miércoles, 29 de noviembre de 2017

ASTUTOS COMO SERPIENTES

1) Para saber

Conocemos como ingenuo a aquella persona que no tiene malicia, es inocente y que incluso muchas veces es demasiado crédula por lo que se le puede engañar con cierta facilidad.





La etimología de este término es de lo más curiosa ya que encontramos el origen del mismo en el latín ‘ingenuus’ que era el vocablo con el que en el antiguo Imperio Romano se referían a aquellas personas nacidas libre y que nunca habían perdido su libertad como esclavos. El término acabó siendo utilizado para señalar la candidez e inocencia de aquellos que no han sido alterados, de alguien simple, llano, sin maldad y fácil de engañar.

El Papa Francisco advirtió que un cristiano no puede permitirse ser ingenuo y dejar que nos roben el tesoro que llevamos en nosotros: al Espíritu Santo. Recordó el consejo de nuestro Señor: ‘ser astutos como las serpientes y sencillos como la paloma’.

2) Para pensar

Charles Darwin, biólogo famoso del siglo XIX, relata en su biografía un suceso de su niñez: “En mis primeros años de escuela debía de ser un niño muy ingenuo. Un chico, llamado Garnett, me llevó un día a una pastelería, y compró unos pasteles que no pagó, pues el tendero le fiaba, cosa que yo no sabía.

Cuando salimos le pregunté por qué no los había pagado, y, al instante, contestó «¿Cómo? ¿No sabes que mi tío dejó una gran suma de dinero a la ciudad, a condición de que todo comerciante diera gratis lo que quisiera a quien llevara su viejo sombrero y lo moviera de una forma determinada?», y luego me enseñó cómo había que moverlo.

Entonces entró en otra tienda donde le fiaban, pidió una cosa de poco valor, moviendo su sombrero de la misma manera, y, por supuesto, la obtuvo sin pagar. Cuando salimos, me dijo: «Si quieres ir ahora tú solo a aquella pastelería (¡qué bien recuerdo su situación exacta!), te dejaré mi sombrero, y podrás conseguir lo que gustes, moviéndolo adecuadamente sobre tu cabeza.»

Yo acepté de buen grado la generosa oferta y entré, pedí algunos pasteles, moví el viejo sombrero, y ya salía de la tienda, cuando me acometió el tendero, así que tiré los pasteles, salí huyendo desesperadamente, y me quedé atónito cuando mi falso amigo Garnett me recibió riendo a carcajadas”.

Se comprende la ingenuidad de un niño, pero ya de mayores, no podemos permitirnos ser ingenuos y caer en los engaños y tentaciones de la corrupción.

3) Para vivir

Ante la astucia de la corrupción se debe responder con la astucia cristiana, pues los corruptos tienen un gran poder y pueden hacer mucho mal y, para evitar la corrupción, continua el Papa, “existe una actitud para quienes quieren seguir a Jesús de forma que no terminen mal, que no terminen devorados vivos por los demás. Que no terminen ‘comidos crudos’, como decía mi madre”.

Pero, ¿cuál es esta astucia que nos debe preservar de la corrupción?

El Papa apunta dos notas de la astucia cristiana: Primero, “tener una sana desconfianza que permita estar vigilantes ante los que prometen demasiado, los que hablan demasiado… Y segundo, reflexionar, ante las seducciones del diablo que conoce nuestras debilidades, meditar con la oración”. Hay que pedir al Señor que “no nos deje caer en la tentación”.

Pbro. Dr. José Martínez Colín, 
articulosdog@gmail.com

sábado, 25 de noviembre de 2017

LAS DISTRACCIONES, LOS CELULARES Y LA SANTA MISA

1) Para saber

El Papa Francisco ha querido comenzar un ciclo de catequesis sobre la “Santa Misa”, la cual es el corazón de la Iglesia. Y quiso explicar qué le llevó a elegir este tema: “La Eucaristía es un evento maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la Misa es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo”.




Es algo fundamental para los cristianos comprender bien el valor y el significado de la Santa Misa, y así vivir siempre más plenamente nuestra relación con Dios.

2) Para pensar

Quienes han comprendido el valor y el significado de la Santa Misa se han enamorado de ella. Así lo muestran los múltiples cristianos que, en todo el mundo y a lo largo de los años, han resistido hasta la muerte por defender la Eucaristía, comentó el Papa Francisco.

Al respecto, el Papa recordó cuando en tiempos del emperador romano Diocleciano se persiguió a la Iglesia. Era el año 304 cuando un grupo de cristianos, del Norte de África fueron sorprendidos mientras celebraban la Misa en una casa y fueron arrestados. El procónsul romano, en el interrogatorio, les preguntó por qué lo habían hecho, sabiendo que era absolutamente prohibido. Ellos respondieron: «Lo hicimos porque sin el domingo, sin la Santa Misa, no podemos vivir».

Estos cristianos fueron asesinados por celebrar la Eucaristía. Creyeron en las palabras de Jesús que nos promete la verdadera Vida para quien come su Cuerpo. Su testimonio nos interpela a todos y pide una respuesta sobre qué significa para cada uno de nosotros participar en el Sacrificio de la Misa y con qué afán buscamos acercarnos al Banquete del Señor.

3) Para vivir

El Papa desea que sepamos vivir la Santa Misa, porque sucede que, muchas veces, “se va a la Santa Misa y se está platicando mientras el sacerdote celebra la Eucaristía… ¡Pero es el Señor! Si hoy viniera aquí el presidente de la República o alguna persona muy importante, seguramente todos quisiéramos saludarlo. Piensa: cuando tú vas a Misa, ¡ahí está el Señor! Y tú estás distraído… ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto”.

Alguno dirá que las misas son aburridas, pero el Papa responde diciendo que el Señor nunca es aburrido. Lo podrá ser algún sacerdote, pero Dios jamás. ¿Entendido? No lo olviden. Participar en la Misa «es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor».

El Papa dice que “en cierto momento el sacerdote que preside la celebración dice: “Levantemos el corazón”? No dice: “Levantemos nuestros celulares para tomar una fotografía”. No, es una cosa fea. Y les digo que a mí me da mucha tristeza cuando celebro aquí en la Plaza o en la Basílica y veo muchos celulares levantados no solo de los fieles, también de algunos sacerdotes y también de obispos. ¡Por favor! La Misa no es un espectáculo: es ir al encuentro de la pasión, de la resurrección del Señor. Por esto el sacerdote dice: “Levantemos el corazón”. ¿Qué cosa quiere decir esto? Recuerden: nada de celulares”.

El Papa quiere dar así respuesta a algunas preguntas importantes sobre la Eucaristía y la Misa, “para redescubrir, o descubrir, como a través de este misterio de la fe resplandece el amor de Dios”.

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

HIPOCRESÍAS DE GUERRA

Aunque en los medios se deje de hablar de guerras que ya no son noticia o que no se dé información sobre las masacres a mujeres y niños en África, ese silencio no trae la paz. Entonces, ¿qué puede ayudarnos a encontrar esa paz?




1. La guerra en Sudán del Sur. Esta nación del África sahariana, ubicada al sur de Egipto, además de sufrir sequía y enorme pobreza, vive en guerra desde diciembre de 2013, cuando el frágil pacto de gobierno entre las etnias dinka y nuer se rompió.

Aunque, desde entonces todo ese país sufre la violencia de grupos armados, rara vez aparecen noticias en los medios. Por eso, el Papa Francisco tenía planeado un viaje a Sudán del Sur en este año 2017, pero tuvo que cancelarlo –al menos por ahora– por motivos de seguridad.

2. La guerra en la República Democrática del Congo. Este país de la zona central del continente africano vivió en guerra durante muchos años, y la reciente paz que habían ganado se perdió en 2016, cuando el Presidente Joseph Kabilia se negó a dejar el poder al terminar su mandato.

El Papa ha pedido, muchas veces, que terminen las acciones violentas en esa República y que se busque una solución dialogada al conflicto. Además, el Pontífice ha denunciado el secuestro de niños para ser utilizados como soldados en situaciones de esclavitud (ACI, 23 nov. 2017).

3. Una peculiar “batalla” por la paz. Ante la imposibilidad de acudir a esas naciones, el Vaticano organizó una celebración para pedir por la paz de estos dos países, en la que el Papa Francisco pronunció una homilía en la esbozó cinco aspectos para buscar y encontrar la paz de las naciones (23 nov. 2017).

El Papa quiso así esparcir con la oración “semillas de paz” por esos dos países y por todas las partes del mundo que sufren por la guerra. Se trató de un evento religioso, cuyo motivo fue rezar a Jesucristo, quien es “nuestra esperanza de paz”; pero el Pontífice realizó varias peticiones que también se pueden aprovechar muy bien en el ámbito civil para buscar la anhelada concordia.

4. Superar la indiferencia. Fue muy llamativo que en la primera súplica el Pontífice pidiera que termine la enemistad entre los miembros de un mismo pueblo, pues ahí está la raíz de estos conflictos bélicos en África.

También resultó muy impresionante la llamada de atención del Papa hacia la indiferencia. Con fuerza señaló: “¡Cuánta hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la guerra muestra su rostro más horrible”. 

Epílogo. Francisco, después de denunciar la indiferencia, hizo una oración para que todos podamos ser “artesanos de paz”, allí donde estemos. Y cada uno podremos ser buenos artífices de paz si, junto con la compresión hacia los que nos rodean, nos esforzamos en no olvidar a las personas que vive en los países en conflicto, aunque esas guerras ya no sean noticia.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

EL ATEÍSMO Y LA RELIGIOSIDAD

El panorama de la espiritualidad contemporánea es de lo más variopinto. Bien mirado arroja datos desconcertantes, pues las cosas no siempre son lo que aparentan. Tenemos un importante y vivo trasiego religioso, a pesar de la aparente ausencia de Dios, que miradas superficiales quisieran decretar como punto de partida. ¿Quiénes integran este panorama? Fundamentalistas.



Se caracterizan por otorgar al fenómeno religioso la preponderancia en todos los aspectos de la existencia. No son capaces de concebir una legítima autonomía de las realidades terrenas. 

Todo se supedita al criterio religioso, que además, no precisa ser corroborado o validado por la dimensión racional del hombre; con frecuencia incluso recelan de la racionalidad, considerándola enemiga de la fe. Su forma más radical es el fundamentalismo islámico, capaz de asesinar inmisericordemente a quien sea, pensado que así se presta un servicio a Dios. También en el cristianismo existen fundamentalismos, que sin llegar a este extremo, promueven actitudes irracionales o sectarias de conducta. La premisa fundamental de la vivencia religiosa es no pensar.

Religiosos. La religiosidad sana, bastante difundida en la actualidad, es capaz de percibir distintas facetas en la realidad, pues no es monolítica, tiene matices. Acepta la legítima autonomía de las realidades temporales, pero no las absolutiza por decreto, como hacen los ateos ideológicos. 

Así, mientras afirma la independencia de la esfera política, económica, científica y tecnológica respecto de la religiosa, descubre también que reducir la realidad a lo puramente material es empobrecerla, suprimiendo por decreto el rico filón de la espiritualidad humana. 

La religión viene a llenar este rubro que otorga un sentido nuevo y de plenitud a todos los otros aspectos; no compiten entre sí, se complementan. Como resultado la persona religiosa posee un mapa más completo del mundo y una vivencia plena de sentido.

Ateísmo pacífico. Por mucho que le pese a los ateos el ateísmo es una forma de creencia, correlativa y dependiente de la religión, generalmente cristiana. Pero el ateo pacífico, que sencillamente piensa que no hay Dios porque no lo ve, y que estaría abierto a cambiar de postura si alguien le demostrara lo contrario, también hace un acto de fe, una elección moral. 

