viernes, 23 de junio de 2017

DIOS: UNA MARVILLOSA MÚSICA DE FONDO EN EL HOGAR

 Para el desarrollo de virtudes y valores humanos en el hogar, es fundamental y necesaria la actitud humilde de pedirle ayuda –con confianza y perseverancia- a Dios. 

Sabemos que al practicar la virtud de la generosidad, cada uno lucha con sus propias fuerzas para lograr encarnarla, pero definitivamente el incremento para obtener esa virtud en plenitud, lo concede la gracia de Dios.

Las obligaciones que trae consigo la vocación de los padres se ordenan a facilitar a los hijos el cumplimiento del fin sobrenatural para el que han sido creados. 

¡Dios debe ser como una maravillosa música de fondo en la vida diaria de la familia!

Para practicar heroicamente las virtudes, los cónyuges cristianos cuentan con la ayuda de Dios, que les otorga –como a todos los cristianos- en los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía, y con la gracia sacramental del Matrimonio, que les fortalece para que en todas las circunstancias de la vida, aun las más difíciles, sepan mantener el frescor y la limpieza original del amor generoso y sacrificado que les llevó a responder con alegría a la llamada de Dios.

Los padres deben estar atentos: 

A que se fomente en los hijos la vida de piedad; 

Que en el colegio los profesores enseñen materias en las que se respeten las creencias religiosas y preceptos morales que se han aprendido en el hogar. 

Al fin y al cabo, la misión de educar a los hijos corresponde prioritariamente a los padres y los maestros reciben esta función delegada y confiada por los padres.

Una vez escuché un comentario que personalmente me dolió. Me lo decía un amigo mientras íbamos entrando a las instalaciones de un conocido centro de educación superior:

-Convéncete, esta universidad ha sido el cementerio de la fe cristiana de miles y miles de estudiantes a los que se les enseñó justamente lo contrario de lo que aprendieron en sus casas y terminaron siendo ateos, marxistas, o al menos, agnósticos. 

Eso no pasaría si los padres estuvieran atentos, vigilantes y exigieran sus derechos, con la necesaria colaboración de sus hijos estudiantes; 

El ejemplo de los padres es algo insustituible: si los hijos ven que sus padres rezan con toda naturalidad y viven con hechos la presencia amorosa de Dios a lo largo de su existencia, son lecciones que los demás de la familia jamás olvidan. 

Juan Pablo II recordaba con emoción que mucho le ayudó en su vida de piedad de niño, el hecho de que su padre –siendo un joven y enérgico militar- lo invitara a rezar, de rodillas, todas las noches. Este sencillo detalle lo marcó hondamente en su fe cristiana.

Por eso la misión más importante de los padres es enseñar a los hijos a tratar con cariño filial a Dios. Menciono algunas normas de piedad, que se pueden sugerirles a los hijos, naturalmente, dentro de un clima de libertad:

Enseñarles, al levantarse, a ofrecer su estudio y su trabajo a Dios; 

Que aprendan a rezar a las doce del día el Angelus a la Virgen María; 

Que se acostumbre rezar el Santo Rosario en familia, dejando en libertad a los miembros de la familia para unirse o no; 

Que frecuenten la vida sacramentaria, principalmente, la Confesión y la Eucaristía; 

Que los domingos, asista la familia a la Santa Misa; 

Los papás deben de estar pendientes para que los hijos reciban oportunamente: el Bautismo, la Confirmación, las clases de Catecismo de la Doctrina Cristiana, la Primera Comunión; 

Al acostarse, enseñarle a los hijos a que sepan dar gracias a Dios por todos los beneficios recibidos y le recen, también, a la Virgen María, por ejemplo, tres Avesmarías para pedir por la santa Pureza. De igual forma, siempre se ha recomendado para los niños la clásica oración al Ángel de la Guarda; 

Enseñarles también a decir jaculatorias a lo largo del día para tratar a Dios y la Virgen María con más frecuencia; 

Cuando los hijos lleguen a la mayoría de edad y se piensen casar, los papás deben estar atentos para que se casen por la Ley de Dios , además de las civiles, y reciban las clases prematrimoniales necesarias; 

Es muy formativo, con ocasión del fallecimiento de algún familiar, que los hijos asistan a los funerales: que recen por el difunto y mediten sobre la brevedad de la vida, y comprendan que en este mundo estamos de paso, rumbo a la Vida Eterna, hacia la Casa de nuestro Padre-Dios.

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