Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51
Actualmente, los ciudadanos argentinos están brindando al mundo entero una heroica defensa y promoción de la vida humana. Por una parte, mantienen una firme postura contra los que pretenden destruir impunemente a miles de vidas humanas en el seno de sus madres, bajo el pretexto y la consigna de que sea simplemente “legal”.
Es como si robar, asesinar, secuestrar, torturar, cometer actos de corrupción, etc. estuviera “bien visto” por el sólo hecho de que un puñado de legisladores lo hayan declarado “permitido”, y siguiendo esa absurda lógica, entonces, cualquier aberración sería posible.
Sin duda, es el eclipse de la razón, del sentido común por intereses y presiones que proceden de la Organización de las Naciones Unidas, de la Organización Mundial de la Salud, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo, de la Unesco y de algunos siniestros personajes, como el millonario George Soros (ver su voz en www.youtube.com) y otros empresarios asociados y comprometidos con “la cultura de la muerte” y con el afán de aniquilar los valores de los países cristianos.
La pregunta lógica que se desprende es, ¿y por qué este criminal empeño en aniquilar a miles de seres humanos? Porque el negocio del aborto es fuente de ganancias increíbles. Obtienen cuantiosas sumas: los médicos que practican el aborto, las enfermeras que colaboran, los hospitales que facilitan los quirófanos, la venta de todo el instrumental médico en orden a la destrucción de vidas humanas, la difusión masiva de las píldoras abortivas, etc.
Y, después, aparece una lamentable realidad macabra: la comercialización de los fetos a compañías trasnacionales que producen cosméticos y productos de belleza. Se trata de todo un círculo perverso donde se mezclan dinero sucio e intereses turbios.
Pero volviendo al tema inicial, hacía mucho tiempo que no observaba este maravilloso fenómeno social, como el que vemos en Argentina, en el que niños, adolescentes, universitarios, intelectuales, profesionales, personas adultas han salido a las calles a manifestarse y a defender la vida de los seres inocentes e indefensos que se encuentran en el seno de sus madres y, en contra de la absurda intención de los que “por decreto” pretenden que se apruebe su destrucción, ¡como si fuesen “objetos desechables” para ser arrojados a un basurero! ¿No nos recuerda esta situación a la Alemania Nazi de Adolfo Hitler y a sus numerosos campos de exterminio masivos?
Por otra parte, existe otra interesante sugerencia en este movimiento nacional que propone, algo así como: “Si ustedes no quieren a los bebés; no los aborten, entréguenlos en adopción”. Como una solución razonable y humanitaria que respete y quede a salvo el derecho prioritario de todo ser humano a su propia existencia.
Sabemos que cada vida humana entraña un tesoro invaluable, irrepetible y conlleva el derecho fundamental a ser cuidado y protegido desde el seno materno, por encima de cualesquier otro derecho.
Y en otro sentido, también muchos ciudadanos difunden en esta nación hermana un enfoque propositivo, proponiendo como lema: “Salvemos las Dos Vidas”, porque cada vida humana es sagrada.
Pero, ¿cuándo comienza la vida humana? En el momento en que el espermatozoide se introduce en el óvulo y queda fecundado. A partir de este hecho, comienza la concepción y el desarrollo de un nuevo ser humano.
Es interesante observar que día a día, semana tras semana, ese pequeño ser humano tiene una notable evolución, así como progresos y avances significativos: se forma su cabeza, su tronco y extremidades. Poco a poco se van conformando, también, sus órganos vitales, su estructura ósea, su sistema digestivo, respiratorio, nervioso...
La naturaleza mantiene tan unidos a la madre y al hijo que, en los nueve primeros meses de vida, están viviendo íntimamente y al unísono, como fusionados, aunque cada uno -madre e hijo- mantiene su propia individualidad. Sus cuerpos están hechos el uno para el otro. Durante el embarazo, comparten la misma comida, sangre y oxígeno.
Dicho en otras palabras, ese óvulo fecundado tiene un largo itinerario y sigue su curso de manera ininterrumpida, y en todas sus etapas debe ser respetado, cuidado y amado porque estamos siempre ante un ser humano.
¿Por qué relato todo esto? Porque considero que los ciudadanos argentinos deben de saber que millones de personas de todas las nacionalidades, razas, culturas y lenguas les ofrecen su total apoyo y admiración por su valiente actitud. Podrían imaginar que gritamos al unísono:
-¡¡No están solos!! ¡¡Adelante, continúen dando ese admirable y valioso testimonio a las generaciones presentes y futuras de su gran nación y que sirva también de ejemplo para muchas otras naciones que están sufriendo similares embates contra lo más preciado que tenemos: la vida humana!!