Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx
Quizá nos hemos dado cuenta que cuando estamos intranquilos dirigimos la ente a pensar de forma negativa acerca de uno mismo y del mundo que nos rodea.
Aunque estos pensamientos están distorsionados y son de ordinario irracionales, nos parecen muy reales al grado de autoconvencernos de que el entorno es en verdad tan negro como nos imaginamos.
En torno a la pandemia que nos rodea notamos que la información que recibimos se encuentra aderezada con suficientes elementos informativos de corte pesimista, que desencadenan la creación de valoraciones mentales originantes de estados anímicos muy cercanos a la tristeza o depresión. "Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias." (Don Quijote de la Mancha)
Cuando centramos la atención en hechos negativos y no prestamos ojo a señales positivas, que de hecho existen, las facultades emocionales acaban girando en torno a un solo núcleo de significado, el foco de análisis nos vuelve obsesivamente desmoralizados.
Si queremos sentirnos mejor se impone la necesidad de revalorar los pensamientos ilógicos y nocivos para presentar frentes de batalla aquí y ahora para disminuir el estrés emocional. Si consideramos las decepciones como excepciones ganaremos la contienda a un contrincante feroz apodado “Filtro Mental”.
En efecto, ésta distorsión de valoración consiste en filtrar o desechar los entornos positivos para retener en la memoria exactamente lo negativo. Cuando el atasco de imágenes desfavorables se vuelve crítico autogeneramos la percepción de unión interna con el mal dañino y lo consideramos como propio, es decir, unido a la existencia.
De esta forma, el pensamiento ilógico desemboca en la tristeza, emoción humana que más daño ocasiona a la persona porque significa la unión con el mal considerado ya presente. Es la que más deteriora la mente porque el movimiento esencial de la vida humana es hacia el bien y no hacia el mal. Naturalmente nos movemos para conseguir lo que consideramos un bien.
Para desterrar el “filtro mental” es preciso aprender a elaborar verdaderos pensamientos positivos para encuadrar los incidentes en su justa dimensión y ajustarlos en un formato más razonable.
Por ejemplo: considerar solamente que “la pandemia crece día a día; se muestra imparable; no se conoce todavía la vacuna adecuada; es la peor tragedia que hundirá la economía, etc, etc.” nos conduce directamente a la enfermedad mental de la depresión.
Me parece más razonable considerar: “si bien la pandemia no es deseable por muchos motivos, es un evento que me permite desarrollar la paciencia para sufrir y tolerar adversidades; puedo incrementar la empatía con los demás; es una oportunidad para ensanchar la creatividad en la convivencia familiar; me permite intensificar la lectura o el estudio; es una encrucijada que concede tiempo para conocer más a los amigos; es una época para recibir o regalar solidaridad así como rediseñar el trabajo profesional”.
Un buen triunfo consiste en elaborar un pensamiento positivo cada día y representarlo en la memoria con frecuencia. Y mejor todavía si logramos dos valoraciones eficaces.
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