieza clave para la caída

del Muro de Berlín y del comunismo en el este de Europa, lo que devolvió la libertad a millones de

personas. Fue el Papa que impulsó para que se esclareciera la verdad sobre el caso “Galileo” y que

pidió perdón a Dios en el año 2000, por los crímenes perpetrados en Su Nombre a lo largo de la

historia, particularmente la Inquisición y las Cruzadas. Alguien que incansablemente intercedió por

la paz en el mundo… Todo ello, llevó al Papa Emérito, Benedicto XVI, a escribir una carta, con

motivo del centenario del nacimiento de Karol Wojtyla, sugiriendo tímidamente, que podría

incluírsele en la lista de los Papas que llevan el calificativo “Magno”, es decir, sólo dos en la

historia de la Iglesia: San León Magno y San Gregorio Magno.

Sin embargo, nada de eso cuenta ya. A san Juan Pablo II se le echa en cara haber, no sólo

tolerado, sino promovido y puesto como ejemplo, a clérigos culpables de pedofilia o de abuso

sexual. Tal sería el caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y al Cardenal

Theodore McCarrick, arzobispo de Washington, promovido a esa sede por el Papa Wojtyla. En

ambos casos, ya había sido advertido. En efecto, las denuncias contra Maciel, ya antiguas, se

renovaron a mediados de los años 90 del siglo pasado, pero no se les prestó mayor atención.

También, importantes autoridades eclesiásticas le advirtieron de que McCarrick gozaba de pésima

reputación en los Estados Unidos, pero McCarrick le escribió directamente al Papa,

defendiéndose, argumentando que sólo eran calumnias eclesiales de envidiosos. Finalmente le

creyó y lo puso al frente de la arquidiócesis de Washington.

Valentina Alazraki ha sugerido que san Juan Pablo II estaba acostumbrado, por su largo tiempo

en la diócesis de Cracovia, bajo el mando de un gobierno comunista, a escuchar miles de

calumnias falsas contra sacerdotes, con el fin de desprestigiar a la Iglesia. Lo mismo pensó en el

caso de Maciel. No podían sino ser calumnias, pues, como dice el evangelio: “no hay árbol bueno

que produzca frutos malos” (Mateo 7, 18), y los frutos de la institución fundada por Maciel eran

más que elocuentes. Al mismo tiempo, el P. Maciel tuvo importantes defensores dentro de la

Curia Romana, particularmente al Cardenal Angelo Sodano, segundo de a bordo en el gobierno de

la Iglesia. Las denuncias, renovadas contra Maciel al final de su pontificado, le agarrarían muy

cansado y cedería a la visión que le ofreciera su más directo colaborador, el cardenal Sodano,

defensor de los Legionarios.

Cuando juzgamos con perspectiva histórica y teniendo todos los elementos de juicio, podemos

cometer injusticias contra los directos protagonistas de los hechos. Tenemos una información de

la que ellos no gozaban. Ahora bien, en estos tres casos, resulta fundamental que prevalezca la

verdad histórica, es decir, que no cedamos el paso a narrativas basadas en la “hermenéutica de la

sospecha”. Recuperemos, por el contrario, la iniciativa y ofrezcamos una narrativa basada en la

verdad, que tome conciencia de las limitaciones y los elementos de juicio que tenían en su

momento los protagonistas de los hechos.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com

domingo, 19 de noviembre de 2023

EL PRESIDENTE JOHN F. KENNEDY Y SU AYUDA A AMÉRICA LATINA

                                                                         Raúl Espinoza Aguilera

Se cumplen 60 años del magnicidio del Presidente John Fitzgerald Kennedy en Dallas, Texas, un 22 de noviembre de 1963. Por ello me ha parecido oportuno destacar su figura y su interés por auxiliar a los países de América Latina.

John F. Kennedy (1917-1963) destacó durante la Segunda Mundial como comandante de la lancha torpedera PT-109 en el área del Pacífico Sur. Pero, él y su tripulación sufrieron la embestida de un destructor japonés que partió en dos la lancha y ocasionó una explosión.

La tripulación a su cargo nadó (Kennedy practicaba desde adolescente la natación) hasta una isla y sobrevivieron hasta el momento de su rescate. Esta hazaña le dio popularidad y de esta forma comenzó su carrera política.

Tiempo después, de 1947 hasta 1953, representó al Estado de Massachusetts. Primero, como miembro de la Cámara de Representantes y, posteriormente, como Senador hasta que asumió la Presidencia del país en 1961, teniendo 43 años.

Kennedy procedía de una familia católica y de origen irlandés. Éstas fueron un par de razones por la que, ante la opinión pública nacional, en un principio, no fuera muy bien aceptado.

En la Carrera Presidencial, por parte del Partido Republicano compitió, Richard Nixon (que supuestamente era el favorito), y por Partido Demócrata fue John F. Kennedy. Sin duda, fue una reñida contienda.

Pero al final, el carisma, la juventud, el buen humor y la elocuencia de John F. Kennedy lo condujeron al triunfo. De igual forma le fue favorable a su causa su matrimonio con Jacqueline Bouvier, esposa atractiva, simpática y que vestía de manera elegante, como si fuera una modelo.

Llegó el poder el 20 de enero de 1961 hasta que fue asesinado en 1963. Había sucedido al General Dwight D. Eisenhower en la Presidencia, quien fuera una figura notable durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue el cuarto Presidente en ser asesinado: el primero fue Abraham Lincoln, el segundo James A. Garfield y, el tercero, William McKinley.

En un principio se atribuyó a Lee Harvey Oswald este magnicidio y como único francotirador en lo alto de un edificio. No pudo ser sometido a un juicio ya que Jack Ruby lo hirió con una pistola a escasos centímetros de su cuerpo y en pocas horas falleció.

Los que lo presenciamos por televisión no dábamos crédito a este suceso. A los pocos meses Jack Ruby falleció de cáncer. Para ese entonces, numerosas conjeturas y rumores circulaban en los medios de comunicación.

Inicialmente la Comisión Warren concluyó que Oswald había actuado solo en el asesinato. Posteriormente el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos llegó a la conclusión, en 1979, que pudo haber existido una conspiración contra John F. Kennedy.

Pero volviendo al tema inicial de este artículo, en el poco tiempo en que estuvo de Presidente, lanzó su “Alianza para el Progreso”, que consistía en un programa de ayuda económica, política y social de Estados Unidos para América Latina. La cual fue recibida con beneplácito en todos los países latinoamericanos porque el núcleo de su mensaje era fortalecer las economías regionales y tender una mano amiga a los pueblos menos desarrollados.

