jueves, 24 de mayo de 2018

¿PUEDO SER MEJOR PERSONA POR MIS SOLAS FUERZAS?

Pbro. JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber



Hablar de santidad es hablar de algo sobrenatural, de algo que está muy por encima de nuestra naturaleza, de nuestro modo de ser. La santidad es algo divino, le corresponde propiamente a Dios. No obstante, como el Papa Francisco nos lo recuerda en su último documento, “Alegraos y regocijaos”, Dios nos creó para alcanzarla. 

Cabría preguntarse, ¿cómo Dios me pide algo que no puedo alcanzar por mí mismo? Sucede que Dios nos pide la santidad, porque Él mismo está deseoso de otorgárnosla. Dios en su gran misericordia quiere dar la santidad a todos los hombres. Pero ha de quedar claro que es Dios quien la otorga. El hombre, por sus propias obras, aunque sean muy
buenas, no puede obtenerla sin Dios.

Por ello, un peligro hacia la santidad consiste en creer que uno mismo, sólo por sus obras, puede santificarse. Es un error que sostenía un pensador llamado Pelagio, y por eso a esa postura se le llama “pelagianismo”, o quienes eran más moderados, pero seguían en el mismo error, “semipelagianos”.

El papa Francisco nos previene contra este error que sigue estando presente, olvidándonos que todo depende, no del querer, sino de la misericordia de Dios (Cfr. Rom. 9, 16). En el fondo, falta la humildad para reconocer nuestros límites, concluye el Papa.

2) Para pensar

Los santos nos enseñan cómo todo lo dejaban a Dios, incluso su propia santidad. Esperaban llegar a la santidad, no porque confiaran en sus propias fuerzas, sino en la misericordia infinita de Dios.

Santa Teresita del Niño Jesús, expresaba así su confianza: “¡Aunque tuviera sobre mi conciencia todos los crímenes que se pueden hacer, no perdería un ápice de mi confianza! Iría, con el corazón quebrado de arrepentimiento, a echarme en los brazos de mi Salvador. Sé que ama con ternura al hijo pródigo, he oído sus palabras a Magdalena, a la mujer adúltera, a la Samaritana. No, nadie podría asustarme, pues sé a qué atenerme acerca de su amor y de su misericordia. Sé que toda es multitud de ofensas me abismaría en un abrir y cerrar de ojos, como una gota echada en un brasero ardiente”.

Pensemos qué tan consciente somos de lo que Jesús ha hecho por nosotros y si se lo sabemos agradecer.

3) Para vivir

Hoy en día algunos piensan que pueden prescindir de Dios para salvarse, piensan que porque “no matan, ni roban” ya se merecen el Cielo. Pero se olvidan que es gracias a Jesucristo que el Cielo se ha abierto para el hombre.

Que toda salvación no puede dejar de lado a Jesús. Incluso se ignora que “si no mato ni robo”, se lo debo también a Dios, que con su ayuda logro no hacer el mal.

El Papa nos recuerda que el II Sínodo de Orange afirmó “que nada humano puede exigir, merecer o comprar el don de la gracia divina”.

¿Entonces el hombre no debe hacer nada? Sí puede. Ha de cooperar con la gracia para el propio crecimiento espiritual.

Cuando no se tiene en cuenta el papel de Jesús en la salvación, fácilmente se cae en una autocomplacencia egoísta privada del verdadero amor. 

Se manifiesta en vivir obsesionado por la ley, vanagloriarse de los propios triunfos, e incluso un cuidado excesivo de los aspectos litúrgicos. Por cuidar estos aspectos, se olvidan de lo principal: vivir el mandamiento del amor.

EN TU VIDA, ¿ERES REALMENTE FELIZ?

Pbro. JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN,

1) Para saber



Todos estamos de acuerdo en querer ser felices. Sin embargo, no siempre sabemos cómo conseguirlo. El Papa Francisco ha recordado que la santidad nos lleva a la felicidad. Pero aún cabría preguntarse: ¿cómo puedo conseguir esa santidad que es felicidad? ¿Cómo se le hace para ser buen cristiano? En la ocasión pasada veíamos que no basta con “no matar y no robar” para ser santos. Ahora el Papa Francisco nos dice que lo más iluminador para ser buen cristiano es ir a las palabras de Jesús. La respuesta está en el Sermón de las bienaventuranzas. La misma palabra “bienaventuranza” es sinónimo de “feliz” y de “santo”.

En el capítulo tercero de la Exhortación Apostólica “Alegraos y regocijaos”, el Papa explica las bienaventuranzas, recordándonos que no son fáciles de vivir, pues van en contracorriente a muchas costumbres que se han adquirido hoy en día. No obstante, es posible vivirlas con la ayuda del Espíritu Santo que nos puede liberar de la debilidad de nuestro egoísmo, comodidad y el orgullo (cfr. n. 65).

2) Para pensar

La primera bienaventuranza nos dice: “Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Es una invitación para reconocer en dónde tenemos puesto el corazón, en dónde está la seguridad de nuestra vida: si está en Dios o en las criaturas. Porque si tenemos el corazón lleno de cosas, no dejamos lugar para el Señor.

En la biografía de San Macario se cuenta que fue un hombre muy feliz los casi cien años que vivió. Le hacía honor a su nombre que significa “feliz”. Decía que tenía mucha juventud acumulada, o como dice un refrán: “El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga”. Se caracterizó por vivir la pobreza. Abandonó sus bienes y quiso vivir sólo con lo indispensable. En una ocasión, siendo anciano y con varias dolencias, iba con un compañero a la orilla del río Nilo. En eso se cruzó un pelotón de soldados, los cuales se quedaron impresionados al ver la alegría que tenían. Uno de ellos comentó: “Es curioso cómo ese par de viejos descuadernados son tan felices en medio de su pobreza”. Macario los oyó y le contestó: “Hermanos soldados, ustedes tienen razón en llamarnos hombres felices, como lo atestigua nuestro nombre de Macario. Somos felices porque despreciamos la riqueza, ustedes viven desasosegados porque son sus servidores”. El capitán se quedó con aquella espina clavada, hasta que decidió seguir una vida semejante.

