lunes, 17 de agosto de 2020

¿POR QUÉ HAY MAL EN EL MUNDO?

 Pbro. José Martínez Colín,

articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Ante las desgracias que nos rodean, surgen preguntas que

siempre han acompañado a la humanidad, ¿por qué existe el dolor?

¿Por qué hay mal? ¿De dónde viene el dolor y la muerte? ¿Quién es

culpable? ¿Cómo entra Dios, que es infinitamente bueno, en todo

esto?

La llamada “Parábola de la cizaña” da muchas luces y respuestas a

esas inquietantes preguntas. En ella Jesús explica que un hombre

sembró buena semilla en su campo. Y mientras dormían los

cuidadores, vino el enemigo y sembró cizaña. Al poco tiempo, creció

la semilla y la cizaña a la vez. Los criados fueron a preguntarle al

dueño del campo cómo es que había cizaña. El amo les explica que

fue el enemigo quien la sembró. Cuando quieren ir a arrancar la

cizaña, el amo no se los permite, porque se corre el riesgo de

arrancar juntas las malas hierbas y el trigo. Es necesario esperar a la

cosecha: solo entonces se separarán y la cizaña será quemada.

De esa manera, Jesús explica realidades profundas: el campo es el

mundo y quien siembra la buena semilla es Dios. En cambio el

enemigo es el diablo. Con ello podemos saber que Dios siempre

siembra cosas buenas, nunca el mal. Seríamos injustos en atribuirle

a Dios el mal. Recordemos que Dios, al crear, todo lo hizo bueno. Fue

debido a que no usaron bien de su libertad que al hacer el mal, tanto

el diablo como el hombre, causaron que entrara en el mundo la

cizaña: el dolor, el sufrimiento, la misma muerte.

2) Para pensar

Se cuenta que en una escuela una buena niña, Laurita, por recibir

un golpe involuntario, en un arranque de ira agredió a su compañera:

la insultó y le dio una patada. Fueron llamados los papás y la

profesora en frente de la niña explicó: —Suele portarse bien su hija,

pero ustedes saben que el demonio tienta y se ve que Laurita no tuvo

fuerzas para dominarse.

Entonces Laurita intervino: —Tal vez lo de insultar sí me lo

propuso el demonio, pero lo de darle una patada, eso sí salió de mí.


Sucede que, efectivamente, el mal no siempre es debido al

demonio, sino que el hombre es cómplice y muchas veces quien toma

la iniciativa. En la parábola podríamos decir que la cizaña pudo

sembrarla el enemigo, porque los cuidadores dormían en vez de

vigilar. También tenían parte de la culpa. Lo mismo sucede en

nuestras faltas, muchas veces estamos descuidados, “dormidos”, y

no luchamos para evitarlas.

3) Para vivir

¿Por qué Dios no acaba con el mal? La parábola nos da luces. El

Papa Francisco, que la comentó, dice que ahí descubrimos la razón:

Dios es paciente con nuestras faltas porque espera nuestra

conversión. Ello nos da mucha esperanza.

A veces podemos ponernos como jueces de las faltas ajenas, como

los siervos que quieren eliminar enseguida el mal, pero hemos de

asumir la misma mirada de amor de Dios, que ve al buen trigo. El

mal, por supuesto, debe ser rechazado, pero los malvados son

personas con las que hay que tener paciencia. Jesús vino a curar a

los enfermos, a buscar a los pecadores, no a destruirlos. Hemos de

ser pacientes como Dios lo es. Teniendo presente la paciencia que

Dios tiene con nosotros.

A Dios le corresponde juzgar y al momento de la cosecha, el juicio

final, premiará a los buenos y castigará a los que no quisieron

convertirse.

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