También tenía como finalidad mejorar las condiciones sanitarias, ampliar el acceso a la educación y la vivienda, controlar la inflación e incrementar la productividad agrícola mediante la reforma agraria.

El 14 de abril de 1961, Kennedy convocó a los gobiernos hispanoamericanos a una reunión extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados Americanos (OEA), para instituir de modo formal la Alianza para el Progreso.

Desafortunadamente la Alianza para el Progreso fue bruscamente frenada con el asesinato del Presidente John F. Kennedy, ya que a partir de esa fecha las actividades de ayuda de esta institución se fueron recortando hasta su completa desaparición en 1970.

Siempre he pensado que las enormes oleadas de migrantes que actualmente vemos procedentes de toda Sudamérica, del Caribe, Centroamérica y México, no habrían ocurrido, si este plan de impulsar las economías regionales se hubiese mantenido hasta nuestros días.

Finalmente, en algunas encuestas entre ciudadanos de Estados Unidos y Latinoamérica, John F. Kennedy es considerado como uno de los mejores Presidentes de la Unión Americana y el Mandatario que más ha ayudado a las naciones de nuestro continente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 15 de noviembre de 2023

REZAR POR LA IGLESIA

A quienes amamos a la Iglesia, considerándola nuestra Madre en la fe y Esposa de Cristo, no

puede sino producirnos una profunda desazón y abatimiento la situación por la que ahora está

pasando. La crisis es múltiple, conoce diversos frentes: desde la abierta persecución en diversos

puntos del globo, como Nigeria o Nicaragua, hasta la solapada persecución que sufre en diversas

democracias laicistas, como Francia o España. A ello se une la dolorosa crisis de la pedofilia

clerical, que no termina de remontar. Pero, junto a estos escenarios, ya de por sí tétricos, se

complica más el panorama por la crisis interna que sufre en la propia jerarquía o autoridad

sagrada: la sorda y solapada confrontación entre sus pastores. La Iglesia padece un sisma de facto

que la desgaja en tres grupos. Simplificando un poco el cuadro, están conformados por los obispos

alemanes liberales, por un lado, los obispos conservadores estadounidenses, como el

recientemente depuesto Joseph Strickland, pero también de otras partes del mundo, como Mons.

Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, Kazajstán, por otro y, en medio, la Iglesia apiñada

en torno a Francisco.

Muchas veces, además, el núcleo “apiñado” en torno a Francisco, no entiende algunas de sus

decisiones de gobierno, su modo personal de dirigir a la Iglesia, que en ocasiones siembra

desconcierto y confusión, por la ambigüedad que expresan algunos documentos pontificios. Tal es

el caso, por poner ejemplos recientes, de la posibilidad de dar la comunión a divorciados vueltos a

casar, que tienen una vida sexual activa con su nueva pareja, y que después de un determinado

acompañamiento espiritual, pueden ellos discernir, bajo el consejo de un sacerdote como asesor

espiritual, acercarse a la comunión. O, la posibilidad o no, de que parejas gay sexualmente activas

y transexuales activos, puedan recibir el sacramento del bautismo, ser padrinos y testigos de un

matrimonio sacramental. La redacción del texto oficial de la Congregación para la Doctrina de la

Fe es lo suficientemente confusa como para que quepan las dos posibilidades: sí o no. Sin

embargo, a pesar de estas piedras puestas en el camino de la fe del Pueblo de Dios, muchos

decimos, parafraseando a san Pedro: “Señor, ¿a quién iremos?” Somos conscientes de que la

Iglesia no puede estar sin el Papa, y que sin el Papa no somos nada -católicamente hablando-, de

forma que, aunque no entendemos, creemos, y eso nos lleva a rezar más por Francisco.

Las declaraciones recientes, de dos prominentes eclesiásticos, que gozan de un gran liderazgo

espiritual en el seno de la Iglesia, expresan cabalmente lo complicado de la situación. Quizá la más

escandalosa sea la del Cardenal Gerhard Ludwig Müller, quien fuera Prefecto de la Congregación

para la Doctrina de la Fe y editor de las Obras Completas de Ratzinger, al afirmar que Francisco “ya

ha pronunciado muchas herejías materiales”. Lo dijo durante una entrevista publicada en

LifeSiteNews, que rápidamente fue sacada de circulación. Pocos días antes, en First Things, otra

importante revista religiosa norteamericana, explicó que en caso de que el Papa cometiera una

herejía formal, quedaría automáticamente privado de su cargo, apoyándose en una referencia de

san Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia y jesuita, como el Papa.

Por su parte, el cardenal Robert Sarah, importantísimo autor espiritual de la Iglesia

contemporánea, sostuvo recientemente, durante la presentación del libro “Credo: Compendio de

la fe católica” de Athanasius Schneider, que “la crisis de la Iglesia ha entrado en una nueva fase: la

crisis del Magisterio”. El resultado de esta crisis no puede ser más desolador: “confusión,

ambigüedad y apostasía. Gran desorientación, profundo desconcierto e incertidumbre


devastadoras han sido inoculadas en el alma de muchos creyentes cristianos”. El panorama, como

se ve, no puede ser más desesperanzador.

Ante una situación así, ¿qué hacer? Creo que una salida válida y eficaz consiste en mirar la

historia bimilenaria de la Iglesia, que es también historia de salvación. Eso permite sopesar los

acontecimientos con una perspectiva histórica amplia, con “visión de eternidad”. Y, dentro de ella,

mirar particularmente el ejemplo de los santos. Dos me parecen particularmente relevantes en el

presente contexto histórico: santa Catalina de Siena y san Josemaría Escrivá, pues ambos vivieron

en un tiempo de profunda crisis eclesial y nos brindan ejemplo de cómo vivirla ahora.

La Iglesia en época de santa Catalina no podía estar peor. El Papa vivía en Aviñón, había

abandonado Roma y estaba bajo el control del rey de Francia. Ella intercede para que vuelva a

Roma -contra el parecer de la mayoría de los cardenales, que eran franceses-, al poco muere, y se

realizan simultáneamente dos cónclaves, los cuales eligen a dos papas distintos: había comenzado

el “Cisma de Occidente”. Para la santa no podía ser peor el panorama: había rezado toda su vida

por la vuelta del Papa a Roma, y cuando lo consigue, al poco tiempo, se encuentra con una

situación peor: ¡hay dos Papas! Cabe decir, además, que esa situación de confusión afectó a toda

la Iglesia, habiendo santos que apoyaban a uno y otros que apoyaban a otro. Así, el Papa auténtico

para Santa Catalina no lo era para san Vicente Ferrer, ambos vinculados a la orden dominicana,

por cierto.