Pensemos en dónde tenemos puesta nuestra seguridad, por si acaso no estaremos impidiendo que entre el Señor en nuestras vidas.

3) Para vivir

El Papa nos recuerda “la santa indiferencia” que proponía san Ignacio de Loyola con la cual se alcanza la libertad de espíritu. Se trata de ser indiferentes a las cosas creadas, de tal manera que las tengamos o no las tengamos, no perdamos la paz y la alegría. Así tengamos salud o enfermedad, pobreza o riqueza, vida larga o corta, no nos debiera inquietar nada. De modo similar San Josemaría nos invita a vivir sin inquietarnos, dando gracias a Dios “porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes… Dale gracias por todo, porque todo es bueno” (Camino, n. 268).

martes, 22 de mayo de 2018

UN NUEVO FENÓMENO SOCIAL: “EL INDIVIDUALISMO”

RAÚL ESPINOZA AGUILERA,
@Eiar51

Escuchaba, hace tiempo, un divertido sermón del célebre Padre “Chinchachoma”, quién por muchos años se ocupó de atender, con edificante generosidad y constancia, a los niños de la calle. En esa ocasión habló del peligro que entraña para las familias y la sociedad el que las personas giren obsesivamente en torno a la órbita del “yo”. 



Y cuestionaba: “Pero, ¿qué es el egoísmo?” Y se respondía:
“Muy sencillo, es la actitud de los habitualmente piensan que en primer lugar lo ocupa su propio, yo; ¿Y en segundo lugar? ¡Pues yo, faltaba más!; ¿Y en tercer lugar? ¿Quién va a ser? ¡Por supuesto que yo también, no hay duda!” 

comentaba este sacerdote que cuando les preguntaba eso mismo a algunas personas que mantenían esa conducta, les cuestionaba: “¿Y qué lugar ocupa entonces tu prójimo?” Y comentaba que, en bastantes casos, los interesados le respondían: “¿Los demás? ¡Los demás que se vayan mucho al diablo!”

La tendencia al egoísmo ha existido desde que el hombre habita sobre la tierra. Sin embargo, en los últimos años se ha potenciado con el surgimiento de diversas ideologías y las nuevas tecnologías.

¿En qué se manifiesta? 

1) En un marcado individualismo que busca no tener más horizontes que el propio “yo” y, por lo tanto, esa persona dice hacer “lo que me conviene, me produce placer o me resulta agradable”. 

2) Un desmedido afán de autorrealización en el que sólo cabe el desarrollo profesional y no se concibe la entrega y servicio desinteresado a los demás. 

3) la autonomía absoluta en la que “nada ni nadie invada mi personal libertad”, según sostienen, y con frecuencia desentendiéndose de las necesidades de los demás y sin interesarse por el bien común de la sociedad. 

4) Ante este planteamiento, el más mínimo sacrificio por el bien del prójimo o de la comunidad queda excluido en forma automática. 

5) Aislamiento, ensimismamiento, sin ocuparse por la felicidad y bienestar incluso de los de su propia familia. 

6) Establecer cotos impenetrables, como ocurre con frecuencia cuando algunos jóvenes o profesionales, se encierran en sus habitaciones todo el fin de semana y se disgustan cuando alguien los interrumpe, con agresivos reclamos, como éstos: “¿No te das cuenta que estoy viendo mi película? ¿Qué no entiendes que estoy ocupado bajando música? ¿Por qué me molestas si estoy viendo videos en unas páginas web? ¿Qué no te has fijado que estoy chateando?”, etc.

Como ha escrito el Papa Francisco: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios (…), ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. (…) Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida” (“La Alegría el Evangelio”, No, 2).

Ante ese panorama es necesario dar una respuesta cristiana a esta actitud que impide a las personas encontrar el sentido trascendente de la existencia humana y comprender a fondo que el individualismo llevado hasta ese extremo, difícilmente se hace compatible con el cristianismo.

Por ello es muy importante: 

1) Propiciar la fraternidad y la convivencia amable con los del propio hogar; 

2) Fomentar la solidaridad, la entrega de uno mismo en servicio a los demás. 

3) Desarrollar un auténtico interés por los demás para romper con ese aislamiento y volver a entrar en un trato auténticamente humano con los demás. 

4) Trabajar, desde luego con intensidad y eficacia, pero nunca perder de vista la felicidad y el bien de los que nos rodean en la familia, con las amistades, con los colegas en el quehacer profesional, ante las apremiantes necesidades sociales.

domingo, 20 de mayo de 2018

¿SON ÉTICOS "LOS PARAÍSOS FISCALES"?

LUIS-FERNANDO VALDÉS,
@FeyRazon       lfvaldes@gmail.com

El Vaticano publicó un audaz documento que advierte sobre la falta de ética en algunas actividades financieras internacionales e incluso propone un impuesto mundial sobre las transacciones “offshore”. ¿Qué valor tiene esto?



1. El contexto. El pasado 17 de mayo, la Santa Sede presentó un documento sobre la ética de algunos aspectos del actual sistema económico y financiero, titulado en latín “Oeconimicae et pecuniariae quaestiones” (‘Cuestiones económicas y financieras’).

Resulta muy novedoso que un documento que trata asuntos de índole financiera haya sido realizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, oficina que trata fundamentalmente sobre cuestiones teológicas, en conjunto con el reciente Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

2. Para el alcanzar el bienestar no bastan los mecanismos económicos. El escrito busca dar una respuesta a la mala situación ética de la economía mundial, a la que continuamente hace referencia el Papa Francisco con sus famosas frase como “esta economía mata” o la “cultura del descarte”.

