domingo, 26 de agosto de 2018

¡ME LLEVA LA TRISTEZA!

Alejandro Cortés González-Báez,
www.padrealejandro.com

A la tristeza la encontramos en la música; en la literatura; en los libros de Historia; en las crisis económicas; y en todos los niveles: personal, familiar, social y mundial. Lo cual suena absurdo, pues el ser humano tiene ansias insatisfechas de felicidad. El hombre fue creado para ser feliz... ¿Entonces...? ¿Qué nos está pasando?


A mediados del siglo XX la tristeza se nacionalizó dentro de la Filosofía, y en el Registro Civil se le dio el nombre de Existencialismo Ateo, se casó con una libertad de malas costumbres y procrearon el movimiento hippie. Todo ello sucedió poco a poco mientras viajaban por los países de primer mundo. Más tarde se pasearon por los países pobres, en los que no faltó la piratería que convirtió a muchos rebeldes sin causa en extravagantes réplicas de tal movimiento y, como suele suceder, todo aquello quedó en nada. Hace menos años apareció el “New Age” tratando de crear una religión al gusto del consumidor y... lo mismo. La historia se repitió. 

El capitalismo liberal y materialista tiene ya mucho tiempo prometiéndonos la felicidad a través de la adquisición de bienes de consumo, viajes y planes de diversión inmejorables, y todo ello a los mejores precios.

Sheila Morataya-Fleishman se pregunta: ¿Por qué habemos tantas mujeres deprimidas hoy en día? Una respuesta podría ser el que vivimos en medio de un mundo totalmente artificial que quiere enamorarte a través del deslumbramiento de los ojos y la exaltación de los sentidos. 

Modas, olores, sabores y casi todos los productos en el mercado creados para la mujer moderna llevan un mensaje: como mujer eres especial, lo vales, lo mereces, debes ser la número uno en el corazón de tu amado, y si no es así, estás perdida. 

Hoy día si estás embarazada la gente se preocupa y te pregunta si estás preparada para la depresión post-parto. ¿Tendría tiempo la mujer de antaño de pensar en esto?

El asunto de la tristeza viene de lejos. Es más. Ahora caigo en la cuenta que ya desde Adán y Eva (Perdón, pero no puedo recordar sus apellidos) salieron del Paraíso tristes, desnudos y avergonzados y, todo ello por no quererse someter a los planes de Dios.

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