En ese contexto, ¿cuál era la actitud de la santa? Son suficientemente explícitas las palabras de

su “Diálogo” (con Dios Padre): “Dulce Señor mío, vuelve generosamente tus ojos misericordiosos

hacia este tu pueblo, al mismo tiempo que hacia el Cuerpo Místico de tu Iglesia; porque será

mucho mayor tu gloria si te apiadas de la inmensa multitud de tus criaturas, que si sólo te

compadeces de mí, miserable, que tanto ofendí a tu Majestad. Y ¿cómo iba yo a poder

consolarme, viéndome disfrutar de la vida al mismo tiempo que tu pueblo se hallaba sumido en la

muerte, y contemplando en tu amable Esposa las tinieblas de los pecados, provocadas

precisamente por mis defectos y los de tus restantes criaturas?” (Diálogo 4, 13).

Es decir, en un contexto de mucho mayor división que el actual, la actitud de la santa fue rezar

y esperar. El problema se solucionó con el tiempo, aunque no le tocó a ella verlo en vida. Otro

santo que rezó intensísimamente por la Iglesia, en un momento de particular crisis: el postconcilio

del Vaticano II, fue san Josemaría. En ese contexto acudió a multitud de santuarios marianos a

pedir por la Iglesia, particularmente a la Basílica de Guadalupe, en México, donde realizó una

novena. En ese contexto acuñó una expresión espiritual muy rica: “me duele la Iglesia”. Tampoco

le tocó a él ver el final de la crisis postconciliar. Fue necesario el pontificado de san Juan Pablo II -

un Papa profundamente mariano-, para calmar las aguas y las cosas volvieran a su cauce.

Otro momento de crisis, descrito admirablemente por san John Henry Newman, fue la

cuestión arriana de la Iglesia durante el siglo IV. Hubo momentos, en ese siglo, en el que la

mayoría de los obispos eran arrianos -es decir, herejes-, mientras el contenido auténtico de la fe

era conservado por el pueblo fiel. Por eso se comenzó a considerar la fe del pueblo creyente como

“lugar teológico”, es decir, testigo de la auténtica fe, que en determinadas circunstancias pueden

no tenerla clara los mismos pastores de la Iglesia.


Estos ejemplos nos permiten conservar la auténtica fe, teniendo claro que la unión con el Papa

y la devoción a María -ambas realidades forman parte del contenido de la fe del pueblo creyente-,

garantizan nuestra permanencia en la auténtica fe de Cristo, en la auténtica Iglesia de Jesús. ¿Y

cuál es la actitud que debemos adoptar? La de santa Catalina y san Josemaría: orar y esperar;

“rezar la Iglesia”.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com 

lunes, 13 de noviembre de 2023

LA CONFIANZA SON COMO UNOS CABALLOS ALADOS

 Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

“Tengo obligación de tener las manos llenas porque Dios se lo

merece, pero no me desaliento cuando las veo vacías” (José Luis Martín

Descalzo). Esta actitud la tenía Santa Teresita del Niño Jesús señala el

Papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica. Santa Teresita

invitaba a tener una confianza plena, más que en nuestros propios

méritos, en el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin. Pues no

podemos tener certeza de poseer méritos propios, ni confiar en nuestros

esfuerzos, sino más bien en la misericordia amorosa de Dios.

El Catecismo cita las palabras de santa Teresita cuando dice al Señor:

«Compareceré delante de ti con las manos vacías». Los santos han

tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia

de Dios. Esta convicción despierta una gozosa confianza y una tierna

gratitud a Dios.

2) Para pensar

Una de las batallas más decisivas para el curso de la historia fue para

liberar a Viena del asedio otomano. En el año 1683, las tropas

otomanas, compuestas por más de 150,000 hombres al mando del Visir

Mustafá, sometieron a Viena a un duro asedio. Llevaban más de dos

meses sitiándola y era casi inminente morir a manos de los otomanos.

Europa se sentía seriamente amenazada y formó unas tropas que

estaban formadas por alemanes y polacos, entre los que se hallaban los

Húsares Alados de Polonia, pero eran insuficientes. El ejército otomano

sabía de su superioridad, y despreció al ejército liberador. Pero llegó una

carga de caballería liderada por el Rey Juan III Sobieski, que se

considera la mayor de la historia. Los jinetes eran 3000 Húsares Alados,

llamados así porque sus caballos llevaban unas alas emplumadas unidas

a sus corazas, dando la impresión de algo irreal, como caballos alados.

Gracias a estos Húsares Alados, vencieron totalmente a los otomanos.

Sobieski, recordando las palabras de Julio Cesar, pero reconociendo que

le debían a Dios su victoria, dijo: "Vinimos, vimos, Dios Venció"

(Venimus, vidimus, Deus vicit).

3) Para vivir


“Cuando Dios resuelve tus problemas tú tienes fe en Él. Cuando Dios

no resuelve tus problemas Él tiene fe en tus habilidades para

resolverlos”. La actitud más adecuada, dice el Papa Francisco, es

depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la

infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado

todo en la Cruz de Jesucristo.

La confianza que Teresita promueve no sólo es respecto a la

salvación eterna, sino también se aplica a cada momento de nuestra

vida cotidiana, que es donde muchas veces nos abruman los temores

que quitan la paz, el deseo de seguridades, la necesidad de tener todo

bajo nuestro control o la preocupación por el futuro. En esas difíciles

circunstancias es donde se nos invita a tener el santo “abandono” en el

Amor, de ponernos totalmente en manos de Dios.

Santa Teresita insistía: «Los que corremos por el camino del amor

creo que no debemos pensar en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en

el futuro, porque eso es faltar a la confianza». Si nos ponemos en las

manos de un Padre que nos ama sin límites, podemos confiar en que su

proyecto de amor y plenitud se llevará a cabo. (articulosdog@gmail.com)

sábado, 11 de noviembre de 2023

EL PAPA FRANCISCO Y LOS CASOS DE POSESIÓN DIABÓLICA

                                                           Raúl Espinoza Aguilera

Se llaman POSTRIMERÍAS a, es las cuatro últimas etapas por las que ha de pasar el ser humano: muerte, juicio personal de Dios, infierno y Cielo y que se recuerdan en este mes de noviembre.

