martes, 4 de mayo de 2021
LA GUERRA CIVIL DE ESPAÑA: UNA GUERRA DEL ODIO
Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51
De 1936 a 1939 España sufrió una cruenta Guerra Civil en la que hubo miles de
heridos y muertos. Varios historiadores le han llamado “la guerra del odio” porque
se observaron escenas particularmente crueles en ambos bandos: el franquista y
el republicano. El motivo de este artículo no es ponerme a juzgar a ninguno de los
dos, sino exponer hechos objetivos.
Siempre me ha llamado la atención el odio y aversión de algunos españoles hacia
la religión católica. Lo observamos incluso en el actual gobierno. ¿Desde dónde se
inicia? De los conceptos emanados de la Revolución Francesa que calificó a la
religión como “sembradora de la ignorancia, oscurantismo, opuesta al progreso,
llena de prejuicios hacia la ciencia y que lo mejor era acabar con ella cuanto
antes”.
De esta manera, las Logias Masónicas se encargaron de difundir ampliamente
estas ideas entre la Monarquía española, la nobleza, la aristocracia, los
gobernantes, etc. De autodenominaban “librepensadores” pero en realidad su
actuación era atacar al catolicismo agresivamente y por todos los medios: a través
de la educación y la prensa. Desde el siglo XVIII, a la Iglesia se le quitaron sus
bienes con la llamada “Desamortización de Godoy” (1798), otras leyes más
radicales y fueron rematados públicamente. Muchos burgueses que los
adquirieron a precios irrisorios se enriquecieron de la noche a la mañana.
Intervinieron los Reyes Carlos III, después Alfonso XII y, y con menos
protagonismo, Alfonso XIII. Los jesuitas fueron expulsados de España y de todos
los territorios en América y Filipinas.
¿Cuál fue el motivo? Se consideraba que los religiosos, clérigos y monjas no
servían absolutamente para nada, que eran “manos muertas”-así decían. Cuando
resulta que ellos resultaron ser un factor clave para la educación de los pueblos de
América. Basta con citar el admirable ejemplo de Vasco de Quiroga en Santa Fe y
Michoacán, así como la fundación de la primera Universidad en México.
¿Cuál era la situación en la España de inicios del siglo XX? Tenían un gran rezago
económico, mucho desempleo, el campo estaba en crisis lo mismo que la
ganadería y la minería. Había terratenientes con mucho dinero pero que no se
ocupaban de ayudar a las clases marginadas así que se creó una grave
desigualdad económica, social y cultural.
Sobrevino una enorme migración del campo hacia las grandes ciudades en busca
de algún empleo. Todo ello fue el caldo de cultivo para un levantamiento social.
Desde 1923 hasta 1930, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera
dio un golpe de Estado y gobernó con mano férrea. En ningún sector fue bien
aceptado –salvo en el ejército- y cuando presentó su dimisión, comenzaron los
disturbios sociales.
En 1931 se convocó a elecciones y, a raíz de los resultados, el Rey Alfonso XIII
comprendió que ya no tenía el apoyo de la mayoría de sus ciudadanos y optó por
dimitir y huir a Paris. El 14 de abril fue proclamada la Segunda República
Española.
Me llama la atención que ese mismo día comenzaron muchas personas en todo el
país a quemar iglesias, abadías y conventos. ¿Razón? Por esas ideas
anticlericales sembradas y potenciadas desde muchos años antes entre la
población.
Gustave Le Bon, en su libro “Psicología de las Masas” comenta que las masas
normalmente son ignorantes, anónimas, fácilmente manipulables y basta con
meterles un concepto claro en sus cabezas para moverlas a cualquier acción. En
este caso fue: “La Iglesia es la culpable de todos los males de España. ¡Mueran
los curas!”
Los abusos contra los creyentes continuaron y se fueron agravando hasta que el
17 de julio de 1936 se levantaron un buen número de Generales contra el
gobierno de la II República y comenzó esta dolorosa conflagración para los
ciudadanos de este país.
Fue una larga guerra y las potencias de los países europeos probaron sus
novedosas armas bélicas: Alemania e Italia del lado de los franquistas y los rusos
del lado de los republicanos. Como es lógico, estos países perseguían sus propios
intereses: Adolfo Hitler quería que España entrara en la II Guerra Mundial y así
controlar el paso marítimo en el estrecho de Gibraltar. La U.R.S.S. de José Stalin
tenía el claro objetivo de convertir a España en un país comunista. Al Ministro de
Guerra, Francisco Largo Caballero, se le llamaba “El Lenin Español”.
Tengo conocidos –que ya fallecieron- que de viva voz me relataron cómo al salir
de la iglesia a la que asistían, acribillaron al Párroco, en la banqueta, hincado y
con un balazo en la nuca. Otros presenciaron asesinatos masivos de monjas y las
tiraban en las calles. Un amigo también me contaba la fuerte impresión que le
causó ver en una conocida calle a un sacerdote ahorcado en un árbol.
A muchos los subían a unos camiones con la frase: “Vamos a dar un paseo”, que
significaba: “Te llevaremos al campo a fusilarte”. Las cárceles republicanas
llamadas “Checas” eran tan terriblemente inhumanas como los “Gúlags” rusos.
Con el triunfo de Franco, muchas familias republicanas temían las represalias que,
en algunos casos, eran verdaderas venganzas sin juicios previos. Eso me lo relató
un hijo de un funcionario de la II República que poco faltó para que lo fusilaran y
sus padres huyeron al norte de África, en Orán, Argelia. Él me decía: “Sólo
queríamos una España democrática y con mayor justicia social. No deseábamos
caer en el comunismo”.
Concluimos señalando que las guerras son el cúmulo de todos los males donde
aparece en toda su crudeza la maldad humana y únicamente se abren heridas
profundas entre las familias, como es el caso de España.
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