miércoles, 22 de mayo de 2019

ALADINO Y CANNABIS (MARIHUANA)

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Se afirma que Uruguay fue el primer país del mundo que legitimó el uso de la marihuana. El principal punto de apoyo y argumento de mayor peso para ésta decisión consistió en la certidumbre de que al despojar del mercado a los cárteles, se alcanzaría la paz y la seguridad porque no habría competencia violenta por tan fructífero negocio. 



El segundo argumento no fue menos convincente. Los impuestos generados por la venta pacífica de la cannabis llenarían las arcas del estado.

Parece un dictamen genial, aunque no todas las decisiones a priori gozan de cabal salud. En este asunto tan espinoso se presume que –para obtener mayores espacios de la libertad— es mejor legalizarla que prohibirla.

Pero no todo es tan fácil como decidir hipotéticamente con la finalidad de que la realidad no se salga de control. Así como no se puede restringir la libertad del hombre, el ejercicio argumentativo suele carecer del conocimiento de posibilidades inimaginables en el momento presente. 

Una mala decisión a priori puede poner "de patitas en la calle" al genio de la lámpara de Aladino. ¿Y quién lo podrá despachar de nuevo al interior de donde nunca debió salir?

Con frecuencia razonamos a priori acerca de la conveniencia de permitir el uso de cannabis, no solo farmacológico sino lúdico. Y rebuscamos también apreciaciones que auguran peores efectos nocivos si se legaliza su consumo. 

Las ideas suelen enfocarse desde dos perspectivas diferentes: la económica y la sanitaria. Es decir, argumentos a favor y en contra.

Como en tantos casos de la vida real la actitud más prudente consiste --según mi opinión— en dirigir la mirada a otros países que ya transitaron por este sendero para estudiar el itinerario de los primeros efectos de la legalización.

En el mercado negro canadiense --informa el Instituto de Estadística de Canadá-- el cannabis es un 36% más barato que el dispuesto por el aparato legal.

La desventaja consiste en que la cannabis vigilada contiene porcentajes controlados de canabinoides y, por lo mismo, posee menor potencia efectiva que la cannabis natural. 

Resulta inquietante leer que el consumo de cannabis aumentó en ese país, desde su legalización.

¿Qué informar al usuario?, ¿comprar potencia efectiva en el mercado negro? o ¿gastar más dinero en el mercado controlado para igualar los efectos faltantes? ¿Qué es mejor?, ¿una experiencia poderosa? o ¿un hábito sustentable? En definitiva, no parece que el gobierno o nuevas empresas pretendan sobresalir por ser representantes funcionales de distribución de marihuana.

Presento un reportaje de la ONU del 5 de marzo de 2019:

“El uso del cannabis con fines no medicinales contraviene los tratados internacionales de fiscalización de drogas y es un riesgo para la salud, advierte un nuevo estudio de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

En su informe anual, la JIFE analiza la legalización recreativa del cannabis en varios estados de Estados Unidos y en Canadá y concluye que una regulación insuficiente de su uso con fines médicos, ha permitido que la droga se utilice para otros fines.

"La legalización del cannabis con fines recreativos representa no solamente una dificultad u obstáculo para la aplicación universal de los tratados sino también un problema muy importante para la salud y el bienestar, en particular para los jóvenes”, aseguró Luis Otarola Peñaranda, miembro de la Junta en Perú, durante una entrevista con Noticias ONU”.

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