Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana, Campus México.
rubeliz@up.edu.mx
Evagrio Póntico, Nació en el año 345 dC, en el pueblo de Ibora dentro de la provincia romana llamada Ponto, y falleció en 399 D.C.
Personaje notorio por la facilidad de palabra y excelencia de sus escritos. Insigne orador de su época y maestro en las discusiones, se ganó la vida escribiendo desde muy joven.
La extensión y calidad de sus obras influyeron notablemente en su entorno alcanzando rápida difusión.
En su escrito titulado Antirretikós o De octo spiritibus malitiae (sobre los ocho espíritus malvados) adopta la figura literaria llamada aforismo (sentencia breve que concentra un conocimiento). Examina ocho tendencias primarias en el ser humano que son precedentes de los siete vicios capitales que llegaron hasta nuestra época.
Evagrio destaca la presencia de ocho los espíritus malos que dan batalla implacable al hombre para evitar que logre su pleno desarrollo personal en los diversos ámbitos de la vida cotidiana. Estos son: la glotonería o gula, la avaricia, la vanagloria, la soberbia, la apatía o acedia, la fornicación o adulterio, la tristeza, y la cólera.
De la gula escribe: “quien domina el propio estómago hace disminuir las pasiones, al contrario, quien es subyugado por la comida incrementa los placeres” [...], “una tierra sin cultivar genera espinas y de una mente corrompida por la gula germinan pensamientos malignos” [...], “El ojo del goloso escruta con curiosidad los banquetes, mientras que la mirada del temperante observa las enseñanzas de los sabios” [...]
¿Qué podemos aprender del aforismo de gula? Imagínate a una persona dominada por la gula, con pensamientos centrados en cómo complacer el paladar de forma abundante y exquisita; que no atiende o que ya no puede apreciar las enseñanzas de los sabios, o los consejos de buenos amigos, de seres queridos, o de familiares.
En no poco tiempo, estaremos contemplando azorados a un tipo al que bien podríamos calificar de “globo terráqueo” en pantalones y con la tripa llena.
El placer de comer es una tendencia de la naturaleza del ser humano. La comida y la bebida son necesarias para dar curso natural al crecimiento personal. No podemos dejar de comer. Pero podemos aprender a comer lo justo y necesario. Y precisamente en esto se encuentra la virtud de la templanza: en conocer el justo medio para cada uno en el uso de los bienes fungibles.
Porque, en mi opinión, es mucho mejor que el cuerpo sea mi esclavo y no que yo mismo sea esclavo de mi cuerpo.
Los griegos llamaban autodominio a esta cualidad del ser humano. No solamente en referencia a los bienes alimenticios, sino a todos los bienes materiales que se presentan a nuestra consideración o deseo a lo largo de los años.
El dominio de las tendencias naturales se convierte en autoridad, nobleza, firmeza de carácter y, por supuesto, felicidad. Es cuestión de intentarlo una, dos, tres veces o las que sean necesarias para adquirir la virtud de la templanza y dominar el feo vicio de la gula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario