lunes, 30 de abril de 2018

LAS “FAKE NEWS” SÓLO PRODUCEN ODIO Y DIVISIÓN SOCIAL

RAÚL ESPINOZA AGUILERA,
raul.espinozaaguilera@yahoo.com

Resulta sorprendente una anécdota recogida por la agencia “Aceprensa” (4 abril 2018, servicio No. 28/18) que relata cómo un vendedor ambulante, Mame Mbaye, de origen senegalés, sufrió un ataque de epilepsia en el barrio madrileño de “Lavapiés”. 

De inmediato, tras el aviso de su acompañante, acudió la policía para atenderlo y llamaron a los servicios médicos de urgencia. Lamentablemente, pese a las labores de reanimación de varios médicos y enfermeros, este hombre falleció de un paro cardíaco. 

En forma casi simultánea, comenzó a circular en las redes sociales la versión de que esta persona del Senegal había fallecido por causa de la agresiva persecución de los policías. 

Esa misma noche, algunos grupos organizaron disturbios: se enfrentaron violentamente contra las fuerzas del orden; los manifestantes les lanzaron piedras, ladrillos y botellas; quemaron varios contenedores de basura; saquearon algunas sucursales bancarias. En resumen, hubo más de veinte heridos. 

La sorpresa fue que, al día siguiente, la verdadera versión de los hechos fue difundida por los medios de comunicación y se impuso la verdad. Y se llegó a la conclusión de que esos disturbios se habían originado por noticias falsas esparcidas irresponsablemente a través de las redes sociales.

El Papa Francisco en su “Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones” de este año (el texto completo se puede conseguir en el portal www.vaticannews.va), aborda el tema de las “Fake News” (“Noticias falsas”) y comenta sobre su peligro social ya que remueven los sentimientos de los ciudadanos y producen reacciones de rabia, división, rencor, frustración, desprecio, animadversión y odio.

Afirma el Romano Pontífice lo siguiente: “Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos”.

Subraya la codicia de algunos directores de medios de comunicación que para lograr vender más su periódico, revista o página web acuden al sensacionalismo, a descontextualizar y manipular frases emitidas por una personalidad civil o el vocero de una agrupación social con el objetivo de generar confusión, debate y polémica. Al final del día, se trata de una actitud meramente mercantilista o de lucha por intereses políticos, sin importar si describen o no la verdad sobre los hechos de forma honesta.

Algunos pensadores han llamado a este fenómeno social: “La Era de la Posverdad”, debido a que en esos medios en particular -con tendencia a provocar escándalos- no les interesa colocar a la ética y los valores con un sentido prioritario para investigar y enjuiciar serena y objetivamente la realidad de los sucesos y sus causas profundas. 

Algunos incluso, de atreven a “editorializar” las noticias, es decir, no presentan la información tal cual es, sino que caen en la tentación de opinar sobre ellas de manera improvisada, como si fueran especialistas en casi en todas las áreas del saber.

Porque lo que fundamentalmente les interesa es el impacto que causen en el público con la finalidad de vender más y mejor sus “Fake News”; de subir los niveles de audiencia o “rating”. 

Se ha comprobado que en promedio las informaciones falsas reciben un 70% más de retwitteados que las veraces. A la información verdadera le toma 6 veces más tiempo llegar al mismo número de personas que a las noticias falsas y los bulos se esparcen a una velocidad casi tres veces mayor que el resto de la información falsa (Cfr. revista “Science”, en su ensayo “La difusión de las verdaderas y falsas noticias on line” del 9-03- 2018).

El Papa Francisco añade que, aunque la persona o la institución calumniada publique un desmentido oficial, difícilmente consiguen contrarrestar los daños que producen. Como dice el dicho perverso: “Calumnia, que algo queda”, o como afirmaba el Ministro de propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Finalmente, el Santo Padre hace un llamado a los medios de comunicación y a los usuarios de redes sociales que no hagan eco de las “Fake News”; que sean congruentes con la verdad buscando siempre la objetividad, el sentido ético y la responsabilidad ya que es el único camino para conseguir la paz; de buscar anteponer la caridad y evitar la violencia o la agresión verbal; procurar el trato respetuoso con cada ciudadano de acuerdo a su enorme dignidad como persona humana; promover la amable fraternidad entre los ciudadanos de una sociedad o de un país, así como crear un clima que haga posible la pacífica convivencia entre las naciones.

sábado, 28 de abril de 2018

ALFIE EVANS: UN DRAMÁTICO CASO QUE HA CONMOVIDO AL MUNDO

LUIS-FERNANDO VALDÉS,
@FeyRazon    lfvaldes@gmail.com

El caso del bebé británico que sobrevivió después de ser desconectado de la respiración asistida por orden de la Corte británica, trae al debate unas preguntas sobre quién decide cuándo una persona debe dejar de vivir o cuál es la autoridad de los padres sobre sus hijos.


1. El caso del niño Alfie Evans. Thomas y Kate Evans, los papás del pequeño de 23 meses, abrieron una web para explicar la situación médica de Alfie, que es una enfermedad degenerativa neurológica aún desconocida. Ahí también dan a conocer la situación del pequeño, tanto en el Hospital Alder Hey (Liverpool) como ante la corte inglesa.

Los médicos han declarado que ya no hay que hacer ningún tratamiento, sino dejar morir al niño, argumentando que, al tener daños cerebrales, su calidad de vida sería pequeña. 

El pasado lunes 23, la corte aprobó que los médicos le retiraran la respiración asistida, así como la hidratación y alimentación por sonda. ¡Pero el pequeño consiguió respirar por medios propios!

Además, sus padres presentaron estudios de que Alfie no sufre dolores, o sea, que el pequeño no está sufriendo.

2. El papel de la justicia británica. La opinión pública internacional ha apoyado que Alfie siga con vida. 

El Papa Francisco recibió al papá, Thomas Evans, y le dio todo su apoyo. El Pontífice le pidió al hospital infantil del Vaticano que hiciera lo posible y lo imposible por el pequeño.

Además, el Papa consiguió que el Estado italiano le diera a Alfie la nacionalidad italiana, para que no hubiera problemas legales para ser trasladado, y el Ministerio de Defensa de ese país puso a disposición un avión ya listo para recoger al pequeño en cualquier momento. 