Pero me gustaría centrarme en los casos de posesión diabólica que ha narrado el Papa Francisco. Nunca como antes, he presenciado que un Santo Padre de 86 años, desde su toma de posesión a la actualidad (10 años), haya advertido tanto sobre la presencia real de satanás y el infierno.

Una primera idea en que ha insistido mucho es que satanás no es un concepto abstracto o difuso sino una “persona”. Y que con el demonio no se debe dialogar. Porque si un individuo comienza a buscar la comunicación con satanás “está perdido” porque es mucho más inteligente que cada uno de nosotros.

Y si se comete el error de pedirle favores, puede ser que los conceda, pero el precio es muy alto “porque te rodea, te rodea, te hace dar vueltas la cabeza y estás perdido (o confundido) porque lo que quiere es tu alma para llevársela al infierno”.

Todo católico debe cortar radicalmente con el demonio porque es muy sutil, imperceptible en sus ataques y nos hace imaginar que lo malo no lo es tanto y que lo bueno no vale la pena hacerlo porque pareceremos “viejas beatas”.

Esto lo describe magistralmente el escritor inglés C. S. Lewis en su célebre libro “Cartas del diablo a su sobrino”.

Este Papa en 1969 fue ordenado sacerdote. Se le conoce como Monseñor Jorge Mario Bergoglio, de 1973 a 1979 fue nombrado superior provincial de los jesuitas en Argentina. El Papa Juan Pablo II lo designó Obispo de la diócesis de Oca y uno de los cuatro Obispos Auxiliares de la Arquidiócesis de Buenos Aires. En 2001, el mismo Santo Padre (ahora San Juan Pablo II) lo nombró Cardenal.

En 2013, tras la renuncia del Papa Benedicto XVI, Monseñor Jorge Bergoglio fue electo Papa y tomó el nombre de Francisco. Es conocido por su humildad y por interesarse vivamente -con hechos y verdad- por los pobres y más necesitados.

“Francisco es el Papa que más ha hablado de satanás en el último siglo” afirma el corresponsal en Roma y del Vaticano, Jesús Colina (“El Debate”, 14-04-2023).

Esto constata la cizaña que trata de introducir en la Iglesia al comentar el exorcismo de una monja, en la que el diablo dijo, refiriéndose del Papa: “Le odio, siempre habla mal de mí. ¿Has visto cuántos problemas le causo?”

Ante el aumento de los poseídos por el demonio, Francisco dio la orden de aumentar notablemente el número de sacerdotes exorcistas para que se distribuyeran por los cinco continentes.

Este Romano Pontífice, se refirió el demonio como “El príncipe de la mentira” y Francisco confiesa que intenta atacarle incluso a él. El sucesor de San Pedro, reconoció: “Es posible que yo moleste al demonio porque intento seguir al Señor y hacer lo que dice el Evangelio. Él busca el fracaso del hombre, pero no tiene esperanza si hay oración”.

Recuerda que, desde que era Arzobispo de Buenos Aires, le tocaron varios casos de posesión diabólica. Y les envió a piadosos, penitentes, espirituales y bien capacitados exorcistas.

Francisco hizo memoria de aquella seria advertencia del Papa Paulo VI (hoy santo) que en 1972 afirmó que “el humo de satanás había entrado en el templo de Dios a través de algunas grietas”.

Lo que me resulta más sorprendente es que para muchos católicos de nuestra época, el tema de satanás y el infierno les parece como una especie de cuento para asustar a niños bobos y, por tanto, es objeto de burlas y buscan a toda costa ridiculizar este tema.

Así que no lo toman como algo serio, sino como un juego y hacen preguntas como éstas:

--¿Y que temperatura tendrá el infierno? Pero yo he escuchado que en el infierno estará la gente “buena onda”, ¿es así? ¿Y si le doy dinero al demonio me dejará salir de ese lugar (porque me imagino que será muy corrupto)? ¿Y si le doy dinero a San Pedro lograré comprármelo para que me deje entrar al Cielo? -y así sucesivamente continúan las preguntas de escarnio o burla.

Y cuando se percaten de su error, por sus continuas mofas y por no haberse tomado con toda seriedad las enseñanzas de Jesucristo, será demasiado tarde y no podrá haber marcha atrás por estar poseídos por satanás y, suele ser común, que no tendrán la fortaleza y humildad para acudir al Sacramento de la Confesión o la Reconciliación.

Claro está que en esos casos se puede acudir a un sacerdote exorcista y acudir a la oración de sus familiares y buenas amistades. Porque no hay que olvidar que Dios es Infinitamente Misericordioso pero, a la vez, Infinitamente Justo. Por ello, es importante no olvidar LAS POSTRIMERÍAS que tarde o temprano vendrán a nuestra existencia.

EL ECLIPSE DE LA CIVILIZACIÓN

Tal parece que el aborto se ha convertido en “la manzana de la discordia”, en signo de

contradicción. Muchas veces se vuelve el elemento determinante, definitorio, de las opciones

políticas. Los países y dentro de ellos la política, se atrincheran en posiciones inexpugnables: o a

favor o en contra. Quizá donde mas vivamente se experimenta esa batalla es en los Estados

Unidos. Prácticamente divide al país en dos porciones: pro-vida y pro-muerte están dispuestos a

pelear cada milímetro del territorio.

Tristemente, el pasado 7 de noviembre, se engrandeció el territorio en donde existe el

“derecho a matar”. Un referéndum determinó incluir en la constitución del Estado de Ohio, el

“derecho a abortar”, que se introduce en el Artículo 1º sección 22, bajo el título de: “El derecho a

la libertad reproductiva con protecciones para la salud y la seguridad”. La redacción del artículo es

lo suficientemente ambigua como para que quepa, con algunas condiciones, discrecionales, la

posibilidad de abortar hasta el 9º mes del embarazo. En principio el limite estaría en el momento

en que el feto sea viable -es decir, pueda vivir fuera del seno materno-, pero si a juicio del médico

es necesario realizarlo para proteger la vida o la salud de la madre, se puede efectuar después. Y

no olvidemos que, si por salud se entiende también “salud psíquica”, todo cabe en ese

presupuesto.

