miércoles, 30 de junio de 2021

LAS DIVERSAS DIMENSIONES DEL TRABAJO PROFESIONAL

LAS DIMENSIONES DEL TRABAJO PROFESIONAL Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Me parece que todos hemos visto esa graciosa película de Charles Chaplin, titulada: “Tiempos Modernos” en la que hace una sátira de la sociedad altamente tecnológica, pero que se está deshumanizando. Chaplin trabajaba en una gran industria como obrero. Su trabajo era sumamente elemental. Recuerdo que se encontraba frente a una banda sin fin y pasaban multitud de tuercas y, con un par de herramientas, las iba ajustando. Pero se tenía que poner listo y apurarse porque de lo contrario la banda avanzaba más rápido y no alcanzaba a apretar todas las tuercas Era lo único que hacía durante todo el día. De manera que, al concluir su larga jornada laboral, le quedaba un acentuado tic de mover sus manos sin parar, como si estuviese apretando y apretando más tuercas imaginarias. No pasa de ser una broma, pero pienso en muchas personas que acuden a su trabajo cotidiano con aburrimiento o monotonía; o bien, tensos, con estrés, nerviosos y no acaban de encontrar el lado amable, sino que lo consideran un mero quehacer fastidioso. Y están contando las horas para que termine e irse cuanto antes a cualquier otro sitio. Lo primero que hay que decir es que todos debemos encontrar los aspectos que nos entusiasmen e ilusionen, de manera que todos los días vayamos a trabajar con optimismo y planteándonos metas concretas. Muchas veces en los detalles pequeños se encuentran cosas que debemos descubrir porque nos alegran, nos dan buen humor, paz y serenidad. No hay que olvidar que un trabajo profesional bien hecho y a conciencia, nos ayuda a crecer en virtudes, como: orden, aprovechamiento de tiempo, constancia, fortaleza, creatividad, ingenio. Es decir, mientras que producimos algo bien elaborado, a la vez nos está impulsando a mejorarnos a nosotros mismos como personas en nuestros valores y virtudes. En cierta ocasión, visité la ciudad de Oaxaca y fui a observar con unos amigos cómo elaboraran las ollas y otros objetos con el famoso barro negro y me di cuenta que el alfarero realizaba verdaderas obras maestras. Lo felicité por su labor. Él me contestó: “ - Como vengo al trabajo con gusto e ilusión, todo sale mucho mejor.”-dijo sonriente. Otro aspecto, no menos importante es contagiar a los colegas del trabajo con esa misma alegría y buscar servir a los demás en lo que se les ofrezca. En otras ocasiones, hay que aconsejar a los colegas o subalternos que no dramaticen los normales problemas del quehacer diario ni se estén continuamente quejando, sino enseñarles a ver lo positivo y aprovechable de cada situación. Incluso de los errores y equivocaciones se puede aprender y sacar una lección. A veces nos hemos topado con compañeros de trabajo que “todo lo ven negro”, son pesimistas. Se llenan de amargura, están crispados y tienden a ser ácidos o sarcásticos ante los defectos de los demás. De sobra sabemos que esa clase de personas terminan con gastritis, colitis, piedras en la vesícula biliar o problemas del hígado. Con el buen ejemplo y una sonrisa se puede ayudar a esas personas que sufren inútilmente. Se les puede enseñar a ver –como dicen los ingleses- “el lado luminoso de la nube”. A no criticar ni caer en la murmuración, que no conduce a nada, sino a generar mal ambiente laboral. También en toda empresa hay que tener espíritu de competitividad y afán de superación, pero es fundamental no meterse mutuamente zancadillas –por celos o envidias- ni desprestigiar a nadie. Otro elemento clave en el trabajo es luchar contra el excesivo individualismo y la hostilidad hacia los demás, creando un grupito separado como un quiste aislado del conjunto. Todos trabajamos por el bien común de la empresa y, por tanto, debe de existir ese ambiente de confianza y camaradería. Para ello, hay que saber comprender, perdonar y disculpar los pequeños defectos que todos tenemos. En otras palabras, ser amables y sociables con todos, sin excluir a nadie, lo mismo que tener capacidad de adaptarse a todos los caracteres. Considero esencial respetar la dignidad humana que cada persona tiene, en especial, lo relativo a los valores éticos. Fomentar virtudes, como: honradez, honestidad, templanza, solidaridad para con todos, etc. Reviste, también, gran relevancia el estar abiertos y convivir amigablemente con los demás. De este modo, se combaten las tendencias hurañas y los egoísmos. Algo que se agradece mucho en toda convivencia es evitar los resentimientos, las actitudes altaneras, despectivas; el ser autoritarios, complicados, o bien, no convertirnos en los típicos “aguafiestas” cuando alguien ha conseguido un logro y merece ser felicitado o animado. Si se es directivo, es necesario aprender a motivar al personal y saber compartir metas comunes para que se ilusionen todos los colaboradores. Como decía Tomás Moro: “Hay que aprender a tener corazón”, tomando en cuenta que los demás no son máquinas ni robots y agradecen todas las delicadezas y atenciones humanas. En conclusión, si una persona se encuentra relajada, a gusto y contenta con su trabajo, toma buenas decisiones y obtiene mejores resultados. Trabajando todos as en una empresa, hay mayor productividad y se tiene el orgullo de pertenencia a la organización. Pero el trabajo profesional adquiere su plenitud cuando se ofrece a Dios y se procura realizar lo mejor posible y cuidar hasta los pequeños detalles. De esta manera, nuestra actividad cotidiana adquiere un relieve nuevo, más profundo y trascendente. En acertada frase de San Josemaría Escrivá de Balaguer, se logra “santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar con el trabajo”. Porque esta dignidad de la actividad profesional está fundada en el Amor a Dios. Dicho en otras palabras, “el trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor. (…) El trabajo es así oración, acción de gracias, porque nos sabemos colocador por Dios en la tierra, amados por Él, herederos de sus promesas” (“Es Cristo que Pasa, No. 48). Fue así como vivieron Jesús, María y José en el taller de Nazaret. San José le enseñó al Niño Dios el oficio de artesano y Santa María se ocupaba de las tareas propias del hogar. La Virgen María y el Santo Patriarca José vivieron en continua presencia de Dios -mientras trabajaban- contemplando a Jesucristo, el Hijo de Dios Encarnado.

martes, 29 de junio de 2021

PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI: 70 AÑOS DE FIDELIDAD A SU SACERDOCIO

