Pbro. José Martínez Colín,
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1) Para saber
Se puede descubrir que por diferentes que sean las culturas en ellas siempre se protegen los bienes que poseen los demás, hay en ellas un hondo sentido de la justicia. Y este valor es el que protege el séptimo mandamiento al prohibirnos robar.
Continuando con la explicación de los mandamientos, el Papa Francisco invita a mirar con profundidad este precepto y considerar el tema de la propiedad de los bienes a la luz de la sabiduría cristiana. Pues aunque el mundo es rico en recursos, sin embargo, muchos viven en una situación de pobreza escandalosa.
Si hay hambre en la tierra, no es porque falten alimentos, pues las necesidades del mercado a veces llevan a tirarlos. Lo que falta es un enfoque solidario que asegure una distribución equitativa. Toda riqueza conlleva una dimensión social.
2) Para pensar
John Henry Newman fue un presbítero de la iglesia Anglicana que se convirtió al catolicismo en 1845 y más tarde fue elevado a la dignidad de cardenal. En 2010 el papa Benedicto XVI lo beatificó.
Cuando era profesor la Universidad de Oxford tenía gran prestigio, muchas amistades y una posición económica muy favorecida. Sus estudios le llevaron a convertirse a la Iglesia Católica.
Antes de ello, un amigo le hizo ver que perdería lo conseguido en muchos años: su prestigio, pues lo considerarían traidor; muchas amistades lo abandonarían, y sería despojado de sus bienes, dejando de percibir sus honorarios. Pero el sacerdote le respondió: “Por una sola vez que reciba la Eucaristía habrá valido la pena”.
En una ocasión conversaba con un hombre rico y alejado de la fe, que se ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia.
Entonces Newman tomó un papel y escribió “Dios” y le preguntó al rico: “¿Ve lo que escribí?”. El avaro contestó afirmativamente. Entonces el sacerdote tomó una moneda de oro, y la puso sobre la palabra escrita y preguntó: “¿Ves ahora lo que escribí hace un momento?” El rico contestó: “No, ahora solo veo el dinero”. El futuro Cardenal concluyó: “En efecto, la riqueza ciega, impide ver a Dios, ¿no le parece?”
3) Para vivir
Nos dice la Sagrada Escritura que al comienzo Dios confió la tierra al hombre para que la administrara y cuidara mediante su trabajo, beneficiándose de sus frutos (cf. Gen 1, 26-29). El hombre posee la tierra, pero no debe dejarse poseer por ella, ha de vivir desprendido de las cosas, dispuesto siempre a compartir lo que posee.
La posesión de los bienes es una oportunidad para multiplicarlos con creatividad, usarlos con generosidad, y así crecer en amor y libertad.
El Papa Francisco comenta que mientras la humanidad se afana por tener más, Dios la redime haciéndose pobre. Y es que lo que nos hace ricos no son los bienes, sino el amor.
Hay un dicho que dice: “El diablo se cuela por los bolsillos”. Se empieza por amar el dinero; luego llega la vanidad, al presumir y, al final, llegan el orgullo y la soberbia. Así actúa el diablo. Pero la puerta por donde entra son los bolsillos.
Así, el séptimo mandamiento nos lleva a cuidar los bienes para amar con ellos. Entonces, concluye el Papa Francisco, “tu vida será buena y la posesión se convertirá verdaderamente en un don. Porque la vida no es el tiempo de poseer, sino de amar”.
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