miércoles, 7 de octubre de 2020

EL TIEMPO DE LA VIDA ES BREVE

Raúl Espinoza Aguilera,

@Eiar51


El tiempo es un tesoro que se posee, pero es sumamente fugaz. Se nos escapa

como agua entre las manos; transcurre de una manera casi imperceptible.

Escribía el poeta Gustavo Adolfo Bécquer: “Al brillar un relámpago, nacemos y aún

dura su fulgor, cuando morimos: ¡Tan corto es el vivir!”

Esta reflexión me venía con ocasión que hemos entrado en el último trimestre del

año. Sin duda, un año especial por la pandemia.

Cuando miramos las fotografías de nuestra infancia y adolescencia con

compañeros de la escuela y la universidad, notamos el paso irreversible del

tiempo. Y tenemos que aceptar la edad con todas sus consecuencias.

Esto no lo digo para poner una nota dramática o negativa sobre esta realidad, sino

para asumir plenamente este hecho y llegar a una conclusión: aprender a

aprovechar bien el tiempo y sacaremos frutos jugosos.

Decía sabiamente el filósofo Séneca: “Apresúrate a vivir bien y piensa que cada

día es, por sí solo, una vida”. En este mismo sentido el pensador Gregorio

Marañón escribía: “La vida es nueva cada día”.

Dicho en otras palabras, es importante aprender a vivir con optimismo y ojos

llenos de ilusión cada día que vivimos. Siempre existen asuntos interesantes qué

aprender, metas valiosas para ponernos y luchar cada día por mejorar, aunque

sea en puntos concretos y pequeños.

El inolvidable Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, quien

lanzó el “New Deal” (“El Nuevo Trato”) una serie de medidas muy específicas para

buscar soluciones viables frente a la tremenda crisis económica, después de la

caída de la bolsa de 1929, Además, tenía una aprovechable convicción personal:

“En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada”. Y fue un

Mandatario que se enfrentó a muchas incomprensiones y críticas, pero él siguió

adelante. Le tocó la difícil decisión de que su país entrara en la Segunda Guerra

Mundial a pesar de la frontal oposición ciudadana y de muchos otros políticos.

Recuerdo que tenía a un maestro en la Universidad de Navarra que habitualmente

estaba de buen humor, además de ser un erudito en su especialidad, era

amiguero, extrovertido y practicaba el excursionismo y otros deportes. Con

frecuencia me decía: “Vivir es algo maravilloso; no te la crees de tantas

posibilidades que tenemos para ser muy felices”. Y ésta fue siempre su norma de

vida.


Me viene a la memoria aquella célebre frase del pensador norteamericano Ralph

W. Emerson: “Graben esto en su corazón: cada día es el mejor del año”.

Considero que no le faltaba razón.

Tenía un tío de mediana edad -que ya falleció-, mientras que yo era un

adolescente, me decía muy convencido:

-¡Ya verás cómo se te pasa la vida! Primero te parecen largas las semanas y los

meses. Años después, te parecerá que las semanas se deslizan como un cuchillo

sobre la mantequilla; los meses y los años como un puñado de días. Luego te das

cuenta que la vida se te fue.

Y yo le decía:

-Con todo respeto, tío, ¿no estarás exagerando o dramatizando?

Me respondía:

--Ya lo comprobarás por ti mismo. Sólo deja que pasen algunas décadas. ¿Cuánto

tiempo hace que me casé con tu tía? Y ahora todas tus primas se han casado o

están por casarse y pronto seré abuelo. ¡Me parece increíble!

Cuando estudié Literatura y, dentro del Siglo de Oro Español, estudiamos los

textos de Calderón de la Barca, en su conocida obra de teatro: “La Vida es

Sueño”, me parecía desmesurado su planteamiento de considerar la existencia

humana como una ilusión, una fantasía, un efímero sueño. Pero con el paso de los

años le ido concediendo la razón.

El libro del Eclesiastés afirma con claridad, en Lengua Latina: “Tempus breve est”

(“El tiempo es breve”). Y esta realidad nos ayuda a espolearnos y escudriñar bien

el tiempo para sacarle el mejor provecho. Y concluyo con esta frase de un

conocido pensador de nuestros días: “Nadie lo hará tan bien como tú, si tú no lo

haces”.

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