martes, 28 de junio de 2022
PARA EVITAR UNA VIDA GRIS
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Había una mala pensión para estudiantes, cuyo propietario no era
afecto a la limpieza. No se barría y había mucha suciedad por todas
partes. Alguien colocó un tapete junto a la puerta de entrada y un
letrero que decía: “Favor de limpiarse los zapatos en el tapete”. Y uno
de los estudiantes ingenioso le añadió: “Antes de salir”.
Al comenzar la Santa Misa se tiene el Rito de la Penitencia, que es
como el tapete de entrada a la casa, donde pedimos perdón al Señor
antes de participar en este Misterio.
Con motivo de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo, Corpus Christi, el Papa Francisco recordó que Jesús había
anunciado este misterio con el milagro de la multiplicación de los panes
y peces, en que alimentó a una multitud y todos quedaron saciados. Hoy
en día, Jesús sigue cuidando de nosotros, ofreciéndonos comer su
Cuerpo para quedar saciados.
2) Para pensar
San Juan Bosco tenía una gran devoción a la Virgen, María
Auxiliadora. Sucedió que el día de su fiesta celebró la Santa Misa en su
honor. El templo estaba lleno, había unos seiscientos muchachos de los
que él atendía. Cuando iba a dar la comunión, San Juan Bosco se dio
cuenta que el sacristán había olvidado poner el gran copón con hostias
en el altar. Buscó en el sagrario para buscar más Hostias, pero sólo
encontró unas cuantas. Entonces se dirigió a la Virgen: “Madre, estos
muchachos tienen ilusión de recibir el Cuerpo de tu Hijo. No los dejes ir
en ayunas”. Y se puso a dar la comunión con las pocas del copón.
Pudieron comulgar los seiscientos. El sacristán no lo podía creer, y al
terminar la Misa le dice: “Pero, ¿cómo ha podido dar de comulgar a
todos con tan pocas Hostias? ¡Es un gran milagro! ¡Y lo ha hecho usted!”
San Juan Bosco sin inmutarse de contestó: “¡Bah! Junto al milagro de
la transubstanciación, en que el pan se transforma en el Cuerpo de
Cristo, el de la multiplicación de las Hostias es insignificante…, además,
lo hizo María Auxiliadora”.
Cada día el Señor se multiplica en muchos miles de lugares para dar
de comer y saciarnos. Pensemos con qué frecuencia vamos a la
Eucaristía y con qué devoción lo hacemos.
3) Para vivir
Los discípulos distribuyeron el pan y «comieron todos hasta saciarse»
(Lc 9,17). En la Eucaristía experimentamos la amorosa atención del
Señor que nos alimenta y nos acompaña. Y desea que así como pidió a
los Apóstoles que dieran de comer a los demás, así ahora nosotros
demos de “comer” a quienes están hambrientos, no solo de comida, sino
también hambre de compañía, de consuelo, de amistad, de buen humor,
de atención, de ser evangelizados, dice el Papa.
Es un alimento que sacia porque el Amor de Jesús es infinito, capaz
de saciar todo deseo de amor: se hace nuestro compañero de viaje,
entra en nuestras historias, visita nuestras soledades, dando de nuevo
sentido y entusiasmo. Cuando el Señor da sentido a nuestra vida, nos
sacia. Porque al calor de su presencia nuestra vida cambia: sin Él sería
realmente una vida gris. El Papa Francisco terminó pidiéndole a la
Virgen María que nos enseñe a adorar a Jesús vivo en la Eucaristía y a
compartirlo con los demás. (articulosdog@gmail.com)
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