Pbro. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía, p.marioa@gmail.com El pasado 29 de junio Benedicto XVI cumplió 70 años como sacerdote. Quieren ser estas líneas un homenaje a su fidelidad y un reconocimiento de que vale la pena dejar la vida por una realidad tan hermosa, como lo es el sacerdocio. Actualmente, en Roma, hay una exposición que recuerda la efeméride, con el deseo de tributarle el merecido reconocimiento al Papa Emérito. Ahora bien, cabe decir que en todo el maravilloso proceso de su vida: sacerdote, obispo, cardenal, Papa y, finalmente, Papa Emérito, Joseph Ratzinger no ha dejado de ser fundamentalmente sacerdote. ¿Dónde se nota eso? Particularmente en la celebración de la Santa Misa. Testigos presenciales dan fe de la unción, piedad y recogimiento con los que la celebra; alguno se admira de su forma de mirar a la Hostia una vez consagrada. Podríamos decir que lo importante es su sacerdocio, todo lo demás gira en torno al mismo o lo perfecciona, pero, en síntesis, es un sacerdote cien por cien. Y es que la acción más sagrada, más elevada, que puede realizar, sea como sacerdote o como Papa, es la misma: la celebración de la eucaristía. Nada hay más santo, nada más elevado que poder celebrar la Santa Misa. Ahora mismo, como Papa Emérito, su principal aportación a la Iglesia es la oración y la piadosa celebración de su misa. Son 70 años de celebrar misa, son 70 años de dejarse llevar por la mano de Dios. La vida para él ha sido una aventura de servicio a Dios. Su entrada en el seminario en medio del dominio nazi en Alemania, su rechazo a enrolarse en las SS precisamente por ser seminarista, a pesar de la presión del ambiente y de las burlas y vejaciones de las que fue objeto. Su ordenación, sus títulos académicos, su participación, discreta pero importante en el Concilio Vaticano II. Su vida como profesor universitario de prestigio, su elevación al orden episcopal y casi inmediatamente, su nombramiento cardenalicio. Sus largos años al frente de la Congregación de la Doctrina de la Fe, su elección como Papa, sucediendo a un gigante de la fe, su inesperada renuncia, su vida oculta de oración, todo ello constituye una maravillosa sinfonía de fidelidad a Dios, deja ver la aventura que supone el dejar en Dios el cuidado de nuestra vida. Ahora bien, en 70 años de sacerdocio, no ha faltado la Cruz, la contradicción, la dificultad. Ha tenido que hacer frente a dramáticas situaciones y en medio de ellas ha encontrado el camino para mantenerse fiel a Dios. Primero como teólogo en las turbulentas aguas del postconcilio, más tarde como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, haciendo frente a la Teología de la Liberación o a la Teología del Pluralismo Religioso y, finalmente, como Papa, encarando el doloroso escándalo de la pederastia clerical. No ha sido fácil encontrar el camino, no ha sido sencillo ser fiel a Dios, y sin embargo Benedicto XVI ha seguido a Jesucristo a través de los tortuosos caminos de la Iglesia y el mundo contemporáneos. A todos nos dio ejemplo de humildad y de amor a la Iglesia al tomar, después de siete siglos, la inusitada decisión de renunciar a la Sede de Pedro. Todos hemos sido conscientes del valor y el coraje que supuso tal cambio, y cómo la Providencia ha sabido capitalizarlo grandemente a través del pontificado de Francisco. Después, nos ha dado ejemplo, también de humildad, al permanecer en oración, en silencio, sin hacerle sombra al Papa Francisco y cuidando delicadamente la unidad con él. En el detalle de su renuncia y en su esconderse, brilla más, si cabe, su amor a la Iglesia, a Jesucristo, a todas las almas. Ahora bien, si a San Juan Pablo II se le ha tildado de “el Grande”, a Benedicto XVI deberá reconocérsele como “el Sabio”. Deja una monumental obra intelectual y de pensamiento, que todavía no ha asimilado y digerido suficientemente la Iglesia. Se precisarán décadas quizá, para hacerse cargo de la riqueza de su magisterio. Benedicto XVI, en lo personal, sorprende mucho, pues a diferencia del pecado que caracteriza con frecuencia a los intelectuales, la soberbia, la autosuficiencia, el Papa Emérito da muestras grandes de humildad y sencillez. Con esa sencillez celebró sus 70 años de sacerdocio, con su vida toda nos da ejemplo a los sacerdotes de que vale la pena ser fieles, y de que esa fidelidad conduce a una vida plena.

sábado, 26 de junio de 2021

LAS DRAMÁTICAS EXPERIENCIAS DEL PSIQUIATRA VIKTOR FRANKL

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Acabo de leer “Las Memorias de Víktor Frankl” y me resultó un texto impresionante. ¿Por qué? Porque este Psiquiatra vienés, discípulo del Fundador del Psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), estuvo en un campo de concentración nazi y nos narra sus dramáticas experiencias en los que sus padres y varios familiares suyos fueron enviados a la cámara de gas. Su esposa Tilly también falleció -justo cuando las tropas inglesas liberaron otro campo de concentración donde se encontraba-, debido a su extrema debilidad física por falta de alimento. Como era de esperarse, toda esta serie de desgracias le afectaron mucho al joven psiquiatra. Le confesaba a un amigo que fue muy duro perder en tan poco tiempo a tantos seres queridos y observar ese horrendo dolor y crueldad en dichos campos de exterminio. “- ¿Sabes por qué sobreviví? -le confesaba con lágrimas-. Porque le di un sentido profundo a mi dolor y sufrimiento. Concluí que había que descubrir el “para qué” de esa desgarradora situación y, como tengo una visión trascendente de la vida humana, aprendí a descubrir que todo tiene un sentido, crecí en fortaleza, esperanza e incluso ayudé a muchos judíos de mi raza a que encontraran también un sentido dentro de esas tremendas condiciones”. “- Observaba que muchos se suicidaban al ver tanta masacre y desprecio de los nazis hacia la existencia humana. Otros caían en un severo estado depresivo. Así que decidí hacer un esfuerzo por servir a los demás, practiqué mi profesión y aprendí muchas lecciones de valores humanos en situaciones límite”. “ – El día que llegaron las tropas norteamericanas a liberarnos de Auschwitz, yo me encontraba sumamente delgado, casi cadavérico, por falta de alimento; con mis pies hinchados, con llagas reventadas y padecía un frío insoportable. Los médicos y las enfermeras se percataron de mi estado de salud y, mediante sus auxilios médicos, lograron salvarme la vida, lo mismo que a muchos otros judíos que también se encontraban en ese lamentable estado de inanición”. Cuando este Psiquiatra volvió a Viena a continuar con su actividad profesional, quiso narrar lo acontecido y escribió un libro, titulado: “Un Psiquiatra en un Campo de Concentración” que de inmediato se convirtió en un éxito editorial. Posteriormente lo tituló: “El Hombre en Busca de Sentido” y del que se han difundido millones de ejemplares en el mundo entero. Pero, ¿quién fue Víktor Frankl? Fue un neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco nacido en 1905 y fallecido en 1997. Fue el Fundador de la Logoterapia y del Análisis Existencial. En un principio fue discípulo del fundador del Psicoanálisis, Dr. Sigmund Freud, pero pronto abandonó esa escuela psicológica de pensamiento porque consideró que la persona humana no podía reducirse al instinto, a un mero impulso sexual y buscar las raíces de los traumas psicológicos de los pacientes únicamente en el factor erótico. Después siguió la escuela de Alfred Adler (1870-1937) quién fundó la corriente psiquiátrica llamada: “La Psicología Individual”, pero tampoco le convenció. De esta manera decidió iniciar su propia Escuela de pensamiento: la Logoterapia, que es una psicoterapia que propone que “la voluntad de sentido” es la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada en comparación con las corrientes psicoterapéuticas anteriores y consideraba que la atención clínica a ella era un elemento esencial para la recuperación integral del paciente. Además del libro ya mencionado, otras publicaciones suyas son: “Fundamentos y Aplicaciones de la Logoterapia”, “La Presencia Ignorada de Dios”, “A pesar de todo, decir sí a la vida”, “Psicoanálisis y Existencialismo”, “Psicoterapia y Humanismo”, “Ante el Vacío Existencial: Hacia una Humanización de la Psicoterapia”, “Teoría y Terapia de las Neurosis”, “El Ser Humano ante la Muerte”, entre muchos otros. Pronto se convirtió en una celebridad mundial e impartió numerosas conferencias en Estados Unidos, México y muchos otros países. A partir de 1961, Frankl mantuvo cinco cátedras como profesor en los Estados Unidos en las Universidades de Harvard, Stanford, Dallas, Pittsburg y San Diego. En su vida personal, fue siempre un apasionado escalador de montañas y le gustaba pilotear avionetas. Tenía un enorme sentido de humor y lo desarrolló particularmente en los campos de concentración en los que estuvo y hacía reír a sus compañeros de prisión, debido a que lo consideraba como terapia para pensar en positivo, con alegría y olvidar tanta amargura. Frankl enseñó en la Universidad de Viena hasta los ochenta y cinco años con asombrosa constancia, entusiasmo e ilusión. Falleció el 3 de septiembre de 1997 de un paro cardiaco en Viena, Austria, dejando a su segunda esposa, Eleonore y a una hija, la Doctora Gabriela Frankl-Vesely. Consideraba que la sociedad actual padecía de un nihilismo por su falta de valores y de interés por los asuntos trascendentes y que sólo le interesaba la obtención de bienes materiales y la afanosa búsqueda de los placeres efímeros (hedonismo), por ello se vivía en una especie de “neurosis colectiva” que les conducía sin remedio a un vacío existencial. Su legado a la humanidad es inconmensurable. Recibió en vida muchos reconocimientos por sus valiosas aportaciones a la Psiquiatría Moderna, entre ellas, la Condecoración Austriaca de las Ciencias y las Artes. Víktor Frankl es considerado como uno de los gigantes del espíritu humano que se enfrentó con valentía y determinación a las visiones reduccionistas del hombre y le proporcionó a la Psiquiatría una dimensión trascendente.

APRENDER A DISTINGUIR ENTRE LAS NOTICIAS FALSAS Y LAS VERDADERAS

Pbro. José Martínez Colín 1) Para saber Las redes sociales se han convertido en algo inevitable, siendo una fuente inagotable de información. Sin embargo, no todo lo que ofrece es confiable. Ha aumentado el riesgo de encontrarse con falsedades, dificultándose distinguir entre lo verdadero y los falso. Debido a que las redes sociales son plataformas públicas, cualquiera puede publicar algo sin comprobar si es verdad. Así han proliferado las noticias falsas llamados con el anglicismo “fake news”. Son varias las razones por las que se difunden estas noticias falsas: para aumentar la audiencia; para tener más seguidores; por ignorancia; para tener mayor impacto en el mercado; para impresionar o ponerse sobre los demás al pretender tener una verdad que nadie tiene, considerando a los demás inferiores o para desprestigiar la verdad por intereses personales, políticos, económicos o religiosos. Por ello el Papa Francisco comentó que la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas es muy actual pareciendo que se escribió para nuestra época, pues previene sobre falsas noticias. Los gálatas vivían en la región de Anatolia, en lo que hoy es Turquía. San Pablo había fundado pequeñas comunidades cristianas, pero habían llegado algunos difundiendo lo que hoy diríamos “fake news”, falsedades sobre la fe cristiana y sobre el mismo Pablo queriendo desprestigiarlo. Se presentaban como los únicos poseedores de la verdad, y sembraban confusión y división. No es algo nuevo, dice el Papa, es la táctica acostumbrada por el demonio que es “padre de la mentira”, queriendo con ello confundir y dividir a la gente, apartarla de la verdad. 2) Para pensar Cuenta una leyenda que un día la Mentira y la Verdad se encontraron en un río. Entonces, la Mentira saludó: “Buenos días, doña Verdad”. Y la Verdad, que no se fiaba, comprobó si realmente era un buen día. Miró al cielo azul sin nubes, escuchó cantar a los pájaros y, sí, era un buen día. “Buenos días, doña Mentira”. La Mentira le comentó: “Hace mucho calor hoy”. Y la verdad vio que era un día caluroso. La Mentira entonces invitó a la Verdad a bañarse en el río. Se quitó la ropa, se metió al agua y dijo: “Venga doña Verdad, que el agua está muy buena”. La Verdad confió, así que se quitó la ropa y se metió al río. Pero entonces, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad, mientras que la Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda. La gente aceptaba a la Mentira vestida con la ropa de la verdad, pero se alejaba al ver a la Verdad desnuda. Una interpretación de la fábula sería que solemos preferir las mentiras disfrazadas, en vez de la verdad tal cual es. Pensemos si amamos la verdad aunque nos cueste aceptarla. 3) Para vivir Preciso es saber discernir y tener precaución antes de aceptar algo como verdadero, pues no falta quien pretenda engañar. Pero, ¿cómo conocer la verdad? Ciertamente el hombre se encontraría desamparado si no fuera porque la Verdad misma se hizo hombre en Jesucristo, y nos dejó a su Iglesia para que transmita las verdades fundamentales a lo largo de los siglos. Podemos caminar confiados con la certeza de que el Espíritu Santo obra en todos los tiempos y guía a la Iglesia. (articulosdog@gmail.com)

miércoles, 23 de junio de 2021

EL DUELO, ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LA PANDEMIA

Pbro. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía, p.marioa@gmail.com La pandemia nos ha golpeado a todos, pero es verdad que particularmente a quienes han perdido un ser querido o incluso varios. Estas situaciones dolorosas colocan a las personas en una condición psicológicamente bien conocida, que es el duelo. Desde mi perspectiva pastoral religiosa también he de verme continuamente frente a personas que lo experimentan, en ocasiones de forma muy intensa. He aquí algunas sugerencias para afrontarlo y para salir fortalecidos de una de las pruebas más duras de la vida. Una de las cuestiones más angustiantes para quienes sufren en duelo, es la taladrante pregunta: “¿por qué a mí?” Pregunta, dicho sea de paso, que no tiene respuesta, por lo menos evidente, en esta vida. La incógnita sólo se podrá despejar en la otra vida, por ahora tenemos que contentarnos con presuposiciones preliminares, las cuales meten al sujeto en una espiral sin término, donde sólo se calienta la cabeza y pierde la paz. La sugerencia ante esa inquietante pregunta es obviarla, es decir, partir de la idea de que no tiene respuesta y de que es absurdo seguirse cuestionando. Rechazarla, alejarla como si fuera un mal pensamiento; lo es, pues nos debilita y destruye. Para las personas de fe, el duelo suele ser una dura prueba para la misma. La gente se siente defraudada por Dios y piensan que sus oraciones para nada han servido, no han sido escuchadas. No es infrecuente encontrar personas que culpan a Dios por su desgracia. Como no hay culpables evidentes detrás de un caso de COVID o de un cáncer, el único culpable puede ser Dios, que lo quiso, o por lo menos lo permitió. La reacción ante esa conclusión puede ser diversa: enojarse con Dios, resentirse con Él y, en casos más extremos, negar su existencia o, peor aún, maldecirlo. Ante esas situaciones, no nos queda sino un silencioso respeto. Es comprensible que el dolor, en un arranque profundo, conduzca a la negación de Dios o incluso a insultarle. Como seres semejantes comprendemos esa necesidad de catarsis, de desahogo. Podemos suponer que Dios también la comprende, pues Él es el único que conoce la hondura de los corazones, y es testigo de la dimensión de su dolor. Si nosotros comprendemos, Dios más, y con mayor motivo perdona esos explicables desplantes. De todas formas, pasada la tormenta de un primer momento de intenso dolor, vuelve la serenidad, la calma, hay forma de pensar las cosas con mayor perspectiva y sensatez. Ante una situación difícil, dolorosa, frente al duelo, no tiene sentido alejarse de Dios, más bien, por el contrario, es cuando más lo necesitamos para rehacernos, para sacar fuerzas de nuestra debilidad. La actitud correcta es justo la inversa: buscar apoyo en Dios para superar el bache, la dura prueba que nos presenta la vida. Más que un momento de pérdida de fe, lo que se necesita es un momento de profundización en la fe. Por la fe sabemos que esta vida no es definitiva; es simplemente preámbulo de otra vida, la cual no conoce fin, ni dolor, ni frustración, ni sufrimiento. Es el momento de caer en la cuenta de que es verdad, de que así es: nuestro ser querido, si ha tenido una vida buena, ya no sufre más. En este sentido, a los difuntos no les sirven nuestras lágrimas, ni es falta de cariño el dejar de llorarlos una vez pasado el duelo. Les sirven nuestras oraciones, con las cuales, además, podemos instaurar una nueva forma de comunión con ellos, diversa de la comunicación física, que nos ha sido dolorosamente vedada. Por ello la muerte es ocasión de robustecer la fe, y de salir más fuertes, pues tenemos una visión más completa y realista de nuestra vida y de la de los demás. Dos últimas precisiones. Es preciso explicar eso a los niños. Con sencillez. Tenemos una vida aquí y otra después, más plena, en el Cielo. Algunos se nos adelantan y nos esperan alegres, del otro lado de la orilla, hacia donde nosotros, inexorablemente nos dirigimos. Y para superar la espiral sin sentido del dolor, nos sirve pensar que nuestros deudos continúan manteniendo su conciencia, su “yo”, en la otra vida. Continúan amando lo que amaron. Lo que menos quieren es que por culpa de ellos, nuestra vida se vuelva amarga o nos quedemos atorados en ese trágico evento. Al contrario, ellos quieren que vivamos nuestra vida, intensa y felizmente.

