Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Los franceses cuentan con un rey que fue santo: San Luis. Es el único
rey canonizado de Francia. Luis IX ha sido admirado como el ideal del
monarca cristiano. Su reinado gozó de gran prestigio por toda la
cristiandad y es uno de los monarcas más memorables de la Edad
Media. Cuando alguno de sus hijos recibía el Bautismo, era motivo de
suma alegría para el rey. Estrechaba con alegría entre sus brazos a su
hijo, lo besaba con gran amor mientras le decía: “Querido hijo, hace un
momento sólo eras hijo mío, pero ahora lo eres de Dios”.
Afirma el Papa Francisco, en su carta sobre la Liturgia, que el primer
encuentro que tenemos con los frutos ganados por el Señor en su
pasión y muerte lo tenemos en el Bautismo. Ahí la Pascua del Señor nos
envuelve; es el acontecimiento que marca nuestras vidas. Ser cristianos
no es simplemente adherirnos a su pensamiento o someternos a un
código de comportamiento. Es algo mucho más profundo: es la
inmersión en su pasión, muerte, resurrección y ascensión, para salir
renovados.
El Bautismo no es un gesto mágico: la magia es lo contrario a los
Sacramentos porque pretende tener poder sobre Dios y, por esa razón,
viene del tentador. En cambio, con el Bautismo se nos da la posibilidad,
por la acción del Espíritu, de morir y resucitar en Cristo.
2) Para pensar
Dice el refrán: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Y el Bautismo es
un gran don divino. Por eso se explica que muchos santos, y no sólo
ellos, hayan tenido una gran devoción al lugar donde recibieron este
Sacramento. Uno de ellos fue San Vicente de Ferrer que todos los años
celebraba el aniversario de su Bautismo con una Misa. También san
Francisco Solano, siendo religioso franciscano, al visitar su pueblo natal,
entró en la iglesia donde había sido bautizado, se fue derecho a la pila
bautismal y, arrodillado en el suelo con la frente apoyada sobre la
piedra, dijo en voz alta el Credo, que al ser bautizado habían recitado
sus padrinos.
San Juan Pablo II cuando viajó a Polonia en 1979 visitó Wadowice,
donde había nacido y en la parroquia se encontró que la pila bautismal
donde había sido bautizado en 1920 la habían adornada con muchas
flores. Entonces se arrodilló ante ella y la besó reverentemente.
Podemos pensar si hemos profundizado en el significado de haber
sido bautizados y del gran don que se ha recibido.
3) Para vivir
Para bautizar a alguien se requiere agua. No solo es un símbolo de
ser limpiado, sino que es parte del Sacramento el cual realmente limpia
del pecado. Es conveniente que dicha agua sea antes bendecida. El Papa
Francisco explica que la oración para bendecir el agua bautismal nos
revela que Dios creó el agua precisamente en vista del bautismo. Esto
quiere decir que mientras Dios creaba el agua pensaba en el bautismo
de cada uno de nosotros. En la Sagrada Escritura vemos que el agua
ocupa un lugar especial: Jesús mismo es bautizado con ella. Al final de
su vida, la mezcla con la sangre en la Eucaristía y desde la Cruz la
derrama de su costado traspasado. Con el Bautismo, somos sumergidos
en el agua para que, por el poder divino, pudiéramos ser injertados en
el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y, con Él, podamos resucitar a la
vida inmortal. (articulosdog@gmail.com)
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