viernes, 2 de agosto de 2019

UNA PETICIÓN INFALIBLE Y PERFECTA


Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Es difícil saber explicar con exactitud a qué sabe un alimento. Por
ejemplo, al explicar a qué sabe la fruta del mango, puedo compararlo con otros sabores, o decir que es dulce, pero aun así podría coincidir con otros sabores. Hasta que se prueba y saborea, cuando se tiene la experiencia, entonces ya conocemos a qué sabe.

Es lo que hace Nuestro Señor Jesucristo con sus discípulos. Cuando le piden que les enseñe a orar, comentaba el Papa Francisco el pasado domingo, no les da una definición abstracta de la oración, cambio, les invita a experimentar la oración diciéndoles: Cuando os
pongáis a orar, habréis de decir: “Padre nuestro, que estás en los cielos…” Es decir, los coloca directamente en comunicación con el
Padre, despertando en ellos la nostalgia de una relación personal con Él, con Dios, con el Padre. Y añadía el Papa: “¡He aquí la novedad de la oración cristiana! Es un diálogo entre personas que se aman, un diálogo basado en la confianza… Es un diálogo del Hijo al Padre. Es un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con el papá… Esta es la oración cristiana”.

2) Para pensar

En las proximidades de Jerusalén, en la cima del monte de los Olivos, se halla la llamada “gruta del Padre Nuestro”, donde según la tradición local fue la enseñanza de Jesús sobre la oración del Padre Nuestro. Los muros que rodean un presbiterio están cubiertos por paneles de cerámica con la oración escrita en más de setenta
idiomas. Esta oración también es conocida como “Oración Dominical”, pues significa “Oración del Señor”, al hacer referencia a su raíz latina, donde “Dominus” significa “Señor”. Por eso también un día de la semana se llama “domingo”, pues es el “Día del Señor”.

Es “Oración del Señor”, por dos razones: Una, porque Jesús nos da las palabras: Él es el Maestro de nuestra oración. Y la segunda, porque como es Verbo encarnado, al ser hombre conoce nuestras necesidades, y nos las revela: es el Modelo de nuestra oración.

Pensemos si sabemos valorar el Padre Nuestro y lo rezamos como
verdaderos hijos de Dios. 

3) Para vivir

Muchos autores, como San Agustín, Santo Tomás de Aquino o Tertuliano, califican al Padrenuestro como la oración principal del cristiano, pues viene a ser un resumen de todo el Evangelio, un compendio de nuestras peticiones y la más perfecta de las oraciones. 

En ella, pedimos todo lo que podemos desear y según el orden en que conviene desearlo. 

Así, uno de los dones más precioso que nos ha dejado Jesús es la ración del “Padre Nuestro”, que es verdaderamente única. Y además, Jesús envía al Espíritu Santo a nuestros corazones para que
seamos realmente hijos de Dios y podemos llamar a Dios como Padre, por la gracia, con toda propiedad.

Lo que pedimos en el “Padre Nuestro”, señalaba el Papa Francisco,
se ha cumplido y se nos da en Jesús: la santificación del Nombre, la
venida del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal.
Cuando pedimos, abrimos nuestras manos para recibir. Concluía el Papa Francisco invitándonos a pedirle a la Virgen María que nos ayude a orar al Padre en unión con Jesús para vivir el Evangelio, guiados por el Espíritu Santo. 

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