jueves, 14 de octubre de 2021
RELIGIONES Y CAMBIO CLIMÁTICO
P. Mario Arroyo,
Dr. en Filosofía.
p.marioa@gmail.com
San Juan Pablo II en tres ocasiones (1986, 1993 y 2002) reunió a los líderes religiosos del
mundo para orar por la paz en Asís. Quería mostrar de esa forma cómo la religión en general
puede ser una fuerza de paz, generar paz a su entorno y no violencia, como algunas veces sucede
(en el 2002 estaba muy reciente el atentado a las Torres Gemelas perpetrado por
fundamentalistas islámicos). La crítica atea suele señalar que la religión es causante de división en
el mundo, quizá la más profunda, y por ello sería un deber moral atacarla. El Papa santo salió al
frente de tal crítica tendenciosa y mostró cómo los líderes religiosos pueden obviar sus
diferencias, dialogar y unirse para orar por la paz.
Ahora, en el 2021, la humanidad, junto con la necesidad de paz, que nunca puede darse
por descontada, tiene la urgencia de cuidar el planeta. ¿Pueden unirse las religiones para pedir por
la salud del planeta y hacer frente al cambio climático? Lo que san Juan Pablo II hizo por la paz, lo
hace ahora Francisco con el cambio climático: El Papa reunió en el Vaticano cerca de 40 líderes
religiosos para expresar su apoyo a la COP 26 de Glasgow y su preocupación por el cambio
climático. Todos firmaron un llamamiento para frenar el cambio climático. Entre los participantes
se encontraban el Arzobispo de Canterbury, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Imán de Al-
Azhar, entre otros. Las religiones unidas para hacer frente a la contaminación y defender la salud
del planeta.
Junto a los representantes de las diferentes confesiones cristianas, había líderes judíos,
musulmanes, hinduistas, budistas, sijs, confucionistas, taoístas y zoroástricos; es decir,
representantes de las religiones más representativas del planeta. Todos expresaban su común
preocupación por el clima y la ecología. Esta realidad muestra cómo las religiones tienen puntos
en común, a pesar de sus diferencias históricas y culturales, y que esos puntos en común
convergen en beneficio de la humanidad. El cambio climático contribuye de esa forma también a
la unidad entre los diferentes credos, pues muestra como todos juntos pueden trabajar en pro del
hombre y la sociedad. Las diferencias doctrinales no son obstáculo para poder hacer el bien en
conjunto, en equipo.
El Papa Francisco tuvo el detalle de no leer su discurso, para no extender en demasía la
ceremonia y dar pie a que los demás líderes religiosos pudieran explayarse. Pero les entregó
escrita su intervención. En ella insiste, fiel a su habitual esquema de pensamiento, en tres puntos:
“la mirada de la interdependencia y de compartir, el motor del amor y la vocación al respeto”. Fiel
a sus intuiciones del fondo, Francisco insiste en que “todo está conectado”, y por ello debemos
tener una “mirada abierta a la interdependencia y al compartir”. Todos somos miembros de la
única familia humana, y compartimos la responsabilidad de sacarla adelante.
El “motor del amor” es el que nos lleva a hacer frente a la “cultura del descarte”,
invitándonos a generar una cultura “del cuidado de nuestra casa común”. Es el amor lo que nos
lleva a hacer frente a “las semillas del conflicto: avidez, indiferencia, ignorancia, miedo, injusticia,
inseguridad y violencia”. Estas semillas debilitan la “alianza entre el ser humano y el medio
ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios”. Para generar una cultura del “cuidado
de nuestra casa común” el Papa propone dos soluciones que las religiones pueden aportar: “el
ejemplo y la acción”, y “la educación”. Cada quien desde su credo y tradición cultural puede
ofrecer su aportación en estos ámbitos para cuidar al planeta.
El tercer elemento señalado por Francisco es el “respeto por la creación, respeto por el
prójimo, respeto por sí mismos y respeto hacia al Creador. Pero también respeto mutuo entre fe y
ciencia”, para que el fecundo diálogo entre ellas esté orientado al “cuidado de la naturaleza, a la
defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y fraternidad”. Como se puede
observar, el Papa Francisco es ambicioso en su perspectiva. Considera que es mucho lo que la
religión puede aportar a la ciencia, y cómo juntas pueden contribuir para frenar el cambio
climático. En el ámbito cristiano, este cuidado formaría parte la espiritualidad católica.
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