El documento hace ver que, aunque los mercados son importantes para que la mayor parte de la humanidad obtenga un bienestar material, se necesita no sólo de una regulación de las dinámicas mercantiles sino también de unos “principios éticos claros” a favor del ser humano (n. 3a).

De esta manera, un sistema económico no se justifica sólo por su eficacia en la “obtención de beneficios”, sino también por su capacidad de “producir desarrollo para todo el hombre y todos los hombres” (n. 10 d).

Con esta nueva lógica, “el bienestar debe evaluarse con criterios mucho más amplios que el producto interno bruto (PIB) de un país, teniendo más bien en cuenta otros parámetros, como la seguridad, la salud, el crecimiento del “capital humano”, la calidad de la vida social y del trabajo” (n. 11 a).

3. El problema ético de los paraísos fiscales. Se trata de un territorio o Estado, también llamado como “guarida fiscal”, que se caracteriza por aplicar un régimen tributario especialmente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes que ahí se domicilian para efectos legales.

El documento denuncia que frecuentemente las “sedes offshore se han convertido en lugares de lavado de dinero “sucio”, es decir, fruto de ganancias ilícitas (robo, fraude, corrupción, asociación criminal, mafia, botín de guerra…)” (n. 30 e).

4. Los problemas económicos generados por las guaridas fiscales. El texto pontificio explica también que “más de la mitad del comercio mundial” se realiza por entidades, que para reducir drásticamente su carga fiscal transfieren los ingresos de un lugar a otro, “dependiendo de lo que les convenga”. 

Les pasan los beneficios a los paraísos fiscales y envían los costos a los países con altos impuestos, en lugar de que en un mismo país se queden tanto los beneficios como los impuestos. (cfr. n. 30 e).

Y el resultado de ese tipo de operaciones financieras es que se le quitan “recursos decisivos a la economía real”, y ha dado lugar a la “creación de sistemas económicos basados en la desigualdad” (ibídem).

Como el centro de la economía debe ser el bienestar de todos los seres humanos y no sólo de algunos, el documento propone que, si “bastaría un impuesto mínimo sobre las transacciones offshore para resolver gran parte del problema del hambre en el mundo, ¿por qué no hacerlo con valentía?” (n. 31).

Epílogo. Aunque el Vaticano no tiene ninguna fuerza vinculante hacia ningún país, el documento sí tiene una gran fuerza moral, válida para todas las personas, porque propone que el hombre –y no las ganancias– sea el centro de la economía y las finanzas mundiales.

Es muy importante que una institución mundial como la Iglesia preste su voz para denunciar los abusos económicos de unos pocos que afectan a decenas de países y a millones de personas, ya que el mal perdura mientras no es puesto al descubierto.

EL CUENTO DE NICOLASA, "LA VIRTUOSA"

PBRO. JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN,

1) Para saber

Hay un peligro en el camino a la santidad, nos advierte el Papa Francisco, y consiste en pensar que porque tenemos ciertos conocimientos, ya somos perfectos, santos, y mejores que la «masa ignorante». A esta ideología se le conoce como “gnosticismo”.



Pero gracias a Dios, dice el Papa, “a lo largo de la historia de la Iglesia quedó muy claro que lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen” (Alegraos y regocijaos, n. 37).

Y es un peligro porque exagera el valor de ciertos conocimientos considerándolos como suficientes para ser salvados, quedando al margen la obra realizada por Jesús. Pero esos conocimientos son sus propias teorías, a veces producto de su ignorancia, poniéndolas por encima de la doctrina evangélica. Se pretende un Dios sin Cristo. Y aunque a veces no se exprese así, en la práctica así se vive, despreciando incluso la doctrina de la Iglesia.

2) Para pensar

En un grupo de niñas, había una niña, pongámosle que se llamaba Nicolasa, que era muy inteligente, pero le faltaba humildad. Solía saberse muy bien las lecciones y sacaba la mejor calificación en su grupo, pero se ufanaba de ello.
En una clase, la profesora había enseñado las diferentes virtudes y les preguntó: ¿Quién de ustedes es la más obediente?” Entonces Nicolasa se apresuró a responder: “Yo, maestra”. La profesora volvió a preguntar: “¿Y quién es la más estudiosa?” Una vez más Nicolasa respondía: “Yo también”. “Veamos, dijo la profesora, y ¿la más caritativa?” Todas las niñas guardaron silencio, pero Nicolasa respondió: “¡Yo!” Las niñas la veían entre sorprendidas y algo enfadadas.

La maestra no se dio por vencida y preguntó: ¿Y quién es la más piadosa? La misma Nicolasa respondió: “¡Yo más que ninguna!”.

Por último, preguntó la profesora: “¿Y quién es la niña más tonta?” Entonces todas las otras niñas al unísono respondieron: “¡Nicolasa!”

La perfección a la que se debe aspirar es integral, es decir, debe abarcar los diversos aspectos de la persona. Por ello no basta con ir perfeccionando la inteligencia, sino que es preciso que le acompañe también la virtud, en especial, de la caridad. San Pablo nos recuerda que ya podríamos conocer todos los misterios y toda la ciencia, pero si no tenemos caridad, nada somos. Pensemos si no seremos algo gnósticos en nuestro pensar y obrar.

3) Para vivir

Se trata, pues, de saber, pero para servir mejor a los demás, como dice el Papa Francisco, “eso que creemos saber debería ser siempre una motivación para responder mejor al amor de Dios, porque se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable” (Ibid., n. 46).

