lunes, 23 de noviembre de 2020
¿SE DAR MI TIEMPO CON GENEROSIDAD?
Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com
1) Para saber
Había un Pediatra eminente que tenía un remedio infalible para los
niños que habían nacido débiles y les costaba aumentar de peso.
Cuando llegaba el caso de uno de esos niños, durante su ronda en el
hospital, invariablemente escribía la siguiente receta a la enfermera
en turno: “Este niño debe ser ‘querido’ cada tres horas”. Y solía darle
resultado.
Pero no solo los recién nacidos necesitan ser queridos. Los
médicos están de acuerdo en que muchas enfermedades, sobre todo
de tipo psicológico, provienen de un sentimiento de soledad. En el
segundo capítulo de la Encíclica, “Fratelli Tutti”, el Papa Francisco
reflexiona sobre la parábola del “Buen Samaritano”. Como
recordamos, es un relato donde un individuo se encuentra medio
muerto tirado en el camino después de haber sido robado. Y aunque
pasan un sacerdote y un levita, no se detienen para ayudarle. Es un
samaritano quien tiene compasión de él y lo socorre. Al respecto,
señala el Papa que aunque hemos crecido en muchos aspectos, aún
somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a las personas
más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas. Nos
acostumbramos a pasar de lado e ignorar esas situaciones (cfr. N.
64).
2) Para pensar
Hay un acertijo que pone el escritor Michael Ende en su célebre
libro “Momo”: Tres hermanos viven en una casa. El primero no está,
ha de venir. El segundo no está tampoco: ya se fue. Solo el tercero,
menor de todos está y sin él no existirían los otros. ¿Qué es? La
respuesta: el tiempo.
Es un libro que vale la pena leerlo, pues tiene enseñanzas
valiosas. El personaje principal es una niña que vive sola llamada
“Momo” que tiene una cualidad que se va perdiendo cada vez: tenía
tiempo para escuchar a los demás. La visitaban muchos porque
“sabía escuchar como nadie”, de tal forma que a los indecisos los
hacía seguros; a los tímidos, libres y valerosos; a los agobiados,
confiados y alegres…”.
La gran enseñanza que nos da el buen samaritano, dice el Papa,
es mostrarnos que la existencia de cada uno de nosotros está ligada
a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de
encuentro. Además de curarle y darle el dinero al posadero para que
lo atendiera, el samaritano le dio algo que este mundo ansioso
difícilmente otorga: le dio su tiempo. Seguramente él tenía sus
planes para aprovechar aquel día según sus necesidades,
compromisos o deseos. Pero fue capaz de dejar todo a un lado ante
el herido, y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle su tiempo
(cfr. n. 63).
3) Para vivir
Esta parábola es un ícono iluminador que nos enseña cómo
comportarnos ante el dolor: ser como el buen samaritano. Toda otra
opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los
que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en
el camino. Quienes pasaron de largo eran personas con funciones
importantes en la sociedad, pero no tenían en el corazón el amor por
el bien común. No fueron capaces de perder unos minutos para
atender al herido o al menos para buscar ayuda. El Papa Francisco
nos invita a que miremos el modelo del buen samaritano y así resurja
nuestra vocación de ciudadanos constructores de un nuevo vínculo
social.
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