Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx
El espíritu malvado de tristeza no es fácil de evitar. Es una emoción que todo ser humano experimenta durante la vida, cuando entiende que padece el sufrimiento de un mal que afecta a su persona y se une a él mismo.
Por ejemplo, sufrimos tristeza cuando nos enteramos que la corrupción se ha transformado en defecto institucionalizado en gran número de ocupaciones y quehaceres económicos, jurídicos o académicos. Es un mal que afecta directa y principalmente a la persona corrupta y también al cuerpo social de forma colateral.
El tráfico de influencias no es nada trivial. Provoca tristeza cuando al desempeñar bien el propio trabajo profesional no se recibe el premio o reconocimiento debidos. Es lamentable porque la recomendación restringe la eficacia del buen trabajo objetivo, en favor de otro que bien puede ser un haragán pero es amigo del líder.
Perder la batalla por el poder y terminar la vida en prisión perpetua no parece ser un final feliz. Es el caso de Bo Xilai, quien ocupó la cartera de Comercio de la República Popular China. Bo fue condenado a cadena perpetua por actos de corrupción. Es hijo de Bo Yibo, uno de los señalados como integrante del grupo los Ocho Inmortales del Partido Comunista de China.
Recientemente Sun Zhengcai, secretario del Partido Comunista (PCCh) en la región de Chongqing, fue juzgado culpable de aceptar sobornos por 27 millones de dólares. Antes había sido encargado del ministerio de Agricultura.
Cuando las desilusiones se presentan en primera persona, la tristeza cubre con su manto la vida diaria.
El poder económico deslumbrante que muestra China al mundo, esconde innumerables casos de tristeza en los habitantes de ese país. Si bien hay parte de verdadera felicidad, normalmente no se dice el costo, es decir, los controles, castigos a buenos líderes o violaciones a derechos humanos con el fin de brindar “lo mejor para el pueblo”. El sistema político chino es autocrático y se considera como el camino mas sencillo para implementar subsistemas de meritocracia.
China y los chinos padecen la corrupción. A partir de que se ha permitido en la sociedad la economía capitalista, y a los individuos la libertad económica de emprender, se ha generado corrupción en el gobierno y tráfico de influencias.
Hace un año o dos condenaron con pena de muerte a un gobernador de una provincia china, que también fue candidato a primer ministro; no recuerdo el nombre, pero el caso fue muy comentado; es muy posible que fueran corruptos también aquellos que obtuvieron el control político y luego le condenaron.
¿Vale la pena vivir así?, ¿con angustia y tristeza? No es nada tranquilizador percatarse de que por encima de la cabeza se encuentra la espada de Damocles, dispuesta a descender en cualquier momento.
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