Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51
El célebre poeta de Castilla, Antonio Machado, escribió un sabio aforismo: “Tu
verdad no, la Verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Con estas
palabras el poeta español nos dice con claridad que no existe la verdad de cada
uno o llamada subjetiva, sino que es todo un proceso de honestidad intelectual el
esforzarse por encontrar la Verdad Objetiva, Única y Universal.
En los últimos tiempos, parecería que en los actos humanos se ha perdido el
concepto de verdad. Según la definición clásica, la verdad lógica es “la adecuación
de un juicio con la realidad”. Dicho en otras palabras, decimos que una afirmación
o juicio es verdadera cuando ser cumple con la realidad. La verdad supone la
concordancia entre aquello que afirmamos con lo que se sabe o se piensa.
Es decir, la verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la
realidad a la que dicha afirmación se refiere o la fidelidad a una idea. Este término
se usa en un sentido técnico en diversas áreas del saber, como: la ciencia, la
lógica, las matemáticas y la Filosofía.
El conocido poema de Antonio Machado, “Caminante no hay camino” trata de una
reflexión sobre la vida, comparándola con un camino que no existe y que a golpe
de nuestras pisadas se va haciendo en la medida que se avanza hacia lo que se
quiere lograr.
Por ello, que aleccionador resulta un breve lema que escribió este poeta durante la
Guerra Civil Española para motivar a los soldados antes del combate: “Cada
caminante, siga su camino”. Porque toda persona tiene que plantearse ideales y
metas en su vida y caminar hacia su búsqueda.
Es la “mayéutica” o “el alumbramiento” de la verdad de la que habla el Filósofo
Sócrates y que recoge Platón en sus “Diálogos”. Es un método aplicado por
Sócrates a través del cual el maestro hace que el alumno, por medio de
preguntas, descubra conocimientos y llegue a la verdad.
Es un método que en Psiquiatría se emplea con frecuencia a fin de que el paciente
se conozca a sí mismo y acepte su propia realidad con sus defectos, limitaciones y
virtudes. Se trata de un camino seguro para llegar a las profundas verdades sobre
el conocimiento de sí mismo. Es la acción de “arrancar las propias máscaras”,
como le gustaba decir a nuestro Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, para
erradicar ideas, prejuicios o conceptos equivocados que muchas veces generan
en las personas tensiones o traumas.
La gran tragedia de nuestra sociedad es caer en el relativismo. Es decir, aquella
postura de pensamiento que no acepta la verdad absoluta, única y universal. Lo
que en definitiva sucede, con esta postura, es que la persona se enreda en
excesivas disquisiciones y termina contradiciéndose.
¿A qué viene esta aclaración? Porque en nuestros días estamos viviendo “el
eclipse de la razón”. Comenzando por la equivocada manera de abordar lo
verdadero con la confusa expresión “yo siento”, “yo opino”, “tengo la impresión”,
“me parece que”. La verdad no puede estar fincada en vagas impresiones o en
meros sentimientos, que son siempre cambiantes y transitorios.
Por otra parte, también en nuestro tiempo es común escuchar la expresión “yo
siempre me inclino por lo políticamente correcto”. Como si la política mostrara el
concepto de verdad, cuando en realidad expone una postura acomodaticia y
desligada de la realidad de los hechos.
Me parece que un ejemplo lo dice todo. El 7 de septiembre del 2021, cuando el
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lic. Arturo Saldívar,
despenalizó el aborto en México explicó que: “Se trata de una nueva ruta de
libertad, claridad, dignidad y respeto y un gran paso en la lucha histórica por la
libertad y el ejercicio de los derechos (de la mujer)”.
Y la pregunta que inmediatamente nos hacemos a continuación es: ¿Y los bebés
no tienen el derecho de vivir en el seno materno y ser respetados desde el
momento de la concepción hasta su nacimiento? Y aún después, con el paso de
los años o décadas, ¿hasta su muerte natural? Tradicionalmente “El Derecho a
la Vida” ha sido siempre considerado en todas las culturas como el derecho
prioritario del ser humano donde se sustentan todos los demás derechos.
Pero dentro de la opinión pública, en el medio de algunos profesionales,
comunicadores y funcionarios públicos, hubo toda una “cargada” en favor de “lo
políticamente correcto”. Este hecho no deja de ser una aberración porque la
verdad nada tiene que ver con las decisiones políticas.
Se considera la “Verdad” como un valor ético, pues da sentido al respeto de los
demás hombres, constituye uno de los pilares básicos sobre los que se asienta la
conciencia moral de la comunidad y abarca todos los ámbitos de la vida humana.
Se me quedó muy grabada la confesión pública de un hombre de unos 75 años de
edad, en una sesión de terapia colectiva, a la que se me permitió asistir como
observador. Esta persona mayor se dirigía a un público joven y les decía: “¡Cuánto
daría por tener la edad de ustedes, en sus maravillosos años de juventud! Yo
también los viví y con mil excusas me centré en las drogas, el alcohol y en ser
tremendamente infiel a mi esposa, no obstante que ya tenía 4 hijos. Continuaba
con mis “aventurillas amorosas” y me justificaba pensando que sólo eran
momentos de placer pasajeros, que lo importante era satisfacer mis caprichos
carnales y que supuestamente así sería feliz. ¡Pero qué equivocado estaba! El
hecho fue que tuve 5 parejas distintas -además de mi esposa legítima- con las que
tuve 6 hijos. Ahora, a la vuelta de 75 años me doy cuenta que he hecho infelices a
6 mujeres y a 10 hijos. ¡He sido un verdadero desastre de vida! ¡Por ello, he
querido venir a transmitir mi lamentable experiencia para que ustedes que están
jóvenes no se extravíen de su camino porque el tiempo es breve, fugaz y la vida
es tan sólo una! ¡No la tiren miserablemente a la basura! ¡Cómo me gustaría
volver a tener 15 años de edad y evitar cometer tantas “burradas” como las que yo
cometí! Ya sé que esto es imposible de lograr, pero -por favor- saquen experiencia
en cabeza ajena”.
Este testimonio dejó muy serios y pensativos a los jóvenes ahí reunidos. Hubo
algunas preguntas. Pero entre aquel grupo quedó claro que el desenfreno sexual,
así como el consumo de drogas y alcohol en exceso habían sido el detonador de
una vida arrastrada por las pasiones y los vicios, hasta convertirse en esclavo de
ellos, bajo la justificación de que todo era relativo y que vino a culminar con un
estrepitoso fracaso existencial.
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