Nadie le puede demostrar la existencia de Dios, pero tampoco él puede demostrar su no existencia, de forma que sencillamente cree que Dios no existe. Es una forma imperfecta de fe, porque aun teniendo esta creencia negativa no busca difundirla a los demás, dejando que sigan su camino.

Ateísmo ideológico. Como el anterior cree que Dios no existe pues no lo puede demostrar, pero a diferencia del anterior, hace de esto su verdad fundamental y, en cierta forma, la razón de su vida. Expresa así una forma de religiosidad más perfecta, semejante al fundamentalismo; los extremos se tocan. 

Tiene un carácter fuertemente proselitista y, pese a las apariencias, poco racional, pues se empeña en afirmar, cuando es históricamente y metodológicamente falso, que el ateísmo es científico. Vive de mitos, el principal de ellos que la religión es enemiga de la ciencia y el ateísmo es científico. Si alguien les muestra racionalmente que no es así, al igual que el fundamentalista, se cerrará en sus creencias y no lo aceptará.

Antiteísmo. Muchos de los ateos mencionados en el párrafo anterior pueden encarnar el neologismo de “antiteísmo”. No es que “no crean en Dios”, es que “Dios es su enemigo”, “lo odian” y hacen de la campaña en su contra y de su desprestigio la razón de ser de su vida. 

Es curioso ser enemigo de “algo que no existe”, y hacer de tal negación la causa de tu vida. Paradójica e irónicamente este tipo de “ateos” hablan continuamente de Dios, todo lo relacionan con Él y le echan la culpa de todo a Él o a la religión. Tiene todos los visos de ser una patológica obsesión religiosa. 

El antiteísmo más frecuente es el “anticristianismo”, más aún, el “anticatolicismo”. Lo caracteriza el cerrar los ojos a la realidad, siendo incapaces de reconocer que la religión en general o el catolicismo en particular, hayan aportado nada bueno a la civilización y a la cultura. Como lo contrario es evidente, dan muestra de tener una religiosidad fanática invertida.

¿Cabe algún genuino ateo entonces o están condenados todas sus formas a ser epígonos de la religión? Sí existe un ateísmo real no religioso y bastante difundido: el práctico. Sólo él es genuino y auténtico, sólo él niega la religión sin asumir formas religiosas, sólo él es consecuente con sus principios: simplemente se limita a vivir como si Dios no existiera, sin plantearse ningún problema teórico ni preocuparse por lo que piensen los demás. 

Otra cosa es que dicha forma de vida resulte muy superficial y suela entrar en crisis al encontrarse con el dolor o la muerte.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

LA NUEVA REVOLUCIÓN SOCIAL DEL PAPA FRANCISCO

Francisco estableció celebrar una Jornada de los Pobres. ¿Por qué el Papa pone su atención en los necesitados? ¿Qué clase de revolución social pretende?




1. El origen de esta iniciativa. El año pasado, mientras pronunciaba la homilía de clausura del Año de la Misericordia (13 nov. 2016), Francisco tuvo una idea que no estaba prevista en el texto preparado (PCPNE, 13 jun. 2017).

El Pontífice estaba hablando de “no apartar los ojos de Dios que nos mira y del prójimo que nos cuestiona… especialmente al hermano olvidado y excluido”, cuando añadió de modo espontáneo: “a la luz de estas reflexiones, quisiera que hoy fuera la ‘Jornada de los pobres’.”

Y este deseo se convirtió en realidad, pues Francisco instituyó que se celebre en toda la

Iglesia, en el penúltimo domingo del tiempo litúrgico ordinario (cuya fecha es variable), la Jornada de los Pobres, que se llevará a cabo por primera vez este domingo 19 de noviembre.

2. Hechos y no palabras. En su Mensaje para esta Primera Jornada de los Pobres, Francisco sale al paso del contraste entre las “palabras vacías” que hablan de ayuda a los necesitados y la realidad de los “hechos concretos” con los que se auxilia a los desvalidos.

El Pontífice instituyó esta Jornada con el objetivo de ayudar “a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social” (Carta “Misericordia et Misera”, 20 nov. 2106).

3. Una idea revolucionaria. La pobreza ha sido un problema social, que durante siglos la Iglesia buscó paliar con obras de beneficencia; pero desde el siglo XIX, cuando el problema tomó una dimensión global, la respuesta de la Iglesia ha tomado diversos cauces, que van desde las actividades de asistencia de la Madre Teresa de Calcuta, hasta acciones subversivas de algunas Teologías de la Liberación.

El Papa Francisco con esta Jornada busca expresamente romper la dialéctica dañina de “pobres contra ricos”, y para eso sugiere iniciativas que ayuden tanto a remediar la situación de los pobres, como a enriquecer espiritualmente a los pudientes mediante su solidaridad hacia los necesitados.

4. Pobreza y evangelización. Francisco explica que ayudar a los pobres es vivir el corazón del Evangelio. Por eso, sugiere que una manera clave de difundir la fe, en la cultura de hoy, consiste en ayudar a las personas a encontrar a Cristo en el próximo que está más necesitado.

El Papa propone las actividades de voluntariado como un verdadero “encuentro” con los pobres, pero pide que el “compartir” nuestros bienes con ellos no sean un gesto aislado, sino un “estilo de vida”.

Y explica que esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque “se toca con la mano la carne de Cristo”. Y añade que, si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que “toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres”.

Epílogo. Ésta es la verdadera revolución de Francisco: integrar en una sola iniciativa dos de las grandes preocupaciones de los últimos pontífices: aliviar la pobreza y recristianizar la sociedad. Lo revolucionario de la Jornada de los Pobres radica en hacer de una causa social el cauce para reevangelizar a la sociedad occidental.

No se trata de retórica social, sino de coherencia con el Evangelio, que nos dice que a Cristo lo encontramos no sólo en los medios espirituales (Escritura, Sacramentos), sino también en el prójimo: cuando le diste de comer a un hambriento, “a mí me lo hiciste” (Mateo 25,45).