martes, 22 de junio de 2021

JUAN RULFO Y SUS INFLUENCIAS LITERARIAS

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 El célebre escritor mexicano recibió varias influencias de destacados literatos: 1) En primer lugar, de William Faulkner (1887-1962) quien pertenece a la “Generación Perdida”. Nació en Oxford, Mississippi, al sur de Estados Unidos. De esas tierras campiranas extrae personajes para sus novelas: “El Ruido y la Furia”, “Pylon”, Mientras Agonizo”. Las vidas de sus protagonistas se mueven por la fatalidad; sus compañeros de viaje son lo sórdido y lo cruel. Faulkner nos muestra a un mundo sumergido en la incomunicación, en el egoísmo. Por ejemplo, en sus personajes de la novela “Mientras Agonizo”; aparecen necios y brutales y por encima de los lazos de sangre, se comportan como bestias salvajes e irracionales. A Faulkner le preocupa el hombre y la violencia. Le toca vivir las dos Guerras Mundiales y recibe la herencia de la Guerra de Secesión en la Unión Americana. Sostiene que el hombre ante las batallas se despersonaliza; pierde los valores, la razón y vive en un estado de continua incertidumbre y angustia. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1950. Faulkner parte de un condado imaginario –Yoknapatawpha-, con más quince mil habitantes en una superficie de 2,400 millas cuadradas. Es una región que para unos críticos literarios representa el sur de Estados Unidos y, para otros, es una imagen del mundo entero. Utiliza –junto con John Dos Passos- técnicas nuevas de la narrativa: los repentinos cambios de tiempos, personajes y sucesos, que le dan a la novela un ritmo nuevo y una capacidad para retratar a toda una sociedad de un modo más ágil e impactante. 2) También influyen en Juan Rulfo escritores del siglo XIX, como: Honoré de Balzac, Eugenio Sué, Guy de Maupassant, etc. Es una literatura pesimista; de denuncia de injusticias, de la corrupción y de las lacras sociales. Juan Rulfo toma ese ejemplo de Faulkner y crea sus condados imaginarios a los que llama “Luvina” y “Comala” en Jalisco, en los que vierte su experiencia interior de la vida, sus vivencias externas en una zona geográfica que le es familiar en un ambiente agobiante y mortecino. Juan Rulfo nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917. Vivió de lleno la Guerra Cristera (1926-1929) siendo apenas un niño, pero las imágenes de crueldad y de la sangre derramada se conservaron imborrables en su memoria. A su padre, su abuelo y a un tío los mataron los soldados del Presidente Plutarco Elías Calles. Su madre murió cuando contaba con doce años y, después de un permanente vagar por diversas casas de sus parientes, fue internado en un orfanatorio. Ese sentimiento de orfandad, se extiende por toda la obra de Rulfo: “Macario”, el primer cuento de “El Llano en Llamas” (1953) es el embrión de “Pedro Páramo” (1955), su segunda gran obra. Juan Rulfo, en “El Llano en Llamas”, es el huérfano maltratado, incomprendido y sin hogar. Experimenta la soledad y el vacío afectivo. Acaba cautivándole un mundo mágico y misterioso que le parece observar en la naturaleza nocturna y en los muertos. El niño es el eslabón de unión entre “Macario” y Juan Preciado, el protagonista de “Pedro Páramo”. Este niño humaniza al mundo animal porque no alcanza a distinguir entre el hombre y la bestia debido a que ha presenciado demasiada crueldad en ambos. Los personajes de Rulfo se refugian en el alcohol para poder mitigar el dolor de la angustia y de la propia derrota ante una naturaleza adversa y destructiva. La obra de Juan Rulfo es eminentemente de denuncia social: se duele que los indígenas sigan viviendo una vida marginada y apartada del progreso. Le preocupan el hambre, las injusticias, los abusos de los poderosos, la cínica demagogia y la anarquía en el campo. En muchos casos, ellos viven dentro de una atmósfera supersticiosa; carecen de cultura y formación. Su indigencia también es pobreza de ideas, de falta de conciencia cívica porque hay un gobierno que deliberadamente lo mantiene en un estado de puerilidad. El campesino mexicano se siente huérfano ante un poder extraño que no resuelve sus problemas más apremiantes. Y espera estoicamente que las cosas cambien. Pero en esa larga espera, la gente muere y los poblados se convierten en pueblos fantasmas donde habita la miseria y la desolación. Desde el punto de vista literario, Rulfo es un narrador omnisciente, es decir, que todo lo ve, lo observa, lo sabe y lo predice. El monólogo interior, la simultaneidad de planos, la introspección, el paso lento son usados por este escritor con óptimos resultados. Sus descripciones son siempre lacónicas, sintéticas, compactas. No le sobra ni le falta ni una palabra y no escribe con barroquismo verbal. Es un cuidadoso artesano del arte de escribir. Juan Rulfo es considerado como uno de los escritores de América Latina más importantes del siglo XX y de México.