Pero la Corte de Apelaciones de Londres rechazó la petición de que el niño fuera llevado a Roma.

3. ¿Quién decide quién tiene derecho a vivir? Esta es la gran pregunta que surge al presenciar este duro caso en que el enfermito se aferra a la vida, pero los médicos y los jueces se empeñan en que lo mejor para él es morir.

Ningún Estado debe decidir cuándo uno de sus ciudadanos puede vivir y cuándo no. Esto es un atropello a la dignidad humana. 

Y tampoco un Estado puede negar el derecho de ningún ciudadano a cambiar de hospital o de buscar su curación en otro país.

La periodista María Laura Avignolo reporta que en otros casos similares, no es inusual que las cortes de Gran Bretaña tomen la resolución de dejar morir al paciente, porque ahí “desconectan a las personas tras accidentes automovilísticos o porque se encuentran en estado de coma ante los costos que su tratamiento significa para el servicio de salud británico”-comenta.

Avignolo añade que las autoridades sanitarias “también deciden no hacer tratamientos costosos bajo ese mismo criterio económico".

4. ¿Quién tiene la autoridad sobre los hijos? El caso de Alfie Evans ha levantado polémica en Gran Bretaña sobre quién tiene el poder de tomar una decisión sobre los hijos, porque con esta sentencia, los papás de Alfie han perdido toda autoridad sobre su pequeño.

En cambio, los médicos del hospital Alder Hey son los que han decidido qué es lo mejor para el pequeño y los jueces son los que sostiene que velan por los intereses del pequeño. 

En un comunicado, el hospital expresó que “la prioridad principal es que Alfie reciba el tratamiento que merece para asegurar su confort, su dignidad y privacidad”. 

Es decir, para los médicos “el confort y la dignidad” no consisten en darle cuidados paliativos sino en dejarlo morir, en contra de la opinión de los padres del niño.

Epílogo. La “calidad de vida” es un concepto equívoco, porque las carencias de salud no pueden ser el criterio para eliminar la vida humana. 

Basados en esa noción de calidad de vida, los médicos y jueces del caso de Alfie, acaban de repetir lo que hicieron los nazis, cuando eliminaron a muchas personas minusválidas bajo el “parámetro” de que eran de raza inferior.

La vida humana y la dignidad de la persona son lo criterios reales que hay que retomar, para evitar tragedias como la de Alfie o la de Charlie Gard, el otro pequeño al que la justicia británica le impidió continuar viviendo.

UN INOLVIDABLE ACTO DE VALENTÍA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

CELEDONIO SÁINZ,
celedoniosainz.personal@gmail.com

¿Qué es la VALENTÍA? 

Es el hábito de acometer resueltamente en el logro de grandes empresas y afrontar sin miedo los peligros que se presenten, aportando todos recursos materiales e intelectuales para cumplir la promesa o compromiso, libremente aceptado, de realizar actos heroicos en defensa de una persona o del bien común de una determinada sociedad.

LA HISTORIA DE LOS BOY SCOUTS DE VARSOVIA


Eran alrededor de las 5 de la tarde de aquel 8 de septiembre de 1939, cuando los tanques de la 1ª División Panzer arribaron a los suburbios de Varsovia. 

Su jefe, el general Schmidt, confiaba en apoderarse de la vieja capital en unas pocas horas. No contaba con la heroica resistencia que habrían de ofrecer sus habitantes.

Tres tanques alemanes avanzaban lentamente por las calles desiertas. De pronto un grupo de Boy Scouts les sale al encuentro. Sorprendidos los alemanes no hacen fuego. 

Dos chicos, tomando uno de los cables eléctricos de la red tranviaria que yacen sobre el pavimento, se aproximan corriendo a
uno de los enormes vehículos y lanzan el cable sobre el motor recalentado. Al producirse el contacto el tanque se incendia.

Los otros blindados disparan sus ametralladoras, pero los Scouts logran escabullirse. Acelerando la marcha, los tanques se dirigen a la Plaza Unión de Lublín, una de las principales de la capital. 

La multitud huye despavorida, pero otro de los chicos, tomando una lata llena de nafta, corre hacia uno de los tanques y arrojándola el inflamable líquido, le prende fuego. 

En contados segundos el vehículo se transforma en una hoguera gigantesca. 

El tanque restante emprende a toda velocidad la retirada.

Estos episodios se repiten en muchos otros barrios de la capital polaca. Bajo la guía de su decidido y valiente alcalde Stephane Starcynski, el pueblo de Varsovia logra así rechazar la primera embestida de los alemanes. 

El general alemán Schmidt, enfrentado con esa inesperada y valiente resistencia, decide replegar sus fuerzas a los límites de la capital y esperar la llegada de las unidades de infantería.

A la siguiente semana el ejército polaco recibe -literalmente- "una puñalada por la espalda" cuando el 17 de septiembre la URSS ataca a Polonia. 

Aún así, Varsovia sigue resistiendo heroicamente hasta que, finalmente, el 27 de septiembre cuando el ejército polaco se rinde ante los gigantescos monstruos de la Alemania nazi y las fuerzas soviéticas. Se iniciaba así, la Segunda Guerra Mundial.

Cfr. "La Segunda Guerra Mundial", Tomo I, Fascículo No. 1, Editorial CODEX, México, 1967.

jueves, 26 de abril de 2018

ALFIE EVANS O ¿CUÁNTO VALE UNA VIDA HUMANA?

P. MARIO ARROYO,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Quizá con una mezcla de escepticismo, perplejidad y tristeza hemos seguido los esfuerzos de Alfie Evans para sobrevivir, la lucha de sus padres para garantizarle el derecho a recibir una adecuada atención médica, y los de destacados miembros de la sociedad –entre ellos el Papa Francisco-, por respetar el derecho de los padres a decidir sobre el futuro de su hijo. 


Tristemente hemos constatado que, sobre el derecho a la vida, el derecho a ser atendido médicamente y el derecho de los padres a decidir sobre sus hijos pesan los prejuicios ideológicos, primero de un juez y más tarde de todo un estamento de jueces.

En efecto, no se trata sólo de que a juicio de los médicos del Hospital para Niños Alder Hey, o de que incluso el Magistrado Anthony Hayden, y con él la Corte Suprema Británica, consideran que la vida de Alfie no merece la pena y que, paradójicamente, “tenga derecho a morir”; sino que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respalda dicha postura. 

De hecho, sin que lo digan expresamente, pero sentando antecedentes indudablemente, están defendiendo que el supuesto derecho a “dejar de seguir viviendo” prima sobre el derecho a la vida de un bebé indefenso y el de sus padres de defender esa vida. 

En Europa, hoy por hoy, tiene predominio “el derecho a la muerte” (inexistente en realidad) sobre el derecho a la vida.

Sencillamente, es de locos, el mundo al revés a carta cabal. El hospital, los médicos, el juez, el tribunal imponen su ideología, según la cual la vida de Alfie no merece ser vivida, ni vale la pena luchar por ella, pues tiene una enfermedad incurable. 

Siguiendo esa absurda lógica, quizá deberíamos eliminar a todos los enfermos que padezcan este tipo de enfermedades, y decirle a todos aquéllos que luchan por su vida a pesar de tener un pronóstico adverso, que no merece la pena su esfuerzo. 

Eso es lo que implícitamente sostiene la sentencia que pesa sobre la vida de Alfie y sus doloridos padres. No sólo es que Alfie luche por su vida, sus padres también dan la batalla por sus derechos, pero pesa más la ceguera ideológica de un grupo de médicos y juristas.

Porque, en realidad, ¿qué les cuesta dejarlo subir al avión para ir a Italia a ser atendido? ¿Qué podría pasar? Lo peor que podría pasar es que la naturaleza siga su curso y el pequeño muera. ¿Por qué entonces no lo dejan siquiera intentarlo, cuando hay un hospital y
médicos dispuestos a dar la batalla y respaldar así el deseo desesperado de sus padres? 

La única explicación posible es porque aceptar esa petición (racional, comprensible y coherente) supone reconocer que la vida de Alfie (un enfermo con una enfermedad aparentemente incurable) tiene un valor en sí misma, lo cual no están dispuestos a reconocer.

Para los médicos y los jueces, Alfie (a pesar de su esfuerzo y el de sus padres) solo tiene “derecho a morir”, sólo merece morir, es más, debe morir. 

Hemos llegado al absurdo de que el supuesto “derecho a morir” priva sobre el derecho a la vida e iría contra los derechos humanos prolongar la vida de Alfie. 

Por si quedara alguna duda, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sancionado dicha sandez.

El pequeño Alfie en realidad no está peleando solo por su vida, sin ser consciente de ello, representa el clamor de la dignidad humana que clama por ser reconocida. Se ha convertido en una pieza de una colosal batalla ideológica. ¿Qué supone dicha dignidad?

Simplemente considerar la vida humana como intangible, como un bien no sometido a otro tipo de intereses ni a ningún conjunto de ideas. Al obligarlo a morir se está reconociendo por la vía práctica que la cultura de la muerte prevalece sobre la cultura de la vida, que los derechos humanos ceden el paso a principios ideológicos, entre ellos, considerar que la vida no es un valor absoluto, sino que debe ser evaluada por un selecto grupo de “expertos” con la capacidad de decidir si tiene valor o no, según una escala por ellos fijada y conocida. A los demás, lógicamente, sólo nos queda bajar la cabeza y aceptar dócilmente su “sabio” proceder. 

Pero el pequeño Alfie se rebeló, evidenciando públicamente la ceguera de los “expertos”. En los planes de médicos y juristas, lo que debería haber sucedido es que el niño muriera al ser desconectado. Al seguir vivo, a pesar de todos los pronósticos, no sólo ha evidenciado lo precario y contingente que pueden llegar a ser los diagnósticos de los expertos, sino también la intencionalidad ideológica de la que él sólo era una pieza a sacrificar. 

Por ello ahora, en vez de procurar su vida, desean su muerte, pues expone impúdicamente, hasta el ridículo, a dictámenes médicos y prejuicios ideológicos convenientemente camuflados detrás de sentencias jurídicas "pseudo-justas". 

Aunque sólo haya durado un día más de “lo planeado” o “lo previsto”, Alfie ha puesto al descubierto el verdadero rostro de la medicina y el perverso derecho de algunos países europeos que, en lugar de defender a la persona, prefieren justificar determinados prejuicios ideológicos.

La lucha de Alfie no solo es por su vida, sino que pone en evidencia la lucha por la vida y con ella por la dignidad humana, contra la cultura de la muerte. 

Parece ser que la segunda prevalece en Europa, pero gracias a Alfie, por lo menos ha sido oportunamente revelada por los medios de comunicación del mundo entero y expuesta al público escarnio.

LOS MITOS PREFABRICADOS CONTRA LOS QUE PROMUEVEN LA VIDA HUMANA DEL CONCEBIDO

P. MARIO ARROYO,                                                                       
 Doctor en Filosofía.
 p.marioa@gmail.com

Los “memes” constituyen un “lugar cultural”, reflejo del pensamiento generalizado, la plataforma a través de la cual los millennials, y no solo ellos, proyectan su visión del mundo y de la vida. Habitualmente son poco serios, como es poco serio el pensamiento dominante. Pero, en ocasiones también, pueden “dar en el clavo” y expresar un pensamiento profundo. Sin embargo, también pueden ser una fácil despensa para descalificar sin argumentos al contrincante, con un rápido golpe de vista. 


En la actualidad, si alguien quiere difundir sus ideas debe estar presente en las redes sociales; en ese caso es muy útil estar pertrechado con un buen acervo de “memes” para respaldarlas y darles peso. Quienes defienden la “cultura de la muerte” o, eufemísticamente, quienes consideran que todo tiene un precio, incluso la vida humana, suelen ser creativos para descalificar con rapidez a sus contrapartes “pro-vida”, sirviéndose, entre otras cosas, de los “memes” adecuados. 