San Josemaría nos lo recuerda: “No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. ‑Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si hace incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo. ‑Y, si eres sabio, aunque lo seas, deberías estar amarrado a un pesebre, como un mulo.” (Camino, n. 350).

martes, 15 de mayo de 2018

CONSEJOS PRÁCTICOS SOBRE EL USO DE LAS REDES SOCIALES

RAÚL ESPINOZA AGUILERA, 
@Eiar51

Está científicamente comprobado que los instrumentos cibernéticos –que sin duda alguna son descubrimientos maravillosos, si se utilizan de manera acertada y con medida- suelen producir excesivos impulsos en el cerebro y
los niños de nuestro tiempo tienden a desarrollarse con poca capacidad de concentración, escasa creatividad y se habitúan a no saber aprovechar el inmenso potencial de su inteligencia. 


En algunos casos, es tan fuerte ese impulso cerebral, provocado por el excesivo uso de los celulares, iPads, Tablets… que, si utilizan en horas nocturnas, suelen producir insomnios y otras alteraciones emocionales, como: dificultad para estudiar, desorden en sus vidas y que disminuya de manera notable la capacidad de leer por un largo tiempo. 

Para tener ideas más claras al respecto, recomiendo consultar la página web: https://www.interaxiongroup.org.

Otras manifestaciones extrañas en sus conductas, son: 

1) Tendencia al aislamiento; 
2) Sentimiento de soledad; 
3) Falta de amistades; 
4) Desinterés por participar en reuniones sociales.

ALGUNAS RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

A) Motivar a la gente joven y ayudarles con los consejos oportunos para que se forjen ideales y se planteen metas nobles en sus vidas, así como acompañarles en ese itinerario a seguir para cumplirlas y llevarlas a la práctica. Que aprendan que, por encima de esos instrumentos cibernéticos, existen muchas áreas de saber apasionantes y hasta entretenidas y divertidas.

B) Que vayan adquiriendo aficiones formativas, como: lecturas interesantes; leer, por ejemplo, biografías de grandes personalidades de la historia, de la ciencia, de la cultura, del arte; que se animen a practicar algún instrumento musical; que se motiven por visitar museos y a entrar en contacto con la naturaleza.

C) Es muy saludable que los adolescentes socialicen; que tengan amigas y amigos; que se ilusionen por participar en reuniones, fiestas, partidos y competiciones deportivas, concursos de robótica, etc. Porque es más cómodo que los fines de semana permanezcan encerrados en sus habitaciones viendo películas, chateando o bajando música, pero resulta nocivo desde todos los puntos de vista para el desarrollo armónico de sus personalidades.

D) Es conveniente conversar con los niños y jóvenes acerca de las páginas pornográficas en internet. En el caso de los más pequeños, los especialistas sugieren colocar un filtro porque les produce un impacto tremendo ya que son imágenes que difícilmente pueden borrar de sus mentes infantiles y generan diversos trastornos psicológicos.

E) Sobre los adolescentes, es necesario que los padres conversen y dialoguen detenidamente y de forma interactiva con ellos para hacerles reflexionar que, si ven pornografía, existe el peligro de que se acostumbren a mirar a la mujer como un mero “objeto de placer” y es origen de no pocas desviaciones y perversiones sexuales. 

Existe un extenso apartado que aborda y ofrece magníficos consejos específicamente sobre este tema de la pornografía en: https://www.interaxiongroup.org.

Conviene que se les advierta que la pornografía es adictiva como lo son las drogas fuertes (heroína, cocaína, morfina, etc.). Que aprendan a juzgar con criterio, discernimiento y tengan la fuerza de voluntad ante una página web erótica que les produce un inmediato placer, pero un daño mental permanente y muchas veces irreparable. 

Y, en definitiva, que miren a la sexualidad como algo bueno y noble; como un gran regalo de Dios para que los padres engendren hijos ya que cada uno de ellos constituye un fruto viviente de su amor conyugal.

F) Si a ellos les gusta el cine, recomiendo que acudan al portal: www.commonsensemedia.org ya que ofrece buenas y formativas películas y aplicaciones (APP) útiles para personas de esas edades.

G) Por otra parte, pueden tomar cursos online que resultan prácticos, útiles e interesantes para los hijos y se pueden seguir en la página web:  https://www.interaxiongroup.org/es/educacion/cursos-online, que capacitan y orientan bastante bien sobre los temas claves en el uso de las redes sociales.

domingo, 13 de mayo de 2018

¿QUÉ HAN HECHO LOS PONTÍFICES PARA FRENAR A LA MAFIA?

LUIS-FERNANDO VALDÉS,
@FeyRazon   lfvaldes@gmail.com

Se cumplen 25 años de aquel grito de Juan Pablo II contra la mafia siciliana: “no matarás”. Benedicto XVI y Francisco también han condenado a estas organizaciones criminales. Hoy, con más fuerza que nunca, estas sentencias necesitan volver a sonar.


1. El histórico grito de Juan Pablo II. Al final de una Misa en el emblemático lugar del Valle de los Templos en Agrigento (Sicilia, Italia), el Pontífice polaco pronunció un valiente mensaje contra la mafia, aquel 9 de mayo de 1993.

El Papa Juan Pablo se dirigió a “estos que son culpables de disturbar la paz, estos que llevan en su conciencia tantas víctimas humanas” y les dijo con voz muy fuerte: “deben entender que no está permitido matar inocentes”.

Afirmó este Pontífice con mucha fuerza que el mandamiento divino que prohíbe matar no puede ser cambiado por nadie, ya que “ningún hombre, ni cualquier asociación humana, mafia, puede cambiar o pisotear este derecho santísimo de Dios”.

Y para terminar Juan Pablo II dirigió a nombre de Dios a los mafiosos una dura amenaza: “En el nombre de este Cristo, crucificado y resucitado, de este Cristo que es vida (…) les digo a los responsables: ¡conviértanse!”, porque “un día vendrá el juicio de Dios”.

