JESUS IS KING es el nombre del último álbum de Kanye West, para algunos el genio musical más representativo de la década, por lo menos en lo que a música popular se refiere. No es su primera producción con temática religiosa, pero indudablemente es en la que más se ha involucrado con la espiritualidad, gestado al calor de su labor pastoral Sunday Service, un servicio dominical evangélico, en el que suelen participar estrellas de Hollywood.
De alguna forma puede verse como un fruto artístico de la conversión de West, que pasó de adicto al sexo y a la pornografía a predicador y compositor protestante.
Con su nuevo álbum, un éxito comercial y musical como los anteriores, West introduce nuevamente, y por la puerta grande, a la religión en el universo cultural y artístico de la juventud.
Su temática religiosa le ha costado acerbas críticas y cierta animadversión en parte de su público cautivo; muchos no lo han recibido con buena actitud, mirándolo con recelo. Sus críticos más desapasionados reconocen que no se trata de su mejor producción, pero que indudablemente posee una gran calidad artística, al igual que sus producciones precedentes, independientemente de su temática religiosa.
Dicha temática entra así, nuevamente, en el mundo millennial, con naturalidad, con la legitimidad que le otorga el ser introducido por una estrella indiscutible, por medio de un trabajo de calidad.
Después de muchos años de recelo y sospecha, donde se veía mal hablar de religión, por considerarse un tema tabú y políticamente incorrecto, West lo vuelve a proponer, a pesar de las críticas. La juventud hodierna, un poco de vuelta de todo, con menos prejuicios, recelos y traumas, recibe con naturalidad su trabajo, que inmediatamente se convierte en un enorme éxito musical, colocándose en el primer puesto de Billboard 200, superando, por ejemplo, a Michael Jackson en tener álbumes consecutivos en ese lugar. Es decir, la religión va dejando de ser un lastre para ponerse discretamente de moda.
No es para menos, dada la calidad del artista y de la conversión efectuada en él. En efecto, West ha reconocido públicamente que desde los 5 años de edad tuvo contacto con la pornografía, volviéndose adicto rápidamente. Ello ha afectado profundamente su vida desde entonces. Su conversión religiosa, le está ayudando a superar su adicción, y durante la promoción de “Jesus is King” practicó y promovió el “ayuno sexual”, explicando que “cuando las personas oran juntas y ayunan juntas, el poder aumenta”. Grande la sinceridad por parte del esposo de Kim Kardashian, ofreciendo un valiente ejemplo.
No lo dejemos solo en su oración pues, así como él hay muchos adictos al sexo y a la pornografía, que pierden su capacidad de ser felices y su libertad por este triste hábito. No olvidemos, también, que quienes están arriba no es fácil que permanezcan en su “estado de conversión”, pues esta suele ser como el enamoramiento: es muy intensa al inicio, pero pasa la emoción, y la persona famosa, sujeta a muchas presiones y tentaciones, puede abandonar lo que acogió con entusiasmo al aflojar el resorte emotivo.
En cualquier caso, el ejemplo que ha dado West con su álbum es una muestra de que el ansia de eternidad, trascendencia y espiritualidad continúa, a pesar de las apariencias, plenamente vigente en el corazón humano, particularmente en el de los jóvenes, le pese a quien le pese.
Ha mostrado cómo, a pesar de tomarse con “normalidad”, la pornografía documenta una dolorosa esclavitud por parte de quienes son adictos, sean hombres o mujeres; así como la producción pornográfica supone una, igualmente dolorosa, sumisión de la mujer, lesiva de su dignidad como persona. Pone en evidencia también, como la religión viene a ser una fuerza liberadora de esos lasos. No olvidemos que las cadenas más fuertes son aquellas que nosotros mismos nos hemos construido, es decir, nuestros vicios.
La religión vuelve a entrar en el discurso juvenil, a ser un tema “permitido”, y a evidenciar su potencial liberador y, por lo tanto, generador de felicidad y bienestar. “Jesús es Rey”. Ahora vemos como el Rey nace en un pesebre, y como reina en los corazones sencillos, de los pobres no solo materiales, sino de espíritu, como West: aquellos que reconocen su absoluta necesidad de la gracia de Dios para romper sus cadenas y crecer como personas. Jesús reina, también, todo hay que decirlo, en estas fiestas navideñas, a través del testimonio de los mártires.
Si la liturgia celebra a san Esteban, el primer mártir y a los Santos Inocecentes inmediatamente después de Navidad, en esta Navidad tuvimos el testimonio de 11 mártires cristianos en Nigeria. Aunque son de color, como West, pocos les han prestado atención; quiera Dios que el valiente testimonio de West ayude a tomarlos nuevamente en cuenta, mostrando así, como el reinado de Cristo es multiforme y plenamente actual; verdaderamente JESUS IS KING.
No hay comentarios:
Publicar un comentario