Un lugar común, hábilmente convertido en “meme”, es presentar a la postura “católica” muy preocupada por la vida, pero despreocupada de los pobres. Así vemos a católicos pro-vida convenciendo a una chica de que no aborte, para abandonarla una vez que ha dado a luz, teniendo como resultado trágico un “incremento de la pobreza”. En efecto, ahora hay más pobres, y los que ya lo eran, ahora lo son más, pues con su exiguo sueldo, en vez de tener que alimentar una boca, deben hacerlo con dos o más… 

Fácil descalificar entonces de un plumazo y evidenciar la “hipocresía” escondida en la actitud “pro-vida católica”. Ahora bien, dicha caricatura da por supuestas varias cosas y tiene unos argumentos implícitos escondidos nada banales. En primer término y de forma tan evidente que suele pasar desapercibida, es que al ofrecer el aborto como solución a la pobreza, en realidad está queriendo terminar con la pobreza acabando con los pobres. Esto sería equivalente, por ejemplo, a esterilizar a todos los pobres para acabar con la pobreza. ¿Acabe con la pobreza? Presumiblemente sí, ¿fue una solución ética? Lo dejo a la conciencia del lector. En cualquier caso, no sé si es una presunción equivocada, supongo que los pobres prefieren, en líneas generales, vivir y ser pobres a no vivir. Si no fuera así habría suicidios masivos en las zonas deprimidas del planeta, o nadie perseguiría el asesinato de los pobres. 

Otra asunción infundada, es decir que determinada persona es “pro-vida” por ser católico, como una forma de binomio indisoluble o combo religioso-político necesario. Es cierto que uno puede ser católico y a la vez pro-vida, y que no se puede ser buen católico sin ser pro-vida. Pero no necesariamente soy pro-vida por ser católico. Una muestra contundente es la masiva participación evangélica en las marchas pro-vida, pero también lo es el hecho de que una persona de cualquier religión: budista, judía por ejemplo, o carente de ella, puede apoyar la causa pro-vida. En el fondo, ello se debe a que el motivo profundo que nos lleva a defender la vida humana y, consiguientemente, la dignidad del hombre, no es puramente religioso sino ético, y por eso mismo de índole filosófica, antropológica y civil: La conciencia de la intangible dignidad de la vida humana, que me lleva a considerarla como un bien no disponible, a no someterla a otros intereses (como sería el interés económico de acabar con la pobreza). 

Esta caricatura haría de los católicos simplemente “delegados” de los obispos, una especie de marionetas que siguen consignas sin pensar, cuando sucede precisamente lo contrario: tomar conciencia de nuestra común dignidad como personas y ciudadanos nos conduce a no sentirnos con la autoridad de decidir quién tiene derecho a vivir o no, menos sobre la base de una aceptación previa. El derecho a venir al mundo no puede supeditarse a un “índice de popularidad”: sólo tengo derecho a nacer si previamente “me aceptan”. 

Pero quizá la mayor injusticia sea decir que los católicos nos preocupamos de “fabricar pobres”, pero no nos preocupa terminar con la pobreza. La inmensa cantidad de obras realizadas por personas católicas o por instituciones de la Iglesia Católica se vuelve, por decreto, “invisible”. Las estructuras de ayuda social católicas son inmensas en todos los rubros: desde atender a enfermos de SIDA a dar apoyo a los inmigrantes; desde rehabilitar a mujeres que en situación de extrema pobreza acuden a la prostitución, a ofrecer alimentos y albergue a los “sin techo”. Es, sencillamente, una mentira, pues no hay ninguna institución en el mundo que hoy por hoy, ya sea corporativa, institucional o a título personal de sus miembros, haga tanto por los pobres como la Iglesia Católica, por más que muchos no se cansen de hacer “memes” sobre las “riquezas” de la Iglesia. Con frecuencia dichas “riquezas” en realidad muestran el fecundo patrimonio cultural que el catolicismo ha proporcionado a la humanidad. 

miércoles, 25 de abril de 2018

EL CUENTO DEL BÚHO SABIO Y EL ÁRBOL TRISTE

Pbro. Dr. JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN, 

1) Para saber

En un mundo donde la tecnología avanza a gran velocidad, es común que los artefactos o sistemas se vayan renovando continuamente. Por ejemplo, en las computadoras o celulares, se nos ofrecen las últimas versiones siempre mejoradas: su mejor versión.

Pues con las personas debería suceder algo semejante: luchar por presentar siempre nuestra mejor versión, y susceptible de ser mejorada. A ello nos invita el Papa Francisco en su reciente exhortación apostólica: “Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él” (n. 11).


2) Para pensar

Había una vez, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos eran felices y estaban satisfechos. Solo un árbol estaba profundamente triste, pues envidiaba a las manzanas, naranjas o rosas que los demás tenían. “Lo que te falta es concentración”, le decía el manzano. “Si lo intentas, podrías tener sabrosas manzanas." Pero el rosal le decía: “No lo escuches, es más sencillo tener rosas ¿Ves qué bellas son?". Y cada uno lo invitaba a ser como él. El árbol desesperado intentaba todo, pero se sentía frustrado al no lograrlo.

Un día llegó al jardín el sabio búho, y al ver la desesperación del árbol exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan raro, ni tan grave, muchísimos seres lo tienen. La solución es no tratar de ser como los demás... Sé tú mismo, conócete, escucha tu voz interior". Dicho esto, el búho voló.

“¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?” Y cerrando los ojos el árbol, abrió su corazón, y pudo escuchar su voz interior: "Tú no darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Es tu misión. ¡Cúmplela!". El árbol se sintió fuerte, seguro, y se dispuso a cumplir su misión. Pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín completo fue plenamente feliz.

Pensemos si envidiamos lo de los demás, olvidándonos de ser feliz con lo somos y tenemos.

3) Para vivir

La Iglesia al beatificar y canonizar a algunos, reconoce que lucharon hasta al final por dar su “mejor versión” agradándole al Señor. Pero no son los únicos santos, también están todos los que lucharon por hacer la voluntad de Dios, aunque no hayan sido reconocidos. El Papa nos revela: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado».”

Para ser santos no es necesario ser obispo, sacerdote o religiosa, dice el Papa, “todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día”, se sea casado, trabajador, abuelo o autoridad.

Saber que Dios pensó en cada uno y espera de nosotros que demos lo mejor “debería entusiasmar y alentar a cada uno para darlo todo, para crecer hacia ese proyecto único e irrepetible que Dios ha querido” (n. 13).

lunes, 23 de abril de 2018

BALZAC, DICKENS Y DOSTOIEVSKI: MAESTROS DE LA LITERATURA


RAÚL ESPINOZA AGUILERA,
raul.espinozaaguilera@yahoo.com

Stefan Zweig es reconocido por haber sido un célebre escritor y periodista austriaco (1881-1942), pero además fue un biógrafo que narró con gran amenidad, un elegante estilo literario y considero que es quien mejor adentra a los lectores en sus personajes. 


Nos los presenta “de carne y hueso”, y ahí radica su genialidad: cómo pensaban y reaccionaban; cuál era su perfil psicológico; cómo actuaban ante determinados hechos históricos; sus obsesiones, virtudes, miserias y pasiones… Cada personaje es abarcado bajo la mirada aguda y omnipresente de Zweig.

Acabo de terminar de leer sus análisis antropológicos y literarios de tres luminarias de la Literatura Universal, titulado: “Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski)”, publicado por Editorial Acantilado, Barcelona, séptima reimpresión, 2018, 229 páginas.

Nos comenta cómo el novelista Honorato de Balzac (1789-1850), trabajador infatigable, elaboró una obra monumental, La Comedia Humana, un ciclo concatenado de varias novelas, cuyo objetivo es presentar una radiografía completa de la sociedad francesa del siglo XIX: el empresario rico, el codicioso prestamista, el comerciante avaro, la mesera frívola de un restaurante, el ladrón compulsivo, el vagabundo borracho, el profesional ambicioso que se endeuda, el jugador empedernido, etc.

Sus textos literarios muestran un sentido agudo de la realidad, una imaginación portentosa. Se considera como uno de los creadores de la novela psicológica, así como de la corriente realista.

Charles Dickens (1812-1870) es el escritor inglés del hogar, de la vida en familia. Sus obras más conocidas: Oliver Twist, La pequeña Dorrit, Los papeles del Club Pickwick, Nicolás Nickleby, David Copperfield y Cuentos de Navidad han traspasado las fronteras internacionales del gusto popular por generaciones enteras. 

Se dice que más logró Dickens con sus novelas de denuncia social en su país (contra los abusos laborales de los niños; con las mujeres embarazadas en sus extenuantes trabajos; los míseros salarios de los obreros ingleses y padres de familia), que cualquier otro líder político en el Parlamento o alguna fundación recaudadora de donativos para los orfelinatos, hospitales y asilos. Sus obras impregnadas de sentido humanitario, con chispazos de buen humor y amor por las personas humildes, constituyen un documento de primer orden para conocer a la Inglaterra de la época victoriana.

Fedor Mijailovich Dostoievski (1821-1881) es quizá uno de los mejores literatos de todos los tiempos. En su juventud, después de haber sido detenido por la policía debido a sus actividades revolucionarias contra el Zar de Rusia, fue condenado a nueve años de prisión. Posteriormente, salió de la cárcel, inició varios negocios y pronto se endeudó, al punto que tuvo que huir -durante cuatro años- a otros países de Europa para escapar de sus acreedores. Las penalidades que sufrió en su atormentada vida han influido en forma patente en la gran hondura psicológica e intenso dramatismo de sus novelas, como: Pobres gentes, La Casa de los Muertos, Humillados y Ofendidos, Crimen y Castigo, El Jugador, Los Hermanos Karamazov, etc. Como ningún otro autor aborda el sentido profundo de la existencia humana, la presencia del mal en este mundo, la búsqueda de la verdad y su vehemente afán de Trascendencia.

Otras biografías que han hecho célebre a Stefan Zweig son: María Antonieta (esposa del Rey de Francia, Luis XVI), Fouché (el implacable director de la policía francesa), María Estuardo (Reina de Escocia y luego de Francia), Tolstoi (otra de las grandes luminarias de la Literatura Rusa), Magallanes (el intrépido navegante que se lanzó a darle la vuelta al mundo, por vez primera), Erasmo de Rotterdam (humanista holandés quien ejerció una considerable influencia en la Europa de su tiempo), Paul Verlaine (el célebre poeta francés que enriqueció la Escuela Simbolista y la moderna lírica)… 

Con el paso de los años, el legado literario de Zweig no ha hecho sino agrandar su sobresaliente figura, y considero que sus novelas y biografías continúan plenamente vigentes en nuestra época.



viernes, 20 de abril de 2018

SIRIA: GEOPOLÍTICA Y RELIGIONES

LUIS-FERNANDO VALDÉS,
@FeyRazon   lfvaldes@gmail.com

Después del bombardeo a Siria por parte de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, las distintas confesiones cristianas se han unido para denunciar las injerencias de las potencias mundiales y para rezar por el final de la guerra. ¿Las diferencias religiosas son la causa de la guerra en Medio Oriente?



1. Casus belli: las armas químicas. El “motivo de guerra” para el reciente bombardeo, en el barrio de Ghouta en Damasco, fue el uso –o el supuesto empleo– de armas químicas en Duma por parte del gobierno de Bashar al Asad, el pasado 14 de abril.

Aunque las versiones sobre la existencia o no de tales armas no son unánimes, porque Rusia insiste en que fue un montaje, la realidad es que este bombardeo fue un ataque que no contó con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, ni siquiera del Congreso de los Estados Unidos (BBC, 14 abr. 2018).

2. Geopolítica: formar nuevos estados confesionales. Para el obispo libanés Mounir Khairallah este conflicto pone en evidencia “la lucha de intereses entre potencias”. 

Según este obispo maronita, desde el s. XIX, bajo los motivos religiosos que utilizan las potencias dominantes para intervenir en Siria, se ocultan intereses políticos y económicos.

Según Mons. Khairallah, “los estadounidenses hablan expresamente de un nuevo Medio Oriente”, mientra que Israel y Arabia Saudita quieren “una geografía nueva con fronteras confesionales”.

En concreto, “como Israel es un Estado para los hebreos, se quisiera crear en Líbano un Estado para los cristianos, en Siria un Estado para los alawitas, otro para los sunitas entre Siria e Irak y una nación para los kurdos”, detalló el obispo (Vatican Insider, 14 abr. 2018).

3. La religión como pretexto para la geopolítica. En la visión de Mons. Khairallah, el papel de las Iglesias cristianas en la zona consiste en mostrar que “se puede vivir juntos entre religiones, confesiones, pertenencias políticas, pertenencias culturales”.

Sin embargo, las potencias internacionales “buscan la guerra para demostrar que no es posible vivir juntos”, pero esos conflictos conducen “hacia los fundamentalismos o hacia los extremismos que acaban en el terrorismo”, externó el obispo libanés (Ibídem).

