viernes, 30 de julio de 2021
LA VACUNACIÓN CONTRA EL COVID Y LOS MIEDOS A SUS EFECTOS SECUNDARIOS
Pbro. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía,
p.marioa@gmail.com
Es una cuestión de confianza. La existencia de importantes grupos poblacionales que se
oponen a la vacunación contra el COVID, pone en evidencia una acentuada crisis de confianza en
las instituciones. No es banal el número de personas que se niegan a vacunarse: Estados Unidos no
llegó a la meta prevista para el 4 de julio de 2021, en gran medida porque varios estados sureños
redujeron a la mitad el ritmo de vacunación mientras que se multiplicaban por dos el número de
los contagios con la variable Delta del virus. Es decir, los antivacunas son estadísticamente
relevantes y han podido desacelerar el proceso de vacunación en un país al que le sobran vacunas.
Ahora bien, parece ser que esta es una variable del mundo COVID –nótese, no post-COVID-
, pues el virus, además de causar estragos sanitarios y económicos, ha mermado la confianza en
las instituciones y los estados. La gran cantidad de información contradictoria que circula en las
redes, el extraño manejo de la epidemia por parte de OMS, las informaciones que daban los
gobiernos en un primer momento, que posteriormente eran desmentidas por los hechos, todo ello
sumado ha generado un clima de desconfianza. No estamos en el mundo “post-COVID”, porque el
virus llegó para quedarse, no va a desaparecer por arte de magia.
El COVID ha traído consigo la desconfianza, porque todo ha sido muy extraño. Ahora esto
se está manifestando en las personas que no desean vacunarse, normalmente por alguno de estos
tres motivos fundamentales, que corren como agua en las redes sociales, y que son en ocasiones
inverificables.
Un primer grupo de los antivacunas está formado por quienes tienen miedo a los efectos
nocivos de la vacuna. En las noticias circulan ejemplos de personas que han tenido reacciones
adversas, y, en casos extremos, han fallecido por la aplicación de la vacuna. Aunque el porcentaje
es realmente irrelevante respecto de la inmensa multitud que se ha vacunado, uno nunca sabe si
será parte de la estadística fatal, o puede desconfiar de la fiabilidad de los datos oficiales y pensar
que en realidad es mucho más elevado el número, pero las autoridades sanitarias nos lo quieren
ocultar.
El otro grupo podríamos denominarlo “conspiranóico”, que tiene dos facetas diversas.
Algunos piensan que lo del COVID es un engaño, un audaz experimento de ingeniería social para
tenernos controlados y limitar nuestras libertades. Dentro de este grupo están los que de plano
niegan su existencia, o los que la admiten, pero la consideran mucho menos nociva de lo que nos
hacen creer los medios de comunicación. El segundo grupo “conspiranóico” sostiene que el COVID
sí existe, es real, pero que ha sido fabricado por no sé qué clase de poderes oscuros (desde Bill
Gates hasta Xi Jinping), para posteriormente vacunarnos. Las vacunas tendrían determinados
efectos secundarios que estos poderes de facto buscan imponer a la población mundial.
El tercer grupo lo forman aquellos que no se vacunan por motivos de conciencia. Saben
que las vacunas se han elaborado a partir de determinadas líneas celulares provenientes de fetos
abortados y ello les crea una crisis de conciencia: no puedo estar en contra del aborto y a la hora
de los problemas servirme de él, pues ello entrañaría una mentalidad pragmática y utilitarista
poco consecuente con el valor intangible de la vida. A estas personas no les hace mella que el
Vaticano se haya pronunciado a favor de vacunarse, ni que tanto Francisco como Benedicto XVI se
hayan vacunado.
¿Qué decir a todo esto? Pues pone en evidencia cómo, en plena época de la post-verdad,
la gente sigue necesitando de la verdad. El problema es que hay demasiado ruido en el ambiente,
mucha distorsión informativa, y no se puede percibir con claridad dónde está la verdad. La raíz
hebrea de la palabra verdad designa fidelidad, confianza. La verdad-confianza se ha perdido,
superada por el exceso de información incierta. El hecho de que “cada quien tenga su verdad y la
comparta” ha producido una parálisis y una perplejidad comprensibles, las cuales nos hacen más
vulnerables, proclives a ser víctimas de posturas descabelladas, como la de no vacunarse (siempre
que yo esté en la verdad y no peque de ingenuo, por confiar todavía, hasta cierto punto, en las
autoridades sanitarias).
CARTAS A UNA NIÑA
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Por primera vez se celebró el pasado 29 de julio la memoria
litúrgica de tres hermanos amigos de Jesús: Marta, María y Lázaro.
Tres santos que supieron recibir a Jesús en su casa y atenderlo. El
Papa Francisco ha querido que aprendamos de su ejemplo a vivir la
fraternidad, sin olvidar que el servir tiene su fuente en el Señor: el
Evangelio nos muestra que Jesús se sentía a gusto en su casa de
Betania, donde descansaba y disfrutaba de su compañía.
En la casa de Betania, Jesús experimentó el espíritu familiar y la
amistad de Marta, María y Lázaro, y por eso el Evangelio de Juan
afirma que los amaba de modo especial. Marta le ofreció
generosamente hospitalidad, María escuchó atentamente sus
palabras y Lázaro salió rápidamente del sepulcro por mandato de
Aquél que venció a la muerte.
2) Para pensar
Franz Kafka es un autor muy influyente del siglo XX y ha sido
interpretado de varias maneras provocando confusión. Se le asocia
con la filosofía existencialista. Al final de su vida tuvo lugar un suceso
que nos muestra su compasión por aliviar el dolor.
Poco antes de morir, Franz Kafka paseaba por un parque en
Berlín. Se encontró con una niña pequeña llorando. Le preguntó qué
le ocurría. Ella contestó que perdió su muñeca. Él inventó: “Tu
muñeca salió de viaje”. “¿Y cómo lo sabes?”, preguntó la niña.
“Porque me escribió una carta”, respondió Kafka. La niña recelosa:
“¿Tienes ahí la carta?”. “No, lo siento, la dejé en mi casa, pero
mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña tiende a creerle.
Kafka vuelve a casa y escribe la carta como si fuera una gran obra. Al
día siguiente, vuelve al parque. La niña lo está esperando, y como
todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta: La muñeca lo lamenta
mucho, pero está cansada y necesita salir y hacer nuevos amigos. No
es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio y, por tanto,
deben separarse una temporada. La muñeca promete a la niña que le
escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus
actividades.
Kafka escribe una carta diaria durante tres semanas. Y
diariamente va al parque a leérsela. La muñeca crece, va al colegio,
conoce gente. Sigue queriendo a la niña, pero no puede volver. Poco
a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la
muñeca desaparezca de su vida. Finalmente decide casar a la
muñeca: describe al joven del que se enamora, la boda, incluso la
casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la
última línea, la muñeca se despide de su querida amiga. Para
entonces, la niña ya no extraña a la muñeca y las cartas la han
aliviado de su desgracia.
A veces los pequeños detalles de comprensión, ayudan más de lo
que pensamos.
3) Para vivir
El amor al prójimo está encarnado en los tres hermanos de
Betania. El Papa Francisco ha insistido en que no podemos ser
indiferentes ante los demás. En su encíclica “Fratelli tutti”, nos
previene ante “la tentación que nos circunda de desentendernos de
los demás; especialmente de los más débiles… Nos acostumbramos a
mirar para el costado, a pasar de lado” (n. 64). Hemos de aprender
que “la existencia de cada uno está ligada a la de los demás: la vida
no es tiempo que pasa, sino un tiempo de encuentro” (n. 66).
(articulosdog@gmail.com)
lunes, 26 de julio de 2021
LA IMPORTANCIA DE CULTIVAR EL BUEN HUMOR
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Los santos nos enseñan el buen humor, debido a su gran
humildad. Se cuenta que San Felipe Neri se esforzaba por cubrir las
necesidades de los niños pobres e insistía en pedir limosna a los
ricos. Una vez un señor rico, molesto por sus peticiones, le dio una
bofetada. El santo no se desanimó y le dijo sonriendo: “Esto es para
mí y lo agradezco. Ahora dame algo para mis chicos”.
Un santo, escribe el Papa Francisco, es capaz de vivir con alegría y
sentido del humor a pesar de las dificultades, sabe iluminar con un
espíritu positivo y esperanzado. Al amor le sigue necesariamente el
gozo, pues todo amante se goza en la unión con el amado. San Pablo
nos lo pide: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos»
(Flp 4,4).
2) Para pensar
Jennifer Fulwiler, era una ex bloguera atea. Pero conoció la fe y se
convirtió por la gracia de Dios. Escribió su conversión en su libro:
“Algo diferente a Dios: Cómo busqué apasionadamente la felicidad y
la hallé accidentalmente”. Hoy es madre católica con seis hijos. Dice
que Dios le hizo ver que como comediante podía hacer mucho bien.
Ser madre de seis hijos fue una gran “ventaja”, dice, a pesar que
muchos le decían que sería una “desventaja”. Procura animar a las
mujeres con hijos a no abandonar los talentos que Dios les dio, y así
“agregar amor al mundo”. No está de acuerdo con quienes creen que
es irresponsable tener más de un hijo: “Para mí fue una decisión
correcta tener una familia más grande”, afirma.
Jennifer considera que la comedia es un servicio, “que ayuda a
quitar las cargas de las personas que están abrumadas por los
problemas”. Desgraciadamente, dice, gran parte del entretenimiento
es sucio y un insulto para los creyentes, pues se hacen bromas de la
Iglesia Católica y presenta a los creyentes como si fueran estúpidos:
“Cuando estás en la cultura de la vida, no es una vida fácil. La vida
cristiana nunca es fácil”, afirmó. Por no se detiene y quiere que los
que trabajan con pobres o enfermos puedan divertirse sanamente y
reír, sin que se ataquen sus convicciones.
3) Para vivir
La alegría cristiana está acompañada del sentido del humor, en
cambio, el mal humor no es un signo de santidad, dice el Papa
Francisco (Alegraos y regocijaos, n. 126). Ya los profetas anunciaban
el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una
revelación de la alegría: «¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén!
