martes, 23 de marzo de 2021
EL VATICANO Y SU NEGATIVA DE BENDECIR A LAS PAREJAS HOMOSEXUALES
Pbro. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía,
p.marioa@gmail.com
Gran incomodidad ha generado, en la comunidad LGTBIQ y en las personas sensibles a sus
derechos y al respeto que merecen como personas, el comunicado de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, donde se responde negativamente a la pregunta sobre si pueden bendecirse las
uniones homosexuales. Es comprensible que eso suceda, y que algunos supongan una especie de
esquizofrenia en Francisco respecto a este tema, por dar señales contradictorias con la doctrina
oficial aprobada por él mismo. Obviamente, el documento reclama una explicación.
Por un lado, veíamos en el documental “Francesco”, cómo el Papa anima a una pareja
homosexual católica a llevar a sus hijos al catecismo. Ahora vemos que el mismo Francisco niega la
bendición a una pareja homosexual que tiene intenciones de convivir establemente. ¿Por qué ese
cambio? En realidad, no se trata de ningún cambio, sino de problemas y realidades diversas,
donde es preciso distinguir finamente a qué nos estamos refiriendo. En el citado documental, uno
de los homosexuales, padre de los tres niños, reconoce que el Papa le animó a meter a sus hijos al
catecismo, pero no se pronunció nunca respecto a su situación, es decir, al hecho de estar casado
civilmente con otro hombre, y observa qué él piensa que el Papa sostiene la doctrina de la Iglesia,
es decir, considerar que está mal ese hecho sin juzgar a las personas concretas.
Esa consideración, hecha en el documental “Francesco” queda reconocida oficialmente en
la pregunta a la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre si la Iglesia puede bendecir esas
uniones. Junto a la respuesta negativa viene la explicación, que es a la par lógica y respetuosa,
aunque dadas las sensibilidades actuales, es también imposible que no desagrade a algunas,
muchas personas. La Iglesia aquí va contra corriente, pues parafraseando a San Pablo, no es a los
hombres a los que debemos agradar, sino a Dios.
Es un asunto de coherencia, y lo explica el documento, porque la unión entre dos personas
del mismo sexo no es conforme al designio creador de Dios ni a las enseñanzas de Jesucristo. En
efecto, la doctrina claramente expuesta en Génesis 2 y Mateo 19, no deja lugar a dudas o
equívocos, Dios bendice la unión entre un hombre y una mujer abierta a la vida. Otro tipo de
uniones no son conformes con el plan de Dios y por lo tanto no son susceptibles de ser
bendecidas.
En este terreno es importante hacer hincapié, en que no es una restricción exclusiva para
las personas homosexuales, sino para todos los que no cumplan con el plan de Dios. No se puede
bendecir, en esa línea, un matrimonio civil que no quiera acceder al religioso, la unión libre e
incluso un matrimonio que excluya consciente y voluntariamente la prole –aunque en la práctica
eso no lo sabe el sacerdote y puede bendecirlo, sin que sea correcto hacerlo-. El punto es que no
se trata de una prescripción en contra de las personas homosexuales, y por lo tanto
discriminatoria, sino a favor del designio de Dios sobre la sexualidad y la vida.
Que no se trate de un rechazo de la persona homosexual queda claro en el mismo
documento, donde insiste que, si bien la unión entre ellas no puede bendecirse, las personas
homosexuales por separado, como hijas de Dios que son, ¡claro que se pueden bendecir! El
documento insiste de pasada, en recordar que las personas homosexuales tienen cabida en la
Iglesia y pueden encontrar en ella su camino hacia Dios. Pueden meditar la Palabra de Dios, hacer
obras de misericordia, participar de la santa misa, practicar el rezo del rosario o cualquier otra
devoción.
La Iglesia las llama, al igual que nos llama a todos, a vivir en plenitud la vocación bautismal,
es decir, aspirar a la santidad. En ellas eso supone abrazar el celibato por el reino de los cielos, y la
Iglesia se compromete a brindarles su apoyo. Pero si no aspiran a tanto, no se sienten capaces o
simplemente no quieren, la Iglesia no las rechaza, como no rechaza a un divorciado vuelto a casar
o a cualquier pecador, pues todos somos pecadores. En ese caso las invita a hacer lo que puedan y
participar en la forma en la que vean conveniente en la vida cristiana, confiando en la misericordia
de Dios. En conclusión, no se trata de una discriminación, sino del significado de la bendición.
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