lunes, 8 de agosto de 2022
LA BELLEZA DE LA LITURGIA
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Por siglos se intentó descifrar la escritura jeroglífica egipcia, todo un
reto para los estudiosos. Fue a principios del siglo XIX cuando un joven
francés, Jean Francois Champollión, lo logró gracias al descubrimiento
de la piedra Rosetta que dio la clave para ello. Los signos requieren de
una “clave” para aclarar su significado.
La Santa Misa tiene muchos signos que requieren ser comprendidos
para descubrir su importancia. En su reciente carta, el Papa Francisco ha
querido que descubramos la belleza de la liturgia, en especial de la
Eucaristía. Y la descubriremos si comprendemos sus signos. Nuestro
Señor al instituir el Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena, poco
antes de ser crucificado, va a explicar el significado de lo que está
haciendo, da la “clave” de lo que se avecina con su muerte. Dice el Papa
que gracias a la Última Cena, comprendemos que la muerte de Cristo es
un acto de culto perfecto y agradable al Padre. Ahí Jesús les dice a sus
Apóstoles que su Cuerpo es entregado y que su Sangre es derramada.
El Papa menciona el “pan partido”, para referirse a la Sagrada Forma
partida en dos por el sacerdote en la Santa Misa. Ello tiene un gran
significado. Recordemos que se lleva a cabo una vez que se ha
consagrado y, por tanto, nuestro Señor Jesucristo ya está presente en la
Hostia cuando el sacerdote la parte. El quebrantamiento del Pan
simboliza el quebrantamiento de Jesús en su Pasión. Algún autor dice
que en ese momento las manos del presbítero simbolizan las manos de
los martirizadores de Cristo: está Jesús quebrantado.
2) Para pensar
Cuando estaba muy anciano San Alfonso María de Ligorio, ya era
capaz de celebrar la santa Misa, pero sí recibía todos los días la sagrada
Comunión. Una vez, apenas había recibido la hostia, comenzó a gritar:
“¿Qué es lo que me habéis dado? ¡No me habéis dado a mi Jesús!” Hubo
desconcierto y fueron a preguntar al sacerdote que celebró la Misa y al
acólito ayudante y se llegó a saber que por distracción, había omitido la
consagración. Por eso, tenía razón el santo anciano, que por su
santidad, supo que en esa hostia no estaba Cristo y reclamaba: “¿Qué
es lo que me habéis dado?
Pensemos cómo es nuestra fe en la presencia real de Cristo en la
Hostia consagrada.
3) Para vivir
Comentaba el Papa que si hubiésemos llegado a Jerusalén después
de Pentecostés y hubiéramos querido encontrarnos con Jesús de
Nazaret, lo habríamos encontrado verdaderamente en la comunidad que
celebra: en la liturgia. Nuestro Señor Jesucristo, al mandar a sus
Apóstoles a hacer lo mismo que Él hizo en la Última Cena, no era sólo
para recordarlo, sino para hacerse presente en esa ceremonia. En la
Eucaristía, Jesús está realmente presente con su cuerpo, su alma, su
humanidad y su divinidad.
Cuando asistimos a la Santa Misa no sólo celebramos un rito, sino
que se da un encuentro real con Cristo que se halla tan presente como
nosotros mismos lo estamos también. Y el Señor se hace presente y
ofrece su sacrificio por nosotros, para nuestro bien. Quizá a quien
muestra desinterés por asistir a la Misa le estará faltando ser consciente
de ese encuentro con la presencia amorosa de Jesús. (articulosdog@gmail.com)
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