Y así, mientras estados como Texas, Misuri, Oklahoma, Utah, Idaho, Wyoming, Dakota del

Norte y Dakota del Sur, restringen el acceso al aborto, otros, como Ohio, lo reconocen como

derecho en su constitución. Pero hay algo que huele mal en el caso de Ohio, pues en ese estado no

entro el aborto como suele entrar: a través de una decisión judicial -es decir, de un grupo pequeño

de personas que imponen su particular ideología-, o por medio de un debate parlamentario -más

difícil, porque el grupo que presiona para imponer el aborto debe ser más grande-. Sucede, sin

embargo, en esos casos, que las decisiones no representan, usualmente, la forma de pensar de las

mayorías, de la gente normal, sino a un grupo activista o a una pequeña elite intelectual que logra

manejar los mecanismos de poder. Pero en Ohio no fue así, pues el aborto entró por la puerta

grande, a través de un referéndum, mostrando así, inequívocamente que la mayoría de sus

habitantes lo sostienen y respaldan la cultura de la muerte.

Ese solo hecho representa una derrota para la civilización, para el humanismo, para la

dignidad de la persona, que se convierte en papel mojado, una vez que el derecho a vivir

presuponga el participio “deseado”. Significa que la mayoría de la gente está dispuesta a usar de la

violencia -el aborto es un acto violento- contra los inocentes para resolver sus problemas. La

radiografía espiritual de ese estado evidencia así cómo ha cuajado una mentalidad contraria al

valor de la vida humana y a la dignidad de la persona. Muestra, de forma incontrovertible, que los

que defendemos la vida somos minoría, lo cual supone un auténtico eclipse de la civilización. En

poco tiempo hemos vuelto al paganismo y echado en saco roto dos mil años de cultura cristiana;

nuevamente la vida no vale nada.

La sentencia de Roe vs Wade fue en su momento un auténtico golpe de mano de una

minoría activista hábilmente organizada. Su reciente anulación obligó a sincerarse a la sociedad en

los Estados Unidos, posicionándose a favor o en contra de la vida. Chocan en ese contexto dos

pilares de la cultura americana: el pragmatismo, que busca la forma más fácil y sencilla de resolver

problemas, sin hacerse mayores complicaciones morales, con la raíz cristiana de su cultura, gracias


a la cual “todos son iguales ante la ley” (Declaración Universal de Derechos Humanos, n. 7),

presupuesto fundamental de toda democracia que se precie. Lo práctico vs el valor de la persona.

Ciertamente, perdimos una batalla, no la guerra. Pero descubrimos también, con horror,

cómo las raíces de la “cultura de la muerte” son profundas. No es solo cuestión de mostrar

evidencia científica de que el embrión y el feto son seres vivos de la especie humana, como

sugiere el Papa, sino que se trata de una auténtica batalla cultural, y de volver a poner los

cimientos de una civilización que reconozca y respete la dignidad humana.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com

SEÑORES DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

Parece que los jueces británicos gustan de excederse en sus atribuciones, considerándose

una especie de “oráculo”, con capacidad de decidir quién debe vivir y quién no. Una vez más,

como hace 5 años sucediera con Alfie Evans, han determinado que la bebé de ocho meses, Indi

Gregory, debe morir. Es lo mejor para ella -dicen-, y ellos son los únicos capacitados para

determinar qué es lo mejor para la menor. No importa que los padres de la bebé no estén de

acuerdo, ni siquiera que se le haya ofrecido tratamiento en el Hospital Bambino Gesú del Vaticano

y que le fuera concedida la nacionalidad italiana por Giorgia Meloni, para poder ser atendida en

ese país.

De hecho, los jueces tomaron esa posibilidad como una especie de insulto. El juez Peter

Jackson consideró que la idea de que las autoridades italianas estaban en mejores condiciones de

determinar los intereses del bebé era completamente errónea. ¡Claro, lo mejor para la bebé es

morir!, ¿qué duda cabe? No importa que los padres no piensen así, ni los médicos del Hospital

Bambino Gesú. No sólo eso: la bebé debe morir en el hospital, ni siquiera se autorizó a los padres a

llevarla a su casa, mucho menos a sacarla del país. Y, ¡vaya que los atribulados padres hicieron la

lucha! Acudieron primero al Tribunal de Apelaciones de Londres y después al Tribunal Europeo de

Derechos Humanos de Estrasburgo, Francia, con la intención de revocar la decisión, sin obtener

mayor éxito.

Ahora bien, lo que está claro -a mi humilde entender-, es que los tribunales se están

excediendo en lo que a sus atribuciones se refiere. Con esa serie de decisiones y de negativas a las

sucesivas apelaciones de los padres, no parecen formar parte de una democracia europea del

primer mundo, sino de una república totalitaria. Con el mayor desparpajo han eliminado, de un

plumazo, el derecho de los padres a la patria potestad de sus hijos, a decidir qué es lo mejor para

ellos, a buscar todas las maneras posibles de beneficiarlos. En lugar de tomar su lugar, establecido

claramente por el principio de subsidiariedad, se han arrogado la suprema autoridad sobre Indi

Gregory, despojando a sus padres Dean Gregory y Claire Staniforth, de un derecho que les

compete por naturaleza a ellos. Los padres son los responsables de los hijos, quienes los han

traído al mundo, quienes velan por su alimentación, salud y educación, requiriéndose los servicios

del Estado sólo de manera subsidiaria, en aquellos aspectos que los padres no puedan atender

directamente, o a falta de los mismos.

Lo triste del caso es que los jueces no están dispuestos a considerar su arbitraria decisión.

No les importa el grave incómodo de los padres, les tiene sin cuidado el que otro hospital se haya

ofrecido para atender a la bebé. No, la bebé, sí o sí, debe morir, es lo mejor para ella, porque ellos

lo han decidido así. ¿Cabe imaginar mayor prepotencia y abuso del poder? Si el Queen's Medical

Center de Nottingham ha dicho que no puede hacer más por la niña, el Hospital Bambino Gesú, le

abrió sus puertas. Si no tenía futuro en Gran Bretaña, Italia le quería dar otra oportunidad,

concediéndole incluso la nacionalidad, para hacerlo todo en regla.