2. Benedicto en tierra de la mafia. El Papa de apacible figura y suave voz, Benedicto XVI, también dirigió palabras duras a los mafiosos, en su visita a Palermo, bastión del crimen organizado siciliano, el 3 de octubre de 2010.

El Papa alemán dio un discurso a los jóvenes reunidos en la plaza Politeama a los que pidió: “No cedan a las instigaciones de la mafia, que es un camino de muerte, incompatible con el Evangelio, como tantas veces han dicho y dicen nuestros obispos”.

3. Cuando Francisco excomulgó al crimen organizado. En 2014, el Papa argentino visitó Calabria y en la homilía pronunciada en la Explanada de Sibari, dirigió la condena más dura que ningún Papa ha hecho contra la mafia, pues claramente afirmo que los mafiosos “no están en comunión con Dios: están excomulgados”.

Francisco denunció que “cuando no se adora a Dios, el Señor, se llega a ser adoradores del mal, como lo son quienes viven de criminalidad y de violencia”. Y se refirió directamente a la mafia local: “La 'Ndrangheta' es esto: adoración del mal y desprecio del bien común”.

Meses más tardes, el 21 de febrero de 2015, en una audiencia en Roma, en la que recibió a un grupo de fieles de esa misma ciudad, el Papa retomó el tema de la excomunión y les advirtió a los mafiosos que si los actos externos “de religiosidad no se acompañan de la conversión real y pública no son suficientes para ser considerados en la comunión con Cristo y su Iglesia”.

Y con valentía Francisco se dirigió explícitamente a los que “están afiliados a organizaciones criminales” para renovarles una “apremiante invitación a la conversión”, y con voz fuerte les hizo esta exhortación: “¡Abran su corazón al Señor! ¡Abran su corazón al Señor!”.

Epílogo. Ante el panorama de muerte sembrado por sicarios y "narcos", por pandilleros y "maras", por secuestradores y traficantes de personas, por mafiosos y por cárteles, hoy también necesitamos escuchar de nuevo el gran Mandamiento sobre la vida: “no matarás”.

Es importante enseñar a la nueva generación y recordarles a los contemporáneos, que ningún humano puede disponer de la vida de nadie; que la violencia es un camino de muerte, que no trae ninguna felicidad porque es adoración del mal; y que sólo Dios puede cambiar los corazones –y el destino– de los asesinos.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE REVALUAR LA MATERNIDAD?

P. MARIO ARROYO,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Cada vez es más frecuente que la maternidad no sea una opción vital atractiva para chicas jóvenes, es decir, universitarias o de últimos años de colegio. 


Hace poco, en un aula universitaria, comenté que, junto a los evidentes progresos morales de la civilización (fin de la esclavitud,
igualdad de la mujer, rechazo de la tortura) existen también retrocesos, como el individualismo exacerbado, una de cuyas manifestaciones es el rechazo a los hijos, por considerarlos intrusos y perturbadores de los proyectos personales. 

Algunas chicas rápidamente respondieron que no veían nada negativo en no desear tener hijos, precisamente porque para ellas no era opción, siendo en líneas generales buenas personas: estudiantes responsables, respetuosas de las leyes.

Precisamente el problema está allí: para una cantidad cada vez mayor de “gente buena” un hijo no constituye un bien, y por lo tanto no forma parte de su proyecto personal. Lo preocupante es que no se trata de un caso aislado.

¿Por qué preocupante? Al fin y al cabo es una decisión personal        –los sacerdotes tampoco deseamos hijos-, y cada quien es libre de optar o no por la paternidad o maternidad respectivamente. Podrían señalarse diversas respuestas a esta cuestión. 

Un motivo social evidente es que necesitamos el recambio generacional, pues en caso contrario la pirámide poblacional se invierte y pocos jóvenes sostendrán a una cantidad mucho mayor de ancianos, haciendo inviable económica, social y políticamente la sociedad. 

En plano global ello conduce, literalmente, a la extinción de algunas culturas y su reemplazo por otras, como se observa ahora en Europa, y como ha sucedido a lo largo de la historia. 

En plan más personal la respuesta es muy simple: la felicidad es fruto de relaciones personales fecundas más que la abundancia de bienes materiales. 

Una sociedad de egoístas es también una sociedad de infelices, que a la postre terminan no encontrándole sentido a la vida, buscando legalizar la eutanasia. La difusión de la eutanasia es proporcional a la difusión de la soledad causada por el vacío familiar. 

Por último, un error de planteamiento está en ver al hijo como “parte de mis planes”, como podría ser una maestría, un carro, un perro o una casa, y no como un don. Se valora la vida con un enfoque equivocado.

El hecho es que esta perspectiva, a la par errónea y peligrosa, ha permeado en la sociedad del bienestar y el consumo, en la sociedad hipercomunicada, y los jóvenes con frecuencia la han interiorizado y asumido acríticamente. 

Lo dramático es que tomar conciencia de ello puede llevar tiempo, de forma que sea demasiado tarde para el individuo –porque haya pasado la edad fértil de la mujer-, o para la sociedad –porque sea irreversible el descenso poblacional- y, a la postre, nadie advierte del peligro. Esta ceguera voluntaria es provocada. 

La Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing mencionó siempre a la maternidad en sentido negativo: embarazos precoces y de adolescentes. No se soluciona solo dando algún incentivo económico a la mujer, pues si ya no constituye una opción vital, si no es parte de su “realización personal”, no verá en ella una elección atractiva.

La causa del problema es cultural. Se ha insistido tanto y unilateralmente en la “realización personal” identificándola con el éxito profesional, que la maternidad tiende a verse como un estorbo. 