Mira que viene tu rey, justo y triunfador» (Za 9,9). O Nehemías:
«¡No estéis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!» (8,10). El
Señor nos invita: «Hijo, no te prives de pasar un día feliz» (Si
14,11.14).
Jennifer afirmó que la comedia es buena para la vida espiritual,
porque se basa en la humildad. En cambio “el orgullo es lo más
peligroso, pues nos hace pensar que no necesitamos a Dios, que
somos grandes”. Para evitar que el éxito nos vuelva locos, hay que
saber que los resultados dependan de Dios.
María, que descubrió la novedad que Jesús traía, cantaba: «Se
alegra mi espíritu en Dios» (Lc 1,47). Así, nada puede destruir la
alegría sobrenatural, que nace de sabernos infinitamente amados. Es
una serenidad con esperanza que nos da una satisfacción espiritual.
(articulosdog@gmail.com)
viernes, 23 de julio de 2021
LA JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS
Pbro. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía.
p.marioa@gmail.com
El Papa Francisco ha vuelto a tener una iniciativa genial: establecer un “Día Mundial de los
Abuelos y Personas Mayores”, este domingo 25 de julio. Empeñado en hacer frente a la “cultura
del descarte” busca darle protagonismo a los grandes olvidados de nuestra sociedad –no aparecen
en los comerciales-, los abuelos y personas mayores que viven solas. Lo hace, además, en un
contexto delicado, como lo es el de la pandemia, donde, sin duda, han sido de los grupos sociales
más golpeados, hasta el punto de que, en los momentos más álgidos de la epidemia, no había
respiradores para ellos, se les descartaba por ser mayores, como si su vida valiera menos. Muchos
de ellos, además, por las condiciones del contagio, murieron solos, sin el calor y la compañía de su
familia. Francisco lo sabe y por ello busca resarcir de algún modo la deuda que con ellos ha
contraído la sociedad.
Ahora bien, lo hace recordándoles que no están de más, que tienen una misión propia e
importante dentro de la Iglesia y de la sociedad: “Escuchen bien: ¿cuál es nuestra vocación hoy, a
nuestra edad? Custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar de los pequeños.” Sin
duda tres papeles medulares en la vida de la Iglesia y el mundo; no sobran, no están de más. Con
mucha frecuencia son ellos quienes transmiten la fe, están cercanos a los niños, pues ambos
padres trabajan, o simplemente son testigos de nuestra historia, de nuestros orígenes, de nuestra
identidad, y nos la recuerdan.
Los que hemos tenido la dicha de disfrutar de nuestros abuelos, podemos certificar la
verdad del dicho: “los abuelos no mueren, se vuelven invisibles y duermen para siempre en lo más
profundo de nuestro corazón.” La herencia que nos dejan es imperecedera, su labor invaluable, las
semillas que siembran en nuestra alma son siempre fecundas. Muchas veces no es valorada por la
sociedad su labor, tan necesaria en la familia. Algo de mágico tenía escuchar las historias sobre lo
que pasó, sobre los lugares y las personas que nos precedieron, sobre las tradiciones familiares; de
alguna forma nos transmiten, con la memoria, la conciencia de quiénes somos y a qué estamos
llamados; nos ayudan a dar lo mejor de nosotros mismos. Cumplen, sobradamente, la misión de
dar afecto desinteresado a los nietos, paliando así sus posibles carencias afectivas, por la falta de
mamá o papá en casa, a causa del trabajo.
También Francisco les otorga una nueva misión ahora, en el contexto de la reconstrucción
de la sociedad propia de la postpandemia. “Entre los diversos pilares que deberán sostener esta
nueva construcción hay tres que tú [el abuelo], mejor que otros, puedes ayudar a colocar. Tres
pilares: los sueños, la memoria y la oración.” En este sentido el Papa es magnánimo, por decirlo de
alguna forma. Es sabido que en la ancianidad cada vez se mira menos hacia adelante y más hacia
atrás, por ley de vida: las cosas que se podían hacer, ya se hicieron, cada vez se puede hacer
menos. Pero el Papa los invita a no resignarse con esa perspectiva, incitándolos a soñar y a
transmitir esos sueños, como eslabones, a las siguientes generaciones. Por decirlo de algún modo,
los invita a mirar hacia adelante, más allá incluso de la propia vida.
La memoria y custodiar las raíces van de la mano, y son muy necesarias en una sociedad
que quiere, muchas veces, reconstruir la historia desde cero, como si nada hubiera pasado antes.
Pero si así fuera, podríamos cometer los mismos errores siempre; no podríamos avanzar, nos
quedaríamos estancados. Testigos vivos de esa memoria y esas raíces son los abuelos.
Pero la parte sobrenatural no podía faltar. El Papa resalta así la fuerza de la oración de los
ancianos, más si están solos, pues es particularmente valiosa y escuchada por Dios. Por grandes
que sean sus limitaciones físicas, nunca pueden dejar de rezar –mientras son conscientes- y eso los
convierte en auténticos protagonistas de nuestra historia. Por todo lo anterior, merece la pena
celebrarles un día y siempre; son tesoros vivos de nuestra humanidad, y la humanidad muestra sus
reservas morales en la forma en que los cuida.
