miércoles, 30 de diciembre de 2020
RESEÑA SOBRE LA RECIENTE PELÍCULA "SOUL"
Soul, la reciente producción de Disney-Pixar, estrenada durante la navidad aborda un tema
difícil y oportuno: el alma, y con ella, la realidad espiritual en el hombre y en el mundo. Lo hace
desde unos presupuestos intelectuales curiosos, pues se apoya en una mezcla de platonismo y
esoterismo para abordarlo. En efecto, de Platón toma la preexistencia de las almas, y del
esoterismo la forma en tomar contacto con la realidad espiritual. Incorpora en su desarrollo
bastantes temas consolidados de la psicología contemporánea, como pueden ser las
predisposiciones temperamentales o las patologías psíquicas.
El mensaje de la película resulta muy positivo y actual, si bien no está exento de importantes
limitaciones. ¿Dónde radica su actualidad? En relanzar la realidad del alma, y por ende la
dimensión espiritual de la vida, en medio de un mundo fuertemente tentado por el materialismo.
En efecto, cuando una parte importante del mainstream científico contemporáneo,
particularmente acentuado en el marco de las neurociencias, se decanta por considerar la noción
del alma humana como superada, si no superflua, resulta audaz replantearla decididamente como
lo hace la producción de Disney. Ya solo este hecho merece reconocimiento, pues otorga carta de
legitimidad en la cultura popular a una importante noción –la del alma- descalificada por algunos
especialistas, para quienes todo su contenido se reduciría intercambios electroquímicos dentro del
cerebro.
¿Dónde estriba su limitación? Aunque resulta pintoresca y amena, la elección del esoterismo
como vía de contacto con la realidad espiritual resulta cuestionable; es decir, le quita seriedad y
quizá legitimidad a esta dimensión de la realidad. Es verdad que, por definición, la realidad
espiritual es impermeable al conocimiento científico, y en una cultura donde el prestigio de la
ciencia resulta enorme, muchas veces como única garantía de conocimiento auténtico, ello
supone un duro hándicap para la fundamentación de la realidad espiritual. Desde una perspectiva
filosófica basta decir que, siendo impresionantes los aportes de la ciencia, esta no lo puede
conocer todo. Hay otro tipo de realidades, como la espiritual, que escapan a su ámbito de estudio.
En este sentido, el filme dejó pasar una maravillosa oportunidad de aportar culturalmente un
importante contenido, pues al elegir lo esotérico como forma de acceso a lo espiritual, ignora en
cambio la principal forma que ha tenido la cultura humana para acceder a esa realidad, me refiero
a la dimensión religiosa de la existencia. La vertiente esotérica le quita seriedad a la realidad
espiritual, aunque le confiere un carácter pintoresco, todo hay que decirlo. En realidad, la principal
vía de acceso al mundo espiritual en la humanidad ha sido la religiosa, la cual goza de plena
legitimidad, incluso en el actual mundo desarrollado científica y tecnológicamente. Dejó pasar, en
consecuencia, una magnífica ocasión para presentar cómo la religión es el necesario complemento
sapiencial del hombre, que completa así su visión puramente científico-tecnológica, por ser un
portal de acceso a ese otro ámbito de lo real que es la espiritualidad y con ella el alma humana.
Hubiera sido un invaluable aporte para la cultura popular mostrar cómo la dimensión religiosa
completa la imagen del hombre y del mundo proporcionada por la ciencia, legitimando así su
carácter sapiencial y ampliando de esa forma el espectro de la razón humana más allá de lo
científico-material.
Por lo demás, en esta línea, el filme ahonda oportunamente en el misterio del hombre:
Redescubre la faceta espiritual del arte y la inspiración, así como su importancia para la vida de la
persona y la sociedad en su conjunto. Propone de una manera atractiva la idea de vocación y de
sentido en la vida de las personas. Replantea el papel del sacrificio en la vida personal, y cómo el
sentido de la vida es trascendente, y puede requerir sacrificio y renuncia. Pone en valor la vida
ordinaria y sus placeres sencillos, desenmascara propuestas de felicidad cimentadas
exclusivamente en el éxito. Hace una sugestiva presentación de las patologías psíquicas: “las almas
perdidas”, envueltas en un torbellino de pensamientos obsesivos, como plástica y original imagen
de un drama frecuente en nuestra sociedad. Y todo ello de una forma ágil y entretenida; por ello,
¿qué duda cabe?, se trata de una película para disfrutar, reflexionar y, ¿por qué no?, examinar la
faceta espiritual de nuestra existencia.
P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com
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