Es triste, pues esta premisa supone que solo somos piezas intercambiables de todo un ensamblaje social de producción. Cómo diría la canción de Pink Floyd, simplemente somos “Another Brick in the Wall” ("Otro ladrillo en la pared"), una tuerca de una inmensa maquinaria impersonal.

Por eso, no debería dejarse caer en el vacío la propuesta de reconocer socialmente la maternidad. Un reconocimiento social, público, mediático, económico que vaya más allá de la fiebre comercial de un día (el Día de la Madre), buscando un cambio de paradigma cultural: mostrar cómo una de las más altas, si no la más elevada forma de realización personal femenina, es la maternidad.

 Es necesario un cambio cultural si no queremos que muchas mujeres no se den esta maravillosa oportunidad, cerrándose así a la unión interpersonal más profunda que existe y clausurando una parte importante de su desarrollo afectivo.

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA PELÍCULA "SAN PABLO, APÓSTOL DE CRISTO"?

Carlos Cervantes Blengio,
ccervant@up.edu.mx

El cine –el buen cine– es el que es sabe presentar una muy buena historia, narrada con los amplios recursos del séptimo arte; pero también es el que es capaz de acercarnos a los grandes personajes de la historia. 



Ver cine del bueno es un acto que remite en nuestro propio interior y nos lleva a querer ser mejores personas y, así, escribir una historia –la de cada uno– que contribuya a transformar de verdad el mundo.

No resulta fácil recrear cinematográficamente la figura de San Pablo, uno de los hombres más influyentes de la historia. Su vida y sus palabras son de una riqueza inagotable. 

Esta película se acerca a la figura del apóstol de las gentes con modestia y con mucho. La intención del director y guionista Andrew Hyatt no es relatar la vida de San Pablo, ni siquiera la mayor parte de la misma.

Se concentra en referirnos los últimos días antes de su muerte, durante la segunda cautividad romana, época de la que sabemos más bien poco del apóstol y por tanto, hay espacios amplios a la imaginación en el relato. No obstante, uno de los méritos de Pablo, Apóstol de Cristo es acercar la gigantesca personalidad al gran público, cosa nada fácil de conseguir.

Otro acierto no menos importante es el rigor histórico y teológico de la película. El guión incluye con acierto algunas enseñanzas del apóstol en los diálogos que mantiene con Lucas en prisión, al hilo de sus reflexiones y de algunos relatos de su vida. 

En gran medida, se trata de palabras de enorme fuerza, muchas de ellas tomadas de las cartas del apóstol a la primitiva comunidad cristiana En su conjunto estos diálogos certeros contribuyen a perfilar muy bien la figura del apóstol de las gentes.

Tiene especial valor la solución que la película da al famoso “aguijón en la carne” de San Pablo, que vendría a ser el dolor provocado por la viva conciencia de los crímenes cometidos antes de su conversión. 

Resulta también muy oportuno el emocionante discurso del amor, tomado de la epístola a los corintios, en el contexto de las atrocidades perpetradas por la persecución de Nerón, marco histórico en el que la narración se sitúa. 

En conjunto, la película viene siendo una antología de los momentos especialmente significativos de la figura del "Apóstol de los Gentiles".

San Pablo, apóstol de Cristo, constituye un singular ejemplo de cine bíblico, muy moderno en su concepción y de gran actualidad por los dolorosos momentos que viven tantos cristianos víctimas de la violencia por la valentía con la que profesan su fe.

Ficha técnica: Pablo, Apóstol de Cristo. Dirección: Andrew Hyatt. Intérpretes: James Faulkner, Jim Caviezel, Joanne Whalley, Olivier Martinez, John Lynch, Antonia Campbell-Hughes, Noah Huntley, Alexandra Vino, Yorgos Karamihos. Guión: Andrew Hyatt. estrenada en México el 10 de mayo de 2018.

jueves, 10 de mayo de 2018

LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS, ¿UN RETO?

RAÚL ESPINOZA AGUILERA,
@Eiar51

Con ocasión del próximo Día de las Madres, hace poco escuchaba una conversación entre dos jóvenes madres que comentaban la importancia de la generosidad para traer hijos al mundo y constituir una familia.


Pero otro aspecto que me llamó la atención fue que ambas coincidieron en la enorme diferencia que existe entre simplemente engendrar hijos y ocuparse de ellos “más o menos” frente a la trascendente tarea de avocarse de lleno en la formación de valores y virtudes, que sin duda, es una labor paciente, perseverante y a largo plazo.

Y es que ser padres, engloba muchas habilidades. Recuerdo que -con ocasión de que daba clases en una secundaria- una madre de familia numerosa me comentaba: “En realidad, además de las tareas propias del hogar, nosotras las madres debemos realizar muchas otras actividades profesionales, porque la tenemos que hacer de educadoras, psicólogas, maestras, formadoras, enfermeras, consejeras, orientadoras, nutriólogas…”.

Es verdad, cada vez es más frecuente en el entorno social que se tienda a mirar el papel de las madres en la familia en forma despectiva, como una especie de “sub-actividad” y no propiamente un quehacer profesional en toda forma. 

Algunas madres del colegio también me decían: “Si dices a tus amigas profesionistas que te dedicas a las tareas el hogar, de inmediato, te preguntan de manera inquisitiva y agresiva: ‘¿Y cuándo vas a ejercer tu carrera profesional?’, ‘¿Por qué no te pones a trabajar cuanto antes para que te desarrolles profesionalmente y te realices como mujer?”

Estoy convencido que no hay tarea o quehacer profesional más importante -que reditúe directamente en el bienestar de las familias y la entera sociedad- que la formación esmerada de futuras mujeres y hombres de bien para ayudarles a crecer en virtudes humanas y en los valores; que aprendan a luchar contra sus defectos, que por lo demás todos tenemos; educarlos con interés en la fe que se profesa; orientarles en sus estudios; en la selección de sus amistades; apoyarlos en sus pequeños éxitos o fracasos... 