LA AGONIA DE UN RITO
Pbro. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía.
p.marioa@gmail.com
Con gran sorpresa algunos, con profunda tristeza otros, se ha recibido el “Motu Proprio
Traditionis Custodes” del Papa Francisco, con el que, dicho mal y pronto, da una estocada mortal
al antaño “rito extraordinario” de la Iglesia Católica. Si, gracias a Benedicto XVI, antes cualquier
sacerdote podía celebrar según el misal de San Juan XXIII, la misa anterior a las reformas del
Concilio Vaticano II, ahora ya no es así. Se puede celebrar, pero con unos candados que
claramente van en la línea de la extinción de esta forma ritual. Para la rama tradicionalista de la
Iglesia esto es motivo de profundo dolor. ¿Cuáles han sido las motivaciones de Francisco? ¿Por
qué rectificar lo que Benedicto XVI permitió?
Primero es preciso aclarar la idea de que la mente del pontífice es que dicho rito vaya poco
a poco desapareciendo. En efecto, la nueva ley dice claramente en su Artículo 3 &6 “Cuidar de no
autorizar la creación de nuevos grupos” (de fieles que frecuenten el rito extraordinario). Y en su
artículo 4 señala que los presbíteros ordenados después de la publicación de dicho Motu Proprio
deberán pedir autorización al obispo diocesano, el cual consultará a la Sede Apostólica –el Papa-
antes de conceder la autorización. Además, en el artículo 3 & 2 señala que no se podrán reunir
estos grupos en parroquias y no se erigirán nuevas parroquias personales. Creo no exagerar si
interpreto la mente del pontífice en el sentido de que busca la lenta y paulatina desaparición de la
Misa de San Pío V en la liturgia de la Iglesia.
Ahora bien, en continuidad con su predecesor, Francisco señala que se hizo una amplia
consulta a los obispos –pedida anteriormente por Benedicto XVI- sobre la experiencia obtenida
desde el 2007 hasta el 2020 en la práctica del rito extraordinario. Parece ser que no fue del todo
positiva y de ahí las medidas restrictivas. Este punto es importante, pues el mismo Benedicto XVI
invita a los obispos a evaluar los resultados de su permiso para celebrar según el misal de 1962, de
San Juan XXIII. Francisco hace dicha evaluación, pero no él a título personal, sino –según dice el
texto papal- haciendo una amplia consulta a los obispos; es decir, se trata de un ejercicio de
colegialidad episcopal.
Benedicto XVI había dado las facilidades para celebrar la misa tridentina buscando
“facilitar la comunión eclesial a aquellos católicos que se sienten vinculados a unas formas
litúrgicas anteriores”. Francisco emite esta nueva normatividad para “proseguir aún más en la
búsqueda constante de la comunión eclesial”. Es decir, se colige en buena lógica que no funcionó
esta estrategia para fomentar la comunión eclesial. No sirvió para que los miembros de la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X se acercaran a la plena comunión católica.
Existe un principio teológico importante que afirma “Lex orandi, lex credendi” (La ley de la
oración es la ley de la fe, rezo según creo, mi forma de orar expresa mi forma de creer). Leyendo
entre líneas el Motu Proprio de Francisco, se da a entender, que la práctica del antaño rito
extraordinario condujo a que algunas personas excluyeran la validez y la legitimidad de la reforma
litúrgica realizada por el Concilio Vaticano II. Dicho en otras palabras, que se estaba empezando a
erosionar la unidad de la fe, al existir esta dualidad de formas para expresarla litúrgicamente.
Como si algunos de estos grupos se consideraran los “auténticos católicos” o “mejores católicos”
por celebrar según el misal de 1962 y no según el de San Pablo VI revisado por San Juan Pablo II.
Los obispos perciben esta tendencia en algunos grupos de “tradicionalistas”, la comentan con
Francisco, y el Papa restringe este rito en aras de fomentar la unidad de la fe en la Iglesia.
Se trata, en consecuencia, de una medida dolorosa, pero necesaria, para evitar la
polarización en distintos grupos dentro de la Iglesia y fomentar la unidad de la fe con la unidad de
la oración. Medida que toma el Papa oídos los obispos, lo cual va también en la línea de darle
mayor protagonismo al obispo en su misión de cuidar la unidad de la fe en su propia diócesis.
Compete al obispo conceder el permiso de celebrar este rito, revisando que no se menoscabe la
unidad de la Iglesia al celebrarlo, que no dé lugar a diferentes tipos de católicos.
sábado, 17 de julio de 2021
EN EL AÑO DE LA FAMILIA: UN MATRIMONIO EJEMPLAR
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Una pequeña niña llamada María Isabel jugaba con su hermanito
en casa de sus abuelos. En eso llegó el abuelo de la calle con unos
paquetes y un ramo de flores. La abuela salió a recibirlo y el abuelo
le dio un beso mientras le daba las flores. Entonces la nieta, que no
perdía detalle, exclamó: “Abuelo, ¡estás enamorado!”