Los jueces negaron a los padres la posibilidad de llevar a su hija a Roma. ¿Con base en qué

derecho te despojan de la capacidad de llevar a tus hijos a donde quieras? ¿Con qué sustento


jurídico pueden impedirte acudir a otros médicos, cuando unos han reconocido que no pueden

hacer más? ¿Por qué no pueden, ni siquiera, llevar a su hija a su hogar? ¿Eso es propio de un

“Estado de Derecho”? Simplemente el estado británico despojó de sus derechos a los legítimos

padres, y dictaminó, unilateral y absolutamente, que la niña debe morir y no se le deben dar más

tratamientos.

No se trata, ni siquiera, de un caso de eutanasia. Se suele afirmar, eufemísticamente, que

la eutanasia supone la consagración de la capacidad de autodeterminación del ser humano.

Supone, en consecuencia, que el interesado quiera morir y lo exprese repetidas veces de modo

incontrovertible: esa es su voluntad definitiva. El caso de Indi Gregory se parece más a una

condena a muerte, que a una eutanasia. Ella, obviamente, no puede expresar su deseo de morir.

Los responsables naturales de ella, sus padres, no quieren que muera y desean buscar otras

opciones; opciones que encuentran, pero los jueces, arbitrariamente, les impiden acceder a ellas,

y condenan, sin apelación posible, a morir a la bebé. Ante casos como este uno se pregunta, ¿de

qué nos sirve entonces el ordenamiento jurídico?


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com

martes, 7 de noviembre de 2023

TRES GIGANTES DE LA LITERATURA UNIVERSAL

                                                                              Raúl Espinoza Aguilera

Un buen escritor relata la riqueza del pensamiento humano y narra las inquietudes de todo un pueblo. Por ejemplo, el autor ruso León Tolstoi nos dejó un importante legado de presentar la radiografía de toda una época: el sorpresivo ataque de Napoleón y las tropas francesas cuando invadieron el territorio ruso y, posteriormente, cuando fueron derrotados al mando del brillante estratega militar Mikhail Kutuzov (1745-1813) con su novedosa “guerra de guerrillas”. El ingenio de este general ruso sorprendió al mundo entero porque ordenó quemar las cosechas y las ciudades para que el ejército de Napoleón no tuviera qué comer ni un posible albergue, de lo contrario el General Galo se hubiera apoderado de Rusia.

Otra genialidad de este célebre general fue alargar -lo más posible- esta conflagración y esperó a que llegara el invierno con sus nevadas porque los franceses no venían preparados para los rigores de este clima. En conclusión, fue estrepitosa la derrota del entonces considerado el ejército más poderoso de Europa.

Podríamos decir que León Tolstoi casi nos hace respirar el olor a pólvora de los fusiles y cañones y nos relata magistralmente el dolor de las familias rusas ante la pérdida de sus seres queridos.

Otro gigante de la Literatura Universal fue Fiódor Dostoyevski (1821-1881) que nos presenta el alma humana en las profundidades de su ser, como en: “Crimen y Castigo”, “El Jugador”, “El Idiota”, “Los Hermanos Karamázov”.  A la vez que va haciendo agudas reflexiones sobre la psicología humana. Por ello, Friedrich Nietzsche le llama “El Literato Psicólogo de quien ha aprendido mucho”.

Hay un autor que influyó mucho en su época, Thomas S. Eliot (1888-1965), quién utiliza su arte -el verso libre- para convertirlo en un poderoso transmisor de ideas. Su obra poética más conocida es “La Tierra Baldía”. Recogiendo unos versos escribe:

“Ciudad irreal

Bajo la parda niebla del amanecer invernal,

una muchedumbre fluía sobre el puente

de Londres,

¡eran tantos!

Nunca hubiera yo creído que la muerte se llevara

a tantos.

Exhalaban cortos y rápidos suspiros.

Y cada hombre clavaba su mirada delante

de sus pies”.

T. S. Eliot hace especial hincapié en la actitud egoísta y de desprecio hacia la vida que conduce a una sociedad estéril y vacía de valores:

“Deberías avergonzarte, dije, de parecer tan vieja

(Y no tiene más que treinta y un años).

No es culpa mía, dijo poniendo la cara triste,

Son esas píldoras que tomé para abortar, dijo.”

Al término de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) sobrevino una oleada generalizada de pesimismo, de ateísmo, de amargura, de pérdida de valores debido a la enorme cantidad de personas que fallecieron, otros quedaron con serios trastornos mentales.

T. S. Eliot logró describir ese mundo, en un tiempo convulso, cínico y descreído que le tocó vivir. Expone -por ejemplo- a las mujeres que despreciaban la vida humana, muchedumbres sin un sentido en sus vidas. Otra obra célebre de este autor es: “Los Cuatro Cuartetos”

Es considerado el mejor poeta del Siglo XX. Por ello, en 1948 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, por considerarlo como un sobresaliente y pionero de la Poesía Moderna.

En mi opinión este escritor continúa ejerciendo poderosa influencia dentro de los autores de nuestro tiempo, verbigracia, en Octavio Paz y inolvidable poema “Piedra de Sol”.

En la tercera parte de “La Tierra Baldía”, T. S. Eliot expresa la sordidez, la monotonía, la tristeza, la soledad y el desencanto de la vida moderna, con una vacuidad absoluta. Dice:

“Somos los hombres huecos,

Los hombres embutidos.

Nos inclinamos juntos

Con las cabezas llenas

de paja ¡Ay, Ay!

En suma, la Literatura es otro modo de acceder a la Verdad, de reflexionar sobre temas profundos y de meditar sobre la persona humana y el acontecer de nuestro tiempo.

 

 

ANHELO DE TRASCENDER

En México tenemos una curiosa tradición: Hacer “altares de muertos”. A tal efecto se

consigue flor de cempasúchil, manteles de rico colorido, calaveras de dulce -chocolate y azúcar

principalmente-, platos con alimentos que le gustaban al difunto o a los difuntos, pan de muerto,

fotografías de los seres queridos que se van a recordar en esa ocasión y veladoras. Suele estar

coronado con algún elemento religioso, como una Cruz o una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Un amigo me hizo notar, curiosamente, que este año, en la universidad que él dirige, se encontró

con un altar de muertos dedicado a un perro, a una mascota; no sabía si reír o llorar. Era el

ejemplo de una cultura fusión, primero entre la prehispánica pagana y la cristiana española, pero

ahora enriquecida con la animalista postmoderna.

