miércoles, 26 de junio de 2019

PRESIDENTE TRUMP: UN TWEET BRAVUCÓN

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

El periódico The New York Times informó que el Presidente Trump decidió atacar Irán tras el derribo de un drón de la armada de Estados Unidos.


Supuestamente violó el espacio aéreo de Irán. Esto lo afirma la Guardia Revolucionaria. Pero según el Pentágono, el drón volaba en el espacio aéreo de aguas internacionales.

Trump autorizó un ataque selectivo el pasado jueves 20 de junio. La orden de acción fue suspendida por el mismo presidente antes de que el Pentágono la ejecutara. Se estima que la orden de combate fue dada únicamente contra radares militares y baterías antimisiles.

“En realidad Irán ha cometido un gran error”, informó el presidente. Aunque en el transcurso de la tarde el mandatario quitó importancia al suceso, no deja de causarnos asombro la desmesura de su reacción emocional. No se puede jugar a la imprudencia en un escenario tan delicado de imprudencias.

Entre el tweet bravucón y la orden de detención de la ofensiva, varios buques de la Marina iban navegando hacia el estrecho de Ormuz y aviones en pleno vuelo se preparaban a incursionar. La orden quedó suspendida. ¿Los motivos? Son varios.

¿Qué sucedió?,¿fue solamente un cambio de opinión?, ¿una estrategia logística?. Trump ya había frenado al menos dos ataques en 2016 y 2017 contra el régimen de Siria.

Horas mas tarde el presidente calculó costos y beneficios. No era proporcional el precio a pagar en vidas humanas por un drón derribado por parte de Teherán.

El lunes en su cuenta de Twitter el presidente de EE.UU escribió: "La demanda de EE.UU. a Irán es muy sencilla: ¡No armas nucleares ni más patrocinio del terrorismo!". La exigencia es clara y muy difícil de cumplir, al menos en una de sus partes.

El asunto no es de menor importancia ya que por este medio de comunicación digital se intercambian mensajes y contenidos en tiempo real desde cualquier región del mundo a través de la red. La cuenta de tweeter de Trump aumentó la escalada de tensión.

Por motivos económicos, geopolíticos, culturales, productivos o de otro tipo, desde hace tiempo la relaciones diplomáticas de EUU e Irán se habían intensificado notablemente. Hace varios meses comenzaron a decaer.

¿Qué precio debemos pagar por la paz en las relaciones internacionales? La recta razón en la política mundial es un valor humano que facilita el entendimiento internacional. No es negociable ni admite pluralismo. O se acepta o se rechaza.

Depende más de la gente que de los potenciales técnicos de las naciones.

¿Quién debe gobernar, el sabio o el prudente?, ¿mandará mejor el que sabe en qué consiste la prudencia?, ¿o el que sabe llevar a la práctica los principios esenciales de la prudencia? Me parece que debe gobernar el prudente. Mientras que el sabio debe enseñar, Trump debe tener muy claros y a mano los principios básicos del hombre prudente y adaptarlos a las circunstancias.

Recojo algunos principios elementales de prudencia (Albino Luciani, "Ilustrísimos Señores"):

- “Un éxito aparente, aunque clamoroso, es en realidad un fracaso si se ha conseguido pisoteando la verdad, la justicia y la caridad.”

- “El que está por encima, está al servicio de quien está por debajo: tanto valen los señores como los súbditos.”

- “Cuanto mayor es la responsabilidad, tanto mayor es la necesidad de recibir ayuda de Dios.”

-Los principios deben que aplicarse en las relaciones internacionales. Las naciones son como las copos de nieve: todos semejantes, pero ninguno del todo igual a otro. Las circunstancias, la emociones y estados de ánimo, el temperamento personal –que no es el carácter-- y la cultura, son diferentes en sus manifestaciones y semejantes en sus orígenes.

Si la realidad y las circunstancias cambian, debe cambiar el que gobierna pero sin cambiar los principios de la recta razón en el actuar internacional.

De ahí nace la importancia de que no primen los intereses personales ni las ambiciones sobre el bien de las personas y de las naciones. 

En mi opinión, la bravuconería no asegura la paz y sí perturba la convivencia entre los pueblos.

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