Ojalá los hijos pudieran decir eso de sus padres al ver las
manifestaciones de cariño que se tienen sus padres. El mutuo cariño
de los padres es fuente de alegría para los hijos y una escuela para
aprender a expresar su amor. El Papa Francisco queriendo fortalecer
la vida conyugal y familiar, dedicó este año a la familia: para crecer
en el amor familiar como un antídoto contra los individualismos
extremos y egoístas. Un ejemplo lo da un matrimonio en que ambos
alcanzaron la santidad: Luis Martin y Celia Guérin, padres de Santa
Teresita del Niño Jesús.
2) Para pensar
El pasado 12 de julio se celebró la fiesta de Luis y Celia, fecha del
aniversario de su casamiento. Ha sido la primera vez que los dos
cónyuges son canonizados a la vez, lo hizo el Papa Francisco en
2015.
Antes de casarse ambos buscaban la santidad y pensaron que era
la vida consagrada. Luis Martin entró a un monasterio agustino, pero
le dijeron que esa no era su vocación. Celia, una mujer dinámica
llena de realismo y de buen humor, trató de ingresar con las
Hermanas de la Caridad, pero debido a su delicada salud no fue
aceptada. Sin embargo, Dios les tenía la vocación del matrimonio: se
conocieron y casaron felizmente. Les hacía ilusión tener muchos hijos
misioneros. Celia rezó para que Dios le diera muchos hijos que
pudieran consagrarse a Él. Dios la bendijo con nueve hijos: cuatro de
ellos murieron poco después de ser bautizados, mientras que las
otras cinco hijas fueron religiosas. Una de ellas, Santa Teresita del
Niño Jesús. De otra, Leonia, está abierta la causa de su beatificación.
En su autobiografía, “Historia de un Alma”, Santa Teresita los
elogia: “unos padres incomparables… una madre y un padre más
dignos del Cielo que de la tierra”.
3) Para vivir
Luis y Celia vivían la caridad: con frecuencia invitaban a pobres a
cenar a su casa, y visitaban a los ancianos, enseñando a sus hijas a
tratar con amor a los desfavorecidos. Su fuerza estaba en la oración
y los Sacramentos, iban todos los días a Misa a las 5 y media de la
mañana y se confesaban con frecuencia.
Santa Teresita decía que fue en su familia donde conoció el amor
de Dios y del prójimo, pues de “haberme educado unos padres sin
virtud yo habría sido muy mala”. La armonía del matrimonio era
total, tenían claro su objetivo: Educar a sus hijos para amar a Dios y
a los hombres. Dios era la razón de su familia. Sabían que en la
familia se vive amor, fe, perdón, ternura, paciencia, cariño y alegría.
Vivieron desde la fe momentos penosos como la enfermedad mortal
de la madre, cuyas últimas palabras siempre las recordó su hija:
“Debemos estar siempre en disposición de aceptar la Voluntad de
Dios, porque Él siempre quiere lo mejor para nosotros.”
Muchos matrimonios nos recuerdan que el fiel laico tiene el
compromiso de evangelizar, comenzando en su familia. Así crece la
Iglesia, comentó el Papa. (articulosdog@gmail.com)
jueves, 15 de julio de 2021
CUANDO SE ENDURECE EL CORAZÓN
Pbro. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía,
p.marioa@gmail.com
“Más le vale a un hombre confesar sus caídas que endurecer su corazón” (San Clemente
Romano). Leyendo el breviario –el libro de oraciones de los sacerdotes católicos- me encontré con
esta cita de uno de los santos más antiguos, martirizado a finales del siglo I. Pensé, ¡qué actual
esta enseñanza!, y ¡cuántas personas endurecen su corazón! ¡Cómo nos cuesta rectificar el camino
y reconocer, simple y llanamente, que nos hemos equivocado!
Al meditar sobre ello, he redescubierto el poder liberador del sacramento de la confesión.
Nos quita pesos de encima, pesos que innecesariamente nos empeñamos en llevar, cuando con
una exquisita sencillez –el rito de la penitencia- podríamos dejarlos todos en manos de Dios, en
vez de andar arrastrando, dolientes, nuestras culpas. Al escribir estas líneas no hablo de teorías,
sino de la experiencia personal íntima, y de la experiencia de muchas personas a las que me ha
tocado atender en confesión, quizá después de largos años sin acudir a ella.
¿Por qué nos cuesta tanto confesar nuestras culpas? Pienso que –entre otros motivos-
porque debemos reconocer, con humildad, que no somos como nos gustaría ser, que no somos
muchas veces como pensamos ser. Se torna evidente la desproporción entre nuestro “yo” ideal y
el “yo” real. Muchas personas, simplemente, no son capaces de soportarlo, de reconocerlo.
Olvidan una de las máximas más reveladoras de toda la Sagrada Escritura: “la verdad os hará
libres”; solo podemos alcanzar la libertad auténtica desde la verdad sobre nosotros mismos. Lo
contrario es cimentar la propia vida en las tierras movedizas de la apariencia y la simulación; sobre
la mentira que, por bella que esta sea, no deja de ser mentira. Lo triste es que muchas personas se
empeñan en cerrar los ojos a la realidad, en negarla; prefieren barrer debajo de la alfombra y,
finalmente, eluden aterrorizados las realidades que pueden encontrar ahí. Es como tener un
muerto en el armario, mejor no abrirlo.