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com

viernes, 24 de noviembre de 2017

LA HORA DE LA ACCIÓN CIUDADANA

Nos encontramos en la encrucijada de una época en que se ha llegado a “situaciones límite”, por ejemplo: se niega el derecho a la vida del bebé en camino de nacer; se persigue y se tiene a restringir a su mínima expresión el derecho a la
libertad religiosa; se ha disminuido la natalidad en forma drástica; se fomenta en los jóvenes la sexualidad desenfrenada; se tiende destruir a la familia que sí funciona; a legalizar la eutanasia, el consumo de drogas, las matrices en alquiler, la prostitución…



Nunca como antes se ha hablado de “derechos”, de “libertad” y de “tolerancia” y quizá como nunca se niega el derecho a disentir, a tener una opinión diferente y ser respetado de forma ecuánime ante esa otra postura. 

Quienes escriben acerca de la “apertura de mente” se convierten en los individuos “más cerrados” a escuchar una visión diferente. Se mira con prejuicio y beligerancia a los que no están de acuerdo con lo que está ocurriendo en nuestro tiempo.

Parecería que los valores de nuestra civilización se han desfondado, que se han venido abajo, y se proclaman a los antivalores como una nueva norma de conducta.

No faltan personas que, ante este estado de cosas, se vuelven pesimistas; caen en el desánimo, en la tristeza; prefieren permanecer en silencio y pasivas, como diciendo: “Esto ya no tiene remedio, ni modo”.

Precisamente hoy y ahora es el tiempo de los retos y desafíos. Porque la labor de los ciudadanos es volver a sembrar esos valores que han hecho grande a nuestra sociedad. No caben las visiones catastróficas ni negativas. Es la hora de una dinámica acción ciudadana.

Se comenta que en muchos países de Europa en llegado al “suicidio demográfico” donde ya no hay generaciones de relevo y se tiene que acudir al trabajo de los inmigrantes. 

Por ello, hemos de amar apasionadamente la vida humana desde el momento de la concepción hasta su muerte natural y permitir que los hijos de las familias proliferen.

Ante el materialismo consumista que sólo busca el placer inmediato –aquí y ahora- es el momento de señalar que la adquisición inmoderada de esos bienes materiales conduce al vacío, a la insatisfacción y es necesario explicarles a esas
personas que han perdido de vista la importancia de los valores trascendentes, como: la búsqueda de la Verdad, de la Bondad, de la Belleza y de todo aquello que hace más pleno y enriquece espiritual e intelectualmente al ser humano.

El ser respetado en las propias creencias es un derecho inalienable, propio de una sociedad madura, tolerante y civilizada, donde no caben los fanatismos ni las censuras.

Se impone cuidar a la familia y la formación de los hijos porque a través de ellas nos jugamos el futuro de la humanidad.

En síntesis, una sociedad que ama y protege la vida humana del concebido, del anciano, del enfermo o discapacitado; que respeta la libertad religiosa; que fomenta el amor a la familia y a los valores perennes, es una sociedad con fortaleza interior –como esas células sanas y vigorosas en un tejido orgánico- sobre la que se puede fundamentar con solidez la civilización de las nuevas generaciones a través de los años y siglos venideros.

Raúl Espinoza Aguilera,
raulespinozaaguilera@gmail.com

miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿CÓMO GANARSE EL CIELO?

1) Para saber

Hay un refrán que dice que “A caballo regalado no se le mira el colmillo”, y mucho menos tratándose de un regalo maravilloso. Cabría preguntarse por qué algunos no aceptan el don de la salvación.



Hay una parábola de Jesús que trata del hombre que invita a una gran cena gratis, pero uno a uno los invitados se niegan a asistir poniendo excusas. Cada uno reduce su felicidad a un aspecto limitado de la tierra. Por ejemplo, unas vacaciones en un lugar maravilloso, pero tienen que terminar.

El Papa Francisco comentó: quienes rechazan la invitación se han encerrado en sí mismos y no comprenden el amor gratuito de Dios, y “si no se entiende la gratuidad de la invitación de Dios, no se entiende nada”. Porque Dios es Amor y nos ofrece una felicidad eterna.

El hombre pretende tener la llave de su felicidad, sin pensar que la llave de la verdadera y eterna felicidad solo la tiene Cristo, quien la ganó con su sacrificio y nos la ofrece de manera gratuita.

2) Para pensar

Se cuenta que un hombre murió y se encontró en las puertas del Cielo con San Pedro. El hombre pregunta: “¿Qué se necesita para entrar?”. San Pedro le respondió: “Se requieren al menos cien mil puntos. ¿Cuánto traes?”. El hombre optimista dice: “Si tomamos en cuenta que fui buen esposo y padre, estudié y trabajé mucho, ¿cuántos puntos me dan?” San Pedro toma su calculadora y hace la cuenta, y responde: “Son mil quinientos puntos”. El hombre se sorprende: “¿Tan pocos? y ¿si sumamos que no engañé a mi esposa, no robe ni me drogué, y siempre pagué mis impuestos?” Volviendo a sumar le responde San Pedro: “Eso te dan dos mil puntos…” El hombre cada vez más nervioso, dice: “Recuerdo que di limosnas, ayudé en una labor social, respeté señales de tránsito...” Haciendo la cuenta, San Pedro le comunica: “Sí, ello te da dos mil quinientos puntos, y eso que no te quito algunos puntos de pecados, pero para cien mil que se necesitan…” El hombre casi al borde del pánico exclama: “Me rindo, eso es todo, me abandono a la misericordia de Dios”. “Excelente, ¡estás adentro!”, dice San Pedro y mientras le abre la puerta lo recibe: “¡Bienvenido a casa!”

Sin dejar de ser ficticio, muestra que la vida eterna, el Cielo, se lo debemos totalmente a la misericordia de Dios. No significa que de nada valieron las buenas obras, más bien es gracias a ellas por las que nos disponemos a recibir la misericordia de Dios.

3) Para vivir

Hay el peligro de que nuestro trato con Dios se vuelva “comercial”, como decirle: “Yo hago esto, y tú me pagas”. En vez de ser una relación de amor, como la que ha de haber entre un padre y su hijo.

El Papa Francisco recordó cómo el hijo pródigo de la parábola se acercó sin ningún mérito y su Padre le perdona al ver su arrepentimiento, no por los méritos, sino por su amor. La salvación no se compra.

Aquellos que no quieren entrar en el banquete “se sienten “salvados a su manera… Han perdido una cosa más hermosa y esto es algo muy feo: han perdido la capacidad de sentirse amados… Pidamos al Señor que nos salve de perder la capacidad de sentirnos amados”.

Pbro. José Martínez Colín

domingo, 12 de noviembre de 2017

DE LA PROFESIONALITIS A LA FRIVOLIDAD DE LA VIDA

Sabemos que el trabajo es fuente de realización personal y desarrollo de nuestras capacidades y talentos. Contribuye al propio sustento, al de la familia y al bien de la sociedad. Ha sido la base del progreso de nuestra civilización.



Pero existen -sobre todo en nuestra época- personalidades que se dedican a su labor cotidiana, en forma tan desmedida, que descuidan la atención oportuna y adecuada de sus demás responsabilidades también muy importantes.

Por ello algunos psicólogos no dudan en llamar a esta desfasada actitud de enfocar el trabajo: workaholic o profesionalitis, como cuando se inflama patológicamente algún órgano del cuerpo y se le denomina: hepatitis, gastritis, flebitis o dermatitis.

Podríamos definir esta conducta en que las 24 horas del día, sus vidas giran en torno al trabajo, sin importar si duermen pocas horas, si comen mal y a deshoras. Tienen una adicción enfermiza por su actividad, como una compulsión incontrolable.

Sin dejar de considerar que procurar medios económicos para la familia y la sociedad es una tarea muy noble y necesaria; que con esos recursos se puede hacer mucho bien en el entorno laboral o social, generando fuentes de trabajo, preocupándose de las necesidades de los empleados o de los que carecen de casi todo, etc.

Me refiero en concreto a esos casos de los que padecen la profesionalitis, en los que late en su interior un desmedido afán por amasar una considerable fortuna o escalar importantes puestos laborales en el menor tiempo posible y con la errónea postura de que “el fin justifica los medios” sean éticos o no. En cualquiera de los dos casos es un culto al egoísmo.

En no pocas ocasiones nos encontramos con personas que dan la impresión de que pasan por la vida como por un largo túnel: están sumamente entretenidas en su quehacer cotidiano y olvidan de mirar a su alrededor. Hasta que un día, inesperadamente, se truncan sus vidas...

No conocen a fondo a los miembros de su familia ni las necesidades de sus semejantes. No se enteran de las carencias sociales de su país ni del mundo y mucho menos se interesan por resolverlas.

Del mismo modo, padecen de incapacidad para valorar las cosas buenas que la vida nos brinda, como es el cultivar las amistades, asistir a reuniones sociales, escuchar un rato de música agradable, tener lecturas interesantes y formativas que cultiven el intelecto, frecuentar el contacto con la naturaleza…

Parecería que ponen a su trabajo como un fin absoluto y se pierden toda la maravilla de experiencias que pueden tener en su entorno vital, en su mundo circundante. ¡A muchos se les escapa de sus manos la vida, sin aprender a vivirla!

Pero también existen algunos otros que, comportándose de modo radicalmente opuesto, tienen un desmedido afán por la diversión o lo lúdico y nunca llegan a captar el sentido profundo de su existencia. No se plantean interrogantes fundamentales, como por ejemplo: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿hacia dónde voy? ¿qué sentido tiene que realice mi trabajo con un enfoque profesional, bien acabado? ¿qué deberes tengo para con mi cónyuge, para con mis hijos, para con la sociedad o con mi Patria?

Algunos de éstos piensan que todo en la vida es una broma, un serial de chistes, el adquirir desmedidamente bienes materiales muchas veces superfluos o un conjunto de conductas frívolas acompañadas de carcajadas huecas...

No es así la realidad. Hay aspectos serios de nuestra existencia que hay que atenderlos a conciencia, con el esfuerzo diario y la responsabilidad personal, sin dejar de tener alegría y buen humor. Como decía acertadamente San Josemaría Escrivá de Balaguer: “Nadie lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces”.

La sabiduría de la vida consiste en cumplir lo mejor posible con nuestros deberes de estado: familiares, profesionales o sociales, y a la vez, no perder nunca de vista el para qué de todo lo que hacemos ni el verdadero fin de las cosas que poseemos ni el de nuestra propia existencia.

Raúl Espinoza Aguilera,
raulespinozaaguilera@gmail.com

EL PAPA DE LA SONRISA RUMBO A LOS ALTARES

Juan Pablo I fue declarado “venerable”, paso previo para su beatificación. Su sencillez y humildad, conquistaron a los fieles en los 33 días que duró su pontificado. ¿Por qué es importante este reconocimiento de la Iglesia?



1. La figura de Albino Luciani. Nació el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale (hoy Canale d’Agordo), Italia, y falleció de un fallo cardiaco el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio Apostólico del Vaticano. Fue arzobispo del Patriarcado de Venecia entre 1969 y 1978. 

El 26 de agosto de 1978, fue elegido por el Cónclave como sucesor de San Pedro. Fue el primero en utilizar dos nombres al escoger como se llamaría como Pontífice. Los tomó en honor de los dos Papas que llevaron a cabo el Concilio Vaticano II: Juan XXIII y Pablo Vi. Hasta ahora, Juan Pablo I ha sido el último Papa Italiano.

El pasado jueves 9 de noviembre, el papa Francisco firmó el decreto que reconoce que Albino Luciani vivió en grado heroico las virtudes cristianas, y que por eso puede ser llamado “venerable”. El siguiente paso hacia su beatificación consiste en acreditar un milagro atribuido a su intercesión.

2. Despejadas las dudas sobre su muerte repentina. Como Juan Pablo I murió al mes de haber sido elegido, se suscitaron muchos rumores sobre si habría sido asesinado. Por eso, este halo de dudas tuvo que ser estudiado a fondo durante su proceso de beatificación.

La periodista italiana, Stefania Falasca, que fue nombrada vice-postuladora de la causa de canonización, realizó una investigación histórica en la que interrogó a testigos inéditos y tuvo acceso a archivos secretos de la Santa Sede y a registros clínicos.

El resultado de la investigación, recientemente publicado en el libro “Papa Luciani. Crónica de una muerte” (Piemme, 2017), Falasca explica que la misma noche del fallecimiento, el Pontífice sufrió un fuerte dolor en el pecho, pero él mismo lo desestimó y le dijo a su secretario, el Padre Magee, que no hacía falta avisar a su médico (A. Tornielli, 4 nov. 2017).

3. Fama de santidad. Una persona santa es aquella que, ayudada por Dios, consigue que en su modo de vivir se refleje la vida misma de Jesucristo. El Papa Luciani cultivó en su existencia la humildad de Jesús quien, siendo Dios eterno y todopoderoso quiso tomar nuestra
frágil naturaleza mortal (Fil 2,1ss).

La profunda huella dejada por Pablo VI, el Papa que culminó el Concilio Vaticano II y empezó a implementarlo, dejaba un alto listón para su sucesor. Pero la humanidad y la simpatía del Papa veneciano se ganaron inmediatamente el corazón de todos.

De sus breves 33 días de Pontificado, alguno comentó que fueron un día por cada año de la vida de Cristo. En ese lapso, Juan Pablo I sólo ofreció cuatro audiencias generales, en la que dio unas catequesis llenas de sencillez, que reflejaron su talante nada pretensioso de lucimiento personal.

4. El atractivo de la humildad. “Humilitas” era su lema obispal, significaba “no humildad, sino compromiso para ser humildes”. Y ese compromiso de ser una persona sencilla, la demostró en esas cuatro audiencias, dialogando con los niños, a los que invitaba para explicarles la doctrina a los fieles adultos (A. Tornielli, 28 ago. 2012).

En la Audiencia general del 6 de septiembre de 1978, explicaba así la humildad: “¡El Señor ha recomendado tanto ser humildes! Aun si ustedes han hecho cosas grandes, digan: siervos inútiles somos. En cambio, la tendencia de todos nosotros es más bien lo contrario: ponernos en primera fila. Humildes, humildes: es la virtud cristiana que a todos toca”. 

Epílogo. La serena personalidad de Albino Luciani, el Papa Juan Pablo I, nos recuerda que lo principal en la vida de un creyente es volver al fundamento, que es parecernos a Cristo. Y, por lo tanto, a no valorarnos por lo que tenemos o conseguimos, sino por lo que en realidad somos.

También la humilde figura de Juan Pablo I nos hace ver que han quedado muy lejos los días de los Papas ostentosos, que mucho ha sido explotada en recientes producciones de series y películas. En realidad, los Papas de nuestra época han sido hombres austeros, realmente comprometidos en guiar a la Iglesia hacia Cristo y hacia el servicio de los demás.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon  lfvaldes@gmail.com

EL ABORTO Y EL SECUESTRO DE LA ONU

Para el Comité de Derechos Humanos de la ONU el niño por nacer no tiene ningún derecho. Y a la inversa, según interpreta dicho organismo, se debe garantizar el acceso seguro al aborto, de forma que la vida no es un derecho, pero el aborto sí. 



No importó que más de cien países estuvieran en contra, pues un reducido número de “especialistas” lo determinó de esa forma. Países como Rusia, Estados Unidos, Egipto, Polonia, la gran mayoría de los países africanos y musulmanes no respaldan tal perspectiva, sin embargo, la minoría ideológica incrustada en la ONU dictaminó que así tienen que ser las cosas.

Tristemente la asociación que nació fruto del más dramático genocidio de la historia, el holocausto judío, promueve ahora un nuevo género de genocidio silencioso, asesinando a los seres humanos vivos más inocentes en el seno de sus madres, despojándoles de la vida y dejando profundas heridas psicológicas en las mujeres que lo practican.

Ahora bien, este sencillo hecho nos lleva a cuestionarnos sobre la legitimidad y oportunidad de semejante organismo internacional, pues se muestra servil a particulares ideologías y formas de vida, propias de un reducido grupo de países. 

Carece, de hecho, de la legitimidad que le otorgaría representar a un concierto mayoritario de naciones en el mundo.

Nuevamente, el hecho de que un pequeño grupo elegido de “expertos” prevalezca e imponga su peculiar postura, en contra de la oposición de más de cien naciones en asuntos tan delicados como son los derechos humanos, precisamente aquellos que justificaron el nacimiento de la ONU, no permite exagerar. 

La ONU ya no nos representa, sus decisiones y líneas de acción no están necesariamente respaldadas por la mayoría de los países involucrados, ya no garantiza una defensa eficaz de los derechos humanos, desde el mismo momento en que reinterpreta tendenciosa y sesgadamente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

No bastaba constatar su ineficacia para evitar conflictos, para detener genocidios o hambrunas (como los perpetrados en Ruanda o en el Cuerno de África), no bastaba constatar su ineficacia para defender los derechos humanos, sometiéndose servilmente a los intereses de naciones poderosas, como China o Arabia Saudita, no bastaba observar cómo, año tras año y sin que parezca conocer fin, tanto funcionarios como “cascos azules” hayan sido acusados de violaciones. 

Ahora, además, resulta patente que un pequeño pero decidido grupo, quiere imponer su particular ideología y modo de ver la vida al mundo entero, a través de una cuestionable interpretación de los derechos humanos, donde paradójicamente no está garantizado el derecho a la vida, mientras que se reconoce el derecho a matar, justificado exclusivamente porque una parte puede hacer oír su voz mientras que la otra no.

De esta forma se traiciona la finalidad fundacional de esta institución, para convertirla en instrumento de globalización ideológica, un nuevo y solapado colonialismo cultural que pisa prepotente los valores de la mayoría de los pueblos. Por eso no deberíamos quedarnos parados sin hacer nada, observando como una minoría estropea una piedra miliar de la civilización, la cultura y el consenso. 

No podemos contemplar pasivos cómo va adquiriendo tintes impositivos y dictatoriales una institución que surgió precisamente como reacción a la dictadura.

Gracias a Dios ya se están dando pasos. La retirada de Estados Unidos de la UNESCO es una buena señal, pues es uno de los países que más peso tienen en la ONU. Siendo ellos quienes dan el primer paso, no es tan difícil que se produzca el efecto dominó, máxime cuando prepotentemente hace oídos sordos a los reclamos y a la idiosincrasia de los países participantes.

Deberíamos presionar a los cuerpos diplomáticos para que denuncien las dolorosas incongruencias de la ONU, y si las legaciones no son escuchadas, sería deseable que los países den un paso al costado, se salgan de los diversos organismos, cuando resulte patente la actitud de excederse en sus atribuciones, traicionar sus principios fundacionales o ignorar los valores de las
naciones firmantes. Quizá de esa forma podamos rescatar a la ONU de quienes la tienen secuestrada.

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

martes, 7 de noviembre de 2017

EL CASO DEL "SPIDERMAN"

1) Para saber

El mes de noviembre comienza celebrando la fiesta de todos los santos, y continúa pidiendo por los fieles difuntos que aún están en el Purgatorio y no han alcanzado la Gloria. El Papa Francisco recordaba que es muy reconfortante saber que “hay un vínculo profundo e indisoluble entre los que son todavía peregrinos en este mundo -incluidos nosotros- y los que han cruzado el umbral de la muerte para entrar a la eternidad. Todos los bautizados aquí en la tierra, las almas del Purgatorio, y todos los santos que ya están en el Paraíso formamos una sola gran familia. Esta comunión entre el cielo y la tierra se realiza sobre todo en la oración de intercesión”.

A esa unidad se le denomina “Comunión de los santos”. Hay una comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace al incorporarnos a Cristo en la Iglesia a través del bautismo.

2) Para pensar

Una manera de interceder y pedirle algo a Dios es ofrecerle algo. Así lo entendió bien un niño ecuatoriano el pasado 25 de octubre.

Su profesora de primaria lo relata: “Un día entré a la capilla a dejar todo listo para el padre. Entro y veo a este Spiderman sobre el altar. Mi primera reacción fue decir ‘¡Estos niños!’. Me acerqué y debajo del brazo tenía el papelito. Lo leí, me conmoví y se me cayeron hasta las lágrimas”, dijo la maestra.



La nota decía: “Diosito, te regalo a mi Spiderman, pero cura a mi abuelito de cáncer”. La profesora de religión, llamada Sol Yturralde decidió tomarle una fotografía junto al muñeco y compartirla en las redes sociales, y rápidamente se convirtió en viral.

Sol dice que se sorprendió al ver los miles de comentarios de personas conmovidas por la nobleza del niño. “Me maravilla ver cómo el Señor va a actuando a través de los niños”, destacó.

Yturralde comentó que nunca deja de sorprenderse por “la capacidad de sacrificio, de entrega por el otro, de obsequiar un tesoro por amor al otro”, así como “la sencillez del amor de los niños”.

“¡Cuántas veces le exigimos a Dios muchas cosas y no estamos dispuestos a ofrecer nada! Cuando hay un acto como este, se ve la capacidad de renunciar a uno mismo, inclusivo de lo que a uno le gusta, por amor al otro” concluyó la maestra. 

3) Para vivir

Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos a Dios, que es nuestro Padre. Nuestra fe necesita del apoyo de los demás, especialmente en tiempos difíciles. Si estamos unidos la fe se vuelve más fuerte. Decía el Papa: “¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa de la fe! En esta comunión, comunión quiere decir común-unión, somos una gran familia, donde todos los componentes se ayudan y se apoyan mutuamente”.

Concluía el Papa: “Vayamos por este camino con confianza, con alegría. Un cristiano debe ser alegre, con la alegría de tener a tantos hermanos y hermanas bautizados que caminan con él; sostenido por la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que transitan este mismo camino para ir al cielo. Y también con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el cielo y oran a Jesús por nosotros. ¡Adelante por este camino de felicidad!”

Padre José Martínez Colín,

viernes, 3 de noviembre de 2017

¿CUÁL ES LA PRINCIPAL NEUROSIS DE NUESTRO TIEMPO?

El Psiquiatra suizo, Carl Gustav Jung, escribía en unos de sus libros: “Una tercera parte -más o menos- de mis enfermos carece de una dolencia clínicamente comprobable. Su verdadera enfermedad radica en la falta de objetivo, en la falta de sentido de su vida. Juzgaría acertado el criterio de quienes atribuyeran a esta causa, la neurosis general de nuestra época”.



Es indudable que en el corazón de cada ser humano está impresa el ansia de felicidad. Sin embargo, en nuestro tiempo observamos cómo algunas personas la pretenden buscar en lo inmediatamente placentero y se lanzan tras los espejismos del alcohol, las drogas, el sexo, lo lúdico, un desmedido afán de autorrealización personal…

Precisamente en esos caminos de aparente felicidad y bienestar, muy pronto se vislumbra la otra cara de la moneda: la autodestrucción orgánica y psíquica de la persona, la desintegración de la unidad familiar, de los vínculos de amistad, de la convivencia social. Y, sobre todo, la pérdida del sentido de la vida.