4. “Una acción común a favor de la paz en Siria”. Esa fue la petición del Papa Francisco, durante el tradición rezo del Regina Coeli, en la plaza de San Pedro, al día siguiente del bombardeo. De esta manera, el Papa volvió a poner en el centro de la agenda mundial la crisis siria, una de sus prioridades geopolíticas y humanitarias desde que comenzó su Pontificado (G. Galleazzi, 15 abr. 2018).

El día mismo del bombardeo el Pontífice romano llamó por teléfono al Patriarca ruso, Kiril, quien afirmó que la Iglesia ortodoxa pretende seguir en diálogo con el Vaticano para “detener el derramamiento de sangre en Siria”.

El Patriarca declaró también que los obispos de Roma y Moscú han emprendido “esta iniciativa convencidos de que los cristianos no pueden permanecer indiferentes frente a lo que sucede en Siria. El nuestro fue un claro diálogo de paz” (Vatican Insider, 14 abr. 2018).

Epílogo. ¿Qué podemos hacer desde lejos por la paz en Medio Oriente? Lo primero es el deseo sincero de paz, que muchos expresamos mediante la plegaria. 

Pero también debemos tener un agudo sentido crítico, que nos ayude a entender que –hoy día– las diferencias confesionales no son un “motivo de guerra” real, de manera que no aceptemos que nos presenten los conflictos geopolíticos bajo la “tapadera” de una crisis religiosa.

EL RUMOR DE LAS GUERRAS

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Los noticieros de todo el mundo se han hecho eco, una vez más, de la terrible crisis que se cierne sobre Oriente Medio: Siria en concreto, y que va siendo ya muy larga y alarmante al mismo tiempo. 



Hace no muchos años Francisco invitó a todo el mundo a orar por la paz precisamente en una crisis análoga, que presagiaba una conflagración mundial. Como por arte de magia se desvanecieron las tensiones, no así el drama de Siria, que no parece tener fin. 

Apenas en diciembre pasado celebrábamos el fin el Estado Islámico, pero ahora nuevamente la tensión internacional está al límite mientras, impotentes, estamos a la expectativa de poder alcanzar un arreglo diplomático.

Sin embargo, bien mirada, es triste la situación de la humanidad. Apenas hace unos meses estábamos en vilo con las tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos, que presagiaban también un posible conflicto nuclear. Las Olimpiadas de Invierno y el diálogo entre las dos Coreas disiparon los nubarrones de guerra; parece ser que se han enfriado las tensiones entre Coreanos del Norte y Estadounidenses. 

Pero no acabamos de salir de una posible crisis nuclear cuando entramos en otra. No nos queda sino rezar, y esperar una solución diplomática, pero la cadencia de conflictos y el peligro de su potencial destructividad invitan a reflexionar.

¿Hay futuro para la humanidad? Ahora no podemos hacer mucho, aparte de orar por la paz, confiando en que Dios con su Providencia algo tiene que decir en la historia y nos prepara algo mejor, sobre todo por su Misericordia, que en expresión de san Juan Pablo II, pone límite a la capacidad de mal y destrucción que anida en el corazón humano. 

Esperemos que no se cumplan ahora las profecías de Isaías 17, 3 (“Todo el Reino de Siria dejará de existir, al igual que la ciudad de Damasco… Yo soy el Dios todopoderoso y juro que así será”).

Pero, además de rezar, debemos reflexionar: ¿cómo hemos llegado a este extremo?, ¿cómo es posible que cada momento vivamos con el “Jesús en la boca”, amenazados por la suma de todos los miedos, el temor de un conflicto mundial, de una guerra nuclear? 

Algo estamos haciendo mal. Hay que ir a las raíces, pues la oración y la diplomacia pueden superar este problema, pero con monótona cadencia se repetirá si no hacemos algo, y basta una vez que la diplomacia no funcione para que quizá no tengamos ni siquiera la posibilidad de lamentarlo.

En el fondo de todo este caos se evidencia una crisis moral: a un impresionante desarrollo científico y tecnológico no le ha correspondido un progreso moral en la sociedad, más bien todo lo contrario. Por eso estamos en vilo, dependiendo del gobernante prepotente en turno, poseedor de la llave que controla el arsenal nuclear. Si es impulsivo e inmaduro, puede jugarle una mala pasada a toda la humanidad: excesivo poder en manos de quien carece de brújula moral, autocontrol y límites bien establecidos. 

Es como tener tendencias suicidas y guardar un revólver cargado en un cajón “por si se ofrece”.

Dicho mal y pronto, la causa de estos dolores de cabeza mundiales es la desproporción ente crecimiento técnico y retroceso moral. 

La solución es intentar un desarrollo armónico de la humanidad, que sin menospreciar la ciencia y la técnica, propicie también un crecimiento primero moral, y más tarde político, que nos permita dormir tranquilos, con la seguridad, por lo menos, de que no seremos nosotros mismos quienes nos aniquilaremos.

Pero eso comienza con la educación y las prioridades de una sociedad. Cuando para un estado son más importantes las matemáticas y la técnica que las humanidades, no podremos extrañarnos después de carecer de las herramientas conceptuales necesarias para saber que no todo lo que podemos hacer técnicamente debemos hacerlo, es decir, tener límites.

Actualmente vemos cómo se reducen los cursos de humanidades y se potencian los de matemáticas. Bien, pero eso nos convierte en mejores piezas de una sociedad monstruosa despojándonos de la capacidad crítica para dirigirla. Nos vuelve engranajes de un sistema inhumano, quitándonos las herramientas necesarias para cuestionar y orientar el sistema.

Todo se sacrifica al éxito, a la producción, a la productividad, al crecimiento económico. Pero no se nos dice nada del porqué de esa frenética carrera, ni cómo resolver los inevitables conflictos que surgen en esa inhumana competición.

Es preciso, en consecuencia, recuperar el valor inconmensurable de las humanidades, de la reflexión y de la ética. Con el tiempo sanearán la política y, presumiblemente, dejaremos de pasar estos sustos continuos… Eso si lo hacemos a tiempo, esperemos que no sea demasiado tarde. 

Siempre es tiempo de redescubrir el valor factor humano, más importante que el éxito, la eficacia y la productividad. La dignidad del hombre nos recuerda que siendo parte de la naturaleza la trasciende, y que, además de las ventajas personales o nacionales, existen otros criterios de actuación que vale la pena considerar atentamente.

martes, 17 de abril de 2018

¿UN CATÓLICO, PROFESIONISTA NORMAL, PUEDE LLEGAR A SER SANTO?

1) Para saber

Hoy en día es común que se nos ofrezcan cursos, publicaciones, conferencias o mensajes en youtube o whatsapp sobre superación personal, y que se nos invite a desarrollar nuestras capacidades: físicas, mentales, profesionales, etc. Últimamente se han multiplicado los “gym” o “Escuelas de superación”. Es natural, pues nacemos con muchas posibilidades para desarrollarnos e irnos perfeccionando. Podemos afirmar que Dios nos creó con la tarea de hacerlo cada uno según sus posibilidades y de modo ordenado. De hecho, Nuestro Señor nos recuerda: “Sean perfectos, como su Padre celestial es Perfecto”. Podemos afirmar que Dios nos crea para la verdadera perfección. Ese llamado a la perfección es un llamado a la santidad y a ello dedica el Papa Francisco su último escrito.


El Papa publicó su tercera exhortación apostólica el pasado 9 de abril de 2018. Su nombre es ‘Gaudete et Exultate’, es decir, “Alegraos y regocijaos”. Como sucede en estos documentos, se toma el título de las primeras palabras con que comienza. El Papa eligió las palabras de nuestro señor Jesucristo del llamado “Sermón de la montaña”. Jesús invita a alegrarse en el caso de padecer por Él, “porque vuestra recompensa será abundante en los cielos” (Mt 5, 12). La alegría viene de mirar las cosas con esperanza y visión sobrenatural. Así, se puede ser alegre aún en medio de sufrimientos.

2) Para pensar

Desde el origen de la cultura occidental, los griegos intentaron dar una definición del hombre. Con acierto Aristóteles logró definirlo: “el hombre es un animal racional”. Sin embargo, fijándose en lo que puede llegar a ser, San Gregorio Nacianceno formuló otra: el hombre “es un ser viviente capaz de ser divinizado” (Discursos, XLV, 7). Donde se nos muestra que el hombre ha sido creado con un fin, con una meta: su perfección, su santificación. La divinización del hombre consiste en que la imagen divina sea cada vez más fidedigna.

Esta imagen, salida pura de las manos de Dios, ha sido perturbada por el pecado, pero ha sido restaurada por Cristo con su muerte y resurrección. Redención, en efecto, significa restauración de la imagen divina en el hombre.

Pensemos si con la vida que llevamos nos vamos acercando a esa santificación que Dios desea para cada uno.

3) Para vivir

El objetivo de su escrito lo señala el Papa al inicio: “Hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”. Y nos exhorta: “No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó”.

Dios nos quiere santos, dice el Papa, y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre o licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi Presencia y sé perfecto» (Gn 17,1).

El texto consta de cinco capítulos y en los próximos artículos se considerarán algunos puntos de la Exhortación que nos ayuden a luchar a alcanzar la santidad en las circunstancias de nuestra vida común, ordinaria, de todos los días y en medio del mundo, sin importar qué oficio o actividad profesional desarrollemos, con tal de que sea un trabajo honrado y busquemos agradar a Dios mediante una actividad bien hecha y acabada con perfección, dentro de nuestras lógicas limitaciones humanas.

Pbro. Dr. José Martínez Colín, 

sábado, 14 de abril de 2018

LA BÚSQUEDA DE DIOS: UNA FACETA IGNORADA DE OCTAVIO PAZ

El próximo 19 de abril, se cumplirá el vigésimo aniversario del fallecimiento del poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Su legado a las Letras y al pensamiento han sido de una riqueza inconmensurable. Por ello, me parece de justicia revalorar su obra literaria, cuya calidad -de manera indiscutible- se agiganta con el paso del tiempo, y por otra parte, considero necesario revelar a los lectores una faceta poco conocida en este escritor: su apasionada búsqueda de Dios.


Más de alguno se preguntará, no sin cierta sorpresa: ¿Pero Octavio Paz no fue un ateo o agnóstico? Por increíble que parezca, nuestro Premio Nobel siguió un largo y tortuoso itinerario ideológico. Desde su infancia, recibió formación católica. Al llegar la juventud entró en una crisis religiosa y abrazó la doctrina del marxismo-leninismo, al punto que –durante la Guerra Civil Española- decidió ir al país ibero para apoyar la causa republicana.

Pero, en septiembre de 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (U.R.S.S.) y Alemania decidieron repartirse como botín de guerra el territorio de Polonia. Paz se convenció que José Stalin era tan dictador como Adolfo Hitler y que todo ese discurso del dirigente ruso de trabajar “por el bien de las causas del proletariado y de las aspiraciones obreras” no era más que demagogia. Sus reflexiones se recogen en un espléndido libro titulado El Ogro Filantrópico, que constituye una dura crítica al sistema comunista. Y demuestra, con sólidos argumentos, cómo históricamente esta utopía socialista ha engañado a millones de sus seguidores.

Como consecuencia de su desencanto por el Comunismo, el ilustre poeta mexicano inició un prolongado “camino de búsquedas”, como solía decir, dentro de las corrientes de pensamiento vanguardistas de su época. En su libro Itinerario –de carácter autobiográfico- manifestó que no le agradaba que lo etiquetaran de “ateo” ni de “agnóstico”, porque él se consideraba un hombre abierto a lo Trascendente, “a la Otredad”.

En los años sesenta, fue designado Embajador de México en la India. En ese país oriental conoció de cerca la religión Budista. Hizo un notable esfuerzo por adentrarse en ella y entrar en comunión con esa creencia, pero relata que en ella no descubrió a Dios, sino “una especial vacuidad”, la nada; un angustioso vacío que le producía vértigo…

Tiempo después comentaba: “Descubrí que de oriente me separa algo más hondo que el cristianismo: no creo en la reencarnación. Creo que aquí nos la jugamos del todo, no hay otras vidas”.

En una célebre entrevista que le hizo el reconocido político y periodista, Carlos Castillo Peraza, el Nobel de Literatura le confió que en la India tuvo un nuevo acercamiento hacia el cristianismo.

