Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
“Un corazón alegre es el resultado normal de un corazón ardiente de
amor” (Santa Madre Teresa de Calcuta). En estos últimos días de la
Cuaresma hay sentimientos encontrados, pues aunque nos dirigimos
hacia los dolorosos episodios de la Pasión y Muerte de Jesucristo,
también hay alegría al recordar su entrada festiva a Jerusalén; alegría
que se verá colmada con su Resurrección. La entrada del Domingo de
Ramos es una bella escena, dice el Papa Francisco, llena de luz —la luz
del amor de Jesús, de su corazón—, de alegría, de paz, de fiesta. Es por
el corazón ardiente de Jesús que nos llena de alegría, la alegría de ser
amados.
En la Misa del Domingo de Ramos, se repite el gesto de agitar las
palmas expresando la alegría de acompañar a Jesús, de sentirlo
cercano, como un amigo y también como rey, es decir, como faro
luminoso de nuestra vida.
2) Para pensar
Una noticia sorprendió: Una joven, modelo, de las pasarelas decidió
ingresar a un convento.
Joven y guapa, Patricia soñaba con llegar lejos, al teatro, aparecer en
las revistas, ganar mucho dinero y ser alabada por el mundo. Vivía entre
viajes, moda, sesiones fotográficas, modelar en pasarelas: "Desde muy
pequeñita ya estaba acostumbrada a subirme al escenario. Todo aquello
me fascinaba: las luces, aplausos, flashes, el teatro. En el escenario
todo parecía funcionar bien, pero en verdad, tenía un gran vacío, estaba
falta de sentido… Yo había idealizado el mundo bohemio, de personas
“libres”, pero me iba absorbiendo y "deshumanizando" ya que, si quieres
triunfar, has de pasar por encima de todo, incluso de valores
fundamentales. Sólo importa la imagen que ofreces. El corazón, los
sentimientos, todo queda anulado", reveló Patricia.
Una amiga ingresó en un convento de clausura, y fue a visitarla. Una
pregunta le surgió: "¿Quién está realmente prisionera, ellas o yo? Esas
mujeres dentro de las rejas eran libres, felices y alegres”. Entonces se le
abrieron los ojos: “Comprendí que sólo había alguien que podía llenar mi
vida y todos mis anhelos de libertad: Dios". Hoy Patricia es hermana de
la orden de San Francisco y Santa Clara, y vive feliz en un pueblecito de
Burgos. Confiesa: “Lo que puedo decir es que no vale la pena vivir
llenando el corazón de sucedáneos. Todo se acaba. Lo único que
permanece es el Amor de Cristo, que transforma y abre horizontes
inmensos. Que no vale la pena ser conocido por los hombres si uno no
se deja conocer por Dios. ¡Él es el único que no pasa!"
3) Para vivir
La verdadera alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino
de haber encontrado a una persona: a Jesús. Nace de saber que, con él,
nunca estamos solos, incluso en momentos difíciles. No podemos ser
nunca hombres y mujeres tristes, ni desanimarnos: un cristiano jamás
puede serlo, señala el Papa Francisco. Nosotros acompañamos a Jesús,
pero sobre todo sabemos que él nos acompaña: en esto reside nuestra
alegría, la esperanza que nos trae Jesús y que hemos de llevar al
mundo.
La Virgen María nos enseña el gozo del encuentro con Cristo, el amor
con el que debemos mirarlo al pie de la cruz, el entusiasmo del corazón
joven con el que hemos de seguirlo en esta Semana Santa y durante
toda nuestra vida. (articulosdog@gmail.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario