1. La figura de Albino Luciani. Nació el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale (hoy Canale d’Agordo), Italia, y falleció de un fallo cardiaco el 28 de septiembre de 1978 en el Palacio Apostólico del Vaticano. Fue arzobispo del Patriarcado de Venecia entre 1969 y 1978.
El 26 de agosto de 1978, fue elegido por el Cónclave como sucesor de San Pedro. Fue el primero en utilizar dos nombres al escoger como se llamaría como Pontífice. Los tomó en honor de los dos Papas que llevaron a cabo el Concilio Vaticano II: Juan XXIII y Pablo Vi. Hasta ahora, Juan Pablo I ha sido el último Papa Italiano.
El pasado jueves 9 de noviembre, el papa Francisco firmó el decreto que reconoce que Albino Luciani vivió en grado heroico las virtudes cristianas, y que por eso puede ser llamado “venerable”. El siguiente paso hacia su beatificación consiste en acreditar un milagro atribuido a su intercesión.
2. Despejadas las dudas sobre su muerte repentina. Como Juan Pablo I murió al mes de haber sido elegido, se suscitaron muchos rumores sobre si habría sido asesinado. Por eso, este halo de dudas tuvo que ser estudiado a fondo durante su proceso de beatificación.
La periodista italiana, Stefania Falasca, que fue nombrada vice-postuladora de la causa de canonización, realizó una investigación histórica en la que interrogó a testigos inéditos y tuvo acceso a archivos secretos de la Santa Sede y a registros clínicos.
El resultado de la investigación, recientemente publicado en el libro “Papa Luciani. Crónica de una muerte” (Piemme, 2017), Falasca explica que la misma noche del fallecimiento, el Pontífice sufrió un fuerte dolor en el pecho, pero él mismo lo desestimó y le dijo a su secretario, el Padre Magee, que no hacía falta avisar a su médico (A. Tornielli, 4 nov. 2017).
3. Fama de santidad. Una persona santa es aquella que, ayudada por Dios, consigue que en su modo de vivir se refleje la vida misma de Jesucristo. El Papa Luciani cultivó en su existencia la humildad de Jesús quien, siendo Dios eterno y todopoderoso quiso tomar nuestra
frágil naturaleza mortal (Fil 2,1ss).
La profunda huella dejada por Pablo VI, el Papa que culminó el Concilio Vaticano II y empezó a implementarlo, dejaba un alto listón para su sucesor. Pero la humanidad y la simpatía del Papa veneciano se ganaron inmediatamente el corazón de todos.
De sus breves 33 días de Pontificado, alguno comentó que fueron un día por cada año de la vida de Cristo. En ese lapso, Juan Pablo I sólo ofreció cuatro audiencias generales, en la que dio unas catequesis llenas de sencillez, que reflejaron su talante nada pretensioso de lucimiento personal.
4. El atractivo de la humildad. “Humilitas” era su lema obispal, significaba “no humildad, sino compromiso para ser humildes”. Y ese compromiso de ser una persona sencilla, la demostró en esas cuatro audiencias, dialogando con los niños, a los que invitaba para explicarles la doctrina a los fieles adultos (A. Tornielli, 28 ago. 2012).
En la Audiencia general del 6 de septiembre de 1978, explicaba así la humildad: “¡El Señor ha recomendado tanto ser humildes! Aun si ustedes han hecho cosas grandes, digan: siervos inútiles somos. En cambio, la tendencia de todos nosotros es más bien lo contrario: ponernos en primera fila. Humildes, humildes: es la virtud cristiana que a todos toca”.
Epílogo. La serena personalidad de Albino Luciani, el Papa Juan Pablo I, nos recuerda que lo principal en la vida de un creyente es volver al fundamento, que es parecernos a Cristo. Y, por lo tanto, a no valorarnos por lo que tenemos o conseguimos, sino por lo que en realidad somos.
También la humilde figura de Juan Pablo I nos hace ver que han quedado muy lejos los días de los Papas ostentosos, que mucho ha sido explotada en recientes producciones de series y películas. En realidad, los Papas de nuestra época han sido hombres austeros, realmente comprometidos en guiar a la Iglesia hacia Cristo y hacia el servicio de los demás.
Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com
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