martes, 14 de agosto de 2018

APRENDE A SER POSITIVO Y OPTIMISTA

Recopilación de Marta Morales,
estudiosmujer01@hotmail.com

Escribe el Papa Francisco:


No temas al tiempo…, nadie es eterno.


No temas las heridas…, te hacen más fuerte.


No temas al llanto…, te limpia el alma.


No le temas a los retos…, te hacen más ágil.


No temas equivocarte…, te hace más sabio.


No temas la soledad…, Dios siempre está contigo.


Martín de Riquer escribió: “Quien no ríe leyendo el Quijote es o porque no entiende la novela o porque tiene la desgracia de no poseer la facultad de reír, que es la que distingue al hombre de los animales. Cervantes, cuando escribe la Segunda parte de la novela, tiene ya sesenta y ocho años, está en la miseria, ha padecido desdichas de toda suerte en la guerra y en el cautiverio, el honor de su hogar no ha sido siempre limpio ni ejemplar, ha recibido humillaciones y burlas en el cruel ambiente literario; y a pesar de todo ello, por encima de sus angustias, de sus estrecheces y de sus penas, el buen humor y el agudo donaire inundan las páginas del Quijote”.


No hay que buscar problemas, sino soluciones. Si el marido es el problema, tú eres la solución. Además, la persona positiva hace felices a los demás; la pesimista, las hace infelices. ¿Qué hacer? Oración. En la oración el Señor nos transformará de pesimista en optimista.


El Cura de Ars decía: “Los buenos cristianos que trabajan en salvar su alma están siempre felices y contentos; gozan por adelantado de la felicidad del cielo; serán felices toda la eternidad. Mientras que los malos cristianos siempre se quejan, murmuran, están tristes..., y lo estarán toda la eternidad. Un buen cristiano, un avaro del cielo, hace poco caso de los bienes de la tierra; sólo piensa en embellecer su alma, en obtener lo que debe durar siempre”.


Que importante es que caminemos in novitate sensu, con la novedad de encontrar que todo es gracia, que cada día supone un regalo inmenso de Dios a cada uno. Es conveniente que nos demos cuenta del mal que hay en el mundo, pero sin dejarnos abatir por los trazos sombríos. Analizamos las realidades terrenas con el optimismo de los hijos de Dios, que no se amilana ante ellas.


Vivir de espaldas a Dios es una falsa ilusión de libertad, es la peor de las desgracias. Juan Pablo II ha señalado en esta cerrazón a la misericordia divina una característica de nuestra época. Es bien patente a todos la imagen del hombre encerrado en el pecado, haciendo imposible por su parte la conversión y, por consiguiente, también la remisión de sus pecados, que considera no esencial o sin importancia para su vida. Esta es una condición de ruina espiritual (...). La acción del Espíritu Santo, que tiende a convencernos de pecado, encuentra que la conciencia está impermeabilizada, hay dureza de corazón, porque se ha perdido el sentido del pecado.


No nos ha de dar miedo esta situación. Tiene remedio. El ser humano tiene una capacidad grande de recapacitar y regenerarse.


El buen humor es la verdad llena de simpatía. Hay que acostumbrarnos a ver a Dios detrás de todo. A veces le echamos la culpa a una persona, a un jefe o a una institución, ¡y es Dios quien está detrás! corrigiéndonos. El profesor Biffi decía: “La ascética es el itinerario para la construcción del hombre”.


“El milagro más grande no es que hagamos ese trabajo, dijo Madre Teresa de Calcuta, sino que nos sintamos felices de hacerlo”. Benedicto XVI dice que el cáncer más virulento es la apatía del corazón, corazón que no busca la rectitud.


Para concluir citamos la Oración del buen humor de Santo Tomas:


Señor, dame una buena digestión, pero también algo para digerir. Dame la salud del cuerpo y el buen humor, necesario para mantenerla Dame, Señor, un alma sencilla que sepa sacar provecho de todo lo que es bueno y no se asuste cuando vea el mal, sino mas bien que se encuentre el modo de poner las cosas en su puesto. Dame un alma que no conozca el aburrimiento ni los refunfuños, suspiros o lamentos, y no permitas que me atormente demasiado por esa cosa demasiado incómoda llamada "yo". Dame, Señor, el sentido del buen humor. Amen.

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