Raúl Espinoza Aguilera
En días pasados se conmemoró el natalicio de Martin Luther King, Premio Nobel
de la Paz en 1964. El Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, con este
motivo declaró: “Debemos seguir luchando por el sueño de Martin Luther King. La
batalla por el alma de los Estados Unidos debe ser eterna y, a la vez, una lucha
constante” (CNN NEWS, 15-01-23). Lo dijo refiriéndose a que este Pastor Bautista
toda su vida luchó por los derechos humanos, por el combate a la discriminación
racial, a la pobreza, al desempleo, por una mayor justicia social y por buscar la
paz entre los pueblos.
Este ilustre personaje nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta. Se Doctoró en
Filosofía. Posteriormente, se casó con Coretta Scott King en 1953 y procrearon
cuatro hijos. Fue Ministro de la Iglesia Bautista y era conocido por su apoyo a los
Movimientos por los Derechos Civiles en toda la Unión Americana.
Lamentablemente fue asesinado por un fanático racista el 4 de abril de 1968 en un
motel de Memphis, Tennesse.
En su causa contra la discriminación racial adoptó la postura ideológica de la
“Desobediencia civil no violenta” de Mahatma Gandhi (1869-1948), abogado por la
Universidad de College de Londres, quien luchó por la independencia de la India
hasta lograrlo en 1947, que hasta entonces era un dominio de la Corona Británica
y sostuvo una auténtica batalla pacífica, él y miles de sus seguidores, tarea que no
fue nada fácil de lograrla, pero con base a numerosas manifestaciones pacíficas y
encuentros de Gandhi con las autoridades de Gran Bretaña, finalmente fue
aceptada esa petición.
El sur de este país norteamericano se caracterizaba por la violencia que se ejercía
contra los afroamericanos y este odio provocó la muerte de tres personas entre
ellos, el Pastor activista, George W. Lee y el militante de los derechos civiles,
Lamar Smith.
Un importante detonador ocurrió en diciembre de 1965, cuando Rosa Parks, una
mujer negra, abordó un autobús de pasajeros y como venía muy cansada se sentó
en un lugar reservado a personas blancas. Cuando llegó un hombre blanco y le
solicitó el asiento, ella se negó a cedérselo. Por este motivo fue arrestada, de
acuerdo a las leyes segregacionistas de la ciudad de Montgomery.
Entonces, Luther King inició un boicot de autobuses con la ayuda de otros
pastores y muchos ciudadanos. Esta campaña de no usar autobuses afectó a la
economía de estos dueños transportistas, motivo por el cual M. L. King fue
arrestado. Muchos extremistas blancos atacaron la casa de King con bombas
incendiarias, lo mismo la de otros Pastores y varias Iglesias Bautistas. La intención
era amedrentar a la población afroamericana, pero produjo el efecto contrario, ya
que se sumaron 40,000 negros al boicot, además, que este suceso causó una
gran indignación nacional.
Este incidente concluyó gracias a que la Suprema Corte del Gobierno Federal, en
noviembre de 1956, declaró ilegal la segregación racial en los autobuses,
restaurantes, escuelas y otros lugares públicos. Ya que anteriormente en las
entradas de algunos sitios ostentaban el letrero: “Prohibida la entrada a negros y a
perros”, que desde todos los puntos de vista resultaba humillante y va en contra
del más elemental de los derechos humanos, pero en ese entonces se veía “como
lo más normal”.
A inicios de los años sesenta visité los Estados Unidos, en un estado sureño, y se
percibía ese odio racial. Los blancos agredían verbalmente a las familias de
negros, si entraban, por ejemplo, a comprar a una tienda de ropa. Y, a gritos, los
expulsaban de dichos comercios, como si no fueran también seres humanos. Era
una situación muy injusta y dolorosa.
Pero, M. L. King, con su doctrina de la “No Violencia” obtuvo importantes logros
como abrir un diálogo con las autoridades federales. En una de tantas
manifestaciones, King fue arrestado en Birmingham. En esa ocasión recibió el
apoyo directo del Presidente John Fitzgerald Kennedy y, a los pocos días, fue
liberado. Con ese motivo Kennedy, en junio de 1963, se dirigió al pueblo
estadounidense para aclarar que los afroamericanos tenían derechos civiles.
Sin embargo, legalmente no se plasmaban esos derechos en ninguna fuente
jurídica. Por ello, el gobernador de Alabama, George Wallace, que era
profundamente racista y odiaba cualquier manifestación pacifista de los
afroamericanos desató una violenta campaña en la que encarceló a muchos
negros, con apoyo del Alcalde y el Jefe de la policía local. Al departamento del
motel donde se alojaba M. L. King arrojaron una bomba. Para evitar que se
desbordasen los acontecimientos, el Fiscal Federal de Justicia, Robert Kennedy,
envió a la Guardia Nacional y les solicitó su renuncia tanto al Alcalde, al Jefe de la
policía y fueron retirados todas los letreros segregacionistas.
Pero las agresiones contra los negros continuaron. Por ello, M. L. King organizó la
Marcha Nacional hacia Washington, en agosto de 1963, y desde ahí, King
pronunció su célebre discurso “Yo tengo un sueño” y pidió una legislación para
que los ciudadanos de raza negra no fueran discriminados de la sociedad, tuvieran
derecho a un trabajo y, sobre todo, derecho al voto.
El siguiente Presidente, Lyndon B. Johnson, el 2 de julio de 1964, firmó el Acta de
los Derechos Civiles de los afroamericanos, estando presente Martin Luther King.
En 1965 se les concedió el Derecho a Votar. Todos estos trascendentales hechos
históricos, habían sido gracias a la perseverancia y valentía -contra tantos
opositores- tanto del Presidente Lyndon B. Johnson como del carismático líder,
Martin Luther King.
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