domingo, 20 de junio de 2021

TIPS PARA MEJORAR LA CONVIVENCIA EN FAMILIA

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Estamos recorriendo “El Año de la Familia”. Para lograr una mayor integración de todos sus miembros es necesario cuidar una serie de detalles fundamentales para que esa convivencia no se convierta en algo monótono, rutinario o aburrido. Con la proliferación en los hogares de celulares, ipads, iphones, lap tops y las redes sociales ciertamente se corre el peligro de que cada hijo construya su mundo aparte, que viva aislado, que esté viendo las películas que le interesan o escuchando su música favorita. Desde luego, eso es lo más cómodo para el niño o el joven, pero rompe con la unidad familiar y se desentiende lo que ocurre a su alrededor. Aclaro que yo uso todas esas tecnologías y me resultan muy útiles en mi oficio de comunicador y escritor. Pero quizá sea la queja y preocupación más frecuente de los padres de familia. Con expresiones que me comentan, como: “Véalo, vive como embobado con su celular”, “prefiere retirarse y estar en ‘su cueva’ “ ( su habitación), “ha bajado mucho su promedio escolar porque se desvela hasta bastante tarde viendo cosas y no hace bien sus tareas”. Sin duda, cada asunto tiene su propio lugar. Para un estudiante, es prioritario dedicar suficiente tiempo a estudiar y sacar adelante sus tareas escolares. También conviene que los chicos hagan deporte, que tengan lecturas formativas, que aprendan a socializar en familia y con sus amistades. ¿Qué pasa si en una familia se conversa animadamente –cara a cara- sin estar mirando de continuo los celulares? Los integrantes se van conociendo más y mejor; los padres les dedican tiempo a sus hijos; se está pendiente si alguien está enfermo o tiene una preocupación; se sabe y se prevé cuándo son sus cumpleaños o santos; se comparten las buenas noticias –pequeñas grandes- de cada uno. De esta forma; todos contribuyen a crear un hogar más humano y alegre y se vence el fantasma de la indiferencia. Un principio esencial es “Ponerse en los zapatos de los demás”. Ese “sentir” lo que cada uno “siente” para lograr tener más corazón e interesante auténticamente por los demás. Sin este elemento, puede haber “apariencia de familia” pero resulta un mero “formalismo”. Porque a la gente se le tiene que querer tal y como es y no como nos gustaría que fueran; vencer todo tipo de antipatías o prejuicios. Hacer poco fui a una farmacia a comprar una medicina. Me llamó la atención que había nuevo personal. Le pregunté a la chica de la caja que si esa era la política de la empresa y me dio una respuesta que me resultó lamentable: “Lo que pasa es que nosotras (la mayoría son jovencitas) tenemos entre nosotras muchos roces, fricciones y diferencias. Entonces a los dueños no les queda más remedio que estarnos rotando cada cierto tiempo. Ése es otro concepto fundamental: el saber comprender, perdonar, disculpar y pasar por alto los defectos de los demás. De lo contrario se generan rencores, resentimientos, aversiones e incluso verdaderos odios. En una familia hemos de tener un corazón grande donde quepan todos, independientemente de que algunos nos caigan mejor que otros. Y esta norma de conducta la deben de vivir, en primer lugar, los mismos padres para que los hijos aprendan de ese buen ejemplo. “Vivir en familia” significa aprender a “ceder ante los propios caprichos” y pensar primero que es lo que hace feliz a los demás. Muchas veces a un padre se le puede antojar ver un partido de tenis y al hijo, el futbol. Pero si la mamá convoca a todos a un plan conjunto, por ejemplo, salir a dar un paseo toda la familia, entonces se dejan de lado esos proyectos particulares y se piensa en el bien común. Como puede ser unirse al plan general para lograr enriquecer y hacer más grata esa convivencia. No olvidar que “convivir” ante todo significa “servir” a los demás para que la pasen lo mejor posible. Aunque muchas veces cada uno tenga que sacrificar sus planes originales. Otro aspecto del hecho de “servir” es darse generosamente a los demás, con olvido de sí mismo. Recuerdo que unas vecinas me comentaban -como un grato recuerdo de su infancia que les venía a la memoria- sobre un tío ya fallecido que invariablemente los invitaba a todos los sobrinos, algunos vecinos y amigos a salir de paseo los domingos. De esta manera fueron conociendo muchos lugares agradables en el campo, en el bosque; museos, el centro de la ciudad; exposiciones pictóricas; ferias del libro; kermeses con bailables, rifas y concursos. Y todo porque al tío Luis le gustaba que los chiquillos salieran a pasear y pasarla bien. A todos les quedó un recuerdo imborrable y un gran aprecio por este familiar. En toda convivencia es clave aprender a sonreír, estar alegres y añadir detalles de buen humor. Tengo una hermana que es capaz de pasarse más de una hora contando chistes buenísimos. Claro está que las demás hermanas, primas, sobrinas y sus amistades la invitan a todos los festejos de la familia o convivios para escucharla y reírse a gusto. Y le piden que vuelva a contar, aunque sea los mismos chistes y bromas. Ella se percata que es una forma de hacer agradable la vida a las demás, por ello pone su mejor esfuerzo. La alegría, por tanto, es el aceite que hace mucho más agradable nuestra cotidiana convivencia. De ahí nace una profunda alegría, aún en medio de penas, sufrimientos y contradicciones, que nunca faltan. Todo ello contribuye a mejorar la convivencia en familia.

viernes, 18 de junio de 2021

LA FIGURA DEL PADRE

Pbro. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía, p.marioa@gmail.com La naturaleza, en sentido filosófico, no biológico, es muy clara. El ser humano es “hijo”, necesita de un “padre” para encontrar su lugar en el mundo, para descubrir y desarrollar su propia identidad. La cultura, sin embargo, le ha hecho muy mala fama a la paternidad. La narrativa del “heteropratriarcado”, unida a una visión de dureza, rigidez e imposición, por un lado, no le permiten desarrollar su misión con el sano orgullo que merece. Unido a ello está el triste fenómeno del abandono del hogar y las rupturas familiares, que han producido una generación de huérfanos de padres; no podemos extrañarnos de que esa generación sea muy frágil: al faltarle el padre, carece del punto firme de apoyo, desde el cual proyectar la propia existencia. Por eso es conveniente celebrar el “Día del Padre”, que con facilidad pasa desapercibido. Dista mucho de ser la “primavera comercial” del “Día de la Madre”, y por ello atrae menos los reflectores. Pero cuando se han cargado las tintas, ofreciendo una visión negativa de la paternidad, muchas veces motivada por su ausencia, es urgente otorgarle el reconocimiento debido. Si no, con más facilidad se caerá en el fenómeno de ir dejando hijos regados por ahí, sin la cercanía, el apoyo y la seguridad que ofrece la figura paterna. Urge, en consecuencia, hacerle un buen marketing a la paternidad, y no sólo para obtener pingües beneficios el “Día del Padre”, sino para que más personas aspiren a ella y la vean como una de las formas más sublimes de realización personal. El tema de la realización suele ser también otro obstáculo, porque se considera solo desde la esfera profesional, la cual, siendo importante, no es sino una faceta a más a integrar dentro del conjunto de bienes que corresponden a la vida lograda. A veces las personas retrasan o de plano rechazan la paternidad por motivos profesionales: “si no voy a poder dedicarle tiempo, ¿para qué tengo un hijo?” Cuando el planteamiento correcto es justo al revés: “si este trabajo no me permite tener familia, ¿es en realidad algo bueno para mí?” No es banal la precisión, personalmente me llama la atención vivir en una zona donde abundan los perros y escasean los niños. Es más cómodo tener un perro que un niño; abundan también los “paseadores de perros”, porque tampoco pasa mucho si no le dedico tiempo a mi perro, a diferencia de a mi hijo. Pero, obviamente, no son realidades equiparables, y denota una aguda pérdida de humanidad, de captar el sentido de la vida en su conjunto, el preferir a los animales que a las personas por una comodidad no exenta de egoísmo. Por eso es preciso insistir, incansablemente, en la idea de que una de las formas más elevadas y excelsas del desarrollo humano masculino, de su realización como persona, es traer hijos al mundo. Las personas que se dan esa oportunidad, muchas veces se asombran de la maravilla que supone el que alguien te llame, simple y llanamente, “papá”. Y ello vale más que todos los asensos o los puestos a los que se podría escalar sin ella. Es importante insistir en que la realización familiar es más importante que la profesional; y que muchas veces, con orden y disciplina, no están de hecho contrapunteadas. Ambos bienes, el familiar y el profesional, pueden integrarse en el conjunto de valores que configuran la vida lograda. La paternidad debe recuperar también su función de autoridad, precisamente para indicar a los niños, con claridad, dónde está el bien y dónde está el mal. El padre es en gran medida el faro de los valores del hijo, particularmente de los valores religiosos. Si mi padre ha practicado la fe, me resultará más sencillo hacerlo a mí también, precisamente porque lo veo como a una autoridad, como un punto de referencia firme. Otra cuestión es que la paternidad debe flexibilizarse, y ser capaz de asumir también los roles que antiguamente eran feudo exclusivo de la mujer. Debe colaborar en casa, porque la sacan adelante entre los dos, lo mismo que en la educación de los hijos. Esta flexibilización de los roles domésticos es, sin duda, una de las más valiosas aportaciones de la cosmovisión actual, pues obliga a que el padre esté más presente e involucrado en los asuntos del hogar, sacando adelante su familia y realizándose como persona.

lunes, 14 de junio de 2021

APRENDER A VOLAR COMO LAS ÁGUILAS

Pbro. José Martínez Colín 1) Para saber Cuentan que en una pequeña ciudad vivía una muchacha muy guapa que tenía dos pretendientes. Uno de ellos era un muchacho muy trabajador, pero sumamente tímido y con bajo perfil social. El segundo era un muchacho muy extrovertido, alegre, bohemio y algo fanfarrón. La muchacha estaba dudosa sobre a cuál de los dos escoger. El muchacho extrovertido, le hablaba a todo el mundo de ella, de lo guapa que era, de su hermoso cabello y sus ojos encantadores; se vanagloriaba de ser el pretendiente de la chica más bella de la comarca. Al cabo de unos meses la bella muchacha había decidido y se casó con el joven... tímido y trabajador. Cuando le preguntaron al muchacho bohemio qué había pasado. Su respuesta sincera fue: “Pues que mientras yo hablaba DE ella, ¡él hablaba CON ella!” Un peligro de quien habla de Dios, es no hablar con Él. Para hablar de Dios primero hay que hablar con Él. El Papa Francisco nos recuerda lo importante que era la oración para Jesús. El Evangelio nos lo presenta continuamente en oración. Por ejemplo, san Lucas nos escribe que antes de elegir a los Apóstoles «se fue Él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios» (6,12-13). La oración de Jesús es un diálogo con el Padre dirigida a interceder por nosotros. 2) Para pensar Una madre desolada por los malos pasos en que veía a su hijo fue a ver a san Francisco de Sales. Llorando, le decía al obispo de Ginebra: “Le hablo mucho a mi hijo de Dios, pero de nada sirve, cada día lo veo peor”. El santo le aconsejó: “Es bueno que le hables a tu hijo de Dios... pero es mejor que con más frecuencia hables con Dios de tu hijo: de hacerlo así, no dudes que lo verás convertido”. Si es valiosa la oración de unos por otros, la oración de Jesús ocupa un lugar primordial. En la Última Cena Jesús le dice a Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca» Esas mismas palabras podemos oírlas dirigidas para cada uno, pues el amor de Jesús no cesa, incluso para quien ha pecado gravemente Jesús sigue rezando por él, dice el Papa. El Papa nos anima a no olvidarlo: Jesús está rezando por ti, está rezando ahora ante el Padre y le está mostrando sus heridas para que el Padre vea el precio de nuestra salvación. En este momento Jesús está rezando por ti. 3) Para vivir Jesús no sólo quiere que recemos, sino que nos asegura que, aunque nuestra oración sea distraída, siempre podemos contar con su oración, Él nos lleva en su corazón. El Papa Francisco recordó que un buen obispo le contó que en un momento muy malo de su vida y de una gran prueba, miró a lo alto de la basílica y vio escrito: “Pedro, Yo rezaré por ti”. Eso le dio fuerza y consuelo. Esto sucede cada vez que uno de nosotros se encuentra en momentos difíciles: tenemos la seguridad de que Jesús reza por él. No olvidemos que lo que nos sostiene en la vida es la oración de Jesús por cada uno de nosotros, con nombre, apellido, ante el Padre, enseñándole las heridas que son el precio de nuestra salvación. Nunca debemos dejar de confiar en Él. Sostenidas por la oración de Jesús, nuestras tímidas oraciones se apoyan en alas de águila y suben al Cielo. No olvidarlo: Jesús está rezando por mí ahora con tanto amor. (articulosdog@gmail.com)

domingo, 13 de junio de 2021

DÍA DEL PADRE: SU PAPEL FUNDAMENTAL EN LA FORMACIÓN DE LOS HIJOS

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 En cierta ocasión, saludé a una experimentada Psicóloga –madre de ocho hijos- y, tanto su esposo como ella, se dedican desde hace muchos años a la orientación familiar. Conversando con ella sobre varios temas, me comentaba: “Nunca me ha gustado que en los anuncios publicitarios se ponga tanto énfasis en la importante función de la mamá en el hogar, por ejemplo, con ocasión del Día de la Madre”. - ¿En qué sentido lo dices? -le pregunté. - “Desde luego el papel de la mamá es fundamental, pero observo que con frecuencia se relega al padre a un segundo o tercer plano, como si importara menos o fuera muy secundario”. Y añadía: - “Mi marido y yo hemos atendido a decenas y decenas de casos de chicas y chicos con trastornos emocionales por la ausencia de la figura paterna. En numerosos casos, incluso viviendo el papá en el mismo hogar. Porque resulta que él no se interesa por sus vidas, por sus estudios, sus novios, sus ilusiones, sus aficiones deportivas o culturales o qué carrera universitaria sueñan con estudiar”. Me quedé reflexionando y pienso que tiene mucha razón. Porque en nuestra cultura “machista” es típico que el esposo piense: “Mi función es trabajar y traer dinero para sacar adelante los gastos de la familia. Lo demás le corresponde a mi mujer”. Además de que en la actualidad la tendencia es que los dos cónyuges trabajen, el marido no se debe de colocar en esa actitud cómoda y quedarse al margen de sus responsabilidades. ¿Cómo rescatar la figura paterna? 1. Padre es aquél que participa en todos los acontecimientos importantes de sus hijos y sabe cómo organizar bien sus horarios para llegar temprano a casa y acompañar a la esposa en resolver las tareas de los niños y en todo lo que haga falta. 2. Se acerca a conversar con cada una y cada uno de ellos para que le cuenten privadamente sus inquietudes, sus pequeñas preocupaciones, sus tristezas, sus alegrías. Es copartícipe –paso a paso- de sus vidas desde que son niños, luego cuando pasan por la adolescencia y la juventud. 3. Es una persona equilibrada y madura que está unido a su esposa y conversan sobre cómo ayudar mejor a cada uno de sus hijos. 4. Sabe disfrutar de sus hijos en cualquier etapa en que se encuentren. Desde acompañarles en sus juegos infantiles, salir de paseo o en bicicleta. Que los hijos lo vean como su mejor amigo en quien pueden confiar todas sus pequeñas intimidades. 5. Debe estar dispuesto a compartir las responsabilidades de la crianza: darles de comer, bañarlos; llevarlos al médico si están enfermos y seguirlos de cerca para que tomen los medicamentos indicados; asistir a las juntas de padres de familia en el colegio junto con su esposa; tratar de no fallar a los torneos deportivos o participaciones musicales de los hijos. 6. Aprender a corregirles en el momento oportuno en plan positivo, amable y constructivo. Nunca a gritos ni con regaños y menos en frente de toda la familia o con extraños. De lo contrario, quedan dolidos, con resentimientos. 7. Es decir, el padre no puede convertirse en el típico “ogro regañón” al que los hijos le tengan miedo y por ello se distancien de su presencia o le pierdan la confianza. Sería un grave error. Un buen papá debe ser tolerante y comprensivo. Que anima, que impulsa, que brinda sus consejos con una sonrisa y buen humor. 8. El padre tiene que mostrar su cariño y ternura hacia cada uno de sus hijos. Esa conducta no le hace perder autoridad; todo lo contrario, muestra que tiene corazón y sentimientos afectuosos para con ellos. También es clave saber perdonar, comprender, disculpar. 9. Organizar los festejos de los hijos, en compañía de su esposa. Sin miedos y con naturalidad, aprender a dar abrazos o un beso cuando la ocasión lo amerite. Me he encontrado con personas mayores que dolidas me comentan: “Mi padre nunca fue capaz de darme un abrazo y decirme que me quería. Sólo me lo comentó en su lecho de muerte, ¿por qué no me lo dijo en mi infancia o cuando era joven? Siempre me había quedado con la impresión de que no me quería”. 10. En resumen, el padre debe de buscar los mejores momentos del día o del fin de semana para estar con sus hijos, con el objetivo claro de ser el mejor amigo de sus hijos (cfr. www.lafamilia.info).