Ahora bien, lo normal será no reconocer que, en el fondo, no queremos encontrarnos con
nosotros mismos, porque preferimos la imagen ideal, aunque falsa de nosotros. Hay que tener
entonces la respuesta oportuna, con la que nos engañamos fácilmente. “¿Por qué voy a
manifestar mis faltas a un hombre, probablemente más pecador que yo?” Es muy cierto que el
sacerdote puede ser más pecador que el penitente, pero el tema no es ese, sino la falta de fe. Con
el lente de la fe, lente que me permite acceder a la realidad como es, no para deformarla, no veo
al padre fulano o mengano, veo a Jesucristo, que me perdona a través de ese sacerdote.
Nuevamente las escrituras vienen en nuestro auxilio para confirmar nuestra creencia: “recibid el
Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a quienes se los
retuviereis, les quedarán retenidos”.
Ahora bien, ¿qué sucede si carezco de fe? Efectivamente, sin fe, no funciona la confesión,
por eso la fe nos ofrece una herramienta valiosísima para encarar lo peor de nosotros mismos.
Pero es verdad, tristemente, cada vez menos personas tienen una fe viva, que les permita sacar
fruto de la confesión. A veces no es que se carezca de fe, simplemente está ahí, arrumbada,
empolvada por falta de uso. Una buena confesión ayuda a recobrarla. Recuerdo casos de personas
con 40 o hasta 50 años sin haberse confesado, y que así ha sido. Pero hay quienes nunca han
tenido fe, porque sus padres no se las trasmitieron de pequeños. En esos casos, el drama de la
culpa, el peligro de endurecer el alma, es más vivo. Una solución a medias puede ser ir a terapia
psicológica, para hacer el esfuerzo de encararse con uno mismo y aceptar la realidad tal y como es.
En cualquier caso, un alma que dobla su rodilla y confiesa sus culpas, es siempre un alma
grande y un alma libre. Un alma que se libera de los pesos onerosos, con una sencillez propia de
las obras divinas. Muchas veces me he encontrado con gente que se molesta: “¡cómo!, ¿así tan
fácil se libera de sus culpas un ladrón o un asesino?” La respuesta es simplemente “sí, así de fácil,
porque el Rostro de Dios es la Misericordia”. Otra cosa es el delito, del que no se liberan tan
fácilmente, pero, incluso la pena justa merecida por las culpas, es bien recibida por quien vive
plenamente la confesión, pues necesita un espacio para hacer penitencia por sus pecados, espacio
que viene dado por la prisión en el caso del delincuente. En fin, lo que me parece meridianamente
claro es el dicho: “más le vale al hombre confesar sus caídas que endurecer su corazón”.
viernes, 9 de julio de 2021
BEATO ÁLVARO DEL PORTILLO: UN SACERDOTE FIEL
Pbro. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía,
p.marioa@gmail.com
Las personas que son beatificadas, lo son, entre otros motivos, para ser propuestas como
modelos en la Iglesia y ante el mundo. Digamos que los santos y los beatos son equivalentes a un
desfile de modelos espiritual. Ofrecen un menú muy variado, del cual el fiel normal puede servirse
a placer, en el sentido de tomar formas de actuación, ejemplos de vida de perenne valor moral.
Cada época, por la misericordia de Dios, cuenta con los santos que necesita, beatos y
santos que rebozan de actualidad. Uno, poco conocido, pero de gran actualidad, es el Beato Álvaro
del Portillo, español de nacimiento, de madre mexicana, de Cuernavaca. Pudiera parecer poco
moderno su “perfil”, pues finalmente fue un obispo. Pero si uno rasca un poco en su vida y
contempla la crisis que pasa actualmente la Iglesia, ve que viene como anillo al dedo, para paliar
algunas de las más graves dolencias que sufre la Iglesia.
En efecto, el Beato Álvaro nos ofrece el modelo de un obispo santo, a la vez pastor y de
curia; pues fue cabeza de una pequeña porción de la Iglesia, el Opus Dei, y desarrolló una
importante labor como trabajador en la curia romana. Fue amigo personal de San Juan Pablo II, el
cual acudió a rezar ante sus restos mortales rompiendo los protocolos, y confesor y director
espiritual de decenas de obispos. Es decir, fue alguien cuyo apostolado personal lo realizó entre
sus iguales: obispos y cardenales de la curia romana, y también de diversas diócesis en el mundo.
¿Por qué es actual su figura? Sobra decirlo. Tristemente la jerarquía eclesiástica se ha visto
muy afectada en su prestigio moral debido a la forma de manejar los escándalos de pederastia
clerical. Tampoco le ha ido bien en lo que se refiere a escándalos económicos e incluso morales
que ha habido dentro de los muros vaticanos. Pareciera que en ese entorno abunda la corrupción
y en el imaginario popular, son personas que, en vez de servir a Cristo, se sirven de Cristo para sus
fines terrenos. Ante esa triste imagen, el Beato Álvaro nos recuerda que, en realidad, esos casos
escandalosos son la excepción, pues la mayoría de la gente que sirve en la curia romana, son
buenas personas, que trabajan callada y escondidamente por la Iglesia –por Jesucristo-, y no faltan
entre ellas tampoco los santos y beatos, entre los que se encuentra Álvaro del Portillo.
