Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Una niña, Anita, le dijo a su padre, al ser arropada en su cama para
dormir, que tenía mucho miedo de morirse. Su padre le preguntó:
“Anita, cuando viajamos en un tren, ¿te fijaste cuándo nos dan los
boletos?” Le respondió: “Sí, justo antes de subir al tren”. Su padre le
explicó: “Así es. No tenemos el boleto, hasta que lo necesitamos. Eso
pasa con la muerte. Dios te dará lo que necesites cuando llegue el
momento. Por eso no temas. Dios estará ahí para darnos lo necesario
para hacer ese viaje y, además, ¡para acompañarnos!”
Uno de los mayores temores del hombre es la muerte. Porque sabe
que nadie escapa a ella, y se separa de quienes ama; es entrar a lo
desconocido. También por sufrir la separación del cuerpo y el alma. La
cultura moderna no tiene medios para enfrentarnos a la muerte. En
cambio, la fe cristiana nos ofrece recursos asombrosos y suficientes.
En este tiempo pascual la Iglesia nos recuerda que Cristo ha vencido
a la muerte: ¡Ha resucitado! y nos invita a que nosotros también la
venzamos con Él. El Papa Francisco recordaba que las mujeres que
fueron al sepulcro de Jesús, temían no saber cómo quitar la gran piedra
que lo sellaba. Sin embargo, al llegar miran que estaba quitada. Esa
piedra, dice el Papa, también está en nuestros corazones: es la
desesperanza, desconfianza, nuestros miedos y amarguras, que bloquea
el camino hacia la alegría y la esperanza. Y Jesús tiene el poder de
destruir esa piedra.
2) Para pensar
A lo largo de la vida, dice el Papa Francisco, nos encontramos
“escollos de muerte”, situaciones que nos roban el entusiasmo y la
fuerza para seguir adelante: los sufrimientos; la muerte de seres
queridos; fracasos y miedos que nos impiden realizar el bien; muros de
egoísmo y de indiferencia; los anhelos de paz quebrantados por el odio
y la guerra. Pareciera que nuestros sueños están destinados a hacerse
añicos y nos preguntamos angustiados: ¿quién nos quitará la piedra del
sepulcro?
Si nos dejamos llevar de la mano por Jesús Resucitado, ningún
fracaso o dolor, ni la misma muerte, tiene la última palabra sobre el
destino de nuestra vida; ninguna derrota podrá detener nuestro camino
hacia la plenitud de la vida. El Salmo 23 nos invita a confiar en Dios:
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno
porque tú estarás conmigo”.
3) Para vivir
Dice Hamlet en la obra de Shakespeare que teme algo después de la
muerte, pues es «el país sin descubrir y de cuya frontera ningún viajero
regresa». Pero se equivoca, ya regresó alguien y ese es Jesús
Resucitado. El temor a la muerte que nos esclaviza, Jesús lo ha vencido
para liberarnos, para que pasemos de las tinieblas a la luz, de la muerte
a la Vida.
Comenta un erudito bíblico, William Lane, que al decir que Jesús es
“pionero” de nuestra salvación, se podría traducir mejor por: «nuestro
campeón». Es nuestro representante, tomó el castigo que merecemos
por nuestros pecados, y se enfrentó a nuestros mayores enemigos: el
pecado y la muerte. Y los venció. Jesús es el verdadero Campeón que ha
vencido a la muerte, que nos perdona y cubre con su amor. Entonces
podemos decir con San Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?
¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?” (1 Co 15:55). (articulosdog@gmail.com)
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