Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51
En estos tiempos en que están retornando los regímenes populistas, demagógicos y totalitarios, en los que gobierna un líder máximo y en el que cada ciudadano del no es más que un pequeño engranaje de la inmensa maquinaria anónima, desprovista de personalidad y representatividad, viene bien recordar dos libros claves a este respecto: “1984” del escritor inglés George Orwell, quien estuvo en
la Guerra Civil Española (1936-1939) de parte del frente comunista o republicano, y al darse cuenta de que toda era una farsa de los soviéticos para convertir a España en un país marxista-leninista, decidió regresarse a la Gran Bretaña a redactar esta novela magistral.
Una suerte parecida recorrió Octavio Paz. De joven, abrazó con entusiasmo la causa comunista como muchos intelectuales de Occidente combatiendo en la península ibérica del lado de los republicanos, pero relata Paz que cuando la autoridad máxima de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (U.R.S.S.), José Stalin, a quien tanto admiraba, decidió repartirse Polonia junto con el Fúhrer de la Alemania nazi, Adolfo Hitler se sintió profundamente decepcionado y rompió radicalmente con el marxismo.
Su postura tan determinante le valió el repudió de la mayoría de los intelectuales mexicanos y de otros países. No hay que olvidar que existía –por esos años- un verdadero sectarismo por captar a nuevas personas y convencerlas que se hicieran comunistas. Y quien decidía abandonar esta doctrina era boicoteado de las cátedras universitarias, de las editoriales para publicar sus libros, de recibir galardones y reconocimientos. Paz recibió la amargura de la indiferencia y de las acerbas críticas de sus colegas.
En 1979, quien sería el Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz, sacó a la luz un libro con un título retador y atrevido que despertó una gran polémica, publicado en nuestro país por la editorial Joaquín Mortiz, y luego, por el Fondo de Cultura Económica.
La tesis sigue siendo válida para nuestro tiempo: ante un Estado que pretende controlar la política, la educación, la economía, los medios de comunicación, la producción agrícola, la vida empresarial es muy difícil que no pueda ceder ante esa “tentación totalitaria” y acaba por asfixiar la libertad individual y las iniciativas de los particulares.
El Estado pasa a convertirse en ese ser “grotesco”, en ese “ogro” que describe Paz, que supuestamente quiere hacer el bien pero como no sabe delegar ni reconocer que los ciudadanos también pueden realizar muchas otras empresas valiosas, en plan solidario, con creatividad e ingenio, acaba por entorpecer y monopolizarlo todo y sobreviene una gran parálisis en su funcionamiento como ocurrió, en su tiempo, con la U.R.S.S.
Tanto “1984” de George Orwell como “El Ogro Filantrópico” de Octavio Paz me parece que son dos lecturas indispensables que resultan claves para comprender los fenómenos económicos y sociopolíticos que vivimos en nuestra época.
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