La jerarquía eclesiástica representa a la Iglesia Católica. Es urgente que recobre su
prestigio moral. No es fácil, pues los escándalos son noticia. Pero más que de una reforma
estructural, se trata de una conversión personal. Que cada uno de los pastores y de las personas
que laboran en el Vaticano, se tomen en serio la llamada a la plenitud de la vida cristiana y
busquen la coherencia entre su vida y su oficio. La jerarquía es la autoridad sagrada, que tiene la
potestad de santificar, es preciso que su vida sea acorde con su misión. El Beato Álvaro nos
recuerda que eso no es una utopía, sino una realidad tangible y reciente, un modelo que todavía
muchos de los que están ahora detentando la autoridad en la Iglesia, pudieron conocer.
Resulta impostergable, en consecuencia, dar a conocer el testimonio de personas como
don Álvaro del Portillo, que se hicieron santos en gran medida, entre los papeles de la Iglesia. El
Beato del Portillo comenzó a trabajar en la curia romana antes del Concilio Vaticano II y continuó
haciéndolo hasta su muerte, en 1994. Casi 50 años sirviendo a la Iglesia y a las almas entre
papeles, oscura y desinteresadamente, contribuyendo con su trabajo, su oración y su sonrisa a la
santificación de la Iglesia desde adentro. Sólo si cunde su ejemplo, si se contagia y se difunde, la
Iglesia podrá recuperar la credibilidad moral perdida.
Felizmente no es el único caso, también el Cardenal Van Thuan, que trabajó los últimos
años de su vida en la curia romana está en proceso de canonización. Esperemos pronto verlo en
los altares, y que también pronto, el ahora Beato Álvaro, pase a ser santo, para que su figura sea
más conocida, y ayude a matizar generalizaciones injustas que suelen hacerse sobre la curia
romana y la jerarquía católica en general. Si todos estamos llamados a la santidad, la jerarquía lo
está con más razón, pues representa a la Iglesia y la gente la ve y juzga, no pocas veces
severamente.
EL PRESIDENTE LÁZARO CÁRDENAS Y LOS MITOS SOBRE SU FIGURA
Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51
EL sexenio de Lázaro Cárdenas duró de 1934 a1940. El Presidente Cárdenas fue un general combatiente de la Revolución Mexicana. Se caracterizó por aplicar la Constitución de 1917, la justicia social y las demandas campesinas y obreras. Durante su mandato se consolidó el Partido de la Revolución Mexicana (P.R.M.), que posteriormente sería denominado como el P.R.I. y predominó el monopolio del partido oficial, “La dictadura perfecta” como la denominarían los Premios Nobeles, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa.
Alentó la agitación obrera con constantes huelgas y paros en todo el país. Promovió las expropiaciones en terrenos agrícolas de particulares como en la región de La Laguna (Coahuila), en Mexicali (Baja California Norte), en las tierras donde se sembraba el henequén en Yucatán, lo mismo que las florecientes haciendas de “Lombardía” y “Nueva Italia” en Michoacán y las repartió entre muchos ejidatarios.
Sin embargo, fueron actos populistas y hechos realizados con apresuramiento y en los que no hubo continuidad, además de la tremenda burocracia y corrupción que todo lo enlentecía y el flujo de dinero nunca les llegó a los campesinos. Total, que su reforma agraria fue un estrepitoso fracaso.
De igual forma, las continuas huelgas en las empresas crearon incertidumbre entre los industriales e inversionistas extranjeros y tanto ambiente de inseguridad social pudo haber provocado una grave inestabilidad social y económica en México, de no haber sido por la oportuna intervención del siguiente Presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946) que puso en paz al campo y a la industria y coincidió con el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en la que Estados Unidos requería comprar todos los frutos de la producción agrícola y la producción manufacturera de nuestro país para su país y su ejército. Y, como consecuencia de ello, reinó de la bonanza económica y política que continuó hasta 1970 con el llamado “Desarrollo Estabilizador”.
Lázaro Cárdenas era partidario del marxismo y apoyó a Vicente Lombardo Toledano en la fundación de su partido de izquierda radical. Para equilibrar esas tendencias extremistas, Manuel Gómez Morín, junto con un grupo de políticos e intelectuales, fundó el Partido de Acción Nacional (P.A.N.). También Cárdenas era partidario de la educación socialista y atea y generó estragos en los colegios católicos.
Por otra parte, no simpatizaba en absoluto con la Iglesia Católica ni con sus fieles. Un botón de muestra: el 30 de septiembre de 1934, Tomás Garrido Canabal -un fanático antirreligioso-, exgobernador de Tabasco y secretario de Agricultura del gobierno del General Lázaro Cárdenas, mandó a sus “Camisas Rojas” para que se apostaran con metralletas en el atrio de la iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán y, al grito de “¡Viva la Revolución!”, abrieron fuego contra los indefensos fieles que salían de Misa. El sangriento resultado fue de 5 muertos y numerosos heridos. Hubo manifestaciones de católicos para protestar contra este hecho criminal, pero el Presidente Cárdenas, externamente lamentó estos sucesos, pero en la realidad solapó estos trágicos hechos y a nadie se le declaró culpable.
También apoyó la consolidación de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (C.T.M.) y la Conferencia Nacional Campesina (C.N.C) que, a la postre se convirtieron en “ganado político” para manipular y controlar las diversas elecciones en todo el país.
En 1938 expropió las compañías petroleras de la zona costera del Golfo de México que se encontraban en manos de empresas norteamericanas e inglesas. Lo que, a primera vista, parecía un acto positivo de recuperar un patrimonio nacional, a la postre, se estatizó bajo la tutela de “PEMEX” con una enorme burocracia y corrupción y hasta la fecha funciona con considerables deudas y “números rojos”.
Se ha pretendido edificar un mito en torno a Lázaro Cárdenas como protector de los campesinos y obreros, pero condujo al país al caos y a la anarquía. Sin duda, fue un hombre noble, bien intencionado, pero con ideas extremistas.
Cuando Fidel Castro expulsó al Fulgencio Batista y se hizo con el poder, el 1 de enero de 1959, instaurando un gobierno marxista-leninista, este ex Mandatario mexicano fue el primero en viajar a Cuba para brindar su completo apoyo. Fue así como se conoció más a fondo su trasfondo comunista.
Protestó contra los gobiernos de los Presidentes Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines por impulsar a la iniciativa privada e impedir más expropiaciones agrícolas. Pero continuaba siendo fiel al sistema del P.R.I y apoyó la candidatura de Gustavo Díaz Ordaz. Murió víctima de cáncer en la Ciudad de México el 19 de octubre de 1970. Sin duda, fue un personaje complejo y, en diversos aspectos, contradictorio.
lunes, 5 de julio de 2021
¿UN ASESINO PAPAL? SIEMPRE ES POSIBLE LA CONVERSIÓN
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En un libro dedicado a mostrar testimonios de vida, una monja
carmelita relataba la importancia que había tenido para ella su
primera Confesión, ahí comprendió el interés de Dios por ella: "Iba yo
a cumplir cinco años. El sacerdote me preguntó mi nombre. Y el
Señor se me apareció así, como el que cuida de cada uno, como el
que protege porque ama". El Señor se interesaba por ella en
concreto.
Cada conversión, podemos afirmar, es un acto concreto de amor
de Dios. El Papa Francisco, reflexionando sobre la Carta a los Gálatas
de san Pablo, menciona que éste, para defender la autoridad de su
predicación, relata su conversión y vocación: de haber sido
perseguidor de los cristianos pasó a ser defensor de la fe. Les
recuerda que es un verdadero apóstol, aunque no por mérito propio,
sino por la llamada de Dios.
2) Para pensar
Bruno Cornacchiola era adventista italiano. Hace más de 70 años y
tenía un deseo oscuro: asesinar al Papa Pío XII. Pero un suceso le
cambió la vida. Ocurrió el 12 de abril de 1947. Ese día Bruno llevó al
parque a sus tres hijos, Isola de 10 años, Carlo de 7 años y
Gianfranco de 4 años. Mientras los niños jugaban, él escribía un
artículo contra los dogmas marianos para su comunidad adventista.
Bruno, de 34 años, era trabajador del servicio de tranvía. Buscó
un lugar tranquilo para escribir su discurso con el tema: ‘María no fue
siempre Virgen e Inmaculada’”. Sin embargo, al notar que los niños
no regresaban, fue a buscarlos y los encontró frente a la entrada de
una gruta, con las manos juntas y los rostros pálidos, repitiendo las
palabras: “Hermosa Señora, hermosa Señora”.
Bruno vio a una mujer vestida de blanco, con un manto verde y
una banda rosa, que sostenía las Escrituras. “Soy la Virgen de la
Revelación. Tú me persigues, ahora basta. Regresa al redil santo (La
Iglesia Católica)”, le dijo la Virgen María a Bruno.
Así, el adventista pronto se convirtió al catolicismo y decidió
presentarse ante Pío XII para contarle sobre la aparición y pedirle
perdón, porque antes de que se convirtiera, tenía la intención de
matarlo: “¡Aquí está la daga con el grabado ‘muerte al Papa’, con la
que planeaba matarle! He venido a pedirle perdón”, indicó
Cornacchiola al Papa. “Al matarme sólo habrías dado un nuevo mártir
a la Iglesia... Hijo mío, el mejor perdón es el arrepentimiento”, le
respondió el Papa Pío XII.
Cornacchiola volvió a presenciar otras apariciones de la Virgen,
quien le pidió le construyeran un santuario en Roma en el lugar de
las apariciones.
3) Para vivir
Al contar su historia, San Pablo insiste en haber perseguido
ferozmente a la Iglesia y que había sido un «blasfemo, un
perseguidor y un insolente», poniendo así más de relieve la
misericordia de Dios con él al darle la vocación de apóstol para
anunciar el Evangelio de Jesucristo. Pablo se llena de maravilla y de
reconocimiento.
También el Señor se hace presente y entra en nuestra vida e
importa nunca olvidarlo, aconseja el Papa. El poder de Dios es capaz
de convertir los corazones. Por ello nunca se puede descartar a nadie
o perder la esperanza. El Señor sólo espera nuestra libre y amorosa
correspondencia para actuar en nuestros corazones. (articulosdog@gmail.com)
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