miércoles, 10 de agosto de 2022
UN SACRIFICIO LLENO DE AMOR
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Una de las películas mejor valoradas por la crítica, y de mis
preferidas, es “Casablanca”, ganadora de varios óscares, entre ellos el
de “Mejor Película” otorgado en 1943. Es un drama romántico
protagonizado por Humphrey Bogart en el papel de Rick y por Ingrid
Bergman como Ilsa. El desarrollo de la película se centra en el conflicto
que se le presenta a Rick: Escoger entre su amada Ilsa o hacer lo
correcto. Parte de su éxito se debe a la decisión de aceptar hacer un
sacrificio por una causa noble. Se descubre la belleza del acto heroico de
sacrificar algo muy valioso, o sacrificarse a sí mismo por algo que vale la
pena.
Esa belleza la hemos de saber descubrir en la Liturgia, como nos
invita el Papa Francisco. En ocasiones pasadas, hemos reflexionado
sobre la belleza física, así como la belleza que se da en el encuentro con
alguien a quien se ama, y ambas se encuentran en la liturgia. Ahora el
Papa pone la atención en la belleza del sacrificio: el sacrificio de Jesús. A
diferencia de una película, ese sacrificio de Jesús es real y además lo
hizo por amor a cada uno de nosotros.
2) Para pensar
Las esculturas griegas, del periodo clásico, son muy bellas, armónicas
y expresivas alcanzando casi la perfección. No obstante, esa belleza
física es superada por la belleza espiritual. El sacrificio que se hace por
amor a alguien es un acto bello. Y si ese sacrificio es el mayor que se
pudiera hacer, movido también por el máximo amor que se pudiera
tener, resultaría un acto máximamente bello. Pues bien, ese acto ya se
hizo: Jesús sufrió el máximo sacrificio posible, movido, a su vez, por el
amor más grande que se pueda tener, el amor de Dios. Por ello, en la
Liturgia, y en especial en la Eucaristía, nos encontramos con la máxima
belleza que pudiera existir, en el sacrificio de Cristo.
También en los otros seis Sacramentos, que se celebran
litúrgicamente, está presente ese Sacrificio, pues son posibles gracias a
que Jesús nos ganó la gracia con su Pasión y Muerte. Pensemos si
podríamos asistir a las ceremonias litúrgicas con una mayor conciencia
de ese Sacrificio.
3) Para vivir
El dolor esconde una belleza que a veces no se valora. Nuestra
naturaleza conlleva un instinto para conservarnos, que es muy positivo,
pues así evitamos lo que pudiera ser un peligro para nuestra existencia.
El dolor corporal es una advertencia de nuestro organismo de que algo
no va bien.
En ocasiones el dolor es necesario para conseguir un bien mayor. Es
el caso, por ejemplo, de una inyección o una operación dolorosa en que
se acepta el dolor para recuperar la salud. En el plano espiritual,
Nuestro Señor aceptó dolores indecibles para conseguirnos la salvación.
Su sacrificio tuvo un poder salvífico. En ese caso, no solo se trató de
conseguir un bien, sino de hacerlo por alguien, lo cual implica un acto
amoroso. Se sufre por amor a alguien, y se nos revela que es un acto
noble, hermoso.
Por ello, no se trata de querer el dolor o sufrimiento en sí mismos,
sino como medios para algo superior. Cuando alguien ama a una
persona, no le importa sacrificarse por ella. Es de desear que en nuestra
vida sepamos sacrificarnos por los demás, como Jesús se sacrificó por
nosotros. (articulosdog@gmail.com)
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