lunes, 7 de junio de 2021

LAS MUJERES SON UN APOYO FIRME PARA SUS FAMILIAS

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Ante la actual crisis económica por la que está atravesando nuestro país, muchas personas han perdido sus empleos y además se ha encarecido la vida de un modo notable. Me resulta bastante ejemplar lo que diariamente observo por las calles de la Ciudad de México: matrimonios jóvenes que venden alimentos en la parte trasera de sus automóviles. En los lugares de mayor afluencia de personas, desde muy temprana hora, se ponen a trabajar ofreciendo a los transeúntes: tortas de jamón con queso, con papas, o con chilaquiles; las conocidas “guajolotas”, es decir, tortas con un tamal de elote adentro; tacos de chicharrón en salsa verde o roja, de guisado, de carne deshebrada, de frijol con huevo, acompañados de atole, de refrescos, etc. Todos los alimentos que venden se ven limpios, hechos a conciencia como sólo una madre de familia los sabe preparar. Y así se pasan las horas hasta que se agotan todos sus productos. En otros sitios, como esquinas de comercios, banquetas, parques, se pueden mirar a señoras vendiendo los famosos tacos de canasta todavía más baratos y, naturalmente, con mayor número de personas que acuden a consumir esos ricos alimentos. Colocan una gran sombrilla que cubre a la vendedora y a su canasta de posibles lluvias, el excesivo sol o polvo. Es fácil adivinar que los respectivos esposos de estas mujeres están realizando trabajos sencillos en algún otro punto de la ciudad, como: cuidadores de coches, ayudan a estacionar carros en un estacionamiento público o de un supermercado. O bien, en los semáforos prestan diversos servicios tales como vender limpiadores de parabrisas, artículos para computadoras; otras veces son despachadores de gasolina, colaboran en un taller mecánico. De esta manera, marido y esposa apoyan mutuamente a la economía familiar y van saliendo adelante con los gastos del hogar. He visto hasta jovencitas en bicicletas repartiendo alimentos en oficinas y domicilios. Otras esposas están trabajando en supermercados, a propósito de la gran demanda que están teniendo las compras on line, y son ellas mismas las que distribuyen estas mercancías en domicilios particulares y empresas. Lo mismo ocurre con las farmacias en las que se han triplicado las ventas por internet y se han organizado numerosas flotillas de motos con personas de todas las edades que recorren las colonias distribuyendo medicamentos. No hace mucho tiempo, cuando estaba más dura la pandemia y los médicos aconsejaban no acudir a las farmacias por ser fuente de contagios, solicité algunos medicamentos en una conocida farmacia. Una hora después, sonó el timbre de mi casa, acudí a la puerta para atender a la persona que llamaba y, para mi sorpresa, era una jovencita con su moto estacionada detrás y perfectamente vestida con el uniforme de la farmacia y su casco protector debajo de su brazo. Me dijo, sonriendo, que se llamaba Lupita y la felicité por su sentido profesional y le comenté que seguramente le debió de haber costado esfuerzo conseguir ese empleo. Y me respondió: -Es la necesidad, patrón. Tengo a mi padre sin trabajo y a mi madre enferma, por eso es que me lancé a conseguir un empleo cuanto antes. Se le veía contenta y satisfecha de ser un buen apoyo económico para su casa. Y por supuesto, la moto la conducía con seguridad y soltura. Decidí darle una buena propina porque me pareció muy meritorio lo que estaba realizando. Al despedirse, como una joven militar, erguida y portando con categoría su uniforme, finalizó: -Ya sabe entonces, lo que se le ofrezca de la farmacia, estoy para servirle. De igual forma, me admira el empeño de tantas y tantas señoras -de todas las edades- que se levantan desde temprana hora y acuden a realizar la limpieza en numerosas empresas, hospitales, oficinas y lo hacen bastante bien. Como tengo la diaria costumbre de caminar por las tardes largos trayectos, las observo tomando sus alimentos alrededor de las cuatro o cinco de la tarde en cajitas de tuperware. Se encuentran sentadas, comiendo y platicando animadamente, habitualmente en el escaloncito de comercios que ya cerraron y bajaron sus cortinas metálicas o debajo de los árboles. Es admirable cómo tantas mujeres de todo el país, con la frente en alto, se han puesto a trabajar en serio para apoyar a sus maridos. Lo hacen en forma discreta pero sumamente eficaz y con gran creatividad. Son la fortaleza económica de los hogares mexicanos.

viernes, 4 de junio de 2021

CONCEPTOS CLAVE PARA LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

Pbro. Mario Arroyo, Dr. en Filosofía, p.marioa@gmail.com Se acerca el 6 de junio, momento en el cual, democráticamente, todos los ciudadanos debemos elegir el futuro posible para nuestra nación. Subrayo lo de “posible”, pues la situación ideal no existe, y ello debido a la intrínseca limitación de la naturaleza humana, la cual afecta hondamente el ejercicio de la política. El ejercicio del voto es todo menos simbólico; es un acto eficaz –siempre que no haya fraudes- en el que cada ciudadano concreto expresa su voluntad dentro de la gama de elección, por fuerza limitada, que le presenta la oferta partidista. Ahora bien, es un ejercicio esencial como ciudadanos, dispensable únicamente a los gravemente enfermos y a los ancianos. Todo ciudadano debe tener la madurez de elegir, e intentar hacerlo de acuerdo con los propios valores, pues con base en ellos escoge a quien será su representante, o a quien detente la autoridad y tenga de facto el poder del Estado. El cristiano no deja de ser ciudadano; más aún, su fe le otorga una particular cualificación como tal, pues le exige participar en la palestra pública en la medida de sus posibilidades, y respetar a las autoridades legítimamente constituidas; participando él en la elección de las mismas. De forma que abstenerse de participar o hacerlo irresponsablemente se configura, siempre en clave cristiana, como una falta, como una forma de desatender un encargo que no me otorga únicamente la sociedad, sino Dios mismo, al dejar el mundo en nuestras manos. Por ello, primero como ciudadanos, pero después como cristianos, todos –a no ser que medie una causa grave- tenemos la obligación moral de votar. Desatenderla se configura en teología moral como un pecado, como una falta de piedad y de justicia o, dicho de otra forma, contra el cuarto y el séptimo mandamientos. Piedad hacia mi patria, justicia frente a mis compatriotas, que cuentan lógicamente con mi interés por la cosa pública. Sin embargo, nunca ha sido la perspectiva más idónea el abordar las cuestiones morales y políticas con el prisma de los mínimos, en la cuerda floja de si mi comportamiento constituye una falta o no y en qué medida. Es mejor enfocar la cuestión desde una perspectiva de mi llamada concreta a la acción política. En efecto, Dios nos ha confiado el mundo como administradores, no podemos ser indiferentes o pasivos frente a esta responsabilidad, frente a este reto. De hecho, podemos; pero es una triste claudicación de participar en la política, calificada por Francisco como “una de las formas más excelentes de la caridad”. Es el pecado “del abstencionismo suicida”, en expresión de San Josemaría. En ese sentido los cristianos, por el doble compromiso de la fe y de la sociedad debemos participar, involucrarnos, pero no de cualquier manera. Es preciso e improrrogable hacerlo de una manera conforme a la propia identidad, a lo que somos como ciudadanos y como cristianos. En este sentido tenemos, particularmente este 6 de junio, una responsabilidad histórica, que va más allá del presente y configura el futuro de nuestra nación, de nuestra patria, de nuestra familia, de nuestra vida. ¿Cómo nos vemos en diez años? ¿Cómo querríamos vernos? Mucho depende de la voluntad que expresemos este domingo 6 de junio. Es una responsabilidad con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestra patria, con el futuro, de la que no nos podemos eludir; pues incluso el no votar o votar en blanco es ya una forma de elección. Los cristianos debemos además buscar entre los candidatos al que sea más conforme con los principios de la fe. No hay ninguno que los encarne todos, pero, ciertamente, hay indicadores notorios que muestran a alguno como más próximo y al otro como más alejado de la fe. No se trata de caer en una teocracia o un clericalismo, pero sí de evitar la esquizofrenia de tener unos principios válidos para estar en casa y otros diametralmente opuestos, que promovemos a nivel público. Debemos, por el contrario, elegir a quien realmente nos representa, o por lo menos, sea más cercano a los valores básicos de la fe, entre los que indudablemente se encuentran la defensa de la vida y de la familia natural. No deberíamos dejar de preguntarnos eso a la hora de emitir nuestro juicio y votar el próximo domingo.

