Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
“Los amigos verdaderos son los que vienen a compartir nuestra
felicidad cuando se les ruega, y nuestra desgracia sin ser llamados”.
Esta frase se le atribuye a Demetrio de Falera, filósofo de la antigua
Grecia, quien inventó el oficio de bibliotecario.
En la amistad es natural querer compartir los propios bienes. Y
cuando se tiene el bien de la fe, la amistad favorece su transmisión. El
Papa Francisco se refirió a un sacerdote italiano que a través de la
amistad hizo posible que el anuncio de Jesucristo llegara al pueblo chino
cuando aún no se conocía. Se trata del venerable Mateo Ricci del siglo
XVI, un ejemplo de celo apostólico.
2) Para pensar
Relataba el Papa Francisco que Mateo Ricci, después de haber
entrado en la Compañía de Jesús, se entusiasmó por lo que contaban los
misioneros sobre el Extremo Oriente. Ya se habían hecho varios intentos
para entrar a China sin lograrlo. Entonces Ricci se propuso que los
chinos debían conocer a Jesús. Para ello se preparó muy bien,
estudiando cuidadosamente la lengua y las costumbres chinas. Luego se
estableció por dieciocho años en el sur del país antes de llegar a Pekín,
que era el centro de China. Con constancia, paciencia y animado por
una fe inquebrantable, Mateo Ricci pudo superar dificultades, peligros, y
desconfianzas. ¿Cuál era su secreto? Que siguió siempre el camino del
diálogo y la amistad, y esto le abrió muchas puertas para el anuncio de
la fe cristiana. Estudió de forma profunda sus textos clásicos, para
presentar el cristianismo en diálogo positivo con su sabiduría
confuciana, con los usos y costumbres de la sociedad china. Esto se
llama una actitud de inculturación, comentó el Papa Francisco.
Su óptima preparación científica, vestido como un erudito, suscitaba
el respeto, interés y admiración por parte de los hombres cultos. Por
ejemplo, por su famoso mapamundi que les reveló una realidad exterior
a China más amplia de lo que imaginaban. Los conocimientos
matemáticos y astronómicos de Ricci y de los misioneros que le
acompañaban contribuyeron a un encuentro fecundo entre la cultura de
occidente y de oriente.
3) Para vivir
Ser un hombre de ciencia le abrió las puertas a Ricci para dialogar
con los hombres de ciencia de China. Pero lo que fue decisivo para que
aceptaran la fe fue, junto con la gracia divina, su testimonio del
Evangelio, su vida virtuosa y de oración. Porque ante todo, siempre
rezaba. Dice el Papa que la oración es la que alimenta la vida misionera,
una vida de caridad y ayuda a los otros, con total desinterés por
honores y riquezas. Esto llevaba a sus discípulos y amigos chinos a
acoger la fe católica. Veían a un hombre tan inteligente, tan sabio, y tan
creyente que decían: “Eso que predica es verdad porque lo dice una
personalidad que testimonia con su propia vida lo que anuncia”.
Esta coherencia de vida es la que nos toca vivir a todos nosotros,
dice el Papa. Porque se puede saber el “Credo” de memoria, pero si
nuestra vida no es coherente con lo que profesamos no sirve de nada.
Lo que atrae a las personas es el testimonio de coherencia: los
cristianos estamos llamados a vivir lo que decimos y de esa manera dar
muchos frutos en el mundo. (articulosdog@gmail.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario