Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En la Biblia se presentan relatos sobre hechos históricos, pero éstos
además pueden ser proféticos. A estos se les suele denominar como
“figuras” o “tipos” de una realidad espiritual futura. Muchas se refieren a
la venida de Cristo. Por ejemplo, cuando Moisés sacrifica un cordero y su
sangre sirve para librarse de la muerte. Ello es figura de Cristo que es
sacrificado en la Cruz y su sangre derramada es salvación para todos.
Una de esas figuras es Adán, que se denomina “tipo” de Cristo. A ella
hace referencia el Papa Francisco mostrando el paralelismo que se da
entre Adán y Cristo: en el Antiguo Testamento se relata que cuando
Dios creó a Adán, lo hizo caer en un sueño, y de su costado formó a
Eva. Ahora, en el Nuevo Testamento, de Cristo dormido en el sueño de
la muerte, de su costado abierto nace la nueva Eva que es la Iglesia.
Dice el Papa que el paralelismo entre el primer y el nuevo Adán es
sorprendente: cuando Adán ve por primera vez a Eva expresa la unidad
con ella: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
Ahora Cristo, el nuevo Adán, hace suyas esas palabras mirando a la
Iglesia, a nosotros, y nos convierte en “hueso de sus huesos, en carne
de su carne”. Gracias al Bautismo formamos con Cristo un solo Cuerpo,
que es la Iglesia. Por ello a la Iglesia se le denomina como “Cuerpo
Místico de Cristo”. Gracias a esta “incorporación” a Cristo podemos
ofrecer la plenitud del culto a Dios.
2) Para pensar
Un símbolo de los Juegos Olímpicos es la antorcha que enciende la
Llama Olímpica, que significa la luz del conocimiento. Para encenderla se
escoge a un atleta digno. Así, en el ámbito espiritual, el hombre necesita
de alguien digno que le presente a Dios nuestra adoración y nuestras
peticiones. No hay, ni puede haber alguien más digno que Jesucristo.
Con Cristo se da el culto perfecto, pleno y más digno. Jesús presentó a
Dios Padre el acto de culto perfecto y agradable, su obediencia hasta la
muerte en la Cruz. Y todos los hombres podemos rendir un culto digno a
Dios si nos unimos a Cristo por el Bautismo. En la Liturgia, quien actúa
es el Cuerpo Místico de Cristo, del que forman parte todos los
bautizados.
3) Para vivir
A veces algunas personas piensan que no requieren de la Iglesia, y a
veces ni de Jesucristo, para ser gratos a Dios, y pretenden ofrecerle un
culto “directamente”. Comentan: “Yo sí creo en Dios y rezo, pero no voy
a la Iglesia”. Pero ese culto no alcanza, por mucho, la perfección ni es
pleno. Podría ayudar a irse acercando a Dios, pero al prescindir de
Cristo, se queda lejos.
Nuestro Señor nos lo advierte: “Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no da fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros
los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, este da mucho
fruto; porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn, 15, 4-5). Agradezcamos
el don del Bautismo que nos permite unirnos al Señor y nos da la
posibilidad de que nuestro culto sea grato a los ojos de Dios.
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