PARA SABER DECIDIR, ¿POR QUIÉN VOTO?

Pbro. José Martínez Colín 1) Para saber Se cuenta que un ladrón asaltaba a un hombre en la calle y apuntándole con su pistola le gritaba: “Esto es un asalto. ¡Dame todo tu dinero!”. El hombre sorprendido, mirándole con aires de superioridad, le reprendió: “Oiga, usted no sabe con quién se está metiendo. ¡Soy un político muy influyente!”. Entonces el ladrón le respondió: “En ese caso ¡Devuélvame todo mi dinero!” Este domingo se celebran elecciones de gobernantes en México. Es un tópico hablar mal de los políticos, aunque es incorrecto generalizar. Por ello hay que elegirlos correctamente. Es una responsabilidad ejercer el derecho al voto, pero también que ese voto sea correcto. Aunque se trata del ámbito civil, no por ello está desligado de los valores y principios religiosos. Es coherente votar por quien los comparta e iluminan su actuar político. Importa conocer a los candidatos y sus partidos. Para tomar una decisión, no sólo en lo político, sino en cualquier dimensión de la vida, además de contar con nuestros conocimientos, tenemos una gran ayuda: la luz del Espíritu Santo. El Papa Francisco invitaba invocarlo y pedir sus dones, para que nuestro actuar sea conforme a la Voluntad divina. 2) Para pensar El libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. 2, 1-11) narra lo sucedido cincuenta días después de la Resurrección de Jesús. Los Apóstoles estaban en oración con la Virgen María. Jesús les había prometido enviar al Espíritu Santo. Cuando llegó se manifestó con un «ruido» que vino repentinamente del cielo, como un «viento impetuoso» que llenó la casa. Unas como lenguas de fuego se posaron sobre ellos. Se trata de una experiencia real, pero también simbólica. Ese viento fuerte y libre, dice el Papa, significa que nos trae fuerza y libertad. El fuego simboliza luz, calor, amor. Nos trajo luz para las inteligencias, pero unidas al amor de Dios. La luz en el entendimiento no es solo para comprender los misterios divinos, sino también para saber elegir lo mejor para nosotros, qué es lo que le agrada al Señor. Para ello son los dones del Espíritu Santo y, en particular, el Don de Consejo. 3) Para vivir Cuando queremos acertar en una decisión, existe el peligro de vernos influidos por nuestros prejuicios o nuestras preferencias que a veces nos impiden ver la verdad tal cual es. Por ello importa acudir a un experto en el tema. Por ejemplo, si se trata sobre los impuestos, se puede acudir a un contador. Si es valioso el consejo humano, cuánto más no lo será si acudimos a la Verdad misma; a Dios que nos proporciona una gran ayuda sobrenatural, que nos otorga el Don de Consejo que es una prudencia divina. Además, las decisiones tomadas a la luz del Espíritu Santo, van acompañadas del amor a Dios. Si se conoce la Voluntad divina y además se le ama, resulta más fácil vivirla. Importa tener una actitud de apertura a la Voluntad divina. Cabe recordar que los Apóstoles estaban en oración junto a la Virgen María preparándose para recibir al Espíritu Santo. También nosotros nos facilitamos recibirlo, si tenemos nuestros ratos de oración. Y así, en silencio, pedirle consejo, preguntarle: “¿Qué esperas que yo haga?”, y si fuera el caso, “¿Por quién querrías que votara?” (articulosdog@gmail.com)

jueves, 3 de junio de 2021

EL ARTE DE CULTIVAR LOS BUENOS HÁBITOS

Raúl Espinoza Aguilera, @Eiar51 Muchas veces hemos conocido a personas y amigos que desde jóvenes viven una serie de buenos hábitos –también llamados valores o virtudes- y los realizan con la mayor naturalidad. Cuándo les preguntas a esos conocidos cómo fue que los adquirió, su respuesta parece muy sencilla: -Mi papá me invitaba todos los días a levantarme temprano y nos íbamos a caminar, o a correr o andar un rato en la bicicleta. -También mi mamá nos animaba a aprovechar el tiempo. Nos decía, por ejemplo. “No quiero que nadie en la casa se pase horas y horas viendo películas o con los videojuegos. ¡Hay muchas más cosas útiles que hacer!” Algo similar ocurrió con mi educación en la escuela en Ciudad Obregón, Sonora. Tenía reuniones periódicas con mi preceptor o asesor académico y revisaba mis calificaciones mensuales, trimestrales o semestrales y me decía: “Está claro que tienes que mejorar en Biología, Química y Física. Si quieres, al finalizar las clases de cada día, te puedo ayudar a resolver dudas que tengas de estas materias o a resolver algunos problemas. Pero considero conveniente que subas de promedio. Al principio te costará esfuerzo, pero luego te dará mucho gusto por los resultados obtenidos. La clave es la disciplina y la constancia, ¡no lo olvides! Gracias a ese buen maestro, al final de la Preparatoria obtuve un magnífico promedio, que me ayudó a entrar sin problemas en la carrera universitaria. Otro profesor de Literatura, me animaba mucho a leer a los clásicos de la Literatura Mexicana y Universal e interesantes biografías. Me parece que a él le debo mi afición por las buenas lecturas. En casa, la costumbre era, en primer lugar, sacar bien las tareas escolares. Si algo se me dificultaba, me ayudaban mi madre o mi padre. Un formativo detalle de ayuda fraterna, era al concluir mis tareas y el estudio, me pedía mi padre: -Ahora ayuda a tu hermano Enrique que se le dificultan mucho las matemáticas. La verdad es que lo hacía con gusto por el ejemplo de generosidad que observaba en mis padres, invirtiendo tiempo en asesorar mis tareas. Finalmente llegaba el momento esperado, practicar un poco de basketball con unos vecinos porque teníamos en la escuela un torneo deportivo. Recuerdo en mi natal Sonora, aquellos calores del verano en que subía mucho la temperatura y casi todo el mundo tenía la costumbre de dormir un rato de siesta después de la comida. Pero llegaba un buen amigo al que apodábamos “el Zurdo”. Como era de total confianza, entraba sin tocar hasta mi habitación, me despertaba de la siesta y me mostraba un balón de basket y a continuación me decía: - ¡Imagínate, nos esperan libres todas las canchas de basket de la escuela! Al principio, yo protestaba y le comentaba: - “¡Hace “un calorón, Zurdo. Ahorita ni los chanates vuelan!”. -Pero, él volvía a insistirme: mira ya “picados en el juego ni cuenta te das del calor. Además, después de sudar “te sientes a todo dar”. Y era verdad. He de reconocer que debido a su entusiasmo me aficioné a este deporte, lo mismo que al baseball. A otro amigo, le gustaban mucho las carreras de 100 y 200 metros planos y pasaba a mi casa a invitarme. Para animarme me decía: -Allá en la escuela nos espera el profesor de Educación Física que está empeñado en que mejoremos nuestras marcas personales para poder ir a competir a la gran final estatal en Hermosillo. Y de esta manera, a través de mis padres, maestros y de las buenas amistades, fui adquiriendo una serie de buenos hábitos.