En definitiva, darles atención individualizada en esa labor de acompañamiento para el desarrollo armónico de sus personalidades.

Otro tema importante, es que cada hijo debe ser formado de acuerdo a su temperamento y carácter y, por supuesto, según su edad. Por ejemplo, no se le puede tratar del mismo modo a una hija de 10 años, con sensibilidad artística y además susceptible, que a un joven de 18 años, rudo, un tanto brusco, pero noble de corazón; que le gustan los deportes extremos y el futbol y prefiere que los consejos se los digan abiertamente. Como suelen decir los jóvenes:
“A mí me gustan que me digan todas las “netas” de frente”.

Por encima de la misma actividad profesional, se encuentra la obligación que tienen los progenitores de darles la oportuna formación a sus hijos. Se deben de percatar que en esta tarea absolutamente nadie los puede sustituir. Ni siquiera los profesores ni los preceptores o asesores académicos.

Pero se debe conciliar el cariño con la fortaleza en la formación de los hijos. Considero que hay dos defectos que se deben evitar: 

1) “El autoritarismo”: imponer un mandato o indicación por la fuerza, inspirando miedo o temor a las represalias. Pase lo que pase, los padres deben procurar prioritariamente ser verdaderos amigos de sus hijos. 

Por ello, se recomienda corregir -si resulta necesario- de buen modo; con firmeza, pero dejando en claro el cariño, afecto y haciéndole ver al chico que esa sugerencia es por su propio bien con la finalidad de que se ilusione y se lo plantee en plan positivo como un reto o desafío a lograr.

2) Por otra parte, se encuentra el defecto contrario: “el permisivismo”, que sucede cuando los padres, llevados por un equivocado sentido del cariño, les van concediendo a los hijos todos los caprichos y cuanta cosa se les ocurre hacer o comprar. Habitualmente estas conductas conducen a la conformación de personalidades débiles de carácter, incapaces de 
cualquier sacrificio, o en conductas egocéntricas.

Concluyo señalando que, para la acertada educación de los hijos, un elemento fundamental es predicar con el propio ejemplo. Por eso dice el dicho que “el ejemplo, arrastra”. Los padres deben de ir por delante en vivir esas virtudes y valores, luchando en forma deportiva y alegre. 

Si los hijos se percatan de las pequeñas y grandes luchas de sus papás por mejorar como personas, de forma inmediata, deducirán que sus padres son congruentes entre lo que enseñan y viven en la realidad cotidiana. Ésa es la mejor e inolvidable enseñanza que los padres pueden legar a sus hijos.

domingo, 6 de mayo de 2018

ALFIE EVANS: CUANDO EL ESTADO USURPA LA PATERNIDAD

LUIS-FERNANDO VALDÉS,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

A una semana del deceso del bebé inglés, la opinión pública internacional destaca que el Estado británico les arrebató a sus padres el derecho sobre su hijo. 


Fue un juez ––en contra del deseo de los padres– el que decidió que lo mejor para Alfie era adelantarle la muerte. ¿Puede un Estado quitar la patria potestad a nombre de una “muerte digna”?

1. Dos casos en Inglaterra. En cuestión de meses, hemos presenciado como unos jueces ingleses han prohibido a dos familias buscar una mejor atención médica para sus hijos, alegando
que, como la calidad de vida de ambos bebés resultaría muy precaria, era mejor desconectarlos y dejarlos morir.

El primer caso ocurrió en julio de 2017 y fue el de Charlie Gard, un pequeño que nació con una enfermedad genética que afecta los músculos. 

A pesar de que en Estados Unidos e Italia le ofrecían un tratamiento, un juez negó el permiso de traslado, porque el pequeño había sufrido un daño cerebral irreversible.

El segundo fue el de Alfie Evans, a penas el pasado 28 de abril, en el que también un juez determinó, por las mismas razones de “calidad de vida”, que el pequeño debía ser desconectado; y lo dejaron morir de hambre y sed, en contra de la voluntad de sus padres.

2. ¿Quién puede decidir sobre los hijos? Como indican las palabras latinas “patria potestad”, son los padres quienes tienen la “potestad de los padres” sobre sus propios hijos, no el Estado.

En el caso de Alfie, desde diciembre de 2017, los médicos del hospital Alder Hey de Liverpool, pidieron a los tribunales que le retiraran sus padres la custodia del niño, para que éste fuera desconectado y así obtuviera una supuesta “muerte digna”.

A pesar del apoyo internacional, como el Papa Francisco, para que Alfie recibiera tratamientos fuera de Inglaterra, el hospital manifestó que confiaba en que los tribunales buscarían “el interés superior del niño”, es decir, su muerte.

Por su parte, el matrimonio Evans reiteraba a la prensa que “nosotros, sus padres, tenemos el derecho y la responsabilidad de tomar decisiones para salvarlo y trasladarlo a un hospital que respete esas decisiones”.

3. Expertos y jueces deciden por los padres. En ambos casos, los expertos médicos y los comités de bioética de los hospitales decidieron que Charlie y Alfie no debían vivir, porque tendrían condiciones de vida precarias, dado el daño cerebral que ya habían sufrido.

Esta opinión prevaleció en los tribunales, y los jueces consideraron que esa visión estaba por encima de la decisión de los papás de ambos pequeños, que deseaban conservar a sus hijitos enfermos y cuidarlos cuanto tiempo hiciera falta, además de buscar otras opciones médicas.

4. Eutanasia encubierta. El Reino Unido se proclama contrario a la eutanasia, pero en estos dos casos, los respectivos hospitales la utilizaron escudados en el principio del “interés superior” aprobado por The Nuffield Council on Bioethics. 