“-Tengo veintidós años, he terminado mis estudios universitarios y estoy graduado, tengo un automóvil de lujo, económicamente soy independiente y tengo a mi disposición más sexo y prestigio del que necesito, y, sin embargo, me pregunto: -¿Qué sentido tiene todo esto? “

Así le escribía, con toda transparencia y sinceridad, un joven estudiante norteamericano al afamado Psiquiatra vienés, Dr. Víktor Frankl, semanas después de haber escuchado varias de sus conferencias.

Esa carta le hizo reflexionar de modo particular al médico austriaco y comentaba: “Estas personas viven una sensación de inutilidad que frecuentemente va acompañada de un sentimiento de vacío.

Yo lo defino como ‘vacío existencial’ (…) y para mí esta carta es muy significativa porque refleja el estado de ánimo de muchas personas”.

Y añadía que mientras más afanosamente se busque la satisfacción o la felicidad a través de los placeres materiales y efímeros, más se escapa de las manos. ¡Allí radica su dramática paradoja!

Al llegar a esas “situaciones límite”, muchas personas se replantean el sentido de sus vidas, indagan dónde se encuentra la felicidad permanente y los valores inmutables. 

Algunos llegan, finalmente, a encontrar la Fuente de la Alegría en un Ser Supremo y comprenden en plenitud aquel pensamiento que San Agustín de Hipona clamaba: “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

¿Qué hacer, entonces, ante este estado de confusión de los valores en nuestro entorno?-se preguntaba el Papa Juan Pablo II en su Encíclica “El Esplendor de la Verdad” y daba como respuesta: “Buscar siempre la Verdad y permitir que ella ilumine y oriente todos nuestros actos y decisiones para vivir una vida congruente y acorde con la enorme dignidad que posee en su naturaleza todo ser humano y, a la vez, guiar solidariamente a los demás –respetando siempre su libertad- hacia esa Luz, hacia ese resplandor de la Verdad”.

Por ello, una actitud fundamental es evitar ceder ante la presión del entorno social, muchas veces adverso y hostil a las propias convicciones. Lo verdaderamente importante es vivir en plenitud los valores perennes y trascendentes que conllevan a la auténtica felicidad.

Raúl Espinoza Aguilera,
raulespinozaaguilera@gmail.com

¿POR QUÉ EL MUNDO ESTÁ EN GUERRA?

El Papa Francisco insiste en que vivimos una guerra mundial por fragmentos repartidos por el planeta.



Como un nuevo profeta, el Santo Padre advierte que la guerra nos destruye a todos, también a nosotros.

1. Día de difuntos con el Romano Pontífice. Este año, el Santo Padre tuvo dos eventos con motivo de la Conmemoración de todos los fieles difuntos (2. nov.). Primero, celebró la Santa Misa en sufragio por los caídos de todas las guerras, en el Cementerio Americano de Neptuno, cerca de Roma. Y después tuvo un Momento de oración en el Mausoleo de las Fosas Ardeatinas (Roma) por las víctimas de la masacre ordenada por Hitler el 24 de marzo de 1944.

El Papa Francisco explicó el significado de estos gestos: “Las guerras no producen nada más que cementerios y muerte: es por ello que he querido dar este signo en un momento en el que nuestra
humanidad parece que no ha aprendido la lección o no la quiere aprender” (News.va, 1 nov. 2017).

2. La guerra no soluciona nada. Francisco visitó el Cementerio Americano Sicilia-Roma que custodia los restos de 7,861 soldados y enfermeras norteamericanos, caídos durante la II Guerra Mundial. Se trata de jóvenes que perdieron la vida entre 1943 y 1944 durante la liberación de Sicilia y la batalla de Anzio, con la que Roma fue liberada.

En la homilía, el Papa recordó que, a lo largo de la Historia, muchos han pensado que la guerra habría resuelto sus problemas; pero que, sin embargo, la guerra sólo trajo un infierno de pérdidas y dolor. E insistió que actualmente hay una guerra a trozos en el mundo, que se está extendiendo cada vez más.

El Pontífice explicó también que “los hombres hacen de todo para declarar y hacer la guerra. Y al final, se destruyen a sí mismos. Esto es guerra: la destrucción de nosotros mismos”.

Y añadió en tono de denuncia que hoy “el mundo de nuevo está en guerra y se prepara para estar en guerra con más fuerza” y advirtió que “con la guerra, todo se pierde” (Rome reports, 2 nov. 2017).

3. Las guerras sólo dan frutos de odio y muerte. Por la tarde del Día de difuntos, Francisco visitó las Fosas Ardeatinas, pues en este lugar a las afueras de Roma, en 1944, el ejército nazi ejecutó a 335 personas. Fue una represalia ordenada por el propio Hitler como respuesta al ataque de los partisanos contra 31 soldados nazis. Hitler ordenó que se asesinara al menos a 10 civiles italianos por cada soldado del Reich.

El Papa estuvo en el sitio donde en grupos de cinco, los nazis iban asesinando a sus víctimas de un tiro en la nuca. Ahí fueron asesinados 68 militares y 255 civiles; de ellos, 73 eran judíos. Allí el Pontífice depositó una rosa blanca en algunas de las sepulturas y caminó en silencio.

Al terminar, Francisco firmó en el libro de honor del mausoleo, en el que dejó un mensaje importante para la paz del mundo, pues señala que “estos son los frutos de la guerra: odio, muerte y venganza”, y concluye con una petición: “Perdónanos, Señor” (Rome reports, 2 nov. 2017).

Epílogo. Francisco ha escogido un lugar icónico de la II Guerra Mundial para lanzar un mensaje válido para nuestra época. Aunque los puntos de combate estén localizados en unos pocos países, en realidad, afectan a todo el mundo, y por eso constituyen una “guerra mundial a pedazos”. 

Nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de conflictos bélicos, pero estos siguen siendo la causa de destrucción, tristeza e injusticia. ¡No más guerras!

Pero no podemos hablar de la guerra como si fuera un mero dato histórico. Por eso, ante todo, ofrecemos una oración sincera por todas las víctimas de las guerras, de ayer y de hoy, junto con una plegaria por el consuelo de sus deudos.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com