miércoles, 4 de marzo de 2020

EL OCASO DE LAS BUENAS MANERAS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

No son pocos los ambientes para los que ciertas costumbres y modales, lo que conocemos como buenas maneras, no son más que un corsé que constriñe.


Las consideran como una careta impuesta por una sociedad de la fachada que debe superarse. ¿qué hay de cierto en ello?

Me refiero a lo que en buen castellano se entiende con el nombre de buenas maneras o urbanidad. Ciertamente, desde la perspectiva globalizadora que tanto nos hipnotiza, debería escribir good maners en oposición a bad manners.

No deja de halagar recibir cumplidos por ser persona fina, educada y grata en las relaciones sociales, así como aceptar cortesías de nuestros colegas y en general de la gente con la que convivimos a diario.

Pero cuando en el mundo de la empresa y de los negocios le espetan a uno en el rostro la frase “we are making bussines, not good manners”, es decir, tratamos de dinero y nada más, no dejan de brillar por su ausencia los principios de la urbanidad y la corrección que se deben otorgar a la persona por el hecho simple de ser persona.

En el mundo de la política las buenas maneras marcan el entorno vital de las relaciones humanas y, por lo mismo, delimitan el espacio necesario para lograr acuerdos y abrirse a nuevas posibilidades de transformación. 

La política se elabora entre personas y siempre es mejor tratar con semejantes finos, educados y gratos.

¿Qué nos une a los seres humanos? Dentro de las muy variopintas respuestas que se podrían escuchar, una en concreto se refiere a lo que en la Cultura Occidental describimos con el nombre de naturaleza humana. 

Nos unimos en lo humano, en lo racional. Por eso los animales no hacen política ni negocios, no fundan empresas ni partidos porque son irracionales.

Las actividades que demandan racionalidad requieren del ejercicio de las buenas maneras, porque son el mejor camino para llegar al apetecido final, allí donde aguardan el premio y el tesoro.

Y es que no pocos se quedan en el camino: los inconstantes, los débiles de carácter, los negligentes, los ignorantes, los que confían sólo en la buena suerte, olvidando que las conquistas más resonantes y ejemplares en la empresa y en la política fueron forjadas a fuerza de voluntad, perseverancia y estudio.

Ahora, más que nunca, si deseamos lograr las metas anheladas para el país necesitamos crecer en buenas maneras y olvidarnos unos meses o años de la ley del más fuerte, de la ley de la selva. 

De lo contrario, ¿de qué sirve que el presidente pida respeto a la autoridad, cuando él mismo ofendió a las autoridades anteriores?

Recordemos la frase “Ya cállate chachalaca” y el apodo “Fecal”.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo, pero, más que ocaso creo que debemos plantearnos un nuevo amanecer buscando la manera de reimplantar los buenos modos o buenas maneras o vivir con cierto grado de urbanidad.
    Felicidades.

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