Relata que, cierto día, entró en una iglesia católica y un sacerdote estaba celebrando Misa. Con sencillez reconoce: “La escuché con fervor. Lloré. (…) Sentí la presencia de eso que han dado en llamar la “Otredad”. Mi ser ‘otro’ dentro de una cultura que no era la mía. Mi identidad histórica”. 

Y concluía: “Dialogo con esa parte de mí mismo que es más que el hombre que soy porque está abierta al infinito. (…) Hay en los hombres una parte abierta hacia el infinito, hacia la “Otredad”.

El ser humano -añadía- no es el resultado de la ciega casualidad. Y consideraba que el hombre de nuestro tiempo había caído en una profunda crisis espiritual al haberse dejado arrastrar por el relativismo, el agnosticismo y el materialismo hedonista.

Es reveladora esta declaración en el ocaso de su vida: “Voy a cumplir ochenta años. (…) A esta hora Don Quijote se resigna a ser Alonso Quijano y se dispone a poner en orden su alma”.

En uno de sus últimos y más bellos poemas, titulado “Hermandad”, escribió: “Soy hombre: duro poco/ y es enorme la noche. / Pero miro hacia arriba: / las estrellas me escriben. / Sin entender comprendo: / también soy escritura / y en ese mismo instante / alguien me deletrea”.

Finalmente, Paz comprendía que pertenecía a un Dios Creador, más cercano a él de lo que imaginaba y que, además, buscaba comunicarse íntimamente con el poeta. El Nobel manifestaba un hondo gozo, como quien descubre un tesoro largamente buscado, su finalidad última, con ese cristalino y significativo verso: “alguien me deletrea”. 

El escritor J.M. Cohen afirma que: “La búsqueda de Paz es en esencia religiosa”.

“Paz no soslaya -comenta Rafael Jiménez Cataño, especialista en este poeta- la parte escatológica de la Otra Vida. Pienso que podemos decir con cierta confianza que el ansia de felicidad es también ansia de inmortalidad. Queremos ser felices para siempre”.

Después de una apasionada búsqueda, como en círculos concéntricos, Octavio Paz descubrió a un Dios que es Eterno, y por tanto, no tiene principio ni final. Además, es fuente de la Felicidad Última. 

Sin duda, estos descubrimientos suyos se revelan como de gran actualidad y vigencia para las personas de nuestro tiempo.

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

viernes, 13 de abril de 2018

¿QUIÉNES SON LOS GNÓSTICOS?

En su más reciente documento, “Gaudete et exsultate”, Francisco dedica un apartado completo a los gnósticos. Pero ¿quiénes son?, ¿qué hacen?, ¿por qué su doctrina es peligrosa para la Iglesia?


1. Una vieja doctrina. “Gnosis” en griego quiere decir “conocimiento” y –como explicaba un querido profesor mío, ya fallecido, don Lucas Mateo-Seco– en el Nuevo Testamento, se llama gnosis al conocimiento de las realidades divinas, recibido por la fe como fruto de la amistad con Cristo.

En su artículo, Mateo-Seco hace ver que hubo un gnosticismo ortodoxo (el de los Padres de la Iglesia) y otro heterodoxo. Según S. Ireneo y S. Epifanio, los gnósticos no constituyen una herejía cristiana, sino una falsa religión, que tomó su ropaje externo del cristianismo.

Básicamente, esta doctrina sostiene que cada persona ya tiene “dentro de sí” el contenido de la revelación divina, la cual no sería ya lo que dice la Escritura o la Iglesia, sino lo que cada uno descubre dentro de sí mismo.

Por eso, el gnóstico busca “dentro de sí mismo” la sustancia de la propia salvación, y espera encontrarla inevitablemente, ya que ha nacido con ella. De ahí que pueda darse, “gnosis sin salvador, pero no salvación sin gnosis”; es decir, no haría falta acudir a Jesús para salvarnos.

2. La tentación de vida cristiana sin Cristo. Aquella misma doctrina se ha hecho presente, dos mil años después, “con alarmante actualidad”, también en la Iglesia de nuestra época, y se manifiesta en la actitud de quienes se aferran a la “seguridad doctrinal”, pero sin interesarse realmente ni de Jesucristo ni de los demás (Cfr. Gaudete et exsultate, 35).

Se trata de personas que piensan que ya resolvieron su situación existencial o su vida espiritual por el mero hecho de que su mente halla alcanzado claridad, a través del estudio de la Biblia o de la Teología.

Pero en realidad no es así, porque al reducir la revelación divina a su “enciclopedia de abstracciones”, se alejan de Dios y de los demás, pues prefieren “un Dios sin Cristo, un Cristo sin Iglesia, una Iglesia sin pueblo” (Cfr. n. 37).

3. Un problema real y actual. El Papa hace ver que “esto puede ocurrir dentro de la Iglesia”, tanto en los laicos de las parroquias como en profesores católicos de Filosofía o Teología, quienes caen en el gnosticismo al “creer que con sus explicaciones ellos pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio”.

Además de pretender reducir todo el conocimiento de Dios a lo que cabe en su mente, estas personas hacen difícil la vida a quienes los escuchan, pues “absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan” (Cfr. n. 39).

Y quien “tiene respuestas a todas las preguntas” posiblemente “usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales”, olvidando que “Dios nos supera infinitamente”. Quien lo quiere todo claro y seguro “pretende dominar la trascendencia de Dios”, explica el Papa (Cfr. n. 41).

Francisco advierte también de una “peligrosa confusión” gnóstica: la de creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, “ya somos santos, perfectos, mejores que la ‘masa ignorante’.” Pero en realidad, ese conocimiento debería llevar a amar más a Dios y a ser misericordiosos con el prójimo (Cfr. nn. 45-46).

Epílogo. El gnosticismo actual toma forma de un docto “individualismo”, que se apoya en la autosuficiencia académica y en una autosuperación sin ayuda. Por eso, el Papa Francisco nos reorienta hacia el camino correcto, tanto a creyentes como a no creyentes, pues a todos nos recuerda, por una parte, que nuestra mente no agota la realidad ni sustituye a Dios y, por otra, que no nos podemos olvidar que nuestra vida está en relación con el próximo más necesitado de comprensión y ayuda.

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon lfvaldes@gmail.com