martes, 30 de mayo de 2023

ROMANO GUARDINI: UN INNOVADOR DE LOS SABERES HUMANÍSTICOS

Raúl Espinoza Aguilera

Hay una frase célebre atribuida al Filósofo griego Sócrates que dice: “Conócete a

ti mismo” y que otro Filósofo alumno suyo, Platón, recogió en su libro “Diálogos”. A

su vez, Platón fue maestro de Aristóteles. Ellos tres son los representantes de la

Filosofía Antigua.

Muchos siglos después, el Filósofo, pensador, sacerdote y escritor Romano

Guardini (1885-1968), de ascendencia alemana, recogió esos conceptos centrales

en sus libros: “La Aceptación de Sí mismo” y “Las Etapas de la Vida”, quién tuvo

una notable influencia ideológica en su tiempo.

Pocos saben que tuvo serias enfermedades (como depresión nerviosa, por

ejemplo) y toda su vida tuvo que “nadar contra corriente”. Por eso se explica el

contenido de su libro: “La Aceptación de Sí mismo”. Porque después de mucho

sufrir por sus males, se percató que tenía que aceptar sus enfermedades y hacerle

frente a la vida. Hay que tomar en cuenta que, en ese entonces, los Psiquiatras no

contaban con los modernos antidepresivos, que proporcionan una eficaz mejoría

del enfermo.

Luego publicó su interesante libro: “Las Etapas de la Vida”, en el que aborda las

posibles crisis de la existencia humana, como: la adolescencia, la madurez y la

entrada en la ancianidad, como un moderno Psicólogo.

¡Cuántas personas hay que no se conocen a sí mismas y que no son capaces de

prever sus posibles crisis emocionales!. Me refiero al caso de algunas mujeres que

muchas veces, al llegar la edad de la menopausia tienen un cambio hormonal. Se

descontrolan porque en algunos casos sienten que están sufrimiento un serio

trastorno mental y no pocas veces erróneamente son internadas en un hospital

psiquiátrico, cuando resulta que lo que necesitaban era la ayuda y atención de un

buen Endocrinólogo que les atendiera esa súbita baja en su actividad hormonal.

Mismo caso con ciertos varones -no todos- al llegar a la andropausia.

En los adolescentes sucede algo similar y entra dentro del cuidado que deben de

tener sus padres para atender cualquier alteración en su conducta que muchas

veces, de forma equivocada, simplemente se les clasifica como “rebeldes” o

“desadaptados” cuando resulta que requieren de una adecuada atención médica.

Recuerdo que cuando daba clases en la Secundaria, un día a mis alumnos de

tercero les puse una sencilla prueba. Les pedí que sacaran una hoja en limpio y

pusieran una raya en medio. Luego les dije que del lado izquierdo anotaran 5

virtudes o valores que, en su opinión, tenían y que fueran levantando la mano

cuando hubieran terminado.


Me llamó la atención la rapidez con que escribieron lo que les pedí. A

continuación, les pedí que fueran dando lectura de sus valores. Unos decían: “soy

buen estudiante, deportista, ordenado”. Otro más leía: “Soy obediente con mis

padres, me gusta estudiar, pienso que soy buen hermano y me esfuerzo por tener

excelentes calificaciones”. Y en ese tenor se fueron expresando otros alumnos

más.

La sorpresa les vino cuando les pedí que en la columna derecha de esa misma

hoja en blanco escribieran sus principales 5 defectos que pensaban que pensaban

que podrían tener.

Pensé que los redactarían a la misma velocidad que sus valores o virtudes, pero

no fue así. Después de un rato de esperarlos, les pedí que fueran dando lectura a

esos defectos o limitaciones.

-“Profe”-me dijeron- es una pregunta muy difícil de contestar”.

Comprendiendo su situación, fue entonces cuando les pedí que sólo escribieran

una sola limitación, pero ninguno de ellos me pudo responder.

Aproveché para decirles:

-“¿Se dan cuenta lo poco que se conocen?”

Porque ninguno de los alumnos me pudo responder. No por pena ni por temor al

“qué dirán” del resto de los compañeros, sino por desconocimiento de sí mismos.

Por ello Romano Guardini propone:

1. La aceptación de sí mismo, tal y como soy, con mis defectos y limitaciones.

2. La aceptación de los demás, como son y no como me gustaría que fueran.


3. En tercer lugar, la aceptación del entorno ambiental. Guardini sufrió la

invasión de loa nazis porque daba clases de Filosofía, primero en la

Universidad de Tubinga y, luego, en la Universidad de Múnich. Como era

sacerdote católico se le obligó a que abandonara la universidad. Fue hasta

pasada la Guerra Mundial, cuando se pudo reincorporar para impartir esa

materia. Y así se mantuvo hasta su jubilación.

Esto explica esa “aceptación del entorno ambiental”, situación en la que

sufrió desprecio, no obstante, su gran preparación y sabiduría.

Por otra parte, es asombrosa la cantidad de libros que fue publicando. Ya

desde antes del Concilio Vaticano II, se le consideraba como un renovador

de la Teología, de la Filosofía y de la Liturgia. Y al terminar dicho Concilio

fue un luminoso inspirador para realizar cambios profundos, pero siempre

dentro de la ortodoxia doctrinal de la Iglesia.


Fue una persona particularmente valiosa porque supo convivir con sus

enfermedades y seguir adelante en su carrera humanística y pastoral, como

sacerdote, Filósofo, Teólogo, Psicólogo y como un brillante escritor.

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