Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Con la proliferación de la comunicación a través de mensajes, se han
popularizado muchos símbolos que representan emociones o
expresiones. Por ejemplo, se envía el símbolo XD, para expresar risa a
carcajadas, pues si lo giramos 90° a la derecha se asemeja a la
representación de una cara con la boca muy abierta y los ojos apretados
fuertemente como síntoma de una fuerte carcajada.
En la Liturgia, señala el Papa Francisco, se utilizan muchos símbolos
que representan realidades profundas y que es necesario aprenderlos y
comprenderlos. Decía el pensador alemán Romano Guardini: «Se
delinea la primera tarea del trabajo de la formación litúrgica: el hombre
ha de volver a ser capaz de símbolos».
2) Para pensar
Existe el peligro de no aprender a leer lo que los símbolos me
representan, y quedarme analfabeta, como dice el Papa. Y no solo se
refiere al ámbito litúrgico, sino también con realidades cotidianas. Por
ejemplo, con algo tan cercano como es el cuerpo humano, el cual es un
símbolo, porque no sólo es algo material, sino que está unido a un alma
espiritual, que es superior al cuerpo. El alma humana se deja “ver” a
través del cuerpo y hemos de saberla descubrir.
Si nos quedáramos solo con lo que vemos del cuerpo, estaríamos
empobreciendo a la persona no considerando lo valiosa que es con su
alma. Eso sucede con la pornografía, que invita a limitarse a ver lo
corporal olvidándose de lo espiritual, es decir, no deja ver a la persona
completa, es una invitación a ser analfabeta al no descubrir la belleza
espiritual de la persona. Además la pornografía reduce a la persona a un
objeto de placer, rebajando la dignidad de la persona que es digna de
amor, no de ser usada.
El ser humano tiene la capacidad de conocer, a partir de las cosas
sensibles, realidades que van más allá de ellas mismas, que las
trascienden. Si dejáramos de ver más allá de lo sensible nos llevaría a
un desconocimiento no sólo de Dios, sino también de nosotros mismos.
Eso sucede cuando se exagera la importancia del cuerpo y se le dedica
demasiado tiempo a su cuidado, dándole casi un culto.
Pensemos si, nosotros mismos, no nos estaremos preocupando
demasiado de nuestro cuerpo y, sin embargo, no le demos la debida
importancia al estado de nuestra alma.
3) Para vivir
Si se logra comprender el valor simbólico de las criaturas, también se
comprenderá el lenguaje simbólico de la Liturgia. No es extraño que los
santos han sabido contemplar las criaturas y descubrir en ellas la mano
de Dios. El Papa Francisco nos invita a tener la mirada de San Francisco
de Asís, quien llamaba hermanos al sol, la luna, los pájaros… Los veía
asombrado como criaturas de Dios, llenos de belleza y esplendor, que le
hacía levantar su voz en alabanza a Dios.
No se puede renunciar al lenguaje simbólico porque es el que la
Santísima Trinidad ha elegido para llegar a nosotros en la carne del
Verbo. Se trata más bien de recuperar la capacidad de comprender los
símbolos. Dice san Josemaría: “Todo, hasta el más pequeño de los
acontecimientos honestos, encierra un sentido humano y divino”
(Amigos de Dios, n 125). Y a cada uno nos corresponderá, con la ayuda
del Espíritu Santo, saber descubrirlo. (articulosdog@gmail.com)
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