La analista italiana, Roberta Spola, hace ver que en término último quienes definen cuál es ese “interés superior” no son los padres de los niños, sino los jueces.

Una vez que los jueces determinan que el paciente ya no debe vivir, se aplica el protocolo llamado “Liverpool Care Pathway”, que consiste en suspender la nutrición y la hidración. 

Y esto no es una “muerte digna” sino un homicidio, pues se deja morir de hambre y sed al paciente, como en el caso de Alfie.

Epílogo. Las ideologías se imponen al sentido común. Todos entendemos que los padres aman a sus hijos y están dispuestos a cuidar a un bebé enfermo todo lo que haga falta, pero hoy se niega esto a nombre de la “calidad de vida”, según la cual no valdría la pena tener una vida con alguna carencia de salud. 

Pero antes que la calidad de vida está la “dignidad humana” que siempre merece vivir.

Y tanto se ha extendido esta ideología contraria a la vida, que los jueces ingleses pasaron por encima del derecho de los padres de Alfie y dictaminaron que se dejara morir al pequeño.

Debemos reaccionar contra esta “cultura de la muerte”, porque es inhumana, como lo fueron los campos de concentración de Hitler y de Stalin.

¿SABES QUÉ ES EL AGNOSTICISMO?

P. MARIO ARROYO,
Doctor en Filosofía,
p.marioa@gmail.com

Respecto de Dios caben diversas posiciones: creyente, ateo y en medio una amplia zona nebulosa conformada por los agnósticos. La franja de personas que establecen la duda sobre Dios como principio vital es cada vez más extensa y suele ir acompañada de una buena preparación académica. 



Parece ser la actitud más honesta posible: “no tengo certeza, lo más
correcto es decir que no sé”.

Dicha postura denota la humildad de reconocer que no se sabe, pues no se puede “demostrar” (por lo menos lo que se entiende por demostración en las ciencias duras), contándose, aparentemente, con argumentos fuertes tanto a favor como en contra de su existencia. 

Parecería presuntuoso concluir en cualquiera de los dos sentidos, o sencillamente se trataría de la proyección de los deseos personales, más o menos conscientes.

En el mundo intelectual desde hace tiempo está de moda el agnosticismo. Queda bien y, sobre todo, uno no se compromete demasiado con nadie, escapando así a las consabidas etiquetas descalificadoras y discriminatorias. 

Es una posición “a cubierto”, más segura, pero también la más cómoda.

Ahora bien, ¿podemos vivir ignorando un asunto tan medular en la existencia humana?, ¿da lo mismo saber que no saber? 

En realidad, se configuran de hecho dos visiones antagonistas de la vida y, aunque no lo confesemos con los labios o el intelecto, nuestra conducta termina manifestando por la vía de los hechos en qué creemos: en Dios o en su ausencia, pues en ambos casos se trata de una creencia.

Las decisiones que tomamos, así como las valoraciones de los hechos que hacemos, muestran finalmente una perspectiva vital abierta o no a la trascendencia. 

Ponen en evidencia si el horizonte de nuestra vida está limitado a lo tangible y medible, a la dimensión exclusivamente temporal, y por tanto cerrado a otra vida, clausurado a la trascendencia. O, por el contrario, si nuestras decisiones y opiniones muestran nuestra apertura a la realidad espiritual y son consistentes con la idea de que no todo se juega en esta vida, estando abiertas al misterio.

Es oportuno señalar que la apertura al misterio no es sinónimo de irracionalidad o superstición, por el contrario, puede mostrar una visión más racional, pues es consciente de los límites de la propia razón.

Un atento y sincero análisis de nuestras decisiones pone de manifiesto si, en el fondo, creemos o no, si vivimos como si todo se jugara a la carta de la temporalidad o no. 

Dicho examen nos impulsaría a una toma de postura sincera, clara, auténtica, que se desmarca de modas preconcebidas o del prurito de quedar bien con todos y ser aceptados por la opinión políticamente correcta. 

También saldría a la luz, por lo menos en el tamiz de nuestra conciencia, si nuestra actitud agnóstica es auténtica o responde a moda, conveniencia o la cobardía de tener que afrontar las críticas del establishment pseudo-intelectual del momento.

Es más cómodo vivir como si Dios no existiese y, a la inversa, aceptar su existencia compromete la nuestra.

Dos ejemplos recientes muestran cómo estas perspectivas ofrecen visiones antagónicas del mundo y, por tanto, de lo moral y correcto.

 El caso de David Goodall, científico de 104 años que va Suiza para recibir la eutanasia, o el de todo el sistema jurídico británico que negó la posibilidad de vivir a Alfie Evans, condenándolo a la eutanasia en forma inapelable y contra la voluntad de sus padres.

En ambos casos se considera a la muerte como “misericordiosa”, “buena”, “una opción moral”. Esta posición solo es consistente si el único horizonte de referencia posible es esta vida, y la única realidad que existe es material, donde no hay espacio para lo espiritual, ni para otro tipo de valor no tangible. La vida humana pierde así su carácter sagrado, no se ve cómo un don recibido, como preludio de algo mayor y diferente. 

Una postura abierta a la trascendencia y a lo espiritual considerará inmorales ambas decisiones, porque mira la vida como un don y considera que no solo existen variables materiales a la hora de valorarla. 

Por eso no se siente con la autoridad de disponer de ella en forma definitiva, aunque el interesado ya no quiera vivir o la vida no ofrezca una perspectiva de salud y bienestar.

En cualquier caso, sea uno creyente, ateo u agnóstico, queda siempre la obligación moral de buscar la verdad cara a la propia conciencia, y solo ahí podrá ver si es auténtica su postura o responde a conveniencia. 

Pero en ese caso, también en conciencia, sabe que dará cuenta de su comodidad, cobardía o indolencia para buscar la verdad y construir la vida sobre ese cimiento.