Su narración me hizo recordar un percance reciente del Papa Francisco. Él mismo lo relata:

se acercó una señora con una carriola, pidiéndole la consabida bendición. El Papa sonrió y se

acercó para ver al bebé y bendecirlo. ¡Cuál no sería su sorpresa al descubrir que no era un bebé

sino un perrito lo que llevaba! El manso y paciente Francisco se enojó - ¡vaya que tiene mérito

conseguir hacerlo enojar! - y regañó a la señora, señalándole que había muchos niños que mueren

de hambre y que no era justo tratar así a un animal. Le parecía un exceso ese trato dirigido a un

animalito, cuando no cuidamos de igual forma de nuestros semejantes; por su parte, a mi amigo le

parecía desproporcionado dedicar un “altar de muertos” a una mascota.

¿Por qué? Por la trascendencia. El animal, la planta, viven y ya está, en su vida está el

cumplimiento de su función. A veces incluso en su muerte: los animales y las plantas que son

sacrificados para nuestra supervivencia, para nuestra alimentación. El animal no tiene necesidad ni

posibilidad de trascender. El ser humano, en cambio, sí la tiene; más incluso, es su aspiración

espiritual fundamental. Es la muestra práctica de que no sólo es materia convenientemente

organizada -como lo son el animal y la planta-, sino poseedor de un alma espiritual y, por lo tanto,

trascendente a nuestras coordenadas de espacio y tiempo.

¿Qué es la trascendencia? Una necesidad espiritual del hombre. Una necesidad vital de su

naturaleza, por la cual quiere ir más allá de lo que le ha sido dado materialmente. Es una prueba

de la existencia de la realidad espiritual, precisamente porque supone una sed de algo inmaterial,

de una realidad que en cierta forma no perciben nuestros sentidos inmediatamente, pero que está

ahí, esperando ser descubierta. Es el imperativo de ir más allá de la satisfacción de nuestras

necesidades vitales y de la especie: comer, beber, reproducirse, descansar, disfrutar. Es el prurito

de romper las barreras del tiempo y del espacio con la fuerza del espíritu.

Son diversos los modos con los cuales el espíritu humano trasciende. Es clásico el refrán de

que hay que cumplir con tres requisitos en esta vida: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un

libro. Los tres son modos de que algo de nuestro yo permanezca a través del tiempo, cuando ya

nuestro cuerpo haya vuelto a la tierra de donde salió. Si reflexionamos un poco, descubrimos la

increíble envergadura que supone tener un hijo. Porque los padres proporcionan la materia

fundamental para su formación -el óvulo y los espermatozoides-, pero Dios le infunde el alma

espiritual, de forma que ese nuevo ser creado con la cooperación humana, va a durar para

siempre. El cuerpo muere, pero a la larga resucita, mientras que el alma perdurará para siempre,

el universo material habrá alcanzado su muerte térmica y, sin embargo, el alma perdurará todavía,


es -en expresión teológica- “eviterna”; es decir, tiene un principio, pero no tiene fin. Traer un hijo

al mundo es una de las formas por excelencia de trascendencia.

No es la única forma de trascender que tiene el ser humano. El arte, la ciencia y la técnica

lo son también. En general todo aquello que manifieste nuestra capacidad creadora, lo que nos

permita hacer surgir algo auténticamente nuevo, ya sea para la contemplación -como es el caso

del arte: literatura, pintura, escultura, arquitectura, danza, etc.-, o para el uso y servicio de

nuestros semejantes, con la ciencia y la técnica. Toda capacidad creadora de belleza, o que sirva

para la transformación y mejoramiento del mundo, constituyen formas propiamente humanas de

trascender, de las que los animales carecen.

Pero la trascendencia por excelencia es espiritual, religiosa. Consiste en cultivar nuestra

vida interior, nuestra riqueza interior, descubrir -asombrados- cómo somos capaces de entrar en

un diálogo vivo con Dios. Porque si bien tanto el arte, como la ciencia y la técnica, son formas de

trascender, no sacian, sin embargo, nuestras hambres de infinito, de trascendencia. Es como decir:

“sí, eso era, pero todavía anhelo más”. Por ello, muy bien dice san Agustín: “nos hiciste Señor para

Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. Sólo Dios puede colmar nuestras

hambres de infinito y de trascendencia, siendo esta “sed de Dios”, de lo eterno, una prueba de su

existencia y de la componente espiritual de nuestra naturaleza.

Por eso tiene sentido hacerle un “altar de muertos” a una persona, pero no a un perro. A

un perro se le puede bendecir, pero no puede ocupar el lugar de un hijo, aunque eso parezca estar

de moda; en realidad, esta actitud encierra un profundo error antropológico y tarde o temprano

pasará factura, sea a las personas en particular que a la sociedad en general.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com

REZAR POR EL PAPA

A todo el mundo católico nos sorprendió la intención de oración del Papa para este mes de

noviembre: él mismo. La intención de la “Red Mundial de Oración del Papa” es el Papa mismo, y se

ha dado a conocer, como sucede habitualmente, a través del simpático “video del Papa”. En su

mensaje, Francisco explica que no por ser Papa deja de ser humano, y da a entender que cae sobre

sus hombros un enorme peso que él no puede llevar en solitario. Necesita, por el contrario, del

apoyo de la oración del pueblo fiel, que le da fuerzas y le ayuda a discernir en cada momento qué

es lo que Dios quiere.

Al ver, asombrado, el breve pero emotivo video, me sorprendieron particularmente dos

cosas de su mensaje. La primera es que pide “ser juzgado con benevolencia”. Que lo miremos con

benevolencia. En realidad, no es nuestro papel juzgar a nadie, menos al Papa, Vicario de Cristo en

la Tierra. Pero pide que lo miremos benévolamente o, dicho de otra forma, que le otorguemos

habitualmente el beneficio de la duda. El Papa, en principio, quiere lo mejor para la Iglesia y para

el mundo, y goza de una especial asistencia del Espíritu Santo, confiemos en él. Es verdad que es

un hombre como nosotros, y por eso mendiga la oración de pueblo fiel, que en realidad tiene el

gozoso deber de rezar por sus pastores, especialmente por el Papa, sea quien sea, hoy es

Francisco.

El segundo detalle, que no deja de translucir una pisca de humor, lo constituye el final de

su mensaje, cuando lacónicamente dice: “recen por mí. A favor”. Me traía a la memoria una

anécdota de la fe sencilla, pero a veces poco ilustrada del pueblo: en una ocasión, en los Andes

peruanos, una sencilla indita fue con el cura del pueblo a pedir “una misa de daño” contra otra

persona. Es decir, hay que rezar por el Papa, pero no para que se muera pronto, sino para que guíe

la Iglesia bajo el impulso del Espíritu Santo, y para que, haciéndolo, Dios lo haga santo.

Las dos peticiones: la benevolencia y rezar a favor del Papa, traslucen una idea de fondo

que es basilar en la fe: la unidad o, como dirían los teólogos, “la eclesiología de comunión”. Es

decir, muchas veces lo más importante es estar unidos; la unidad prima tantas veces sobre la

eficacia, o incluso la razón. En la Iglesia sucede como en los matrimonios: lo importante no es

quien tenga la razón, sino estar unidos. Y el Papa es el vínculo visible de la unidad; es decir, sin el

Papa, no somos nada, espiritualmente hablando, aunque, hipotéticamente, “tengamos la razón”.

Se comprende entonces cómo la fuerza de la Iglesia es la oración, así como el carácter

sobrenatural de la misma. Nos unen vínculos sobrenaturales muy fuertes, la comunión de los

santos, que proclamamos cada domingo al rezar el Credo en Misa. Frente a los críticos de

Francisco -que no son pocos- en esta actitud se trasluce su marcado sentido sobrenatural y su

profunda humildad. Así, de la misma forma que nosotros sin el Papa, no somos nada,

católicamente hablando; de igual manera, el Papa, no puede nada sin la fuerza espiritual que le

aporta el “santo pueblo de Dios”, como le gusta llamar a la Iglesia. Su petición trae a mi memoria,

inevitablemente, un gesto semejante de un santo de nuestro tiempo, san Josemaría Escrivá. Con

mucha frecuencia solía terminar las reuniones con públicos más o menos numerosos, pidiendo la

limosna de la oración, con una expresión semejante a la de Francisco: “rezad por mí. Para que sea

bueno y fiel”. Francisco, al igual que san Josemaría, se encuentran entonces en la misma “longitud

de onda” sobrenatural. Es una forma concreta de refutar a los que acusan a Francisco de convertir

la Iglesia en una ONG, olvidando su carácter sobrenatural.


Para los fieles cristianos resulta un componente indispensable de nuestra unión con Dios

la oración por el que hace cabeza, por el Papa. Cristo, María, el Papa, son los grandes amores del

cristiano; no sólo se trata de rezar, sino también de querer, más incluso, de amar. Además, como

se deja entrever por lo urgente del mensaje de Francisco, es una necesidad. La fuerza de la Iglesia,

al fin y al cabo, no es otra que la fuerza de la oración. Por eso, a pesar de que pudiéramos pensar

que hay otras cosas más urgentes por las cuales rezar, y que muy bien podrían ser la intención del

Papa para este noviembre, como la paz en Tierra Santa o en Ucrania, Francisco ha preferido que

rezáramos por él, para catequizarnos en nuestros deberes de piedad filial, y para que la oración de

Francisco, por esas y otras causas urgentes, como el problema de la migración o la crisis ecológica,

tengan la fuerza de la oración de toda la Iglesia en unión a su pastor.


Dr. Salvador Fabre

masamf@gmail.com

UN DESEO UNIVERSAL DE SALVACIÓN

Pbro. José Martínez Colín

 

1)  Para saber

«Si amas al Señor, “necesariamente” has de notar el bendito peso de las almas, para llevarlas a Dios. » (San Josemaría, Forja, n. 63,). En efecto, podemos observar en las biografías de los grandes santos, que su gran amor a Dios siempre viene acompañado de un gran deseo de que muchas personas también lo amen. El Papa Francisco, siguiendo con la carta dedicada a Santa Teresita del Niño Jesús, nos muestra que el amor a Dios que tenía esta santa la llevó a entregarse a la vida religiosa precisamente para salvar almas, pues no entendía su consagración a Dios sin la búsqueda del bien de los hermanos.

Por ese deseo tan grande de que todos conocieran y amaran a Dios, rezaba mucho por las tierras de misión, donde apenas llegaban los misioneros para evangelizar. Por ello, el Papa Pío XI, quien la había canonizado en 1925, la declaró patrona de las Misiones en 1927. Ella compartía el amor misericordioso del Padre por el hijo pecador y el del Buen Pastor por las ovejas perdidas, lejanas, heridas, y por ello es maestra de evangelización, afirmó el Papa Francisco.

2)  Para pensar

Nos dice la Sagrada Escritura que Dios tiene un gran deseo de que todas las personas se salven, lleguen a su conocimiento y alcancen su felicidad. Quien ama a Dios, comparte ese deseo que Dios mismo pone en su corazón, y así Dios actúa a través de ellos para dar su perdón y sus dones. Por ello, toda la eficacia apostólica se le debe a Dios mismo que, con la colaboración de los hombres, quiere llegar a todos.

La acción de Dios no se ve pues actúa en los corazones. Mas en una ocasión, circunstancialmente, una personas palpó cómo su pequeña aportación se extendió rápidamente. Sucedió en un hospital en Filipinas. Un miembro del Opus Dei viajaba al norte de la isla de Luzón y lo invitaron a darles una plática espiritual. Era en un aula grande del hospital, y le dieron un micrófono. La charla transcurrió y terminó sin complicaciones. Al salir, le extrañó que personas que no habían asistido le dieran las gracias. Entonces un amigo le aclaró lo sucedido: “Has de saber que todo el hospital te escuchó casi por dos horas, pues el micrófono estaba conectado a todos los altavoces internos”.

Podemos pensar si nuestro amor a Dios nos lleva a tener el impulso apostólico de querer que todas las personas también lo amen.

3)  Para vivir

Para acercar a las personas a Dios, dice el Papa Francisco, Santa Teresita no lo hacía presionándolas, sino quería evangelizar por “atracción”. Así se lo pide a Dios: «“Atráeme, y correremos tras el olor de tus perfumes”. ¡Oh, Jesús!... Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo. Esta simple palabra, “Atráeme”, basta. Lo entiendo, Señor. Cuando un alma se ha dejado fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas que ama se ven arrastradas tras de ella”.

Incluso, siendo Santa Teresita consciente de que está cerca su muerte, y queriendo ya estar con su Amor Jesús, continúa con un ferviente espíritu apostólico que espera continuar en la vida eterna. Y escribe: «En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar». (articulosdog@gmail.com)